ladygeniuslab Lu GL

Kim Taehyung, un joven aficionado a la lectura, consigue su empleo soñado en la biblioteca más antigua del país. Prepara las maletas y parte en un viejo coche hacia el nuevo destino, pero su viaje se ve retrasado cuando el vehículo deja de funcionar a mitad de la nada. Sin forma de comunicarse, poco dinero y nada de comida, Taehyung sabe que no será sencillo salir de ahí. Para su fortuna, un amable desconocido se detiene y decide ayudarlo. Casi como un ángel, Kim Seokjin no sólo es hábil inspeccionando motores, sino también robándole algunos silenciosos suspiros. El resto del viaje debería ser mucho más placentero y tranquilo. Debería... ⚠️ACLARACIONES⚠️ ↪ Esta historia contiene sólo un ship romántico, y a 5 integrantes del grupo ↪ Historia Original ↪ Completa ↪ Queda prohibido resubirla o crear cualquier adaptación⚠️


Fanfiction Todo o público.

#bts #taejin #misterio #suspenso #twoshot #fanfic #homosexual #inkspiredstory
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Quam Mínimum Crédula Póstero

[1/2]

Apagó el motor frente a un inmenso portón de hierro, las luces altas del vehículo dejaron ver una apariencia oxidada y deslucida. Él sintió que el ambiente se volvía pesado, el único sonido entre los dos había desparecido y sólo podía oírse el graznido de algunos cuervos en los árboles que abrazaban el bosque nocturno y sombrío.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó finalmente.

—Sígueme —le dijo el contrario, y sin dar tiempo a objeciones, salió de la camioneta.

Taehyung decidió que lo mejor sería obedecer. Con la horrible sensación de incertidumbre, deslizó una mano por la manija logrando abrirla y salir del interior. Su visión sólo mejoró un poco al notar el inmenso tamaño de las puertas.

Miró a su alrededor. Un sendero abandonado, un bosque que parecía sacado de una novela de terror. Ni una sola luz visible a lo lejos.

El conductor sostenía una linterna en su mano derecha, tomó llaves del bolsillo de su pantalón, grades y de apariencia pesada, y se acercó a un costado de las puertas hasta encontrar la cerradura. Segundos después, un fuerte sonido metálico acompañó al sujeto mientras empujaba abriendo el paso. Las luces del coche iluminaban un sendero de tierra que parecía infinito.

—¿Por qué estamos aquí? —el miedo era cada vez más palpable en la voz de Taehyung.

—¿Sabes en dónde estamos?

—No.

—Yo creo que sí. Mira bien y dime en dónde estamos.

Taehyung tragó saliva. Intentó agudizar su visión, sin éxito. Incluso los faros encendidos de la camioneta no eran suficiente para ver en detalle el lugar.

Sin embargo, un par de segundos silenciosos fueron suficientes para entenderlo. Volvió a mirar, y el terror se volvió real.


♠♠♠


72 horas atrás

Era miércoles. Un muy buen miércoles. Tan pronto colgó la llamada supo que debía ponerse en marcha. Kim Taehyung, de veinte años, por fin conseguía empleo. Y para él, era el mejor empleo del mundo.

A media mañana podía verse las colinas del otro lado del lago bañadas por los dorados rayos del sol. No había pronóstico de lluvia por los siguientes seis días, eso era muy bueno.

Volvió a su habitación, un modesto espacio donde cabía una cama vieja y dos pequeños muebles. Se puso en puntas para llegar al tope del armario de roble, donde estaba su única maleta. La bajó con cuidado, tosiendo por el polvo esparciéndose en el ambiente. Presionó los cerrojos y la abrió. Demasiado grande para todas sus pertenencias.

Utilizó uno de sus pantalones viejos para limpiarla. Con entusiasmo tomó sus mejores prendas, apartando las más elegantes para usarlas en el viaje. Sólo dos camisas decentes y tres pantalones sin ningún agujero sin remendar. Una corbata oscura. Dos pares de medias, más el tercero que tenía en sus pies. Aunque pudiera ver su dedo mayor asomando, nadie más lo sabría siempre y cuando tuviese zapatos. Ah, los zapatos. Un enorme y reluciente par de zapatos. No los había usado más que dos veces, eran su mayor orgullo. Los metió con cuidado, envueltos en una prenda vieja para evitar que se llenaran de polvo como todo lo demás. Las pantuflas de sus pies estaban rotas y viejas, pero servían para caminar por el interior de la cabaña. Las botas de media caña eran las que utilizaba en el exterior, no había otra forma de conseguir desplazarse por el barro cada vez que llovía.

