selene99 Selene R. Lezcano

Rutherford, fue creada en el 19 de marzo de 2016 con la meta de albergar a los Exterminadores, una policía internacional que se encarga de mantener a raya a los monstruos que amenazan con destruir el mundo. Es el año 2061. Skyler Brown es reclutada por los Exterminadores, es forzada a abandonar su hogar y su pequeña familia. Todo lo que conoce es teñido por la nostalgia, los colores pasteles que pintan los campos de flores desaparecen y su pasado es una tierra maldita. Y ahora debe sacrificar su vida por una ciudad que no quiso, mientras enfrenta sus temores e intentar encontrarse así misma en el peligro. De pronto, su historia ya no le pertenece.


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Prólogo

04:13 a.m.

Colin Flanigan necesita vacaciones en una isla paradisiaca.

''Te ves terrible'', le decía su madre. ''Me das miedo''

En su rubro la estética y el cuidado de la salud mental es lo de menos, está acostumbrado a los descansos cortos y las interminables horas laborales. No le alcanzaría el tiempo sí contará lo que ha visto, pero no está preparado para esto.

Él recibió la llamada en la madrugada, el operador le comentó las recientes noticias con una voz plana. Colin sintió que el color huía de su rostro, su corazón se aceleró y el sueño desapareció en un segundo. No hizo preguntas, se limitó a asentir y obedecer, es lo que se espera de un instructor.

Él está sentado en la parte trasera del vehículo, que atraviesa las irregularidades del terreno con las luces prendidas y observa a los dos superiores están en los asientos delanteros, imposiblemente callados y serios. El supervisor Jones y el capitán Byrne actúan de una manera extraña, se encargaron de buscar temas de conversación y acostumbran a cotillear como las vecinas. Su humor tonto lo hizo rodar los ojos en más de una ocasión.

Ellos mueven en línea recta, ignoran los troncos, ramas y los riachuelos, cuyas rocas se atoran entre los neumáticos. El agua salta y su ventana está empañada por las gotas del agua.

Sí hubiera dormido por más de un par de horas su visión no estaría cansada y no se vería forzado a usar los lentes con el aumento ridículo que detesta, a pesar de eso, sus sentidos están activos y la urgencia corroe en su interior.

Como un Exterminador retirado no permitiría que su cuerpo lo derrote, sobre todo sí sus servicios son necesario, es su deber y nunca pondría nada por encima. Es un honor.

Se niega a sentir miedo, sin embargo, su estómago se aprieta y amenaza con devolver la última comida que ha ingerido. Él conoce muy bien esta sensación y sacude la cabeza, ya que sabe lo que vendrá después y que lo origina.

Cuando era un niño le temía al monstruo que su hermano mayor alimentaba a base de historias de terror, habló sobre una criatura hecha de sombras que es libre cuando las luces se apagan, salía a devorar los intestinos de los niños que se portan mal y por las mañanas dejaba una marcha de huesos y sangre en la cama. Él se había retorcido de miedo en sus sábanas cada noche y se acurrucaba de tal forma que sabe que ningún monstruo podrá arrancarlo de su cama.

Dejó a ese niño atrás desde hace décadas, nunca existió un monstruo debajo de su cama, pero existe algo peor que la invención de un adolescente problemático para atormentar a su hermano menor y él lo ha mirado a los ojos.

Una sensación paralizante viaja por sus venas, como el veneno de una serpiente. Una alarma se dispara en su mente, indica que viene algo grande y peligroso, pero ¿Qué es?

Se siente como ese niño impotente y tembloroso, que espera a que el sol aparezca en el horizonte y las aves canten para que regrese su valor, pero esto no debería pasar. Los Exterminadores le dieron conocimientos para transformar su debilidad en algo más grande, un arma.

Él respira, hinchando su pecho y recuerda quién es.

No soy un niño. No soy un niño. Soy un exterminador. Soy un instructor.

Hace un tiempo podía soportar los cambios en la atmósfera que implican que la temperatura descienda de manera drástica y la poca concentración de oxígeno, pero sus años de seguridad enseñando en la academia lo están volviendo obsoleto. Su cuerpo no reacciona de la misma manera que en su juventud.

El vehículo avanza y la visión no mejora, el paisaje se torna más siniestro, las copas de los árboles se cierran, impidiendo que ingrese el resplandor de la luna llena. Las luces del auto es lo único que le otorga alivio, pero es limitado.

