fepereyra Federico Pereyra

Geilfor, un joven aspirante a héroe de un pequeño pueblo rural, ha logrado lo que muchos han soñado, ser aceptado en Garra de fénix, uno de los gremios de cazarecompensas mas prestigiosos de todo el continente de Fiarala. En su primer misión, Geilfor, deberá verselas con un grupo de no muertos que asolan las montañas de Altrum, pero los seres reanimados parecen ser síntomas de algo mas grande.


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El alzamiento

Geilfor estaba nervioso, era su primer misión como miembro oficial del gremio Garra de Fénix y había sido emparejado con dos grandes leyendas del mismo, Estio y Dulia, ambos veteranos con más de cien misiones cumplidas. Estio, conocido en el mundo de los mercenarios como el Oso Ardiente, era enorme, medía dos metros y su cuerpo era una masa de músculos, claramente se veía de dónde había salido su apodo. Dulia era una joven hechicera, Geilfor no le daba más de treinta inviernos, de cabello negro como la noche con mechones rojos, tan típico de los magos jóvenes.

Por alguna razón cuando sus compañeros del gremio se enteraron que iría en una misión con ellos se rieron muchísimo y le desearon mucha suerte, el tono en que se lo dijeron dejaba entrever que sabían algo que él no, algo malo.


Habían transcurrido casi cinco horas de viaje a lomo de caballo, las cuales para el joven soldado fueron cinco malditas horas en completo silencio, sus superiores parecían ignorarlo completamente. Geilfor pensó que quizás lo veían como una carga, casi no tenía experiencia y era muy joven.

Cansado de aquel silencio reunió el valor para hablar, pero fue interrumpido por la voz grave de Estio.

ㅡ Enano, esta es tu primer misión oficial ¿verdad? ㅡ

El novato asintió.

ㅡ Te ves nervioso, no lo estes son solo zombis y puede que algún esqueleto ambulante. Llegamos matamos a todo lo que apeste y nos vamos, simpleㅡ

ㅡ ¿Zombis? ㅡ Dijo el joven preocupado.

ㅡ Si, zombis. ¿Acaso no leíste el anuncio? ㅡ

Geilfor negó con la cabeza

ㅡ Nustro, solo me mando con ustedesㅡ

ㅡ Siempre lo mismo, el viejo idiota nos manda carne tierna e ignoranteㅡ Dulia se había unido a la conversación, a la vez que buscaba algo en sus bolsillos.

ㅡ Aquí está ㅡ Sacó una hoja de pergamino y lo leyó.


Informe de la misión

Localización: Altrum

Los líderes del pueblo de Altrum, ubicado en las Montañas Brumosas, nos informan que el lugar se encuentra asolado por una horda de no muertos, quienes matan y secuestran a los pobladores. Se nos pide que acabemos con los no muertos e investiguemos su origen, para luego informar a la guardia del reino.

Clasificación: Misión nivel 3.

Tipo: Limpieza e investigación.

Comentarios: Ninguno.

Recompensa: 7500 draquios.


ㅡ¿Ves? Ahora sabes que está pasando y posiblemente no te muerasㅡ Le dijo la hechicera mientras sacudía frente a él el pergamino.

ㅡNo, tienes porque preocuparte mientras no te muerdan. Si te muerden date por muerto porque iré a por tiㅡ le dijo Estio.

Geilfor solo pudo asentir pensando que si lo intentaban calmar no eran muy buenos en ello.

ㅡ Enano ㅡ Geilfor resoplóㅡ ¿Qué hiciste para entrar al gremio? ㅡ

ㅡ Di caza a una quimera albina que atacó una pequeña aldea cerca de mi puebloㅡ

ㅡ¿Solamente eso? Que bajo hemos caidoㅡ

ㅡ Lo hice a mano limpia, la maldita estaba hechizada y era inmune a cualquier arma ㅡ dijo el novato bastante enojado.

ㅡ Ahora si hablamos de proezas, realmente te ganaste tu lugar aquí, enano. Todavía recuerdo la primera vez que me enfrente a una bestia a mano descubiertaㅡ dijo pensativo el veterano guerrero

ㅡ Aquí vamos de nuevoㅡ Dulia puso los ojos en blanco.