Su hogar era ahora una cabaña pequeña en una estancia rural. Vivía junto a una agradable señora mayor, quien era la encargada de cuidar los huertos vegetales de los patrones. No era su familia, pero después de convivir con ella por el último año, casi la consideraba una abuelita.

Taehyung consiguió terminar los estudios primarios y secundarios en una escuela de un pueblo vecino, a veinticinco kilómetros de la estancia. Allí creció con su familia.
Al culminar sus estudios debía ser capaz de mantenerse a sí mismo. Razón por la cual acabó como ayudante en la estancia donde había pasado los últimos doce meses.

Alguien como la señora Rhee ciertamente no necesitaba ayuda para cuidar los cultivos, se las apañaba bastante bien ella sola. Sin embargo, aceptó la ayuda de Taehyung a la hora de regar o para controlar que las plantaciones no se hubiesen infectado con alguna plaga. También era útil cuando tocaba hacer la limpieza, levantar las bolsas de tierra negra, y para alcanzar los cuencos que estaban en la alacena más alta.

Mucho tiempo hizo el trabajo pesado. Eso no le molestaba, pero no quería pasar el resto de su vida haciendo lo mismo.

Escolarizarse le ayudó a conocer maestros y profesores. Todos sabían lo mucho que a Taehyung le gustaban los libros, leer le fascinaba. Lo hacía muy seguido en la escuela. En la cabaña, dentro del armario tenía dos pequeños libros, uno era un conjunto de novelas ligeras de sátira. El otro, un diccionario que leyó exactamente ocho veces, y con los cuales había ampliado su vocabulario. Pero era inútil decirle a la señora Rhee que la última cosecha de zanahorias era inefable.

Conoció a los patrones cuando ellos invitaron a la mujer mayor a almorzar en la hacienda para celebrar la cosecha de maíz; se trataba de una antigua tradición. Taehyung conoció al matrimonio que era dueño de la hectárea llena de huertos, caballos y demás animales de granja. Para su sorpresa, eran personas agradables. Ellos vivían en la ciudad, pero viajaban seguido para supervisar todo de manera adecuada.

Fue la patrona quien le hizo una oferta de trabajo en la ciudad, a mil docientos kilómetros de la estancia. Le dijo que podía recomendarlo como auxiliar en la biblioteca, que además era la más antigua de todo el país. La dueña era una vieja amiga suya, y estaría encantada de recibir a alguien interesado en preservar el conocimiento plasmado en papel. Para alguien que amaba los libros, eso sonaba como el paraíso. Incluso si no tenía educación superior, estaba dispuesto a trabajar para costear su aprendizaje, y qué mejor lugar para iniciar una hermosa biblioteca.

Era difícil para un pueblerino salir de donde estaba, pero no imposible. La llamada de aceptación imponía la condición de comenzar el día viernes, así que debía salir cuanto antes para presentarse a trabajar.

Taehyung no conocía la capital. Había visto algunas fotos y tenía la esperanza de conocerla algún día cuando fuese mayor. No esperó que el momento llegase tan pronto.

La señora Rhee preparó para él unos cuántos bocaditos dulces. La cosecha de manzanas le permitió armar un puré caramelizado exquisitamente perfumado. Tae resistió la tentación de probar alguno caliente. Ella los guardó cuidadosamente en un recipiente plástico envuelto con una servilleta de tela. Le deseó buena suerte, y lo despidió con un sonoro beso en la mejilla.

Mientras caminaba con sus botas de media caña sujetando la maleta, intentó no voltear. Aún así lo hizo, viendo a una señora de cabellos blancos y delantal de cocina saludándolo agitando un pañuelo. Algo en su corazón se oprimió con tristeza y con entusiasmo en partes iguales.

Doce horas de viaje, siempre que consiguiera un vehículo.

