Abrázame, cómo se abrazan la mar con las arenas;
Como nos besan los soles de la tarde,
Como si no existiera más el beso, si dejara de besarte.
Tócame como la lava encendida quema a la más tierna de las flores,
Pasa sobre mí como el huracán fomenta a las mareas.
Domíname como el imperio es forjado sobre la roca,
Imprime tu alma de granito hasta mi alma.
Detenme en tu mano tibia y determinada,
Y posa tu mirada sobre todas mis inocencias,
Desnúdame con toda la fuerza de tus deseos,
Consuma en mí tus más tórridas pasiones con todas tus potencias.
Cúbreme de ti como la ostra se aferra a la arena hasta hacerle perla,
No me sueltes, aunque prescriba la eternidad y sea contable el infinito.
Son tantas las veces que te necesito,
que hasta más que el aire me eres necesario.
Saris Beneretzsem
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