fandelegolas Ela Fandelegolas

𝙼𝚘𝚟𝚎𝚛 𝚕𝚘𝚜 𝚑𝚒𝚕𝚘𝚜 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚎𝚕 𝚛𝚎𝚜𝚌𝚊𝚝𝚎 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚙𝚛𝚒𝚜𝚒𝚘́𝚗 𝙻𝚊 𝙱𝚊𝚕𝚜𝚊 𝚗𝚘 𝚏𝚞𝚎 𝚗𝚊𝚍𝚊 𝚏𝚊́𝚌𝚒𝚕. 𝙽𝚞𝚎𝚜𝚝𝚛𝚘𝚜 𝚑𝚎́𝚛𝚘𝚎𝚜 𝚊𝚑𝚘𝚛𝚊 𝚍𝚎𝚋𝚎𝚗 𝚌𝚘𝚖𝚎𝚗𝚣𝚊𝚛 𝚊 𝚟𝚒𝚟𝚒𝚛 𝚎𝚗 𝚎𝚕 𝚊𝚗𝚘𝚗𝚒𝚖𝚊𝚝𝚘 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚚𝚞𝚎 𝚕𝚊 𝚓𝚞𝚜𝚝𝚒𝚌𝚒𝚊 𝚗𝚘 𝚕𝚘𝚜 𝚟𝚞𝚎𝚕𝚝𝚊 𝚊 𝚌𝚊𝚙𝚝𝚞𝚛𝚊𝚛.


Fanfiction Filmes Impróprio para crianças menores de 13 anos.

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That night

Natasha Romanoff acomodó bien la molesta peluca negra que llevaba bajo el gorro antes de salir a caminar entre la muchedumbre en el límite de Siria. Vestía prendas desgastadas al igual que la mochila que cargaba en su espalda. Tenía un teléfono nuevo que tenía que desechar al día siguiente. Llamaba la atención sin poder evitarlo, pero por su color de piel y no por ser una fugitiva internacional. Cerró los ojos para recordar el camino que había memorizado al ver un mapa minutos atrás. Llegó sin inconvenientes a una zona llena de árboles, aquel era el límite donde comenzaba el bosque. Del lado derecho solo había vegetación y del izquierdo se veía un fastuoso pastizal de color mostaza. Cruzó los brazos mientras observaba el paisaje.

-Fue difícil dar contigo -una voz masculina llamó su atención.

Al voltear se encontró con Steve Rogers, quien se acercó lentamente. Detrás de él, una nave comenzó a materializarse desde el extremo derecho hasta el izquierdo.

-Soy una espía ¿lo olvidas? -se burló con una sonrisa.

Cuando estuvieron uno frente al otro, dudaron antes de darse un breve abrazo. Rogers quería agradecerle por arriesgar todo lo que había construido en Estados Unidos solamente para dejarlo escapar a él y a Bucky. Le debía tanto a ella. El capitán llevó su mano derecha hasta el gorro rojo de la mujer ya que su intención era quitárselo. Después hizo lo mismo con la peluca. Natasha se limitó a observarlo atentamente.

-Nat...

La ex espía de la KGB bajó la cabeza. No había tiempo para sentimentalismos ya que tenían trabajo que hacer. El traje algo oscuro del capitán América que llevaba puesto Steve era un claro recordatorio de ello.

-No me llamaste aquí solo para verme a los ojos ¿cierto?

Steve parpadeó un par de veces antes de darse cuenta de que se había quedado demasiado tiempo observando los rasgos de la mujer que tenía enfrente. Se aclaró la garganta antes de hablar.

-Tengo un plan para rescatar a nuestros amigos...

-No creo que ellos me vean de esa forma, pero andando -se adelantó en dirección a la nave.

La tecnología de la nave wakandiana era de primer nivel. Subieron la rampa hasta llegar a los controles. Había una mesa en el extremo derecho y algunos asientos aparecieron cuando Steve presionó un botón.

-¿Cuánto tiempo tenemos? -preguntó la pelirroja cuando el supersoldado le pasó la tableta con información del objetivo.

-Llegaremos en dos horas. Podría ser en menos pero necesitamos repasar este plan para que todo funcione. Y para eso... -escribió algo en el tablero izquierdo para que luego en la parte trasera, del centro del techo comenzaran a brillar unos dispositivos que estaban anclados al metal de la cubierta formando una circunferencia. Segundos después, la imagen de la princesa hermana de T'Challa apareció proyectada.