Tae había aprendido algunas cosas mientras estuvo en casa. Un pueblo era más que una estancia, pero mucho menos que la capital. Aunque el último año trabajó en medio de la tierra, la lluvia y el sol abrazador, conservaba su teléfono personal, los zapatos de oficina, las camisas de algodón y, quizás, lo más valioso que tenía: su licencia de conducir.

Con el dinero que había ahorrado podía rentar un coche. Uno que le permitiera llegar a su destino en doce horas, ni más ni menos.

Desde luego viajar con los patrones hubiese sido lo ideal, pero ellos partieron tres días atrás, y además debía esperar por la llamada que confirmara que lo habían aceptado. Caminar siete kilómetros hasta el sitio por donde pasaba la única carretera polvorienta era el primer destino.

Ya estaba en camino, con su cabello castaño todavía un poco mojado, un abrigo marrón ciñéndose a la camisa blanca y la corbata oscura, más los anteojos rectangulares sobre su nariz. Quizás elegir colores opacos había sido una mala idea para un día tan soleado, comenzaba a sudar.

Silbó una parte del trayecto. Miró las nubes en otro. Y finalmente, con la incomodidad de sentir las axilas empapadas, se detuvo en la parada. No era más que un poste mediano y despintado clavado al suelo de tierra. Los pies le dolían un poco, las botas no eran el calzado más cómodo del mundo.

Ahora debía esperar. Con suerte, un bus pasaría para llevarlo casi una hora hasta el paraje.

Miró su teléfono. Se afirmó en una pierna mientras estiraba la espalda, la maleta a sus pies. Para cuando volvió a mirar el reloj, habían pasado cuarenta minutos. Todavía ningún rastro de algún vehículo.

Su ánimo mejoró cuando se acercó un muchacho. Vestía ropa sucia y gastada, una boina vieja para cubrirse del sol. También llevaba un bolso mediano colgado a uno de sus hombros. Rostro redondo y sudoroso. Seguramente también había caminado bastante.

—Hola —saludó Taehyung, con una sonrisa quizás demasiado feliz. El desconocido se quitó la boina para limpiarse el sudor de la frente.
—Hola —respondió cansado.

—¿También vas al paraje?

—Sí. Tengo un encargo —contestó sin mirarlo, rebuscando algo en su bolso. Taehyung miró hacia otro lado cuando lo vio beber de una botella de agua. Él no había llevado agua, esperaba comprarla en algún puesto del paraje.

Su boca de pronto estaba más reseca que nunca. Un poco más, debía esperar un poco más.

—¿Quieres? —le ofreció el desconocido.

Tae miró la botella casi vacía con bastante insistencia.

—No, gracias.

—Vamos, ¿cuánto tiempo llevas aquí? —rió el contrario, acercándose con el brazo extendido y la botella plástica en mano.

Con un poco de timidez, Taehyung aceptó y bebió apenas un trago. El agua estaba caliente, lógico, después de permanecer en aquel bolso por quien sabe cuánto tiempo. La sed no se mitigó tanto como hubiese querido, pero era mejor que nada.

Agradeció y devolvió la botella al pelinegro.

—Soy Jimin —se presentó—. No me has respondido cuánto tiempo llevas esperando.

—Taehyung —contestó—. Casi una hora.

—Una hora... —repitió contrariado—. Son sólo seis buses en todo el día. Debería venir pronto —luego lo observó de arriba abajo—. ¿También tienes un encargo? Te ves demasiado arreglado como para ir al mercado.

—No voy al mercado. Voy a la capital —le contó, orgulloso—. Me aceptaron para trabajar en una biblioteca.

—Hombre, qué aburrido.

—¿Cómo que aburrido? —espetó con indignación—. Los libros son maravillosos.

—¿Te refieres a un montón de garabatos echos en papel?, no lo sé. No me parece que sean gran cosa.

—¿Alguna vez has leído uno?

—No sé leer.

—Oh... —Tae miró la punta de sus zapatos, sin volver a comentar nada más.

Y por fin llegó el bus.


Taehyung viajó en uno de los asientos delanteros, y Jimin en los del fondo. Los dos bajaron en el paraje.

El mercado quedaba hacia la izquierda, y el lugar donde Tae quería rentar un auto, hacia la derecha.