ㅡ Tenía quince años, así que era más joven que tú, pero no te preocupes no todos son maravillosos guerreros como yoㅡ La maga volvió a dar vuelta los ojos y eructo ㅡ Caía la noche en mi pueblo, todo estaba tranquilo hasta que un poderoso aullido se escuchó en el bosque. Cuando todos miramos hacía allí vimos que de entre los árboles salía corriendo a gran velocidad un enorme wargo negro, todos huyeron despavoridos pero no yo ㅡ El chico lo escuchaba atentamente ㅡ Sabía que era inútil ocultarse, esa abominación con su tamaño podría echar abajo cualquier casa, así que tome un leño que estaba cerca y cuando el negro lobo estuvo al alcance lo estrelle contra su cráneoㅡ Geilfor hizo una exclamación de asombroㅡ y me trence en batalla con él. El muy bastardo me mordió y arañó pero estos músculos son letales así que logré romperle el cuello con una poderosa llaveㅡ El joven aplaude asombrado por tal proeza.

ㅡ Te mostraría las heridas que me hizo, pero estamos a caballo así que tendrás que esperarㅡ

ㅡ ¡No! No te atrevas a desnudarte maldito idiota, nadie quiere ver o volver a ver tu traseroㅡ Vociferó Dulia. Geilfor se río.

ㅡ Eres una aburrida, tienes envidia de mis habilidades físicas. Tu solo te dedicas a leer tu estúpido libroㅡ

ㅡ Veremos que tan estúpido es mi libro cuando te congele esa cabeza vacía que tienesㅡ

La pelea duró hasta el anochecer, cuando debido a la oscuridad se vieron obligados a desmontar y a preparar el campamento.


El ambiente se había calmado y todos estaban reunidos tranquilamente junto al fuego, hablando de sus viejas hazañas. Todo transcurría normalmente y se aprestaban a comer cuando de entre de los arbustos salió un enorme oso rúnico. La gran bestia de pelaje negro y luminosos ojos verdes se abalanzó sobre el grupo, Geilfor quien estaba más cerca del animal y tenía a mano su espada se lanzó precisamente contra su oponente con un rápido corte y se enredó en combate con aquel urso mágico.

Zarpazos y estocadas iban y venían, el novato apenas podía contener al atacante y no estaba recibiendo ayuda de sus compañeros, con un veloz movimiento logró separarse del oso y vio que nuevamente Dulia y Estio se trenzaban en batalla. El nuevo motivo de la pelea era el vegetarianismo de la hechicera, quien había cocido al fuego varios vegetales recibiendo de su compañero las siguientes palabras.

ㅡ No vives de ensalada ㅡ

Recibiendo así un puñetazo en el rostro que lo lanzó del tronco en el cual estaba sentado.

Geilfor no podía creer aquello pero no tenía tiempo para pensar en ello, tenía un problema mayor entre manos, el oso lo había arrinconado contra un árbol y no tenía escapatoria, pero para su suerte su adversario se levantó en sus patas traseras gruñendo potentemente lo cual fue aprovechado por el chico para abrir de lado a lado el vientre del oso, cubriendose casi por completo de sangre.

ㅡ ¿Qué rayos te paso? ㅡ Le dijo Dulia cuando se acercó nuevamente al fuego.

ㅡ ¿Es en serio? Casi muero por sus estupideces ㅡ

ㅡ Pero todo salió bien, sabíamos que estarías a salvoㅡ Se unió Estio a la conversación ㅡ ¿A todo esto que paso? ㅡ

Geilfor refunfuño y simplemente se sentó junto al fuego a comer un trozo de carne.

ㅡ Hijos de puta ㅡ Dijo por lo bajo

A la mañana siguiente madrugaron para tratar de llegar al anochecer a su destino, y evitar tener que acampar en campo abierto. Estio a regañadientes asintió, no era de su agrado levantarse a primera hora, sobre todo luego de una noche de bebida.