Natasha la reconoció porque la había visto llegar hasta el lugar donde había fallecido el rey T'Chaka.

-Princesa -la saludó algo confusa.

Steve se acercó para ubicarse al lado de la proyección.

-Buenas tardes, señorita Romanoff. El capitán Rogers me pidió que fuera yo quien le explicara los dispositivos que utilizarán para el rescate de sus amigos.

Steve se encogió de hombros. Él no era muy bueno con la tecnología. Aprendía rápido a utilizarla pero los nombres técnicos no.

-Dime Natasha -le pidió comprendiendo el dilema del hombre que tenía cerca-. Puedes comenzar -se cruzó de brazos lista para absorber toda la información.

Después de explicar el funcionamiento de las herramientas, Shuri proyectó a su lado el escaneo de la prisión que habían podido conseguir en poco tiempo. No tenía muchos detalles pero sí las rutas más importantes y la zona más reforzada debía ser donde estaban los prisioneros. Una vez que todos tuvieran claro lo que iba a hacer, Shuri se despidió.

-Nos quedan veinte minutos -comentó el supersoldado.

Natasha se acercó a su mochila para extraer su traje que estaba dentro. Tenía que prepararse. No había ninguna división en la nave. Aprovechó que el hombre fue hacia los controles para quitarse la ropa. Una vez que solo le quedó la ropa interior, comenzó a ponerse el traje. Una duda la asaltó de repente.

-¿Estás seguro de que no quieres que disparemos a nadie? -preguntó mientras se acomodaba su cinturón.

Steve volteó en su dirección, quedándose con la respuesta en la boca al ver que el cierre del traje negro de Black Widow aún no estaba levantado hasta donde ella acostumbraba ponerlo. Pudo observar la piel del vientre al igual que el sujetador con encaje de la pelirroja. Sus mejillas se colorearon de inmediato.

-Te pregunté que... -ella iba a volver a hablar cuando se abrochó el caño de sus botas pero se detuvo al ver la expresión del rubio, quien al verla a los ojos volteó la mirada hacia otro lado.

Lentamente, tomó el cierre del traje y lo deslizó hasta detenerse un poco encima del nacimiento de sus senos. Fue la segunda vez que Steve tuvo que aclararse la garganta. Natasha estuvo a punto de reírse de la timidez de su compañero.

-Lo lamento, Nat. No fue mi intención -se disculpó apenado.

-Para estar a mano yo debo verte sin la parte de arriba de tu traje -bromeó para que el ambiente se tranquilizara. La piel se le había erizado cuando creyó distinguir un destello de deseo en los ojos azules del supersoldado.

Rogers sonrió un poco nervioso. Sabía que ella no hablaba en serio, pero algo en su interior deseaba no estar esperando alguna señal de lo contrario por parte de la agente. No sabía que pensar. Él llevaba un tiempo confundido después de que al terminar el beso con Sharon, había esperado encontrarse con unos ojos verdes. Los mismos ojos que ahora lo estaban observando.

-Que si es necesario no disparar -volvió a preguntar-. Mi traje no es antibalas y seremos el blanco los primeros cien metros de laberinto. Tampoco tienes tu escudo.

-No te preocupes -le entregó un collar blanco con tema tribal-. Si usas esto estarás protegida.

Natasha no perdió el tiempo y se puso lo que le entregó el supersoldado. Contuvo su respiración cuando vio que un campo protector se desplegó cubriendo su traje. Era como una segunda capa de tela resistente que se amoldó a su figura.

-Eso es lo que hace que mi traje haya cambiado de color. En mi caso, Shuri tuvo más tiempo para modificar el mío -le explicó el hombre.

Minutos después, dejaron la nave en piloto automático. Natasha había llenado su cinturón con lo necesario para burlar la tecnología del gobierno. La puerta trasera se abrió. Rogers aseguró el control que iba a permitir que regresaran a bordo . Cada uno tomó lo que parecía ser un arma de largo alcance con una mira en la cima. Localizaron el objetivo, disparando dos veces cada uno. Los cuatro tiros lograron que pequeños aparatos largos y finos se incrustaran en el metal del techo para que las puntas comenzaran a parpadear segundos después. Lo siguiente fue una explosión que fue cubierta por el sonido de las olas, toda la instalación sufrió los efectos de un pulso electromagnético.

