Cuando me busques,
yo ya no estaré.
Será el viento
quien te acaricie el pelo.
Será la luz del sol
la que te dará cálidos besos;
y su calor,
en vez del mío,
te abrigará incluso en el invierno más frío.
Cuando me busques,
mis manos no estarán allí para cogerte
por si tropiezas o consigues caerte.
Si te pierdes por el camino,
no saldré a encontrarte;
serán tus inseguros pasos
quienes lograrán llevarte
hacia alguien,
alguien,
que prometerá amarte.
Pero, amor mío:
si aún en tierra estando
tus ojos miran al mar lejano,
si, cuando escuchas mi nombre,
tu mirada baila entre la gente
sabiendo que será en vano,
espérame.
Sólo entonces,
espérame en la orilla
de los nuevos recuerdos,
partiremos juntas hacia lo eterno.
Y, cuando nuestras manos entrelazadas
se pierdan en el tiempo,
búscame de nuevo.
Regresaré a la vida,
una y otra vez,
para mi alma confesarte
y decir que todo querré darte
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