Al mediodía tuvieron que hacer una parada inesperada, se vieron detenidos por un corte del camino. Un carromato se atravesaba por este impidiendo el paso a los viajeros, además estaba flanqueado por al menos una docena de hombres armados y con malas pintas, que rápidamente los rodearon.

ㅡ Señores y señora ㅡ Dijo haciendo una reverencia quien parecía ser el líder de aquellos hombres ㅡ Para poder continuar su viaje deben de pagar peaje ㅡ

ㅡ ¿Peaje? Aquí no hay que pagar nada, cabeza hueca. Esta ruta es pública así que quita tu cara de rata y tu maldito carro del camino o juro que te meteré esa estúpida espada que llevas por el trasero ㅡ Le contestó iracundo el Oso Ardiente.

ㅡ Señor, debe entender de que aquí hay muchos bandidos esto paga la protección de aquellos quienes viajan por la zona ㅡ Replicó el hombre con bastante disgusto.

ㅡ Esta es la única protección que necesito, imbécil ㅡ Estio esgrimió su enorme mandoble sobre su cabeza, él cual había estallado en llamas.

El ratero con cara de rata desenvaino su cimitarra y se dispuso a atacar al hombre que tenía enfrente, pero este le dio un puntapié en el rostro que lo lanzó contra el piso. El resto de los ladrones intentó atacar, Geilfor salto de su caballo con escudo y espada en mano y se enfrentó a varios hombres. Mientras tanto Dulia buscaba, calmadamente, algo en su libro, al mismo tiempo que su caballo daba coces a quienes se acercaran.

Finalmente la hechicera encontró lo que buscaba, susurro unas líneas escritas en su grimorio y de este salieron despedidas multitud de pequeñas esferas azules que se abalanzaron contra los bandidos congelándolos en el acto.

ㅡ¿Qué? ㅡ Dijo Dulia cuando sus compañeros la miraron desconcertados ㅡ Demoraban demasiado, tenemos trabajo que hacerㅡ

ㅡ ¡Nos has quitado la diversión! ㅡ Corearon Geilfor y Estio.

ㅡ Son unos niños llorones, callense y muevan el maldito carro antes de que cumpla añosㅡ

Antes de abrir nuevamente el paso los aventureros revisaron los bultos que llevaban los bandidos en busca de cualquier pertrecho útil o monedas. Geilfor mientras revisaba los bolsillos de una de sus víctimas sin cabeza encontró un viejo amuleto de cobre. Un collar con una fina cadena que terminaba en un dije del tamaño de un pulgar y que tenía grabado el símbolo de los dioses oscuros. El objeto le causó curiosidad así que lo guardó en su bolsillo para luego olvidarse de él.

El veterano movió con sus propias manos el carro y continuaron el viaje sin ningún otro altercado.


Llegaron a Altrum ya caída la noche, y para su sorpresa no encontraron a nadie en el pueblo, por lo que comenzaron a recorrerlo a lomos de sus caballos para encontrar alguna pista de la localización de los aldeanos. Deambularon varios minutos hasta que avistaron la luz de varias antorchas sobre las montañas que se elevaban detrás del pueblo, espolearon sus monturas y prestos se dirigieron hacia aquel lugar.

A medida que se acercaban al lugar comenzaron a escuchar cada vez con mayor claridad el tronar de varios tambores al que se le unían instrumentos de cuerdas y cuernos, a la vez que una voz femenina cantaba en un lenguaje desconocido para el grupo.

Al llegar vieron a un grupo de unas cincuenta personas reunidas en círculo frente a una enorme tarima hecha de troncos y yesca donde yacían varios cuerpos sin vida. Entre la multitud destacaban los músicos que habían escuchado a lo lejos, frente a ellos estaba la mujer que cantaba. Vestía una larga túnica marrón y sobre la cabeza un tocado con una enorme cornamenta del cual brotaban infinidad de flecos de cuero, que cubrían sus ojos, dejando tan solo a la vista una boca con labios negros que se abría para proferir los graves y extraños cánticos.

