¡Oh Abismo!
Cuanto más te contemplo,
más turbia es mi visión,
¡Oh Impenetrable Mónada!
Tu grandeza sin fin
envuelve mi mente
en la oscuridad;
tu Sabiduría me sobrepasa.
¡Oh Creador y Demiurgo!
si miro hacia abajo y hacia dentro,
a lo que hay en mi de materia,
me hundo en las profundidades,
donde no llega la luz;
me transportas
a un infrauniverso de substancia
infinitamente inconmesurable
que emana de Tí, a través de los eones.
Comprendo al fin, por Revelación pura,
la cita bíblica: tanto es arriba como abajo,
abajo como arriba,
en la tierra como en el cielo;
y después de descifrarla
veo que aún me quedas Tú,
El Innombrable,
el Incognoscible,
fuera de todo lugar,
de todo tiempo,
y, sin embargo, en mí,
en quien te manifiestas,
a través de mi historia insignificante,
con toda tu potestad y tus potencias.
¡Oh Plémora, Ser Viviente y Único,
compendio de todo lo existente,
hallo en mí un principio más no el fin,
pues sé que retornaré a tu seno,
como la lluvia al mar, al final de los tiempos,
según prometiste al signar tu Alianza.
Obrigado pela leitura!