—Hey —lo llamó mientras el autobús seguía detenido y los demás pasajeros bajaban—. Buena suerte con tus libros.

Taehyung distinguió una sonrisa amable con dos ojitos que parecían pequeñas líneas.
—Gracias. Buena suerte también.


13:27 PM

Consiguió un coche viejo. Muy viejo, de los modelos que no tenían techo. Eso no era ningún problema quizás salvo por el intenso sol, pero se dijo que podría soportarlo.

Pagó casi todo el dinero que traía. Compró agua, un mapa, pagó el ingreso al baño del comedor -donde no consumió- y ahora le quedaba poco menos de una cuarta parte. Su estómago rugía así que comió tres de los bocaditos rellenos que le había preparado la señora Rhee. Le quedaban otros tres. Y todavía once horas de viaje.

Suspiró. No conducía hace bastante, ir por carretera no dejaba de ser una responsabilidad, especialmente con un coche que no era suyo. Le esperaba un largo recorrido, y con suerte llegaría a destino en la noche. El calor era agobiante, de pronto pensó que si conduciría sin techo al menos podía comprar algo para proteger su cabeza. Terminó gastando en una boina como la que había visto que usaba Jimin, ahora estaba listo. Sin dinero, pero listo.

El cuero del asiento estaba rasgado como si un gato se hubiera afilado las uñas muchas veces. El volante era enorme y delgado, con la palanca de cambio a un costado. Los pedales eran un poco pesados, y los espejos retrovisores casi no reflejaban nada. Pero la radio... La radio funcionaba.
Taehyung dejó la maleta a su derecha, y con una sonrisa optimista encendió el vehículo. Lo oyó gruñir, rechinar, sacudirse un poco y reventar, antes de finalmente poder ponerlo en marcha.

Cuando llegó a los ochenta kilómetros por hora marcados en las enormes agujas rojas que estaban en el tablero, se sintió satisfecho. Y muy afortunado una vez que la brisa fresca le acarició el rostro y parte del cuello. Se acomodó los anteojos. La carretera sería de tierra por un par de minutos antes de llegar al asfalto. Here comes the Sun sonaba apropiadamente en una de las estaciones, Tae condujo con tranquilidad. Cuando las ruedas se estabilizaron en el pavimento, subió un poco más la velocidad llegando a cien. Miró el reloj de su teléfono, 14:40 PM, bajo un sol brillante y un cielo tan azul como el del lago que adornaba su ventana en la cabaña. Esperaba poder regresar en cuanto tuviese vacaciones, aunque suponía que no sería tan pronto.

Para las 19:18 PM, Taehyung bostezaba entre tanto y tanto. La carretera era solitaria, tranquila y calurosa. Mientras miraba las pocas señales de tránsito recordó que había olvidado su cinturón en uno de los estantes bajos del armario. Quizás tener uno no era tan importante, sólo uno de sus pantalones le quedaba un poco grande.

Estiraba el cuello echando la cabeza hacia un lado y el otro, oyéndolo crujir. Pensaba en lo diferente que sería aquella ciudad de todo lo que conocía hasta entonces. En qué tan grande sería la residencia de sus patrones, quienes le ofrecerían una habitación de forma temporal. Si ya no trabajaba para ellos, ¿era correcto referirse a ambos como "patrones"?

Notó algo extraño para las 19:32 PM, cuando estuvo seguro de oír un fuerte ruido proveniente desde algún lugar bajo sus pies. Curiosamente comenzaba a habituarse al rugido del motor, pero aquel sonido había sido diferente.

Exactamente cuatro minutos después, el vehículo emitió algo similar a una pequeña explosión. El capó se llenó de humo, obligando a Taehyung a reducir la velocidad hasta que acabó deteniéndose y bajando a la banquina. Tal vez sólo necesitaba agua, o puede que un poco de descanso.

El polvo terroso se elevó mientras las ruedas quedaban completamente quietas. Apagó el motor y abrió la puerta para bajar. Sus pies tocando el suelo por primera vez en tantas horas le recordaron la larga caminata que hizo en la mañana. Gruñó con molestia mientras dejaba descansar las manos sobre sus muslos, estirando dedos y muñecas. Estaba más tenso de lo que hubiese querido. Y lo estaría aún más si el maldito coche llegaba a tener algún problema serio.

