andres_oscura Andrés Oscura

Un hombre camina desesperadamente en medio del bosque, perdido, cuando se encuentra con una niña misteriosa que deambula solitariamente por ahí. Una situación extraña y... sorprendente está por ocurrir cuando el protagonista descubra que aquella chiquilla no es una niña común... El tiempo apremia en esta historia —y en todas partes—, pero, ¿por qué? ¡Atrévete a leer este breve cuento y a enredarte tú también! Esta historia ha ganado varios premios en Wattpad. © TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS, 2019. No se reclama derecho alguno sobre la imagen original de la portada. Versión en inglés: "Uncontrollable", también disponible en Inkspired.


Conto Todo o público. © TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS, 2019

#niña #hombre #bosque #reflexión #psicología #cuento #fantasía
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La niña del bosque


Para Velia.

El señor Julio caminaba desesperado por el bosque, dando vueltas por todas partes. Creía llevar horas sin saber en dónde estaba, mirando entre los troncos de árboles altísimos y frondosos, sin ubicar un punto fijo al cual dirigirse. Iba con prisa, mucha prisa, y no tenía la más mínima idea de cómo salir de esa vereda por donde creyó que hallaría un atajo para llegar más pronto a la oficina.

No obstante, lo que más le preocupaba era retrasarse para atender las citas pendientes en el despacho: ese día se llevarían a cabo varias reuniones para firmar contratos. Siguió andando, tratando de no manchar su costoso traje ni sus elegantes zapatos. Consigo cargaba un pesado maletín negro de forro de cuero atestado de documentos.

De repente, durante su andanza, encontró a una solitaria niña que vagaba libremente por ahí, descalza, jugando con las hojas secas del bosque. La vio agacharse para recogerlas en sendos manojos y después lanzarlas muy alto, viéndolas caer de nuevo como lluvia mientras bailaba alguna imaginaria melodía y reía sola en la quietud del sendero, a la sombra de los árboles.

Cuando la vio, el señor Julio se apresuró a pedir orientación.

—Chiquilla, ¿sabes cómo salir de este bosque? —preguntó con seriedad, sin siquiera presentarse, interrumpiendo el juego de la niña.

Ella volteó y lo miró de reojo. Aunque era un desconocido, le sonrió y después respondió con cortesía:

—No, señor. No lo sé.

Enseguida continuó recogiendo y lanzando hojas al aire, se recostó en el suelo y dejó que cayeran sobre su rostro y su vestido, en medio de un nuevo estallido de risas.

El hombre se sintió frustrado al verla seguir jugando como si él no estuviese ahí, preocupado, impaciente, cargando un pesado maletín y todas esas preocupaciones.

Trató de contenerse y probó con otra pregunta:

—¿Sabes qué hora es, niña?

—No, señor, eso tampoco lo sé —respondió aquella, todavía acostada en el piso, agitando brazos y piernas para formar la silueta de un ángel sobre la alfombra de hojas rojizas.

El señor Julio pensó que no podría salir jamás del bosque y que perdería los jugosos contratos de la oficina. Por si fuera poco, perdería también los bonos por la perfecta puntualidad desde su primer día en el despacho. Esa mañana había querido llegar todavía más temprano para preparar un prodigioso discurso ante los inversionistas… Ahora, sin embargo, se arrepentía con amargura de su decisión y una nube gris le nubló la cabeza.

—¿Sabes al menos qué día es hoy? —gritó molesto.

—Claro —dijo la niña—, eso sí que lo sé.

La niña se sentó primero y luego se puso de pie con un solo brinco. Enseguida limpió las hojas de su vestido y se peinó con las manos antes de aproximarse.

—El día de hoy ya es mañana.

Julio quedó sorprendido.

—¿Qué dijiste?

—Dije que ya es mañana, señor —repitió con una sonrisa.

—¿Cómo? Eso no puede ser… Explícate ahora mismo.

—¿No me entiende, señor? Tan solo dije que el día de hoy ya es mañana. Es lo que preguntó.