El viento hizo que el agua comenzara a mojarlos una vez que estuvieron en la superficie del techo. Steve abrió una compuerta utilizando su fuerza. Varios guardas los esperaron en la entrada. Black Widow arrojó una granada de humo para comenzar con el ataque. Los dos entraron al mismo tiempo, cada uno procedió a noquear al mayor número de oficiales posible, lo cual no fue muy fácil debido a la protección que éstos llevaban. Las luces rojas parpadearon al haberse desconectado la principal fuente de energía eléctrica de la prisión.

-Es difícil dejar algunos hábitos -comentó la mujer después de dejar inconsciente al último guardia. Rogers había tomado uno de los escudos protectores de los guardias para utilizarlo él mientras avanzaba.

-Casi como en los viejos tiempos -sonrió cuando la siguiente puerta con el pasillo lleno de guardias se abrió.

Les tomó tiempo atravesar a los guardias hasta llegar a la zona donde había escaleras metálicas. Aquella debía ser la sala de control. Allí, el capitán golpeó la puerta con su hombro para que el seguro cayera y poder tirar dentro una bomba de humo con un somnífero muy concentrado.

Para ingresar, se pusieron una máscara especial negra que solo tapaba sus narices y sus bocas.

-El lugar es todo tuyo -el capitán se apartó para dejarla pasar.

Antes de acercarse al tablero, Natasha observó a todos los que estaban en el piso. Un hombre que estaba en el rincón le llamó la atención. Bajo la atenta mirada del supersoldado, la espía esquivó los cuerpos hasta que accidentalmente pisó la mano de su objetivo. El grito de dolor del hombre resonó en la habitación.

-Tenemos un nadador aquí -dijo ella mientras se agachaba a darle un golpe en el cuello que lo dejara fuera de combate. El guardia cayó con los ojos cerrados, esta vez sí estaba tan dormido como todos los demás.

-Eso no lo aprendes en el ejército -se sorprendió el rubio.

Black Widow le restó importancia con las manos. Se acercó al tablero, buscando la forma que los extractores de aire no funcionaran buscando lograr que el humo no se disipara.

-Aquí tenemos las celdas que buscamos -conectó un USB en una de las entradas disponibles para ello-. Y... - Las luces rojas de la pantalla que mostraba la zona de prisioneros pasaron a ser verdes-. Estamos dentro.

Salieron de la sala de control rápidamente. En el camino se quitaron las máscaras. La última puerta reforzada se abrió para darles paso cuando la espía cortó algunos cables. El pasillo estaba oscuro,solamente había luces dentro de las celdas especiales, las cuales ahora tenían las puertas abiertas.

Steve entró al lugar donde tenían a Wanda.

-Tranquila -pidió mientras la ayudaba a quitarse los elementos que impedían que pudiera usar sus poderes.

-Gracias -habló con lágrimas en los ojos. La sokoviana la había pasado realmente mal en ese lugar. Cada vez que había intentado hacer uso de sus dones, un fuerte dolor de cabeza se lo había impedido, haciéndola gritar.

-Ya no te harán daño -prometió ayudándola a ponerse de pie.

Por otro lado, Romanoff fue hasta la celda de su amigo Barton. Él estaba sentado en el banco que estaba contra la pared del fondo. Tenía la cabeza hacia abajo, con ambas manos sobre el metal a los lados de su cuerpo.

-Oye, esto es un rescate -la pelirroja le tocó el hombro con suavidad.

Clint levantó el rostro para sonreírle sin ganas.

-Lo siento, Tasha. No iré. Ellos... Me ofrecieron un trato que implica no tener que someter a mi familia a la vida de un fugitivo internacional. Voy a aceptarlo.

Natasha se quedó sin saber qué decir. Que su amigo se quedara implicaba que ya no podría verlo en persona en mucho tiempo. La vigilancia a la que se sometería estando en libertad condicional se lo impediría. Tampoco podría ver a Laura y a los pequeños Barton.

-Te voy a extrañar -finalizó con tristeza.

-Encontraremos la forma de seguir en contacto -Barton sonaba muy seguro.

Hawkeye se levantó para que pudieran despedirse con un fraternal abrazo que hizo que ella soltara algunas lágrimas.

-No tomes esto como una despedida para siempre -Clint limpió las lágrimas con sus pulgares.

