Veo tus ojos como cristales relucientes, me llevan y me azotan contra el piso.
Como esclavo te alabo, y como prisionero a la libertad te admiro.
Tu cintura se volvió una tortura deseable hasta la muerte.
La muerte me parece la cura para esta obsesión con tu cuerpo.
Y mi cuerpo nunca pide la muerte, en cambio mi cuerpo pide la salvación por medio de tu vientre.
La catedral de tu cuerpo tiene tantos feligreses que piden rescate.
Tus ojos son símbolo de salvación colgadas en mi alma.
Tus caricias son salmos recitados sobre mi cuerpo.
Mis plegarias piden tus besos, y tus ojos me ven con misericordia.
Los ángeles te alaban por tu belleza.
El misterio de tu cuerpo es la teología de tus prisioneros.
Las ofrendas en medio sacramento son las vidas de tus mártires.
Y el sufrimiento lo soportan aquellos adictos a tu evangelio.
Los mártires de tu cuerpo son la rutina de besos nocturnos.
Los rezos se vuelven gemidos de tortura y placer.
Los misioneros vienen de todo el mundo para sentir la manzana prohibida.
Se separan los mares cuando de tu placer me encargo.
Las plagas son el castigo para aquellos que no te ven con lujuria.
La lujuria es un don de tu espíritu, y la maldición un fruto de tu vientre.
El placer es un medio de salvación para aquellos que evaden tu abstinencia.
Y yo aquí rogando para que me dejes libre.
Narrativa corta Vol 1.
3 de Junio, 2020
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