Dispuesto a examinarlo con cuidado, tiró de una palanca cerca del volante, y logró revisar el capó con cuidado. El humo gris, caliente y con aroma a combustible aturdió sus fosas nasales. Reconocía el radiador, pero cuando intentó tocarlo se quemó.

«Torpe. ¿Qué esperabas de algo que sigue humeando?» se regañó a sí mismo, moviendo su diestra con rapidez ante el ardor que experimentó.

¿Sería eso?, ¿Debía esperar a que se enfriara antes de intentar ponerle agua? Había comprado la botella con agua envasada por un precio caro, desperdiciarla en el coche era terrible.

Taehyung suspiró decidiendo mirar a su alrededor por primera vez. Árboles, ni siquiera sabía bien qué especie. Eran altos, frondosos y robustos. Bordeaban la carretera desde ambos lados, como una especie de túnel verde. El sol comenzaba a perderse tras las copas de los más altos. Mala señal, no porque no quisiera conducir por la noche, sino más bien porque quedarse varado era mucho peor en la noche.

Tampoco tenía demasiada experiencia en vehículos, pero intentaría solucionarlo. Mientras esperaba lo que él consideraba un tiempo prudencial antes de volver a poner sus manos en algún lugar metálico hirviendo, caminó un poco para estirar las piernas. Utilizó un tronco viejo para sentarse, y después liberó su hidratación en los pastos verdes.

Lo bueno era que allí no había nadie más. Y eso también era lo malo.

Regresó al coche. Tomó la botella de agua y volvió al motor. Con cuidado, tocó, comprobando que estaba mucho más frío. Destapó usando su mano izquierda, y por fin, un poco de vapor salió de la abertura por donde él vertió un poco del líquido incoloro. Esperó un par de segundos antes de dejarlo todo tal y como estaba.

Con nerviosismo, regresó al interior. Metió la llave y trató de encenderlo. No obtuvo más que un sonido ahogado que culminó en la nada misma.

La desesperación comenzó a aumentar. Taehyung revisó su teléfono, 20:05 PM.

No disponía de servicio, por lo que supuso que realmente estaba en medio de la nada. Contó hasta veinte, y volvió a intentar arrancarlo. Nada. Ni a la tercera, ni a la cuarta, quinta o sexta vez que intentó.

Se arrojó hacia el asiento donde iba su maleta, buscando el papel que firmó por si había alguna especificación que quizás se había salteado leer. Sabía que no, porque él amaba leer todo, pero lo hizo igualmente. En ningún lugar hablaba sobre posibles fallas, ni qué hacer en caso de que el coche rentado presentase alguna. Tae se acomodó las gafas mientras intentaba pensar.

Siendo las ocho, le faltaban por lo menos cinco horas de camino, ya llevaba media hora de retraso. Se bajó. Caminó alrededor del enorme vehículo durante algunos segundos, y trató de encenderlo por última vez, en vano.

Pasó una mano por sus cabellos, preocupado. ¿Qué haría ahora?...

Probó intentando encender la radio. Tampoco tenía señal allí.

—Mierda —musitó con rabia. Se dejó caer contra el respaldo del asiento, agobiado. Estaba en problemas. Enormes problemas.

Tomó su teléfono y comenzó a filmar. Carraspeó antes de hablar, mostrando el coche que estuvo conduciendo durante horas.

—Soy Kim Taehyung, renté este vehículo hoy, pasado medio día —inició—. Gasté bastante dinero en él, estoy rumbo a la capital. Todo estaba bien, pero de pronto hizo un sonido muy extraño y luego comenzó a salir humo espeso —se bajó, cuidando no perder el foco de lo que mostraba—, Probé poniendo agua en el radiador, pero no funcionó. No tengo señal, ni siquiera en la radio. Tampoco mucha comida o dinero. Estoy en medio del bosque y está oscureciendo —declaró, completamente asustado—. No sé si debería dejar el coche y comenzar a caminar antes de que caiga la noche, o si el lugar más seguro sea quedándome en él. Mierda —protestó, y decidió cortar el video.