-Cuídate -su voz sonaba estrangulada por la emoción.

Barton la acompañó hasta que ella estuvo fuera de la celda. Cerró la puerta detrás suyo. Steve vio el momento exacto en que ella se limpió el rostro para recomponerse.

-Scott decidió quedarse -informó el supersoldado con seriedad.

-Clint también. ¿Dónde están los demás? - caminó hacia la salida al ver que ya no quedaba nadie que quisiera escapar.

-En camino a la superficie. Andando -mandó apresurando el paso.

Cuando llegaron hasta la entrada, la nave estaba sosteniéndose a centímetros para hacer fácil que todos subieran rápidamente. Una vez que estuvieron a bordo, la plataforma subió antes de alejarse a gran velocidad. Natasha se acercó a saludar a los demás.

-¿Confías en ella? -inquirió Sam sentado en un rincón, con la mirada hacia Steve. El ex militar no estaba del todo convencido de poder confiar en Natasha-. Ella estaba en el equipo de Tony.

Romanoff prefirió callar y alejarse hacia el tablero central. No iba a tratar de convencerlo. Ya había hecho su parte al ayudar a Steve a rescatar a los que estaban en la prisión. Rogers se acercó más a su amigo.

-Nat ayudó a que pudiera escapar del aeropuerto con Bucky, detuvo a T'Challa para que nos alejáramos a tiempo.

Sam la observó en silencio, mientras la pelirroja hablaba con alguien en ruso. Ningún otro comprendía bien ese idioma. Steve conocía algunas palabras pero pronunciadas lentamente, así que no entendió mucho.

-De acuerdo. Le daré una oportunidad -se resignó.

-¿A dónde iremos? -preguntó Wanda. Ella había estado sumida en sus pensamientos.

Steve suspiró tratando de encontrar una respuesta adecuada . T'Challa les había ofrecido un refugio en un lugar seguro de su país pero el supersoldado no quería comprometerlo, por lo menos no tan pronto. Los primeros meses sus rostros estarían en todas partes.

-No lo sé...

Natasha terminó su conversación antes de acercarse.

-Ya tenemos un lugar. Es un refugio que tengo en un pueblo de Rusia. Si les parece podemos quedarnos ahí -ofreció observándolos.

Rogers asintió. La decisión estaba tomada. Les convenía estar juntos para apoyarse el uno al otro. Steve era consciente de que Natasha podía desaparecer sola sin ningún problema. Eran ellos los que no tenían experiencia escondiéndose. Era un arte llevar una vida relativamente normal sin levantar sospechas. Por quedarse a guiarlos, el rubio estaba agradecido en silencio con la pelirroja.

La ex espía ingresó las coordenadas en el tablero mientras Steve escribía a Wakanda para avisar que la misión había sido exitosa. El resto del viaje permanecieron en un silencio que no resultó incómodo ya que cada uno de los presentes tenían mucho en qué pensar. La nave aterrizó en una zona despoblada rodeada por árboles. Steve y Natasha bajaron con todas sus cosas en la espalda mientras que los demás tenían las manos vacías. La nave volvió a desaparecer de la vista cuando activaron el sistema de seguridad.

La nieve les dificultó caminar los metros de bosque que necesitaban atravesar para llegar al refugio.

-Vaya... -exclamó Maximoff cuando vio la casa de dos pisos con los techos a dos agua con nieve encima. Un poco apartado estaba un pequeño garaje con un portón de madera. La construcción ya tenía sus años pero se había mantenido muy bien. Había un sendero que llevaba hasta un camino de tierra para vehículos.

Subieron rápidamente hasta el porche. Romanoff tomó la llave que estaba escondida bajo una de las planteras cercanas a la pared y la puerta. Lo primero que hizo al entrar fue encender la luces. Una vez que entraron, cerraron la puerta para refugiarse del frío. La sala de entrada era un pasillo con un perchero al costado.

-Pueden sentirse como en su casa -comentó la pelirroja mientras avanzaban por la estancia-. Hay tres habitaciones arriba con sus baños. Aquí abajo hay una sala con chimenea, una cocina y un comedor.

Steve absorbió toda la información.

-Nat y Wanda tomarán una habitación cada una, Sam y yo tomaremos la tercera -repartió el capitán.

