rain030519 Rain Bautista

En un mundo donde la espada es la que manda, Arya sueña con algún día tomar el camino del espadachín, y proteger a su pueblo y los que ama. Viendo que este no tenía noción de la esgrima, el viejo Hal enseña a Arya lo necesario para que se embarque a una aventura de caballería que marcará su vida de por vida y lo llevará a descubrirse a si mismo. Una historia épica, dramática, y cruel, donde el acero y la muerte están a la orden del día.


Приключения 13+.
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Parte 0.- Infancia

—¡Oye, por aquí!

Una dulce y tierna voz de niña resuena en aquel vasto prado verde, siendo este el patio de una gran mansión de estilo victoriana. Desde debajo de los arbustos, frente a los rosales, un pequeño niño de cabello de noche y ojos marrones se pone de pie, con la cara manchada en barro. Sus vestiduras eran puras como la luz, y los adornos áureos remarcaban su estirpe noble y hacendada. El niño, al escuchar la dulce voz, responde mientras se encarrera hacia su origen.

—¡Voy!

Con gran sonrisa, corre fuera del rosal, y se encuentra frente a una pequeña de cabello rojizo, y un vestido carmesí de alta clase. El peinado de la infante estaba desaliñado debido a los jugueteos de ambos individuos. Una vez juntos, corretearon sin parar mientras reían, trataban de alcanzarse entre ellos y jugaban a los caballeros.

—¿Estás lista para batirte en duelo contra mi? —preguntaba en exceso confiado el niño mientras sostenía una pequeña rama.

—¡Siempre estaré lista para osar un duelo! —el ímpetu de la niña no se quedaba atrás, y la guardia que mantenía con su rama era perfecta frente a sus ojos.

—¡Prepárate! —el niño fue el primero en abalanzarse contra su adversario, pero no logró atravesar su defensa. Seguido a esto, la pequeña no quiso perder ni una sola oportunidad, y contraatacó velozmente contra las piernas de su formidable enemigo. Después de varios intercambios de estocadas, el niño logró propinarle un gran impacto al brazo izquierdo de su contrincante, por lo cual esta soltó un alarido de dolor.

—¡Auch...! —soltó la rama y colocó su mano derecha en la zona de impacto, para después caer de rodillas contra el piso.

—¡¿Estás bien?! —de inmediato, el niño se detuvo, soltó su arma y fue a ayudarla tras el golpe.

La niña sonrió al ver que su adversario mordió el anzuelo. Rápidamente saltó para tomar su filo, y lo colocó sobre la nuca de su oponente. Si este fuera un duelo real, este ya estaría muerto.

—¡Oye, no es justo! —reclama el niño indignado.

—Jeje. Es una estrategia de batalla. —sonríe, remarcando su rotunda pero algo tramposa victoria —Esta vez, yo gano.

—De acuerdo, de acuerdo. Acepto la derrota —el infante sonrió hacia la niña.

Se tomaron un tiempo de descanso, y se recostaron sobre el verde pasto, y miraban al cielo. La claridad de este era iluminada por el grandioso sol, al cual ni una nube osaba ocultar.

—¿Por qué las estrellas no se ven de día? —preguntaba curioso el niño.

—Mi papá me dijo una vez que era porque ellas solo brillan en los momentos mas oscuros. —contestó la cuestión su compañera.

—¿En los momentos mas oscuros...? —el infante reflexionaba sobre esas palabras.

—¡Si, es como mi hermano! —gritó eufórica la pequeña —Por eso mismo, yo algún día seré una espadachín como él.

—Pero es muy peligroso, podrías morir muy joven...

—¡No pasa nada, lo llevo en la sangre! —sus ánimos no cesaban en lo absoluto.

El niño reflexionaba las palabras de su amiga, y analizaba los ánimos de la misma. La veía muy decidida a lograr esos objetivos, y veía como sus hipnotizantes ojos negros brillaban, como las mismas estrellas. Finalmente, se convenció.

—¡De acuerdo, entonces yo también seré espadachín!

—¡¿En serio?!

—¡Si! Así iremos los dos a las batallas, lucharemos juntos, y cuando crezcamos podremos casarnos. —sus ánimos y sueños habían alcanzado su pico.

—¿Ehhhh, casarse? —la niña parecía algo disgustada por el comentario —Si ni siquiera me lo has propuesto.

—¿Es ese el problema? —se encontraba muy confundido en ese momento.

—Claro. Si no me propones matrimonio como se debe, no me casaré contigo. —se veía mas disgustada por no recibir la declaración que molesta por lo que dijo.

—De acuerdo. —el niño se levantó, y ayudó a su amiga a hacerlo. —¿Estás lista? —Su cara sonreía.

—¡Si! —la pequeña estaba emocionada, sus mejillas se sonrojaban.

Los infantes se tomaron de las manos, pequeñas e inocentes.

—Dime: ¿Te casarías conmigo?

—¡Si, me casaré contigo!

—¡¡¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!

Un grito femenino retumbó por toda la mansión, llegando hasta el jardín. Ambos niños se sujetaron mas fuerte de las manos por el susto, y volteaban preocupados hacia dentro de la hacienda. Sus caras pasaron de felicidad pura, a miedo absoluto.

—¿Qu-Qué está...?

—Tengo miedo... —la pequeña comenzó a temblar.

Finalmente, varias voces masculinas pusieron en contexto la situación a base de gritos desesperados.

—¡Han asesinado al Señor Artorius!

—¡Rápido, busquen al asesino!

Al niño se le heló la sangre al oír eso. Asesinado. Alguien había muerto. A su vez, la pequeña empezó a temblar mucho mas de lo que lo hizo antes. El niño pudo sentir como si la mano de la niña que aún sostenía de pronto se transformó en un hielo.

—...¿H-Her-Hermano...?

De la mansión salió un hombre, corriendo en dirección al patio. Su cabello era oscuro, su rostro de apariencia gentil y amable, solo que imbuido por el miedo. Sus ropajes asemejaban al de un sacerdote; vestiduras largas, blancas y con signos religiosos en ellas. Finalmente, lo que mas resaltaba, era la grande y tosca espada que cargaba sobre la espalda, una brillante espada blanca de empuñadura dorada, hecha en una perfecta forma de cruz. El hombre miró a todos lados, hasta que encontró con la mirada a los pequeños.

—¡Hijo mío!

—¿Papá...? —el pequeño estaba muy confundido.

El hombre corrió contra él, y lo abrazó como si fuera hace años que no lo veía.

—Que bueno que estás bien. Que bueno... —su voz temblaba un poco.

—Papá, ¿qué está...

—Rápido, no hay tiempo que perder. ¡Vámonos de aquí antes de que cierren las entradas de la mansión!

El hombre cargó al niño, haciendo que este soltara la mano de la infante. La pequeña se dio cuenta de esto, y salió del shock, para voltear a ver a aquel pequeño que era arrastrado por el miedo de su padre. Con lágrimas en los ojos, extendía su pequeño brazo mientras le gritaba sollozando.

—¡No, no te vayas...!

El niño respondió de la misma manera.

—¡No, no...!

Esa fue la última vez que aquellas dos almas se vieron.


Sword Soul — 0.- Infancia — Fin

19 августа 2020 г. 20:39 0 Отчет Добавить Подписаться
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Прочтите следующую главу Parte 1.- Arya

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