ㅡ Ah, qué afortunados somos, son los ritos funerarios de los aërhir es muy raro verlos. Están purificando a sus muertos para evitar que revivan y no puedan ir a los salones del Beurnㅡ Les contó Dulia sobre lo que estaban viendo.

Desmontaron y se quedaron viendo la escena.

La mujer con la cornamenta era una sacerdotisa, y lo que cantaban era un antiguo himno para que las almas de los muertos dejaran este mundo y viajarán hacia los Salones de Beurn, donde descansaran hasta el día en que sean llamados por los dioses para combatir a la oscuridad. A medida que cantaba se le unieron dos hombres, ambos vestían pieles de oso y llevaban pintada la cara, cantaron con una voz muy grave y cuando terminaron ambos alzaron una antorcha sobre su cabeza y profiriendo un rugido las lanzaron sobre los cuerpos de los difuntos, que ardieron con gran rapidez.


Más tarde esa noche los héroes se reunirían con Balug, la sacerdotisa que había precedido el funeral, quien los agasajo con un banquete de carne de ciervo, buey y multitud de frutas y verduras. Allí les contó lo que estaba sucediendo en el pueblo, pasada la medianoche el suelo repiqueteaba y temblaba al ritmo de cientos de cadáveres reanimados por alguna oscura fuerza. Mutilaban y asesinaban a diestra y siniestra, algunas veces secuestraban a algunas personas y no se volvían a saber de ellas hasta que aparecían caminando junto a la horda de muertos. Por esta razón debían de trancar las puertas de los edificios, les dijo mientras señalaba las puertas del gran salón donde se hallaban, las cuales estaban atravesadas por dos enormes vigas de sólida madera remachada.

Las palabras de Balug parecieron proféticas a los ojos de los aventureros, pues apenas pasados unos minutos de la medianoche el suelo comenzó a temblar, las arañas que colgaban del techo de madera comenzaron a danzar frenéticamente, la vajilla se deslizó torpemente por las mesas para encontrar su fin en el frío suelo de piedra y provocando la ira de Estio, junto a los platos cayó su cerdo glaseado.

ㅡ Abran las malditas puertas, esto no va a quedar así ㅡ Vociferó rojo de ira el guerrero ㅡ Malditos sacos de huesos, pateare sus duros traseros devuelta a la tumba, nadie se mete con mi comida ㅡ

Los guardias quedaron desconcertados ante tales gritos, que no supieron qué hacer, pero la visión de un Estio rabioso blandiendo una espada llameante les dio razones para tratar de abrir la puerta, cosa que no llegar a hacer porque la edificación de madera se sacudió por completo, como si una ola de muerte hubiese chocado contra ella, provocando que la puerta se saliera de los goznes dejando ver una tenebrosa visión de podredumbre.

La hidromiel ya le había nublado la mente por completo a Estio que se lanzó velozmente hacía los brazos de los muertos blandiendo a Espíritu Ardiente totalmente envuelta en llamas, sin mucho más que hacer sus compañeros se unieron a la batalla al igual que los guardias.

Cabezas, brazos y piernas volaban por los aires al ser cercenadas de los cuerpos sin vida pero esto no los detenía, aún sin miembros los cadáveres reanimados continuaban moviéndose y atacando, y a pesar de que lograran eliminar a uno cualquier muerto en batalla a los pocos minutos volvía a la vida convertido en un ser sin inteligencia que era controlado por la oscura voluntad de algún nigromante, que actuaba tras bambalinas.