-Pueden subir para tomar un baño caliente antes de que pesquen un resfriado -indicó al darse cuenta de que estaban temblando de frío-. Debe haber ropa en los armarios. Siempre soy precavida.

Wanda y Sam siguieron las instrucciones de inmediato y desaparecieron escaleras arriba. Natasha se acercó a la chimenea para encenderla. Necesitaban calentarse.

-Ve a tomar un baño -dijo cuando sintió la presencia de Steve detrás suyo.

-Tú también tienes frío -aseguró con el entrecejo fruncido.

La espía volvió a repetir su orden, recordándole que ella era rusa y estaba acostumbrada al frío. El supersoldado no insistió más. La pelirroja no tardó mucho en hacer que la leña comenzara a quemarse. La temperatura comenzó a elevarse, logrando que el ambiente fuera más agradable. Se limpió las manos en la cocina para después utilizar el viejo teléfono que estaba pegado a la pared al lado del refrigerador. Marcó el número de Sonia Sokolov, una mujer rusa de mediana edad que había sido contratada para mantener limpia esa casa. La señora vivía a unos minutos en camioneta. Le agradeció el buen servicio para decirle que podría tomarse una vacaciones pagadas por unos meses. El sueldo que recibía era suficiente para no hacer preguntas.

La cocina tenía el equipamiento básico. Natasha decidió que lo mejor sería preparar algo. Encontró pollo congelado, al igual que macarrones. Extrajo una buena cantidad de paquetes para que les alcanzara a todos. Puso la primera tanda en el microondas para que se descongelara.

-Nat... -le llamó la castaña-. Ya usé todo el baño -Wanda había encontrado un suéter grueso y unos pantalones abrigados. También tomó un par de pantuflas de color marrón-. Yo puedo continuar con esto...-se ofreció con timidez.

-No tardaré mucho -prometió con una sonrisa.

Pensando en que los demás aún no estaban listos, la pelirroja utilizó el baño de la habitación que había elegido Maximoff. Al ver su reflejo en el espejo pensó en que amaba su cabello natural, pero debía cambiarlo en poco tiempo.

Los hombres pusieron la mesa en el comedor mientras las mujeres se encargaron de alistar la cena. Wanda hizo un licuado rápido de frutas mientras la pelirroja terminaba de preparar una ensalada. Minutos después, todos estaban sentados frente a unos platos llenos de comida y un vaso con un líquido rojizo. Sam fue el primero en comenzar a comer.

Había una lámpara antigua con luces amarillas colgando en el centro de la mesa para seis personas. También había otras de distinto diseño circular y más pequeños repartidos por toda la habitación.

-Pueden hacerme preguntas -accedió la rusa.

-¿Siempre hace mucho frío? -comenzó la castaña.

-Puede empeorar -aseguró con una mueca.

-¿Cómo conseguiste este lugar? -fue el turno del rubio.

Romanoff tomó un trago de jugo antes de responder. A pesar de tener todas la miradas puestas en ella estaba muy tranquila y a gusto allí.

-Tengo varias casas secretas alrededor del mundo. No soy tan millonaria como Stark -bajó el tono para hacerlo más interesante- pero les cuento que los trabajos donde se extrae información importante en misiones de infiltración son los más jugosos.

-También son los más peligrosos. Recuerdo el Lemurian Star -agregó el capitán. La pelirroja rodó los ojos.

-Como iba diciendo antes de esa interrupción... Conseguir información en interrogatorios no puede hacerlo cualquiera por lo que la paga se eleva con cualquier palabra clave. Resulta que soy buena en todo lo que hago, lo que implica que logro que los criminales canten como pajaritos -completó sonriendo.

-Eso había oído -confirmó Sam-. Eran rumores -dijo en dirección a la dura mirada del líder del equipo.

Continuaron haciendo tantas preguntas como se les ocurrió hasta que terminaron de cenar, los hombres fueron los encargados de lavar los cubiertos. Wanda y Nat se acomodaron en uno de los sillones que miraba hacia la chimenea.

-Esto es muy relajante después de estar tanto tiempo sin ver nada -comentó la castaña en un susurro. Natasha le acarició el hombro para intentar reconfortarla. Hizo lo que había deseado que alguien hiciera con ella cuando era una adolescente sufriendo bajo el mando de la Red Room. La consoló con aire maternal cuando la sokoviana comenzó a sollozar contra la almohada que estaba abrazando.

