joeblack20 Joe Black

Historia de vida que busca exponer la fuerte presión y las exigencias que sufren la mayoría de adolescentes en la actualidad, por parte de la familia, amigos y su entorno en general; las cuales les impide gozar de autonomía y buscarse a sí mismos en esta importante etapa, ya que influyen sustancialmente en sus tomas de decisiones, estresándolos y obligándolos a adquirir nuevos comportamientos para la creación de una nueva personalidad.


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Mil ojos

En el poco tiempo que llevo de vida, me he sentido bajo constante presión. Un millar de ojos vigilando y acosándome. Demasiadas personas proyectaron sus expectativas y una lista interminable de buenas virtudes sobre mí, esperando que actúe de la forma "correcta".


Cuando era pequeño, mis padres desearon un joven ejemplar, un hijo ejemplar. Mi padre quiso que llegara a ser mejor que él, en lo que respecta a la moral, aunque no lo admitiera; algo que no me fue difícil. Siempre ha sido muy duro y estricto en esa parte, lo cual en algún momento me llevó a alejarme de él, todo se salió de control. Aplicó sus métodos, pero ya les digo que ninguno funcionó.


Mi madre, por su parte, se creó la expectativa de tener como hijo a una persona con un asombroso desempeño académico y profesional, el cual me permitiría llegar lejos. Al inicio, me resultaba interesante para mí el hecho de ser aplaudido y felicitado por mis buenas notas. Pero nunca es suficiente, ¿verdad? Mi madre cada vez exigía más y más.


Mis padres frecuentemente intentaron sembrar en mí una personalidad sumisa, lo cual lograron durante mi infancia y niñez. Para ese entonces, mi único objetivo en la vida era satisfacerlos: cumplir con sus órdenes y pensar igual que ellos, sin tener derecho a opinar. Recuerdo que cuando tenía poquísima edad, ellos en una conversación formal determinaron que apenas terminara mi secundaria, debería abandonar mi pueblo.


Llegó un tiempo en el que dejé de ser el chico que ellos deseaban. No sé qué ocurrió, no sé qué cambió. De un momento a otro empecé a cuestionar mi superficial felicidad, me pregunté si era ello lo que en realidad quería para mi vida y nunca tuve una respuesta concreta hasta los 14 años. No quería cumplir algo que ellos, mis padres, no habían logrado.


Dejé de ser el engreído de los profesores, lo cual me llevó a otro problema muy grave. A lo largo de mi etapa escolar, me había ganado la confianza de cada uno de ellos, y no supe si fueron mis buenas calificaciones o cualidades las que llamaron su atención. Y cuando cambié, simplemente no dejaron de cuestionarse por qué había cambiado de rumbo. En vez de preguntarme, apoyarme o guiarme, solo me dieron la espalda. Al final concluí que solo atendían a mi desempeño escolar; un grave error en los sistemas educativos para transformar a un ser humano en persona. Como era de esperarse, llegaron las críticas.


Mi madre, a pesar de ser la más exigente, al final comprendió. Mi padre no, él prefirió escuchar la voz de los maestros, confiar en ellos y sancionarme por cada decisión tomada. No quería resaltar, ni ser recordado por mis calificaciones, sino por lo que yo llevaba en mi interior y la forma en como lo dejaba salir de mí.


Hubo un cierto momento en mi vida, en el que logré expandir mi círculo social, fue un incremento exponencial. Lejos de las sanciones de mi padre y las críticas de mis profesores, alcancé cierta popularidad por mi simpatía y gozaba de una felicidad momentánea. Ahora resaltaba por ser una buena persona. También, me acerqué al catolicismo y fortalecí mi fe, con ayuda de un profesor, quien era alguien cercano y pudo comprenderme.


El tener nuevos y muchos amigos fue muy raro, no sabía cómo lidiar con ese ambiente. También, tenía personas que no querían ser mis amigos, si es que saben a lo que me refiero. Es así como descubrí que las personas suelen creer que tienen el derecho de juzgarte sin apenas conocerte y sin la necesidad de que hayas cometido alguna acción deshonrosa; la gente saca conclusiones erróneas y peor aún, las divulga. Pero no me enfoqué tanto en ello, supuse que era algo que debía suceder en cualquier momento dentro del ámbito social de mi vida.


