Tu dolor es mío, desde el primer día que me sonreíste y me diste tu apoyo incondicional. Así que no puedo evitar sentirme desgarrada al saber que te hacen daño y yo no puedo hacer nada más que escuchar. He estado donde tú estás, pero jamás he llegado tan lejos como lo has hecho tú. Solo quiero más tiempo para poderte abrazar una vez más.

—¿Y Daniel? —preguntó Rebeca angustiada mirando con preocupación como tenía sangre en mis manos.  —En un momento vuelve, es que manchó su ropa mientras cortábamos la carne —respondí limpiando mis manos.  —Amor, ven —me llamó Erica para luego darme un beso. Aún desubicado respondí el beso de mi cuñada. ¿Qué podría hacer con el cadáver de Roberto que ahora llevaba mi ropa?

No podía creer que me hubiera regalado una sartén de aniversario, ¿en qué universo alternativo donde el machismo reinaba aún, vivía este hombre? —¿Te ha gustado el regalo? Es lo último en tecnología de cocina. —Te debe haber costado mucho. —No. Me lo han dado en la empresa. —¡¿Qué?! —No pienso invertir en algo que no sé si tenga ganancias a futuro. Con una sonrisa del deber cumplido, decidí probar la sartén poniéndoselo en la cabeza antes de salir del restaurante.

Sé que no es un día fácil para ti, es una navidad y un cumpleaños amargo... A pesar de todo siénteme junto a ti, sin importar que tan lejos estamos físicamente, estamos más cerca que Júpiter y Saturno. Nuestra conjunción es más mística, nuestra conexión es más poderosa. Tanti auguri!

Cuando por fin sentía paz y calma, Jen y Juan empezaron a pelear, yo me escondí bajo la silla de la sala pero Juan decidió agarrarme de mi correa y tirar de mi cuello. —Ya no aguanto más —gritó Jen, mientras lloraba sin cesar. Yo no quería ver más sufrir a mi amada Jen, no quería ser más un instrumento de Juan. Tiré con todas mis fuerzas y me solté, corriendo a toda velocidad hacia la calle. Lo último que escuché fue un estruendoso pitido y los gritos de Jen. Espero esté bien.

Adentro había un cilindro de cristal con un post-it que decía «conéctame junto a la ventana y tócame». No era su letra, aunque lo esperaba a él, hice lo que dijo, vi como se puso color amarillo y al tiempo en la ventana de enfrente también lo hacía. Con los ojos abiertos ví a mi madre tocando una lampara igual poniéndose roja, la mía también cambió de color. Levantó un cartel «Solo debemos guardar cuarentena, espero disfrutes el regalo de navidad». «¿Debemos?» Lo ví a él, detrás de ella.

—No llores preciosa, que esto se va a acabar en algún momento, además puede que nos sintamos mucho antes de lo que piensas. Esa última llamada me había dejado pensando… ¿A qué se refería con que nos vamos a sentir mucho antes de lo que pienso? Observé cómo caía la nieve por la ventana cubriendo el árbol de navidad de mi edificio, al tiempo que llamaban a mi puerta. Mi corazón saltó pensando que podía ser él, tenía que ser él, lo sentía, pero cuando abrí la puerta, sólo había una caja.

Luego de siete años de noviazgo, no nos veíamos hacía más de dos años. Se suponía que nos íbamos a encontrar en ese año. Todos los sueños se fueron a la basura, los vuelos cancelados, los dos encerrados, tan lejos y al mismo tiempo tan cerca. Quería volverme a perder en su esencia, aunque fuera una vez más. La tristeza me estaba consumiendo. —Podremos estar cerca a pesar de toda esta locura —dijo por medio de una videollamada, tratando de calmarme mientras yo lloraba. —¿En cuantos años?

Tengo la fortuna o la desgracia de saber lo que piensas, así estés al otro del mundo, sé que como te sientes, lo que haces, lo que sueñas...