Para tratar de obtener una ventaja ante las grandes huestes que los acosaban Dulia decidió subir a un tejado para preparar un hechizo, la escoltaron dos guardias pues los hechiceros son vulnerables mientras preparan sus sortilegios. Con una calma jamás vista en una situación como esta, que no hizo más que molestar a sus escoltas, la hechicera rebusco en su morral y sacó de él, una pequeña pluma dorada, un vial con un espeso líquido carmesí, lo que parecían ser piedras de carbón y un cuenco que tenía el tamaño de su mano. Metió todo en el recipiente y lo mezclo todo con un mortero, tomó su libro y pasó las páginas, con total indiferencia a lo que sucedía a su alrededor, hasta que encontró la que buscaba. Dentro de esta estaba el hechizo titulado “Llamas de fénix” la joven comenzó a recitar el hechizo y luego de unos segundos la extraña mezcla comenzó a lanzar chispas y cuando terminó el encantamiento del recipiente brotó una columna de llamas amarillas que se alzó cuatro metros sobre las cabezas de los presentes y que al llegar a su altura máxima se dividió en cinco chorros que tomaron la forma de pájaros ardientes, estos se lanzaron sobre los no muertos incendiandolos. Rápidamente el fuego se propagó entre los esqueletos y zombis mermando con gran velocidad sus números y facilitando así la tarea de los soldados de a pie.

En la otra punta del poblado Geilfor se hallaba combatiendo cerca de las afueras del pueblo contra un enorme despojo, un ser creado por las artes nigrománticas compuesto de múltiples cadáveres, el que combatía el chico tenía forma antropoide pero tenía cinco brazos y su pecho estaba cubierto de rostros que gimoteaba y sollozaban cuando la bestia se movía o que trataba de golpear a su oponente pero gracias a la agilidad del novato sus puñetazos aterrizaron en la tierra.

El joven guerrero hizo gala de su pequeño tamaño el cual le daba la ventaja sobre el enorme tamaño y lentitud del despojo, quien no podía golpearlo. Con gran destreza y velocidad logró cortar tres de los brazos de la criatura, lo cual pareció enfuerecerla y haciéndola vomitar sobre Geilfor una asquerosa inmundicia de bilis, pus y restos putrefactos.

ㅡ ¿Que demonios? ¿Porque siempre termino cubierto de porquerías? ㅡ Exclamó el chico mientras se quitaba del rostro el rojo líquido.

El despojo golpeó el suelo con sus brazos, como si fuera un gorila, y arremetió contra su oponente, quien tuvo que rodar por el suelo para no ser aplastado, pero aprovecho la oportunidad para cercenar una de las piernas del no muerto. Este quedó completamente expuesto al no poder levantarse lo que dio la oportunidad a Geilfor de terminar de cortar las extremidades del monstruo y la cabeza principal, dejando a la criatura completamente fuera de combate, a pesar de que los rostros en su cuerpo seguían llorando.

Las huestes de no muertos ya habían mermado gravemente por lo que el joven guerrero decidió volver a reunirse con sus camaradas en el Salón Central para realizar una buena defensa del pueblo, pero cuando se dirigía hacía allí se percató que una nueva horda bajaba de una cueva en un lateral de la montaña.

Al encontrarse con Dulia y Estio les informó lo que había visto, deliberaron que hacer por unos minutos y luego de preparar una defensa para el pueblo junto a los guardias tomaron tres caballos y montaron hacía la nueva marea de muerte para tratar de detener los ataques, puesto que pensaban que si los muertos llegaban desde allí era posible que el nigromante estuviera en la cueva moviendo los hilos desde las sombras.

Cabalgaron entre esqueletos, zombis y toda clase de creaciones nigrománticas y a medida que con sus armas cercenaban extremidades o decapitaban a los muertos se salpicaban de sangre fresca y sangre coagulada tiñendo así sus ropas de carmesí. Docenas de seres revividos caían bajo los cascos de los caballos y eran aplastados por estos dejando tras de sí un horrible crujido. Más de cien zombis habían caído a mano de los aventureros y sus monturas cuando llegaron a la entrada de la cueva.

Dulia creó una pequeña esfera de luz azul para iluminar su camino y se adentraron en las profundidades rocosas de las Montañas Brumosas. La húmeda cueva estaba cubierta de restos de cuerpos tanto humanos como de animales, además las ratas mas grandes que Geilfor había visto en su vida correteaban entre los desechos, mordisqueando vorazmente la poca carne que quedaba en los huesos.

ㅡ Que asco ¿Como alguien puede vivir así? ㅡ Dijo Dulia

ㅡ Los nigromantes viven de la muerte y la podredumbre, eso cuando están vivos. Los vapores nauseabundos son el aire que respiran y su alimento es la fuerza vital de sus víctimasㅡ Le respondió Estio.