Quizás documentarlo no servía de nada, pero él intentaría encontrarle utilidad una vez hiciera el reclamo correspondiente. Eso, siempre y cuando lograra llegar a algún lugar.

Lo pensó un momento, lo de seguir a pie o quedarse ahí. Quizás dentro del coche estaría lo suficientemente cómodo como para pasar la noche. Al menos estaría resguardado de las serpientes, quiso creer. Taehyung odiaba las serpientes.

Para las 20:54 PM, estaba echo un ovillo en el lugar del conductor. La noche había caído, la oscuridad no le permitía ver absolutamente nada más que las siluetas de su maleta, el volante y sus pies. Siempre creyó que era un amante de la naturaleza, pero los sonidos tan peculiares de las aves como los búhos y cuervos eran abrumadores. También oía los insectos. Grillos cantando a lo lejos, cigarras, incluso mosquitos.

Comió a tientas un bocadito más. Tenía hambre, pero su estómago estaba cerrado por un inmenso nudo. Debía conservar batería en el teléfono, así que sólo usaba la linterna en caso de oír algo peligrosamente cerca del coche.

Maldición, lo que había iniciado como un buen día acababa siendo uno intranquilo y lleno de preocupación. Todavía mantenía la esperanza de que algún coche pasara por allí, para su desgracia, todavía no llegaba a las rutas más transitadas que finalmente culminaban en la capital.

Suspiró. Contó mentalmente hasta diez y volvió a apartar los mosquitos ruidosos de sus oídos. La sensación de tener los ojos abiertos e igualmente no ver nada era horrible. Verdaderamente horrible. El calor seguía siendo agobiante, pero no podía permitirse dormir y descuidar alguna oportunidad de ser visto por otro viajero.

Eran pasadas las diez cuando reunió coraje e intentó encender el motor una vez más, sin éxito.

Taehyung tenía la cabeza en todas partes. Pensaba en su miseria, su mala suerte, su imprudencia por salir sin verificar el estado real del coche, su insensatez por gastarse casi todo el dinero... Otra vez era un ovillo temeroso rogando ver alguna luz en la carretera.

Y finalmente ocurrió.

Dos luces increíblemente brillantes alumbraron todo el camino. Tae quedó enceguecido por un instante, y luego reunió energía suficiente como para saltar del auto descapotable y pararse a mitad del asfalto. Venía lejos. Movió los brazos extendidos repetidas veces, y sonrió con alivio cuando vio que el conductor ponía balizas en respuesta.

Una camioneta. De esas gigantescas que alguna vez había visto en la hacienda de sus patrones. ¿Sería algún sujeto importante?

Tae se mantuvo en su lugar, cubriendo levemente sus ojos mientras veía que un individuo dejaba las luces de su vehículo encendidas y bajaba, acercándose a él.

—¿Qué se supone que haces? —gritó una voz masculina.

—Uhm... Hola —saludó con cortesía, sin poder ver bien a su interlocutor—. Soy Taehyung, me dirijo a la capital pero mi coche se descompuso. Llevo varado más de dos horas y... Usted es la primera persona que pasa por aquí.

—¿De verdad? Pobre Taehyung...

Oír su nombre en aquella voz fue bastante extraño.

Rió sin mucha gracia, intentando ver al hombre más alto que se acercaba.

—M-me preguntaba si quizás... Podría ayudarme, por favor. Por favor —repitió.

—Pero mírate, eres un niño —para cuando lo notó, el desconocido estaba prácticamente frente a él—. ¡Claro! con gusto te ayudaré.

—¿En serio?

—Sí.

El más alto encendió la luz de lo que parecía ser su teléfono móvil, alumbrando su rostro desde abajo. Tae dio un salto hacia atrás por el susto, pero luego se quedó mirándolo sin poder evitarlo.

Efectivamente, un hombre. Tenía unos rasgos realmente finos y un porte demasiado elegante. Bello, esa era la palabra que cruzó por la mente de Taehyung.

—Soy Kim Seokjin —se presentó—. Es un placer.

12 de Abril de 2020 às 18:06 1 Denunciar Insira Seguir história
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taetastrofe taetastrofe
Amo esto, es arte y aún me falta un capítulo Dios jsnskw
June 11, 2021, 20:04
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