—Yo quiero conocer el antiguo Egipto, me parece interesante, pero después de eso quiero hacer el recorrido interactivo que habla del Cosmos y todo lo que promocionan al venir a Europa. En serio tengo muchas ganas de ver a Júpiter como si estuviéramos realmente en Europa…

—¡Tranquila Haru! Más bien disfruta, mira, tengo regalos, no solo para ti… para todas. Podemos vestirnos como antiguas romanas o como antiguas egipcias, dice que el Área Nórdica está en reparación, lo siento Celeste… Sé que querías visitarlo.

—Ya las veo a todas, casi no me deja unirme… ¿Podríamos recorrer todo esto sin necesidad de hablar de ellos… Aún siento que me espían, aún siento que me persiguen. No sé cómo fui capaz de volver a meterme aquí con ustedes, prometí no volver a conectarme… Ustedes me obligan.

—Celeste, por XAE, ¿tú crees que tienes suficiente ADN puro, para considerarte Vikinga? No me hagas reír… No me digas que tu madre es una purista o hace parte de una de esas sectas raras, ya con Los Adores del Código tenemos… ¿Sabes que bromeo, no? Por cierto ya creé un servidor para las cuatro, podemos ir solas. El código es EUR-10983O88K27H89D3.

¿Qué hacía Juan otra vez en mi casa? Con el tiempo me caía cada vez peor y ahora Jen me decía que era como mi papá, ese tipo… olía cada vez peor y hacía llorar cada vez más a Jen. Ella no merecía eso, no lo quería más en nuestras vidas así que empecé a comportarme mal. Me orinaba en su ropa, rasguñaba su computador, tiraba sus papeles y me negaba a salir con él… hasta que Jen me regañó, jamás la había visto tan enojada conmigo, no quería perderla...

—¿Por qué no genera dinero? ¿Vamos? Yo jamás he visto nada de la Europa Antigua. Me gustaría ver a los Vikingos, mi madre decía repetidamente que sus antepasados son Vikingos… yo siempre pensé que bromeaba, hasta que nos hicimos el test de ADN y sí decía la verdad. ¡Qué locura! ¿Se imaginan?

—Sí, Europa está bien... Hay un sitio que es como si fuera la antigua Europa de la tierra. Leí un artículo en internet donde hablaban de cómo emulaban la vida antigua, hay simulaciones en diferentes eras, guerras, pandemias, catástrofes, etc… Dicen que es super detallado, aunque probablemente lo modifiquen, ya que no genera tanto dinero como el esperado.

—Bueno, ahí sí te envidio Alika, estar en la Luna es algo de privilegiados, mi familia aún no alcanza a llegar a ese rango para acceder a ese tipo de cosas. Pero, aún así ir al simulador me parece interesante, aunque Europa también suena cool. Mejor dicho me convencieron, vamos a donde digan.

—Es cierto, una simulación no tiene nada que hacer en contra de la realidad de la Luna, mi familia y yo estuvimos pocos días, pero todo es absolutamente fascinante. Realmente lo disfrutamos y el Parque de Atracciones RealMoon es simplemente alucinante. Volvería si tuviera la oportunidad.

—Haru, no puedo creer que volviéramos a meternos a este servidor… ¿No quedaste lo suficientemente hastiada con todo lo qué pasó? Yo de tí estaría relajándome en otro de los servidores, es más... ¿por qué no más bien, en cambio de luchar por esta copa, nos vamos a uno de los servidores de viajes? Nos relajamos, vamos a sitios de la antigüedad… no sé…

Pasaron días donde todo estaba triste en casa. Jen lloraba todo el tiempo y se gritaban con Juan. Yo también estaba triste, no solo porque Jen ya no era feliz, sino porque mis paseos al parque eran muy cortos. Juan me llevaba siempre a diferentes sitios y me dejaba amarrado por horas mientras se lamía la cara con otras que no eran Jen. —Vamos Rocky, deja de resistirte a todo, perro maldito —dijo dándome una patada, haciéndome chillar.