Endereza su espalda, se refugia a la luz del interior y se aleja de las ventanas.

En la radio se escuchan los informes, los datos y las nuevas actualizaciones sobre las búsquedas. El radar emite un pitido en intervalos irregulares como las máquinas de un hospital, las pantallas están prendidas, inspeccionan el terreno con sus cámaras térmicas y en el detector de movimiento no aparece nada.

Le resulta desconcertante. En las cercanía del terreno fue el último registro de...

Deberían estar por aquí, pensó y agudizó su mirada. Colin trató de hallar una señal de vida, pero todo lo ve son troncos, las ramas bajas de árboles que rasguñan el techo y un camino de tierra con poco mantenimiento.

De improvisto, el auto se sacudió y derrapó en lo que supone es una superficie inestable y hace que sus cuerpos salgan disparados en distintas direcciones.

Fue empujado con una potencia que hace sus huesos resuenan, como si fuera un saco. Su cabeza se deslizó hacia atrás, dejó un dolor agudo en el cuello, los dientes chocaron y siente como una astilla de un colmillo nada en la saliva.

Su corazón se disparó y la garganta se secó, como lo haría una pasa.

Él se aferró a los asientos delanteros cuando se percata de que el conductor ya no tiene control y están volteando en dirección a un tronco.

Cerró los ojos al momento del impacto, que resonó en sus oídos y todo se estremeció.

Colin alcanzó a sujetar un asiento delantero, lo que amortiguó el choque, pero sus acompañantes no tuvieron tanta suerte.

La cabeza del supervisor Jones golpeó el vidrio de una ventana, haciendo que se agriete, vio como sus ojos se vuelven blancos y cayó sobre el volante, su cuerpo está en una posición extraña y las extremidades cuelgan a los lados, similar un muñeco de trapo, mientras que la mano del capitán aterrizó en una pantalla haciendo trizas el cristal, lo convirtió en una telaraña hecha de puntas filosas. La sangre comenzó a brotar de las pequeñas heridas y las astillas cortaron sus dedos.

El hombre bramó de dolor y acunó su mano en el pecho.

La bocina suena, llaman la atención. Las luces del auto están encendidas, una columna de humo se eleva desde el capo y el aire huele a plástico quemado. Colisionamos con el tronco de un árbol, piensa con un estremecimiento. Pude morir.

Algo provocó el incidente e intuye que se trata de un animal. Escuchó historias sobre ciervos, liebres y alces que cruzan por los caminos, pero no escuchó un quejido. La segunda opción es más terrorífica.

No soy un niño. No soy un niño. Soy un exterminador. Soy un instructor.

Un escalofrío reptó por su columna vertebral. Se percató que el aire es denso, su pecho está siendo presionado, apenas puede respirar y tiene sudor frío en la frente.

Se sintió atrapado en el vehículo de ventanas y el parabrisas trizados, y el capo aplastado.

Algo se mueve en el bosque.

Algo está muy mal.

―¿Qué fue eso?—gruñe el capitán.

No tiene respuestas.

El capitán cambió de posición, pero aúlla cuando su mano se desliza y su rostro se torna pálido. Su rostro está salpicado de cortes, tiene un ojo derecho hinchado se está tornando morado, Colin contempla su mano, la muñeca se dobló hacia atrás al impactar con el vidrio de una de las pantallas y sospecha que no puede mover el pie izquierdo.

Soy valiente, le decía a su hermano mayor después de sus historias sin sentido. Cuando se unió a los Exterminadores le refrescaba en la cara su triunfo. Ya no hay un monstruo que pueda asustarlo por las noches.

―Pide ayuda―indicó el capitán con una voz quebrada, un hilo de sangre se escurrió de su boca y apoyó su cabeza en el asiento, mientras observaba a su compañero inerte―. Hazlo por la radio. Diles que se apresuren.

A pesar de que su tono es suave, reconoce la autoridad. Colin aprieta los labios para recuperar la consciencia y asiente con una mirada confiada.

―¿Dónde está?

―Yo...―Él revisa sus bolsillos, pero no está. Se inclina hacia el suelo, la encuentra en el costado de su asiento―. Llama a Hamilton, está cerca. Él sabrá ubicarnos.