ㅡ No parecen estar preocupados por estar entrando en la guarida de un nigromanteㅡ Señaló el más joven del grupo.

ㅡ En un ambiente tan cerrado tenemos la ventaja, no son buenos en el combate físico por eso se apoyan en sus súbditosㅡ Respondió el guerrero ㅡ Además los hechizos que puede usar requieren concentración algo muy escaso si te atacan tres personasㅡ Agregó Dulia.

A medida que la profundidad aumentaba el olor a descomposición lo hacía de igual manera, al grado de ser casi insoportable, cuando ya era tan fuerte que los aventureros estaban al borde del vomito una ráfaga de aire fresco evitó que se despojaran de su cena. Habían llegado a una cavidad circular de unos seis metros de diámetro y casi cinco de alto. Estaba tenuemente iluminada por unas antorchas cuyas llamas flameaban sin emitir humo alguno, en el centro había un pequeño altar con un cadáver e inclinado sobre él una figura encapuchada.

Al percatarse de los recién llegados la figura levantó la cabeza para observarlos y se quitó la capucha, dejando al descubierto una cabeza de toro en avanzado estado de descomposición.

ㅡ Ah, las visitas. Mis niños me contaron que se dirigian hacia aquí, pero no me avisaron que habían figures tan ilustres entre ustedes. Como lo es el asesino de mi hermanoㅡ La figura habló con voz grave y extraña mientras dirigía la mirada hacia Estio.

ㅡ Grimmbull ㅡ Masculló el veterano ㅡ Pensé que a esta altura ya estarías muerto, o al menos más muerto de lo que estas. Además tu hermano no esta muerto y lo sabes, tuvo un destino mucho peor ㅡ Dijo a la vez que acariciaba su espada.

ㅡ ¡Idiota! ¿Como te atreves a burlarte de de Firdem? ㅡ A la vez que hablaba lanzó una bola de energía que fue desviada por la espada de Estio.

ㅡ Deberías de tener más cuidado, odiaría que le hicieras daño a tu hermano y que ya no pudiera usar sus poderes para patearte el traseroㅡ Se burló el guerrero.

Grimmbull bufó y una rafaga de aire nauseabundo salió de sus fosas nasales.

ㅡ ¿Te atreves a sellar a mi hermano y a esclavizarlo? Van a morir aquí y ahoraㅡ. Con un movimiento de manos hizo que el cadáver sobre el altar se alzara al igual que varios que se hallaban por toda la sala y que arremetieran velozmente contra los guerreros del gremio.

ㅡ Esto se está volviendo repetitivo ¿No creen? ㅡ Les hablo Geilfor a sus compañeros ㅡ Espero no volver a terminar cubierto de porqueríaㅡ Término mientras aplastaba la cabeza de un zombi contra los fríos muros de la cueva.

Estio ignoró a los muertos vivientes y fue directo al encuentro con el nigromante, quien le lanzaba proyectiles mágicos que esquivaba con ayuda de su mandoble Sopor del Piromante. Cuando lo tuvo a la distancia de golpe blandió su espada ardiente con gran fuerza y la dirigió hacía el torso del minotauro, quien evitó el golpe al quebrar su columna en un ángulo de 90 grados, algo que jamás podría hacer un ser vivo. Como impulsado por un resorte invisible el cuerpo del mago volvió a su posición original y aprovechando el impulso que tenía trato de alcanzar el rostro de su oponente quien lo esquivo al lanzarse hacia un lado. La carcomida mano impactó contra una roca la cual se desintegró donde había sido golpeada.

ㅡ Has mejorado tus habilidades ㅡ Le comentó a su oponente, tratando de disimular su sorpresa ante aquel poder.

ㅡ Los dioses oscuros me han bendecido con nuevos poderes, ahora les sirvo a ellos y ellos me sirven a mi. Con cada luna que pasa me vuelvo más fuerte pero aún falta algo, algo cuya magia puedo oler en este mismo lugarㅡ Grimmbull olisqueaba el aire en busca de un poderoso objeto, el cual le había sido arrebatado a sus señores hace mucho tiempo.

