Angeles Caídos Seguir história

Isabel corre al salir de su trabajo, casi sin tiempo, para subir al autobús estacionado cruzando la calle, así llegar a tiempo para la primera clase en su universidad. Su mirada se concentra en el transporte público que está por iniciar su marcha y dejarla botada, su prisa no le permite percatarse de otro vehículo aproximándose a gran velocidad. Bajando a la calle para cruzar, escucha un repentino frenazo sin parar y cada vez más cerca de ella, por la corta distancia, apenas logra voltear para ver como aquel carro se aproxima a embestirla, intentando detenerse sin éxito. Todo fue cuestión de segundos, aunque el tiempo parece detenerse, incluso cuando un tipo aparece para tomarla del brazo con fuerza y de un tirón sacarla de la calle, ambos caen sobre la acera mientras el carro termina de detenerse unos cuantos metros adelante. El olor a caucho quemado por la fricción en las llantas es fuerte, las miradas curiosas de los transeúntes sobre aquella chica descuidada ya en el piso junto al hombre que la salvó de lo que podía ser su muerte. Isabel tiembla notablemente, intenta levantarse para recoger su bolso y otras pertenencias, entonces su salvador extiende una mano ofreciendo ayudarla a levantarse. - Soy Sam - se presentó sin tener al menos la voz temblorosa o respiración agitada. – Gracias, contestó Isabel mientras se ponía de pie -.

Sam: ¿cómo te llamas? – Isabel, contestó ella-. Bueno Isabel, debes tener más cuidado. Tienes suerte del poco espacio para estacionarse en esta calle, por lo que parqueé mi auto a varios metros, iba a buscarlo cuando miré el auto venir sobre ti.

Isabel: estoy apenada, aún helada del susto que me he llevado, tenía prisa por tomar el autobús, al final se fue, me quede con los nervios y la prisa.

Sam: ¿A dónde te diriges? -a la universidad del centro, contestó ella-. Entonces te llevaré en mi auto, con lo nerviosa que estás puedes pasar por otro altercado. Así ambos nos sentiremos tranquilos que llegues segura.

Isabel sin otra opción por el tiempo, observando aquella figura delgada de tez blanca, cabello y ojos negros, vestido formal con un traje negro sin corbata y camisa blanca. tomando en cuenta la acción anterior de su recientemente conocido héroe aceptó ir con el hasta la universidad. De camino Sam preguntaba con mucho interés sobre la vida de ella; trabajo, gustos musicales, comidas, sus estudios, sin embargo, Isabel con mucha timidez respondía el cuestionamiento de Sam. Se despidieron esa noche sin intercambiar números de teléfono o alguna intensión de continuar la amistad. Por la noche, ya en su casa, Isabel se percata que ha perdido la cadena y el dije con la figura de un ángel que sus padres le obsequiaron a sus 15 años, después del incendio donde fallecieron ambos solo ese detalle conservaba de ellos, -seguro lo perdí cuando caí al piso, pensó-. Esa noche terminó dormida entre lágrimas.