Luego coloqué mis ojos en una chica muy curiosa, una chica que se enamoró de mí por lo que yo era. El oficializar mi relación fue una decisión muy apresurada. Vinieron a nosotros muchas dudas e inseguridades, lo cual no supimos manejar en ese instante. Como habrán deducido, mi vida había cambiado por completo. Estaba viviendo nuevas experiencias, que era exactamente lo que quería en aquella etapa.


Hubo amigos que no dudaron en atacarme por mi nueva relación y por los problemas que había en ella. Malinterpretaban totalmente cada movimiento que realizaba. Todos creían tener la capacidad de decirme lo que debía hacer, manipulaban mis decisiones, en especial, mis maestros, quienes no dudaron en reclamarme por empezar una relación sentimental, pensaron que eso retrasaría aún más mi desempeño académico.


Aprendí que en esta sociedad abundaba la hipocresía, personas de largas sonrisas con malas intenciones. Me sentí presionado nuevamente. Me vi obligado a cambiar. Dejé de ser esa persona calmada que siempre había sido, para ser una persona de acciones y así callar esas voces que tanto me juzgaban. Al fin pude observar la otra cara de la moneda, el lado oscuro de la vida, un lado que los más jóvenes aún no podíamos percibir.


Tuve que poner límites en mi vida social y aprender a controlar mis acciones y emociones. Dialogué mucho con mi pareja para lograr que entendiera lo que nos estaba sucediendo. Ella permitía que cualquier asunto, tema o problema propio de la relación, fuera de conocimiento ajeno. Empezaba a rogar porque mi privacidad me fuera devuelta.


Dejé atrás esa persona insegura que tanto me jodió. Opté por una gran confianza en mí mismo, hasta alcanzar la egolatría. Como no podía callar u opacar los juicios y prejuicios, entonces decidí solo ignorarlos y que el tiempo los alejara de mí.


Aprendí a no confiar en cada persona que se me cruzara, por más que lo quisiera. Debía escoger bien a las personas que formarían parte de mi nuevo entorno. Aprendí a expresarme, a pensar mil veces las cosas antes de hacerlas, aprendí a escabullirme por los pasillos de la escuela sin llamar tanto la atención. Terminé mi secundaria después de una gran cantidad de problemas que no ocasioné. Me alejé de las personas, y muchas de aquellas que eran buenas, pagaron lo mismo que el resto, en verdad lamento haberlos perdido en el proceso.


Empecé a estudiar en la universidad, no por obligación, solo quería alejarme y tener un mejor futuro. Tenía miedo, pero estaba seguro de que esta nueva etapa se trataría de una gran aventura. Cabe aclarar que mi intención nunca fue olvidar mi pasado, ni mucho menos dejar atrás la esencia de mi persona.


Mi padre después de tanto diálogo pudo aceptar mis cambios, pero igual siguió siendo duro con sus palabras. Mi antigua pareja no quiso cooperar con la relación, al parecer le atraían los problemas; tuve que terminarla.


Nada de esto hubiera ocurrido, si tan solo no hubiera cambiado desde un principio. Hubiera dejado mi vida en manos de los demás, forzándome a ser quién ellos querían que fuera. Tal vez no debí involucrarme en asuntos que de seguro nunca fueron hechos para mí. Es más, al no tener tantas personas en mi vida, hubiera pasado desapercibido, como uno más del montón, lo cual me hubiera dado la vida tranquila que siempre deseé, y alguna vez tuve.


Es como si en algún momento, les hubiera dado el consentimiento de interferir en mi vida, estar al tanto de cada una de mis decisiones, criticar y sentenciarme por ellas. Tuve que cargar mucha presión en mis hombros, ¿saben? Lo intenté, di todo de mí, pero fue muy difícil amar y satisfacer a todos. No soy perfecto, tengo defectos porque soy humano, igual a ellos e igual a ustedes.


Hasta la actualidad arrastro conmigo esos problemas, que incluso me causaron muchos más, sobre todo psicológicos. No obstante, estoy completamente seguro de que aprenderé a lidiar con ellos. Solo quiero que recuerden esto: si bien es cierto, no tomé el camino más corto ni el más fácil, pero gracias a ello, mi vida no está en las manos de alguien más. No dejen que nadie interfiera en sus caminos y les diga quién se supone que deben ser.

10 de Maio de 2020 às 05:38 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Joe Black Joven universitario, realista y perfeccionista. Con expectativas sobre la vida humana, atento a cada detalle. Toda opinión/crítica será bien recibida, ya que permitirá que mejore considerablemente mi desempeño literario. Sígueme como: @joeblack_autor

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