-Creo que se me ocurre algo que podría ayudar a relajarte -recordó antes de levantarse y caminar en dirección a la cocina.

Llegó justo en el momento en que los hombres estaban secándose las manos. La pelirroja tendió unos vasos pequeños a Falcon mientras que ella se encargó de llevar dos botellas de vodka a la sala.

-Esto es lo que hacemos para resistir el frío -explicó sentándose en la alfombra. Llenó los cuatro vasos y los fue entregando uno a uno. Sam se sentó también en la alfombra y Steve en el otro sillón.

-Wanda no debería beber -protestó Steve desde su lugar.

-Déjala. Ella también merece distraerse -objetó la agente.

La castaña ignoró la discusión y bebió el líquido de una sola vez. No pudo evitar hacer una mueca de disgusto después de sentir el sabor. Los sorprendió a todos cuando pidió más. Romanoff accedió pensando en que así podría dormir mejor.

-Mientras estabas arriba encendí el televisor que está en la cocina -comentó Sam-. No entiendo ruso pero sí entendí que sus rostros están en todas las noticias. Solo el de Nat y Steve, no los nuestros -se refirió a él y a la sokoviana.

-Somos los peces gordos -alegó Steve, sabiendo que el gobierno haría una celebración si los capturaba. De esa forma demostraría que nadie podía contra ellos, lo cual no iba a ocurrir. No con Natasha estando con ellos.

-Tendremos que hacer algo con nuestra apariencia -lamentó la rusa-. Si nuestros rostros son muy conocidos ahora, no les facilitaremos las cosas. Hay un pueblo a unos minutos. No podemos arriesgarnos a que alguien note nuestro parecido con los fugitivos.

La primera botella se terminó en minutos, así que procedieron a abrir la segunda.

-Y así fue como escapamos de Strike y su equipo en un centro comercial... -terminó de relatar el rubio.

Sam lo observó con una sonrisa burlona.

-Tú no pierdes el tiempo, hombre -lo molestó un poco achispado.

-¿De qué hablas? -preguntó la mujer más joven.

-El cap besó a Sharon cuando ella nos entregó los trajes. Estuve en primera fila. Pero, definitivamente el haber tenido que besar a Black Widow es aún más épico.

Steve se puso muy incómodo. Algo en su interior le impidió ver el rostro de la pelirroja. Tenía miedo de su reacción. No quería distinguir reproche, pero lo lastimaría más el que a ella le diera igual. Él había sentido que había algo entre los dos. La muerte de Peggy y la firma de los acuerdos lo habían desestabilizado. No se arrepentía del beso con Carter, pues le había servido para comprobar que no la veía con ojos románticos.

Natasha volcó lo último del vodka en su vaso. Lo bebió de inmediato.

-Creo que es hora de dormir -dijo después de que esa botella terminara al lado de la otro vacía.

Wanda asintió. Intentó levantarse pero todo le dio vueltas. Sam la ayudó.

-Te ayudo a llegar -Sam la sostuvo y ambos se retiraron.

Natasha se estiró hacia el sillón para tomar una almohada. La puso en su regazo y bajó la cabeza

-Nat...

Steve no se había movido de su lugar. La imagen de la pelirroja frente al fuego de la chimenea era muy atrayente. Casi le daban ganas de dibujarla para después pintar toda la escena.

-Ve a dormir ¿sí? Mañana les hablaré de lo básico que tienen que saber... Sin las indicaciones básicas podrían experimentar una fase de paranoia, pensando que todos los que están a su alrededor quieren capturarlos... Además del idioma hay...-no pudo continuar porque el rubio la interrumpió.

-El beso con Sharon no significó nada.

La espía levantó la cabeza para verlo a los ojos. No quería que él le hablara de otra mujer. Debía estar feliz porque Steve al fin había avanzado a algo más que una cita. Pero no podía. Jamás imaginó que algo tan simple pudiera hacerla sentir que ella no era suficiente. Él había sido claro cuando le había pedido que fuera su amiga. Desde ese momento debió identificar algo para cerrarse y así no sentir la presión en el pecho que sentía ahora.

-No tienes que explicarme nada.

Ambos sabían que había algo sin aclarar. Natasha no quería profundizar el tema. Temía que sus sentimientos salieran a flote. Ya tenían suficientes problemas al ser fugitivos.