Jen corrió y me encerró en la cocina, mientras yo solo escuchaba gritos. Aunque ladraba fuerte, no venía por mi, ni ella, ni Juan. Sentí que había pasado una eternidad cuando Juan abrió la puerta, yo empecé a ladrarle fuerte. Corrí hacia la habitación y Jen estaba acostada llorando. La miré con tristeza, ¿qué le había hecho a mi Jen?

—¿Así que soy solo una amiga? —gritó Jen haciéndome asustar. —Cálmate amor, ¿por qué nos recibes así? —dijo Juan tranquilo. —¿Qué te pasó mi amor divino? —preguntó Jen mientras me acariciaba y revisaba mi patita. Yo ladré varias veces, recostándome en su pecho. —¡Tu no entras más! —dijo Jen cerrándole la puerta a Juan en la cara. Pensé que ahí se había acabado el infierno con Juan, pero estaba muy equivocado.

Me dolía mucho mi patita, aunque Jen me advirtió, me había enterrado un vidrio. Ahora estábamos donde la doctora fea, que me chuzaba cada tanto. —¡Hola Rocky! —dijo acariciándome y aunque se sentía bien, ella no me gustaba tanto. —¿Qué tal hermosa? Soy Juan. —Oh, mucho gusto ¿Eres el novio de Jen? —No, no. Sólo un amigo…

Estaba en esa casa desordenada y maloliente, aguantándome a ese gato feo que no paraba de querer morderme la cola, mientras Juan se había desaparecido con esa mujer que se parecía a su gato. Quería irme a mi casa, quería estar con Jen, ya ni ganas tenía de ir al parque. —¡Vamos Rocky! Tenemos que correr o llegaremos tarde —gritó Juan agarrándome fuerte de la correa jalándola hacia la calle, mientras la mujer lo lamía antes de salir.

Cada vez veía a Jen más triste y a Juan más feliz. Un día de madrugada me obligó a salir al parque, yo estaba calientito en la cama. Nuevamente no íbamos hacia el parque y esta vez tampoco hacía el feo callejón. —¡Juani! —gritó una chica que olía a gatos. —Bebé, te he extrañado mucho. —¿Ahora tienes perro? —dijo mirándome de manera extraña. —Es Rocky, es de un amigo, lo estoy cuidando.

—Rocky, no puedes morder a Juan. Eso está mal —dijo acariciándome. Jen intentaba calmarme, inclusive me dio un hueso gigante y delicioso.  —Amiguito ven, duerme con nosotros, cero rencores… Juan me invitó a la cama y era una oferta irresistible. Salté emocionado y Jen me empezó a acariciar y besar mientras sonreía. Me hizo olvidar todo.

Mirándote, pienso cuántos millones de humanos te han visto durante tanto tiempo, siempre has estado ahí observándonos desde arriba. Antes solo con un ápice de basura que te habían dejado en la primera exploración espacial; ahora con colonias enteras de personas que no deberían estar ahí. ¿Cómo sería verte sin luces encendidas? Las fotos antiguas son bellísimas, dejaban ver tus cráteres, tus formas vírgenes, ahora solo estás invadida, como todo aquí en la tierra.

¿Quién iba a pensar que algo supuestamente superficial iba a volverse un ritual semanal de sanación? Mientras para muchas personas el maquillaje es algo frívolo, para mí es la mejor manera de desconectarme con mi ansiedad y conectarme con ese yo saludable, que a pesar de todas las adversidades sigue ahí. Crear sobre mi piel, hace que mi mente se olvide de todo y se concentre en conseguir el mejor look, de aceptarme, de quererme, con y sin él. Querido maquillaje, gracias por tanto.

Llegó el mejor día de mi vida, el día en que me amé lo suficiente para revelarme y pararlos a todos. No más, no más, no más.  Los verdaderos amigos aman sin condición, están en las buenas, las malas y las neutrales...