Seré útil, piensa. Me necesitan.

―Lo haré, señor.

La radio es una pantalla delgada al igual que una hoja de papel, que establece conexiones a millones de kilómetros, además de que sirve como rastreador, intercepta líneas privadas, no necesitan baterías, no pesan y se actualizan con el año. A Colin le gusta pensar que es un diseño perfecto, pero hay un minúsculo defecto.

―No tenemos señal, señor.

―No es cierto―susurra para sí mismo.

Un problema básico, que se soluciona con una llamada rápida al departamento de informática.

El hombre hace una mueca y le pasa una linterna con una mano temblorosa―Baja. Busca señal―suspira―. Vuelve pronto.

Abrió la puerta de una patada y sus pies tocan el suelo del bosque, está cubierto de una hierba verde, hojas secas y ramas se desmenuzan al tacto.

La sensación de presión vuelve más fuerte. Siente la comida rebotando hacia su garganta, se contiene para no vomitar entre las raíces y una corriente recorre su columna vertebral, es un cosquilleo que hace que sus piernas tiemblen y se apresura a encender la linterna.

Todo es mejor con luz.

Pero hay un aliento en la base de su nuca, es la invitación para que se dé vuelta. Es sutil, intimidante y traicionera.

No te voltees, se ordena a sí mismo. Utiliza un tono autoritario y su cuerpo lo reconoce. La voluntad antes que el impulso.

En una situación normal, lo primero que le pondría atención es a la pesada oscuridad y a su buena intuición que le ha salvado la vida, pero percibe un olor nauseabundo, que hace que su mano viaje a la nariz, aprieta sus fosas nasales hasta que se inflaman y su lengua se convierte en una masa ácida, la garganta se irrita y reprime la próxima arcada.

Tienes que irte. Huye, le dice su instinto, pero tiene que buscar ayuda.

La presión azotó y traga saliva.

Sabe que sentir miedo es como abrirle la puerta a un asesino y esperar que no entre. En lugar de reflexionar y darle importante a la emoción se centra en la luz parpadeante de su linterna y la radio marcando un barra de señal. Es baja, no alcanza para establecer una conexión a larga distancia, deben estar a diez kilómetros para que sea oído.

Tiene que ser útil, no puede dejar a los superiores. El supervisor Jones y el capitán Byrne necesitan su ayuda, deben ser atendidos por una unidad médica de emergencia. Colin no se quedaría de brazos cruzados, mientras están a merced de cualquier criatura que aceche en el bosque.

Un suspiro.

Hay un aliento en la base de su cuello, siente la humedad acariciando la piel y algo lo está evaluando. Sus músculos se tensan, los vellos se erizan y la temperatura baja en un segundo, sus dientes castañean, las uñas se tornan moradas y le duelen los huesos, se está congelando en su uniforme.

Lo están acechando. Él es la presa.

Su linterna tembló en su mano, la luz es proyectada en la puerta de trasera del auto y se mueve hacia las ruedas buscando a su posible atacante.

Tomó notas mentales de todo lo que ve, como redactando los hechos en un informe. No hay nada debajo de los neumáticos delanteros, por lo que suspira de alivio.

El suelo tiene raíces con moho, los brotes crecen en desorden, los insectos se reúnen en un hilo: hay gusanos, lombrices, un número de moscas revolotean en el aire, otros tipos se enredan entre sí en una gama de negros y blancos.

Él sigue el camino con la linterna.

Tiene una mala sensación.

La luz se enfocó y descubrió cabello negro, las hebras sucias y enredadas están esparcidas por el terreno, los bichos caminan sobre ella, al igual que un nido.

Cuando Colin se percató de lo que es, se cae hacia atrás, aterriza sobre su trasero y la linterna se resbala de su mano, como un objeto contaminado.

Debajo del auto, justo al lado de la rueda izquierda, yace un cuerpo, es pequeño y huesudo, corresponde con el de una chica. El cadáver está infectado de insectos que ingresan por los ojos, las moscas se posan en la piel, los gusanos entran y salen de las heridas, cada orificio es una cueva y hay mucha sangre, que es absorbida por el suelo y el verde se mezcla con el rojo.

La piel de un muerto es de un tono opaco, casi gris por el proceso de la descomposición, pero este tiene un acento en el morado, sus ojos hinchados sobresalen de sus cuencas, el cuello es grueso y su boca está abierta en lo que fue su último lamento.