-Quizá debamos buscar a Sharon para que pase un tiempo con nosotros. Después de todo también traicionó a la CIA -la voz de la rusa se escuchó perezosa.

Steve negó.

-Ella está bien. La llamé cuando salí de Wakanda. Tiene amigos.

La pelirroja hizo una mueca.

-Sabes que hubiera sido perfecto que ustedes comenzaran a ser novios en este tiempo. Sería una historia romántica para sus hijos...

Steve se acercó para sentarse al lado de la rusa.

-Creo que el alcohol te ha afectado o simplemente estás ignorando el hecho de que no estoy interesado en ella.

-Pues deberías estarlo. Ella es linda, es de buena familia y parece lista. Además, ¿qué podría mostrar más lealtad que lo que hizo para ayudarte?

-Lo que hiciste tú, Nat -el capitán tomó una mano de la espía-. Siempre estaré agradecido por eso.

El hombre se inclinó para darle un beso en la mejilla. Luego se puso de pie y fue hasta su habitación, dejándola con la mano en la mejilla.

Una semana pasó rápidamente. La adaptación no fue difícil debido a que contaban con muchas comodidades. En vez de repartirse misiones, ahora organizaban las labores domésticas. Todas las mañanas Natasha les daba una clase de frases comunes en ruso.

Wanda tenía pesadillas nocturnas. Algunas de esas veces lograba proyectarlas en la mente de Natasha, quien dormía en la habitación de al lado. Era algo involuntario que las hacía sufrir a ambas. Fue hasta el segundo día que Steve se dio cuenta de lo que pasaba. Black Widow no había querido decírselo a nadie, pero las profundas ojeras no la ayudaban a ocultarlo. Lograron hacer que la sokoviana durmiera más tranquila, pero los estragos habían quedado en la mente de la rusa. Casi no podía dormir. Las imágenes de sus manos llenas de sangre de gente inocente persistían en pesadillas.

-¿Tienen ham...? -Sam se calló cuando la mano levantada de Steve le indicó que no era un buen momento.

Él estaba sentado en el sillón con Natasha durmiendo de tal forma que la cabeza de la mujer estaba sobre el regazo del hombre.

-Quiero que duerma lo máximo posible -susurró el supersoldado.

Wilson comprendió y los dejó solos. Wanda ya estaba encerrada en su habitación. Steve volvió a concentrarse en el rostro de la mujer. Acarició su cabello rojo. Iba a extrarñarlo ya que esa mañana Natasha le había enseñado al equipo como quedaría con su cambio de look. También le había pedido a él que se dejara crecer la barba para que el futuro oscurecimiento de su tono rubio tuviera un mejor efecto.

Ya eran casi las tres de la mañana cuando el capitán sintió un movimiento. Abrió los ojos percatándose que el sueño lo había vencido y se había quedado dormido sentado en el sillón. El sonido de la chimenea era lo único que se escuchaba de fondo. La pelirroja se había removido. Parecía no estar pasándola bien.

-Nat... Despierta, es solo un sueño -le susurró para no levantarla de golpe.

La pelirroja abrió los ojos. Se limpió la solitaria lágrima que se le había escapado. Tardó unos segundos en ubicarse en el sillón de la sala.

-¿Cuánto he dormido? -preguntó con voz gruesa.

-No lo suficiente -respondió preocupado.

-Lo siento... No dejé que fueras a descansar -habló cuando se dio cuenta de que había estado encima de él. Se sentó a su lado, sin descubrirse con la manta que tenía encima.

-No prefiero estar en otro lugar -la miró fijamente. Natasha sintió que su corazón comenzaba a latir mucho más rápido. Se había sentido segura porque no había creído que Rogers se animaría a dar un paso más. Pero allí estaba el capitán, inclinándose hacia ella. Acercando su rostro lentamente.

Natasha cerró los ojos y se dejó llevar. No había nada que deseara más que un beso del hombre que estaba allí con ella. Sus labios se unieron, haciendo que una corriente eléctrica los atravesara. Él sabía a algo prohibido y ella al paraíso. Se besaron lentamente. Natasha llevó sus manos hasta las mejillas del hombre. Steve la sostuvo del cuello y de la zona bajo la oreja derecha.

-No deberíamos hacer esto... -susurró la mujer cuando necesitaron separarse para respirar. Tenían las frentes juntas y las pupilas dilatadas.

-Se siente demasiado bien. Tan natural...