Empecé a ladrar furioso, no entendía por qué mentía.  —Rocky, ¡NO! —gritó Jen al ver que estaba mordiendo la pierna de Juan.  —Tranquila amor, debió quedar nervioso por todo lo que pasó en el parque —dijo Juan calmadamente viendo su pierna—. No pasó nada, las botas me protegieron.  —Grrrrrrr…

Me había aguantado humillaciones tanto tiempo, pensando que estaba bien que los amigos te juzgaran, se metieran en tu vida, criticaran tu físico, tus gustos, tu entorno. Había aguantado todo esto, solo porque quería pertenecer a… y ser “feliz”. A costa de mi identidad, a costa de mí misma.

A veces siento que todo es un espejismo, que esos amigos que piensas son los más cercanos, terminan siendo perfectos desconocidos; mientras que algunos conocidos se convierten en joyas, que te salvan de esa soledad acompañada de la que tanto huimos, así sea momentáneamente. Lo que sí es seguro es que los misteriosos ciclos del universo siempre harán que la gente entre y salga de tu vida, como si de temporadas de una serie se tratase.

—Te voy a dar un consejo gratis, por que te quiero…  Ya qué iba a decir…  —¿En serio crees que a ese man que estás mirando le gustaste? Jamás le vas a gustar si no cambias un poquito, si no te arreglas, si no compras ropa de marca, te haces mani-pedi, si no te maquillas o algo. En serio —dijo mirándolo mientras se mordía los labios.  —Pues tú tampoco, ahí llegó su novia…

Estaba furioso, me había hecho esperar mucho tiempo, Juan casi no me lleva al parque.  —Rocky ¿qué te pasa? cálmate —dijo arrastrándome de nuevo a mi casita.  —¿Por qué tardaron tanto? —dijo Jen abrazándome y jugando conmigo. La amaba tanto.  —Amor, hubo un accidente en el parque, nos quedamos mirando. Un ancianito se desmayó, tuvimos que socorrerlo. Rocky fue muy valiente y lo encontró desmayado.  Solo olfateaba sus mentiras. 

¿Tanto trabajo te tomas para demostrar tu odio hacia mi? Pierdes el tiempo y me lo haces perder. Dedícate a dejar de decir mentiras y enfocarte en tu vida o te consumiras en sentimientos sin sentido.

La energía fluye y simplemente nos dejamos llevar por ella, guiándonos en el proceso de creación.

—Perdón por llegar tarde, estaba en terapia —dije corriendo la silla para sentarme. Todos me miraron mal. —¿Vas al loquero? —dijo uno de ellos y soltó una carcajada. —Sí —dije tratando de ignorar las risas. —Obvio que lo necesita, está loquita. Mentiras muñeca, sabes que te queremos, loquita o como sea… —concluyó otra abrazándome de lado. —Locos ustedes diciéndole loquero a un psicólogo… Maduren chicos —dije riendo.

Espero que esta noche envuelvas mis sueños con tu dulzura, así podré finalmente descansar y saber que estás bien.

—Amiguiiii, ¿qué haces aquí? —dijo deteniendo su auto junto a la acera haciéndome brincar del susto. —Me perdí, al parecer el GPS del taxi no funcionaba y me dejó donde no era —dije emocionada de por fin encontrar una cara familiar. —Tienes que comprar carro, y más para venir a sitios como estos. Obviamente no aparece la dirección en el GPS. No está bien visto llegar en taxi, menos mal que te ví y te recogí. —Sí, qué bueno…

—¿La tipa te puso problemas para salir con este chicuelo? —dijo la mujer queriéndome acariciar, pero yo le gruñí. Era muy diferente a Jen, era más grande y no era dulce. Juan me alejó y me amarró a algo que no pude ver. —No, cielo, no me puso problemas, cada vez confía más en mi… —dijo Juan lamiéndole la cara. Ladré varias veces, ellos me callaron y desaparecieron cerrando una puerta tras ellos.

—¡Holiiiii! Te extrañamos tanto en el concierto —dijo una de ellas. Me daba mucha rabia saber que habían conseguido boletos gracias a un trabajo que habíamos hecho las tres y no habían sido capaces de decirme nada. —¿Por qué no viniste? —dijo la otra haciéndose la estúpida.