Su ropa...

Mierda, su ropa...

Sus vestiduras están rotas, tiene cortes e hilachas, la más grande deja al descubierto el vientre herido por tajos profundos y se ven sus órganos. La sangre seca cubre el uniforme negro de tal forma que es casi imposible de reconocer, de no ser por los patrones y el emblema en el brazo derecho pensaría que es el cuerpo de un civil.

Tuvo una muerte dolorosa.

Se enfocó en el rostro, debajo la hinchazón y los golpes, es joven, podría ser su hija o nieta. Compara su rostro con sus conocidos, con los jóvenes reclutas, pero identidad es irreconocible.

Su corazón se aceleró, retumbó en sus oídos y el mundo gira alrededor del cadáver. Es angustiante ver un final tan horrible para un alguien dotada de años que le fueron arrebatados.

No se debería compadecer de la muerte de un Exterminador. Para ellos hay dignidad en morir en la función de los servicios, pero ¿Vale la pena cuando eres despedazado?

Ahora la niña nunca sabrá lo que es la vida.

La mayoría de las veces él no se preocupa por eso. Es trabajo de los altos mandos de dar discursos de sobre el deber, glorificar la muerte y los oídos jóvenes e impresionables los escucharían, sin embargo, él ha interactuado con ellos, conoce sus pasados y sus luchas. Colin fue un recluta alguna vez.

Es injusto. No hay gloria en un cadáver desconocido, nadie la lloraría.

Le gustaría decir que es el primer cadáver que ve, pero no sería verdad.

De pronto, una docena de autos aparecen de entre los matorrales, se detienen a unos metros, tienen los motores encendidos y las luces prendidas. Un grupo de desconocidos camina por lugar con sus linternas de alta potencia, sus rostros son serios y están callados.

Es un velorio, piensa.

Colin no halla las palabras, ¿Cómo les señala que hay un cadáver en el suelo del bosque?

Debería recuperar el profesionalismo que lo caracteriza, pero aprieta los puños y los observa en silencio. Estas personas son exterminadores, tienen el símbolo de la estrella rodeada por las cinco flechas, pero su uniforme difiere. Son especialistas.

Un pequeño grupo se divide, ayudan a atender a las víctimas del accidente automovilismo, pero Colin permanece en su lugar.

―¡Los encontré, señor!

Uno apuntó a las copas de los árboles y hay un jadeo colectivo.

Colin se estremece.

Una decena de cuerpos cuelgan de las ramas de los árboles, incrustados como brochetas y es una visión escalofriante, sacada de un cuento macabro. Las ramas están encajadas en sus pechos, el torso y el rostro de tal manera que colgando a metros del suelo. Las aves carroñeras están paradas en sus cabezas, pican los ojos y arrancan pedazos de la piel.

Es una masacre.

Cuenta al menos diecisiete cuerpos, es un número aproximado de los desaparecidos, que es la razón por la que realizaron la búsqueda.

Esto no puede ser real.

Una luz se enfoca en un cuerpo. A la derecha, con exactitud donde se cruzan dos ramas de distintos árboles hay una joven, su rostro está convertido en un desastre de cortes irregulares, sin una oreja y el tabique de la nariz se retuerce hacia un lado; el uniforme está intacto, pero la sangre es un río que serpentea desde el cuello hasta el vientre, parece que fue bañada en el líquido. La boca está abierta y hay rastros de vómito seco en su barbilla. Lo más macabro es que su cuerpo cuelga de una mano, la palma derecha está atravesada por una rama.

Él reúne fortaleza para no llorar y algo se quiebra en su interior. A ella la reconocía, tiene un nombre y apellido, familia que la espera en casa y personas que cuidar.

Alguien le grita a un superior y todos se mueven. Un grupo de exterminadores traen un cuerpo en una camilla y el personal médico se pone en acción. Es un joven que está inconsciente, teme que este muerto, pero es lo contrario por el sutil movimiento en su pecho, tiene un corte en la cabeza que deja ver el cráneo, gotea sangre y su pie izquierdo está doblado en un ángulo peculiar.

Uno. Encontraron a uno con vida.

30 декабря 2021 г. 3:59 3 Отчет Добавить Подписаться
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