Rogers la volvió a besar sin dejarla decir algo. Necesitaba volver a probar sus labios. Ya nada sería igual después de ese beso que se estaban dando. La pelirroja pidió acceso con su lengua a la boca del hombre y él se la dio, haciendo que el beso se volviera mucho más apasionado. Steve la saboreó como si se tratara de un manjar exquisito. Y era completamente suya. Recorrió cada rincón de su boca, memorizando el momento. La quería demasiado.

Permanecieron mucho tiempo besándose, hasta que comenzaron a necesitar mucho más del otro. Los besos se volvieron aun más hambrientos, haciendo que sus respiraciones se volvieran más pesadas. No hizo falta más palabras para que ellos pudieran leer los ojos del otro. Las señales eran claras. Se deseaban. Entonces, él la cargó en brazos. Solo la fuerza del supersoldado había logrado que subieran las escaleras sin hacer mucho ruido. Fueron hasta la habitación de la rusa. Natasha cerró la puerta sin hacer mucho ruido cuando él la dejó en el piso. Steve se acercó a apartar las mantas que estaban encima de la cama.

Se tomaron de la mano, observando en silencio al otro, intentando buscar alguna señal de querer detener aquello. Pero no la hubo. Todo se sentía correcto, incluso necesario.

Natasha se acercó al ropero para tomar una bata azul. Se la entregó al capitán antes de entrar al baño. Lo primero que hizo dentro fue mirarse al espejo. El sueño de esa tarde había reparado casi por completo sus ojeras. Tenía los labios hinchados debido a los besos. Sonrió feliz al recordar el sabor de Steve, su amigo, su compañero y en unos minutos se convertiría en su amante.

Lentamente, se deshizo de todas las capas de ropas que llevaba encima. Cuando quedó en ropa interior pensó en si debía permanecer con esas prendas o no. Decidió que era mejor sin ellas, así el capitán tendría menos trabajo. Se cubrió con otra bata que estaba allí adentro y salió del baño.

La ropa de Steve estaba doblada encima de la silla del rincón, lo cual la hizo sonreír. Era un soldado después de todo. La imagen del capitán América vistiendo solo una bata y con los pies descalzos tenía un alto contenido eróticos. Aún más porque había dejado que se viera cierta parte de su torso bien trabajado. Dios bendiga al suero.

-Ahora estamos a mano -habló con voz seductora, acercando su mano a la piel del hombre.

Volvieron a tomarse de las manos. Él le acarició el rostro. Pasando sus dedos por cada superficie y tardando más tiempo al rodear sus labios entreabiertos.

-¿Entiendes que después de esto ya no nos separaremos? -inquirió en un susurro. Él le estaba ofreciendo todo su ser.

La respuesta de ella fue iniciar otro beso mientras rodeaba su cuello con sus brazos. Steve la tomó de la cintura para acercarla más. La pelirroja gimió contra su boca. Él la deseaba tanto como ella.

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Sam terminó de preparar su desayuno. Los huevos revueltos no le habían salido tan bien, pero podía ser peor. Ahora ya sabía que la sartén de ese lugar no era anti adherente. Error de novato. Ese día era el turno del capitán, pero extrañamente Steve no se había levantado temprano. Ni siquiera había llegado a dormir a su habitación.

Wanda estaba jugando con los cereales que flotaban en su tazón.

-Debe estar ayudando a Nat a dormir -comentó la castaña.

-Eso debe ser. Ayer estaban recostados en el sofá y no quiso despertarla. Debe seguir sin moverse para que ella siga dormida -lo sintió por su amigo supersoldado.

En la habitación de la pelirroja, ambos cuerpos perlados de sudor trataron de normalizar su respiración. Natasha acarició el torso del hombre sobre el cuál se estaba recuperando. No estaba en una posición muy cómoda, pero no quería perder la unión con Steve. El supersoldado le acarició los muslos que estaban a los lados de su cuerpo.

Aún con la respiración agitada, Natasha elevó la cabeza para darle un beso rápido.

-¿Se lo diremos a los demás? -preguntó divertida.

Rogers le apartó el cabello mojado que se había pegado a su frente.

-Dejemos que ellos lo noten -respondió tomándola de las caderas para ubicarla de nuevo debajo suyo.

-Como usted ordene, mi capitán.

21 de Fevereiro de 2020 às 21:34 0 Denunciar Insira Seguir história
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