Posso ringraziarti ogni giorno della mia vita... perché senza di te non sarei quello che sono oggi, perché grazie a te il mio vero io si è svegliato. Grazie, grazie, grazie.

—¡Feliz Cumpleaños! Yo abrí el regalo emocionada y me encontré con un paquete de productos para alisar el cabello. —Por fin vas a poder controlar esos rizos rebeldes. Te lo compré con todo el amor del mundo. Ojalá te funcione. Yo amaba mis rizos...

—Ay perdónanos, estábamos hablando en francés y no sabíamos que estabas aquí… Hacía 10 minutos que había llegado.

—¡No puedo creer que les hayas contado a todos lo que te dije! —escupí exasperada por su actitud.  —No sabía que era un secreto —me miró con el ceño fruncido—, bájale a la neura. —¿De qué hablas? ¡Te dije que no le dijeras a nadie! —dije llorando de la rabia—. Todo lo entiendes como se te da la gana. 

Lo que pensabas que iba a ser el fin del mundo, gracias a las películas interminables que genera tu cabeza. Termina siendo el inicio de tu felicidad.

—Hoy quiero sacar a pasear a Rocky —dijo Juan luego de que llevara días sin salir de nuestra casa. No entendía por qué no se iba, pero al escuchar la palabra pasear me puse muy feliz porque me llevaría al parque. Podría correr y ser libre. —Sí amor, llévalo —respondió la dulce voz de Jen. Salí corriendo hacía el parque, pero Juan no iba hacia allá, tomó una calle extraña y desconocida… Empecé a sentir miedo.

—Qué asco la celulitis —dijo él riendo. Todas nos miramos diferentes partes del cuerpo al mismo tiempo. —¿Qué te pasa? Tú también tienes, que estupidez… —Perdón, me refería a cuando es exagerado, así horrible… —Así como yo…

Jen había estado triste, yo la consolaba poniendo mi hocico en su rodilla, eso siempre la hacía sentir mejor. De pronto un día, corrió a abrir desesperada la puerta. Juan entró con muchas cajas y cosas. Empecé a olfatear y olía a mucha gente y a animales diferentes, así como había olfateado antes. —Vine para quedarme amiguito. Yo empecé a ladrar, ellos pensaron que era de felicidad, pero no, era de preocupación.

—Vamos a hacer un tour por todo el país ya que estamos de vacaciones. He pensado que lo mejor para los que no tengan los medios, es hacer como una rifa o algo —me miró—, pues para los que no puedan pagar y pues que si puedan ir. ¿Qué dicen? —Qué buena idea, eres la mejor —respondieron varios.  Qué mal me sentía en ese momento.

¿Hay algo más venenoso que la envidia? Pobre de aquel que tiene que vivir con ella como razón de vida. Porque a fin de cuentas morirá dentro de su propio veneno. 

—Mis amigos me invitaron a un toque de su banda en un bar de rock, no sé si quieres ir… —dije sonriendo emocionada. —¿Tus amigos los raritos o los cool? —dijo riéndose. —Supongo que los raritos, porque los cool son ustedes…

Felicitá... felicitá quella che riempie il tuo corpo e ti fa arrendere alla passione di ciò che fai.

Juan era bueno conmigo. Cada vez venía más seguido a casa, aunque a veces no me gustaba como olía su ropa, olía a otros perros y animales. —¡No muerdas eso Rocky! —gritó Juan arrancándome el paquete de figuras graciosas de mi hocico. —Amoooor, que lindo reloj, gracias —escuché decirle a Jen. A mi me seguía oliendo mal. —Grrrrrrr...

—¿Cómo que nunca has ido a “EcoBristo”? Es el mejor restaurante de la ciudad. Bueno entiendo que no tengas conexiones para ponerte en la lista… o pues… si quieres yo invito, pues para que lo pruebes y no te quedes sin la experiencia.  Yo bajé la mirada avergonzada. 

