El rostro de Celeste era felicidad pura, después de tres años de noviazgo por fin su novio le propondría matrimonio. Él no se lo había dicho por supuesto, pero su intuición femenina si, casí podía oler ese momento todavía inexistente.
En su mente se preguntaba: ¿porqué has tardado tanto tontito?.
El la veía tiernamente a los ojos, ella correspondía con un sensual movimiento de pestañas y una mirada dulce como la miel, también con una amplia sonrisa.
Las palabras sobraban, sus miradas lo decían todo, ambos se tomaron de las manos, o mejor dicho él tomó las suyas con suavidad, ella lo dejó, se ruborizó un poco y ambos rieron.
Habrían podido estar tomados de las manos y viéndose mutuamente toda la noche, de no ser por el mesero que gentilmente les traía la carta, ambos despertaron del ensueño, él pidió por los dos, para ella un delicioso estofado, sabía que era una chica que comía bién, para él un filete con un nombre extravagante. La cena fué acompañada por una botella de vino.
Comieron, bebieron y él contó graciosas anécdotas de infancia, ambos la pasaban muy bien, habría pasado quizás media hora ya, él se levantó y se excusó diciendo que iría al sanitario. Ella le dijo un comentario gracioso al respecto, ambos volvieron a reir.
Cuando el joven estuvo en el baño sacó la cajita con el anillo de bodas en su interior, la abrió delicadamente y lo tomó entre sus dedos examinando la joya, el nerviosismo hizo que esta se le cayera, este hizo un ruído metálico al tocar el piso, el trató de levantarla rápidamente, pero involuntariamente la pisó y la doblo.
Cuando tomó del suelo aquella sortija parecía un ocho, la limpio con agua del lavatorio y la colocó nuevamente en su cajita para finalmente meterla a su bolsillo, se humedeció el cabello y se peinó un poco. Él sospechaba que ella esperaba algún anuncio importante esa noche, no se le ocurrió una buena coartada, salió del baño y se sentó en la mesa con su amada. Le acercó para darle un apasionado beso y ella se dejó llevar, pero él estaba tan nervioso que cuando se hacercó a besarla, sus cabezas chocaron abruptamente, no fue un impacto fuerte desde luego, pero sirvió para que ambos estallaran en comentarios sarcásticos y graciosos. Finalmente, luego de una larga espera el se arrodillo y le hizo la pregunta :¿quieres casarte conmigo?, ella le dijó que sí instantáneamente, se besaron tiernamente durante varios minutos, hasta que repentinamente ella le preguntó :¿y donde está mi sortija?, a lo que él solo atinó a mostrársela, le explicó lo que había pasado y a ella no le importó demasiado. Ambos se casaron y tuvieron muchos hijos, ella conservó el anillo en un frasco de fresas vacío, era un lindo tema de conversación cuando habían visitas.
Fin.
Спасибо за чтение!
Мы можем поддерживать Inkspired бесплатно, показывая рекламу нашим посетителям.. Пожалуйста, поддержите нас, добавив в белый список или отключив AdBlocker.
После этого перезагрузите веб-сайт, чтобы продолжить использовать Inkspired в обычном режиме.