Las palabras del nigromante resonaron en la mente de Geilfor ¿Podría ser que el amuleto que obtuvo durante la pelea con los asaltantes fuera lo que buscaba el minotauro? Era posible, tenía un aspecto muy antiguo y era de un metal muy utilizado en la hechicería ligada a los dioses oscuros, además llevaba grabado el símbolo de Uhnic, el dios muerto.

Como si pudiera leerle la mente el nigromante posó la vista sobre el chico y sonrió.

ㅡ ¿Acaso lo tienes tu, cachorro de humano? Entregame el amuleto y podrás salir de aquí todavía con tu primer vida ㅡ

Geilfor apretó contra su cuerpo el amuleto, que se encontraba en uno de sus bolsillos y levantó su espada para hacerle frente al nigromante que se acercaba cada vez más y sin ninguna duda. El chico había retrocedido un poco ante la enorme masa de músculos muertos que se le venía encima, pero no pudo mas y quedo atrapado entre las paredes de roca y el nigromante.

Lentamente la mano del minotauro se acercaba a su rostro, sabía lo que pasaría si era tocado por los dedos del enemigo por lo que trató de apuñalarlo con su espada. Grimmbull sonrío cuando la hoja de acero lo atravesó sin problemas y dejó que se hundiera cada vez más a medida que se movía para capturar a su presa. Geilfor se paralizó cuando los dedos agusanados estaban apenas a unos centímetros, su olor era insoportable, una mezcla de cadáver viejo y establo sucio.

En el instante que el nigromante iba a matar al más joven del trío de aventureros una bola de fuego se lo impidió, Dulia había logrado zafarse de sus perseguidores no muertos y lanzar un hechizo hacía el controlador de estos.

Grimmbull chillo y con una rápida y fuerte exhalación extinguió las llamas de su brazo, para luego mirar con completo desprecio a la hechicera.

ㅡ Tus lastimosos prodigios son incapaces de herirme, humana. Vas a tener que hacerlo mejor ㅡ El nigromante dejó de lado a Geilfor para ir por la hechicera que preparaba un nuevo conjuro.

Mientras el minotauro caminaba con el desequilibrado y pesado paso tan característico de los no muertos su cabeza temblaba y se sacudía de una manera muy extraña y antinatural, esto fue aprovechado por Estio quien se lanzó con el mandoble cubierto en llamas en busca de la cabeza del nigromante.

El guerrero daba un paso y luego otro y otro, el hechicero no parecía percatarse del peligro que se le acercaba, seguía en aquel extraño estado sin parecer al tanto de lo que lo rodeaba, pero en el último instante antes del impacto de la hoja de espada la boca del minotauro se abrió de par en par y desde sus mismísimas entrañas una poderosa bruma verde salió a gran velocidad e impactando contra todos los presentes y lanzándolos por los aires.

El brillante vaho verde se comenzó a dividir en varias finas hebras de niebla que lentamente fueron tomando la forma de figuras humanoides de todas las formas y tamaños.

Dulia se paralizo al ver a aquellas figuras, rápidamente fue capaz de descubrir que eran y la respuesta no era para nada agradable.

ㅡ A..A...Almas ㅡ Tartamudeo la hechicera ㅡ ¿Como puedes hacer algo tan horrible? ㅡ

Bullgrim sonrió

ㅡ Son solo humanos, no tienen importancia. En vida son débiles pero en la muerte todas las ataduras que los sometían se rompen y pueden usar todo su potencial. Por supuesto que con algo de ayuda de un nigromante, es algo que me han enseñado mis nuevos señores ㅡ

El minotauro hizo una breve pausa y con sus ojos rojos observó cómo las almas que había subyugado sometían a sus oponentes, quienes a pesar de resistirse con todas sus fuerzas nada podían hacer ante la sobrenatural fuerza de sus captores. Finalmente los pequeños ojos del hechicero se posaron en el más joven del grupo. Los ojos de Grimmbull, a pesar de estar muertos, tenían un brillo casi lujurioso que denotaba su enorme deseo por lo que se escondía en los bolsillos de Geilfor, su boleto para trascender la existencia. Regodeándose en su victoria el hechicero caminó lentamente hacía el joven, parecía disfrutar cada paso como si fuera lo más delicioso del mundo y se deleitaba con el sonido de sus pezuñas sobre la roca negra. Finalmente tuvo a Geilfor frente a su rostro, con un suave ademán el espíritu que lo sometía se desvaneció y el bovino ser levantó por el cuello al humano.