—Te voy a recomendar un nutricionista buenísimo que te va ayudar con esos kilitos de más —dijo sacando su celular, pasando el dedo hacia arriba una y otra vez, buscando incansablemente hasta dar con el tal número.  Si supiera cuánto daño me hacía cada que me decía algo así… 

Supe que algo estaba mal cuando su aroma llegó a mi nariz. Mi amada Jen jamás había traído a nadie a casa desde que me adoptó. Empecé a olfatear la puerta hasta que se abrió. Impaciente vi como dio paso junto con un hombre rudo y corpulento.  —Tranquilo Rocky, él es Juan, ven salúdalo —dijo su dulce voz. —Ven amiguito —dijo esta voz ronca que no me inspiraba confianza. Estaba siendo muy cariñoso con Jen, solo yo podía serlo. Le ladré fuerte, a lo que sacó algo de su bolsillo. Esas galletas...

Llegaste a mi vida, y gracias a tu portabilidad y tu resistencia al agua, me acompañas a todos lados: a bañarme, a dormir, a comer, a maquillarme… Eres mi cómplice cuando creo, cuando dibujo, cuando escribo y cuando medito. Siempre tienes algo para decirme, en los mejores y en los peores momentos. Siempre que te veo, tan azul como el Atlántico y tan suave como una hoja, me haces sonreír, pensando qué voz saldrá de ti esta vez.

—¿Piensas entrar a la fiesta vestida así? —dijo mirándome de arriba para abajo con desprecio.  —¡Quiero bailar! No me iba a venir en tacones para cansarme a la media hora —dije yo mirando que mis zapatos planos no tenían nada de malo.  —Esperemos que nos dejen entrar a la discoteca, y si no, ahí miramos que hacemos. Aunque ya sabes que vienen mis otros amigos y no los puedo dejar plantados —dijo sonriendo condescendiente. 

Qué a ti no te importe, no quiere decir que para mí no sea un infierno... Che non ti interessi, non significa che per me non sia l'inferno...

A veces quisiera olvidarme de todo, por un segundo dejar de existir, de pensar, de sentir. Liberarme de este pesado armazón…  Y luego… luego se me pasa.

Qué a ti no te importe, no quiere decir que para mí no sea un infierno...

Sono nata tra due decadi e, anche se ho vissuto la maggior parte dell'infanzia nei 90, gli 80 mi reclamano ogni volta che possono. È come se la mia anima gli appartenesse, da qui il mio profondo amore per la loro musica, l'estetica e i film. Sono anche nata il giorno dopo di San Valentino, e forse è per questo che odio le cose sdolcinate, ciò nonostante mi dedico a scrivete romanzi d'amore... Ironia della vita?

Increíble que ese libro presenciara la partida del ser más importante de mi vida y ahora esté en manos de alguien que no tiene ni idea de lo que significó su compañía para mí. Algún día volverás a mis manos. 

Sumida en la impotencia y el dolor, veo a través de las llamas como nos están matando.

Nos volvimos a reencontrar. Pensé que me habías olvidado en este mundo donde las relaciones son pasajeras y donde una noche de sexo no significa más que eso. Pero no pudiste dejar de pensar en mi, ni yo pude dejar de recordarte cada que lo intentaba con alguien más. Cada vez que estábamos juntos era una explosión que nos hacía sentir tan deseados, como queridos. Era algo único, algo que no estaba dispuesta a volver a perder. Una adicción.

Gracias por aparecer en mi vida y adoptarme como tú humana… Gracias por saltar sobre mi todos los días para darme los buenos días, por preocuparte cuando estoy mal, por acariciarme la cara inesperadamente y por devolverme las ganas de vivir. Te amo infinitamente. 

Si supieras que el haberme roto el corazón en mil pedazos, lo único que había logrado, era que tuviera el coraje de ir a buscar mis sueños. ¡Gracias!

