El Mito de Medusa contada por ella misma. Подписаться

Poco a poco iba abriendo los ojos, recién amanecía y se podía ver el sol desde mi ventana. Me llamo Cristin, crecí en Aqueo, sola ya que nunca conocí a mis padres. Era un pueblo muy pequeño, donde éramos granjeros. Por las mañanas siempre recolectaba moras y las entregaba a todos en el pueblo, muchos de los campesinos me decían que era muy hermosa y carismática, algunos querían tomar mi mano, pero yo los rechazaba solo era una chica más del montón. Luego llegaba a mi casa cansada, tomaba una ducha y me acostaba para dormir.

Se escuchaba el cántico de los pájaros en mi ventana, era un nuevo día y tenía que ir a recolectar moras. Al salir de casa, un hombre se acercó. Su mirada me asustaba, tenía un tridente y ropa muy diferente a la que usaban los hombres del pueblo. Con una actitud soberbia me dijo “Me llamo Poseidón, soy el dios de los mares. Me cautivo tu hermosura así que vine a tomarte, ahora eres mía”. Solo pensaba en correr, en gritar, pero las palabras no salían, me tenía acorralada, sin salida, sabía que no escaparía de él. Me desesperé, mis lagrimas solo lo enojaron, en un intento de escape me tomo fuertemente del brazo, me miró a los ojos, me acerco a él y exclamó “No tiene sentido que huyas, me perteneces”. Luego, me empujo contra la pared y me desmaye.

Al despertar, ví a mis alrededores, estaba tirada en una cama. Empecé a escuchar pasos, se acercaba Poseidón, me quería poseer. Se me tiró encima, le deplore, que se aleje, que me deje, pero era muy fuerte, no podía contra él. Mis gritos no le importaron, me terminó violando. Después de hacerme sufrir por horas, Poseidón se canso de mí, se quedó dormido. Era mi oportunidad de escapar, pero me sentía deshecha, sin fuerzas. Jamás iba a olvidar esto y juré que no volvería a pasar. Con miedo, me levanté sin hacer ruido, lo miré con odio y busqué la salida. Estaba en un lugar enorme y hermoso. Era de noche, la luna reverberaba en un pilar, me acerqué y leí “Lugar sagrado de la diosa Atenea, el que cometa algún acto perverso será castigado”, llena de vergüenza corrí sin parar. Sentía dolor en todo mi cuerpo, no entendía qué me sucedía pero logre salir. A lo lejos se veía un pueblo, me dirigí a él, a medida que me acercaba la gente corría asustada, solo queria que me ayudaran, pero me gritaban cosas espantosas y me tiraban piedras. Vi unas serpientes colgando de mi cabeza, les tenía miedo, pero no me hacían nada. Poco a poco empeze a sentir misantropía, quería destruir todo el pueblo, y matar a su gente por hacerme sentir mal. Me sentí muy bien después de matar al primero, por mi aspecto, me llamaban Medusa, ese era mi nuevo nombre. Luego del daño que me hizo Poseidón, matar era lo único que me complacía. Decidí vengarme de todos los hombres, los convertía en piedra cuando me miraban a los ojos. Desde entonces, los atraigo con mi belleza para luego matarlos y hacerlos parte de mi colección.

Un día, paseando por las ruinas de un templo, buscando mi próxima victima, vi a un hombre con armadura, espada y un escudo muy reverbero. Era muy hermoso y musculoso, quería tenerlo en mi colección. Me acerque con mucho cuidado para que no note mi presencia, pensaba acercarme y petrificarlo, pero él ya me estaba esperando. Comencé a atacarlo, pero solo logre hacerle algunos rasguños, en cambio, yo había perdido algunas serpientes de mi cabello y estaba muy herida. Enojada y sin fuerzas, me acerque para hacerlo piedra, uso su brillante escudo y pude ver mi reflejo. Lentamente mi cuerpo se transformaba en piedra, pensé “Ese hombre fue mi redentor”.

Perseo, antes de ver completamente el cuerpo de Medusa petrificado, le corta la cabeza, dejando un charco de sangre que se expande en el templo. El cuerpo hecho piedra caía en pedazos, Perseo exclama “¿Sabes Medusa? Si no hubieras sido un monstruo seguro hubieras sido una chica muy hermosa”.

Nahuel M. Uri.