ㅡ Realmente no sabes lo que llevas aquíㅡ Dijo mientras quitaba el amuleto del bolsillo ㅡ Esta pequeña baratija de cobre encierra el poder que les fue arrebatado a los dioses oscuros por los dioses del día. Dime pequeño humano ¿Que harías con tanto poder? ¿Acaso vivirás como un rey? ¿Quizás buscarías el amor verdadero? Posiblemente sucumbirías a los deseos mas carnales y someterias a los más débiles a tu voluntad, eso es lo que haría cualquier humano ㅡ El minotauro bufó ㅡ Yo por mi parte sometería a la vida y a la muerte para convertirme en señor del todo. Borraría todo pecado de todo ser al someterlos a mis designios, millones de seres y una única voluntad, la míaㅡ .

El soliloquio se vio bruscamente interrumpido por una ola de energía que aventó al suelo al locutor.

ㅡ ¡Perra! ㅡ Exclamó furioso el pútrido ser a la vez que de sus manos brotaban brillantes y blancos rayos que impactaron en el brazo izquierdo de la hechicera, quien gracias a algún sortilegio logró escapar del alma que la estaba sometiendo. El brazo se carbonizo apenas el primer rayo tocó la bronceada piel de Dulia provocando que el muñon que había quedado rociara enormes cantidades de sangre y que la hechicera estallará en frenéticos gritos.

A pesar del impacto que les causó la mutilación de su compañera tanto Geilfor como Estio pudieron sobreponerse y aprovecharon el momento de distracción de su oponente. Aunaron fuerzas para derrotar al nigromante. El más jóven del grupo empujo a Grimmbull con todas sus fuerzas en dirección al veterano guerrero quien, con su mandoble, lo empaló al suelo. El minotauro comenzó a retorcerse de dolor y su cuerpo estalló en llamas.

ㅡ Dale las gracias a tu hermano y a sus llamas mágicas ㅡ Dijo Estio luego de escupir al cadáver calcinado del cual se desprendía un humo verdoso.

ㅡ ¿No volverá a levantarse? ㅡ Pregunto el chico

ㅡ No, Sopor del Piromante es una espada mágica capaz de absorber la magia, por lo que no se podrá regenerar. Además esas llamas no son normales, dentro de la espada se encuentra sellado el hermano de Grimmbull, gran piromante y aún mayor maníaco homicida. Gracias a mi espada soy capaz de infundir la hoja con su magia y él era capaz de crear llamas que lo abrazaban todo, así que ningún sortilegio que fuera capaz de hacer Grimmbull podrá evitar que se quemeㅡ

Geilfor asintió y ambos fueron a atender las heridas de su compañera que se hallaba inconsciente. Lograron parar el sangrado con algunas vendas y un torniquete, del resto tendrían que encargarse los médicos de Altrum.


Allí pasaron varias noches en vela siguiendo el estado de Dulia, quien había sido acosada con graves fiebres. Finalmente Geilfor dejó a sus dos compañeros ya que alguien debía de informar al gremio de lo sucedido, además sentía una gran curiosidad por el amuleto y estaba seguro que el anciano Nustro, el líder del gremio podía saber algo de él o al menos sabría donde buscar información.

17 de Dezembro de 2019 às 01:26 0 Denunciar Insira Seguir história
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Conheça o autor

Federico Pereyra Soy un estudiante de ciencia amante de la escritura y los monstruos. Aquí podrán encontrar toda clase de relatos sobre terror, fantasía y ciencia ficción.

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