Si supieras, si tuvieras idea cuánto te quiero... Como con solo verte sonriendo me haces feliz.  Como cada mañana eres en lo primero que pienso.  Como cada noche es lo primero que deseo. Si tan solo tuviera la oportunidad de tenerte. Necesito que sepas que existo…

Lo había entendido todo. El problema siempre había sido yo, por no amarme lo suficiente para rechazarte cuando pude…

Volvimos a hablar como si nada hubiera pasado, pero toda una vida lo había hecho.  ¿Por qué nos costaba tanto soltarnos?  ¿Qué hacía que mantuviéramos contacto?  Acaso aún había amor ahí, o solo una aterradora sensación de soledad que nos devoraba y nos hacía pensar que sin el otro no valiamos nada…

Y yo juraba que si esperaba el tiempo necesario, él aún iba a estar para mí, así como habíamos pactado. Pero la realidad caía como un millón de cuchillos afilados, él por fin estaba siendo todo lo que yo había deseado que fuera conmigo mientras estábamos juntos, pero no conmigo. Claramente alguien más había logrado en él lo que yo nunca pude despertar. Claramente no éramos el uno para el otro… a pesar de que mi corazón aún lo sintiera así.

—Pero es que aún la amo… —El amor no siempre desaparece, a veces cambia y se transforma, así como lo hacemos nosotros. No te quedes en una relación por costumbre —dije suspirando, como se lo había repetido en más de una ocasión.

La tua felicità è la mia, il tuo sorriso ci illumina tutti! Tu sei il sole in quest'estate.

No hay que desgastarse en aquellos que gastan todas las fuerzas de su ser queriéndote hacer daño. No hay que darles ese poder.

Sei il sorriso a cui penso ogni mattina. Sei gli occhi che voglio vedere quando mi sveglio. Hai il grandissimo potere di dare luce a tutti coloro che hanno bisogno di speranza. Mi rendi una persona migliore. Ti ringrazio tanto per questo. Ti voglio bene, ti amo, grazie.

Siamo cosí sfortunati a essere lontani. Se non lo fossimo potremmo realizzare i sogni di cui parliamo ogni giorno...

Y te saludé como siempre lo hacía, pero esta vez ya no estabas ahí, ya no eras más tú.10 años habían pasado...

Te amaba tanto que estaba dispuesta a perder una parte de mi, para ser la mejor parte de ti...

¿Por qué mi mente no puede callar? ¿Por qué no puedo dejar de pensar un segundo? Es agotador no poder descansar ni mientras duermes, si es que lo logras hacer...

Antes de tomar la mejor foto, se pone borroso, se desenfoca totalmente para luego llevar a la nitidez, así es la vida...

No eres otro que el lugar donde quiero despertar cuando todo termine. Ese lugar al que quiero llamar hogar.

Ten por seguro que por cada persona tóxica que dejas ir, alguien más llega a tu vida a llenar ese vacío con el único propósito de sanarte.

Cuánta tristeza me había producido el llamarme así…  ese nombre hacía que mi vida fuera todo lo contrario a lo que mis padres deseaban para mí. ¿Por qué tengo que estar siempre alegre? ¿No se le puede a la Alegría permitirse estar triste? ¿No se le puede permitir a la alegría ser oscuridad en vez de luz? 

Apenas comenzaba a sentir los efectos de los sedantes que me habían puesto antes de entrar al quirófano. —¡Estás increíblemente bella! —exclamó una voz demasiado familiar para mis oídos. Pensaba en el sonido de esa voz al tiempo que trataba de mirar su cara, pero estaba de espaldas a mí, era imposible. —¿Quién eres? —pregunté mientras se acercaba a mí con la máscara de anestesia. —Tu médico anestesiólogo —respondió. Vi sus ojos, recordé. Era mi fin.

—No sé chicas, igual nada de esto es real, odio el hecho de que ni las conozca, no me siento de ánimo para nada, no sé por qué accedí, tal vez no debería conectarme nunca más… Chicas afuera existe una vida real, nosotras hemos pasado nuestra vida conectadas, deberíamos planear un viaje sí, pero para vernos, así Alika sea de una Colonia más alta que la nuestra… Solo digo...

—Pero Haru, por XAE, emociónate, mira todo lo que nos regaló Alika, además vamos a pasarla genial, es un plan divertido, relajado… no vamos a pelear con nadie, solo vamos a pasear por las dos Europas, aprender sobre el pasado y sobre el futuro...

—Rocky, tienes que querer a Juan, él va estar en nuestras vidas para siempre… Yo gruñí apenas dijo que iba a estar para siempre, no podía creerlo, no quería creerlo. Pero Juan empezó a traerme huesos y pelotas… No podía pensar que fuera alguien tan malo si me traía huesos, hasta volvió a llevarme a donde las mujeres que lamia, aunque esta vez Jen estaba feliz y no notaba nada raro. Yo ya no ladraba, ni gruñía.

—¡Yay! Haru tomaste la decisión correcta. Es más, por todo lo que has pasado últimamente yo te gastó lo que quieras comprar en el servidor Virtual Universe… supongo que querrás modificaciones para tu avatar que solo se consiguen allí, entonces… ¿Europa? Ya me emocioné y todo.

—¡Amiguito! —gritó Juan en mi oído haciéndome saltar del susto.  No podía creer que estaba de nuevo en casa y Jen sonreía mucho aunque en sus ojos podía seguir viendo su tristeza.  —Grrrrrrrr —No gruñas Rocky, es Juan, es como tu papá —dijo Jen pasando su mano por mi cabeza y orejas. Qué rico se sentía...

—No, Haru, no más mapas, ni más juego, por lo menos en unos días. Yo sí quiero ir al Mundo Jurásico o también podemos ir a otro planeta. No sé, dicen que Europa, la Luna de Jupiter, no el Antiguo Continente, es fantástica, así sea la simulación. Muchos conocidos han comprado viajes a nuestra Luna después de pasarse por su servidor.

—¿En serio piensan en viajar? Yo aún no puedo creer todo lo que pasó, es que no les tocó en carne propia vivir todo lo que yo viví. Por eso están tan felices, no sé, yo si quería retornar al mapa donde pasó todo… Quizás obtendría respuestas.

Un día Juan desapareció por varios días, Jen no paraba de llorar, en medio de eso llegué a abrazarla, me acosté a su lado y ella me abrazó fuerte. —No entiendo que he hecho mal Rocky, Juan se comporta muy extraño, yo lo amo, pero no acepto que te golpee… me puede golpear a mi pero a ti no. Yo la miré sorprendido, ella no merecía nada malo.

—No está mal, para nada mal, apoyo a Keisha. Deberíamos ir al antiguo Egipto o no sé, quizás donde hayan dinosaurios… Estaba hablando con mamá y dijo que el servidor del Mundo Jurásico estaba renovado y andando de maravilla, no creo que uno de los T-Rex se vuelva a enloquecer.

Estaba dormido soñando con huesos gigantes que me rodeaban, cuando un estruendoso sonido de algo rompiéndose al lado mío me despertó. Asustado corrí a ver qué pasaba y estaba Jen atacada llorando sentada en la cocina, no sabía qué podía hacer para ayudarla. —¡Rocky, cuidado con los vidrios! —gritó. No entendía nada, solo veía que había sangre en sus manos.

Llegamos a casa y Jen nos esperaba enojada, Juan había comprado un ramo de flores apestosas por el camino y se las había entregado. —Se demoraron demasiado, me tenían preocupada… Jen se acercó a acariciarme, yo empecé a ladrarle, quería advertirle que Juan se había estado lamiendo con la del gato feo, pero ella solo se dedicó a jugar conmigo, sin entender absolutamente nada.

—Rocky, tranquilo, ven acá amiguito. Juan estaba ya exasperado por la fuerza que estaba haciendo para no entrar en ese edificio en ruinas. Olía mal, olía a muerte, olía a lo que me olían las cajas de él. —Grrrrrrrr Yo no quería entrar ahí, pero Juan me obligó a entrar a ese sucio apartamento. —Casi que no llegas… —escuché a una mujer decirle—. Y trajiste el perro…