—Eso que dices no tiene sentido.

—Mire, señor, aquí no es como en la ciudad: en este bosque el tiempo es más difícil de comprender.

El hombre frunció el ceño: imaginó que todo era un juego infantil y que, sin dudas, la chiquilla lo subestimada. Pese a ello, y pese a su urgencia, intentó guardar la compostura.

—Está bien, niña —dijo, inhalando y soltando lentamente una bocanada de aire—. ¿Puedes decirme qué día será mañana?

—Eso también lo sé: mañana ya fue ayer.

—¡¿Eso es imposible?! —exclamó irritado: la niña le estaba tomando el pelo...

Ella le miró sorprendida, pero respondió con serenidad:

—Señor, ya le dije que en aquí el tiempo está más… enredado. Acá las cosas están todas patas arriba.

—¿Cómo que patas arriba? ¿Incluyendo el orden de los días?

—Eso supongo… —dijo la niña que ahora era un poco más alta—. Le sugiero no romperse la cabeza intentando entenderlo.

—¡¿Cómo dices eso?! —reclamó él enojado. Pensó que la primera reunión del día ya había iniciado en la oficina, y que ahí estarían sus demás compañeros… y también su jefe… mientras que él seguía perdiendo el tiempo. Eso lo desesperó—. ¡¿No entiendes que necesito saber qué día es?!

La chica, que adquiría rasgos de la pubertad, frunció el ceño.

—¿Por qué tanta urgencia por los días, señor?

—¡Porque necesito saber en qué día vivo!

—¿Y para qué? ¿Por qué no solo vivir los días y ya?

—Porque no puedo… Necesito saber qué día es.

—¿De verdad necesita saberlo? ¿No puede simplemente vivir así los días y disfrutarlos?

—No, jovencita —insistió él con severidad—. Yo no me paso los días enteros jugando. No puedo vivir sin saber qué hora es o mínimamente en qué día me encuentro. Necesito estar bien ubicado para planear las cosas.

—¿Planear? —preguntó la muchacha rascándose el pelo—. No entiendo lo que me dice.

—¿No sabes qué significa planear? ¡Pero qué ignorancia! Planear es llevar un orden lo que harás en el futuro.

—Oh, ya veo… Y usted siempre está planeando todo, ¿cierto?

—Claro, así puedo controlar mejor mi tiempo y aprovecharlo —respondió con soberbia, pero, al oírlo, la extraña soltó una risita y eso le enfureció hasta ponerle la cara roja—: ¿Te burlas de mí?

—Perdone, señor —contestó con cortesía, mientras seguía creciendo poco a poco, haciéndose vez más alta, hasta convertirse en una joven mujer—. Es que me parece, más bien que el tiempo lo controla a usted.

—¡Bah! ¡¿Qué sabes tú?! —exclamó—. ¡Acabas de descubrir qué significa planear!

La muchacha no pudo ocultar su indignación y elevó la voz.

—¿Y acaso usted cree que se puede controlar el tiempo, señor? ¿Cree que puede retorcerlo o enderezarlo?

—No. No me estás entendiendo… No hablo en ese sentido.

—Pues mire, ¡qué curioso! Porque el tiempo no puede controlarse ¡en ningún sentido! —agregó con actitud retadora, muy propia de su edad, sin temor a la reacción del desconocido.

—Sigues sin entender, muchacha: te estoy hablando de cómo dividir el tiempo para aprovecharlo y…

—Eso tampoco lo entiendo: ¿cómo puede hablar usted de cortar el tiempo si este es siempre continuo? ¿Puede acaso también cortar el agua de un río?

—No, no, no… —comentó él, cansado—. ¡Me estás tomando muy literal las palabras!

—Y usted no me entiende a mí, señor —añadió la mujer también bastante exaltada—. Es que no existe metáfora para el tiempo. ¡El tiempo es literal… o si no, no es!

El señor Julio no supo qué responder y se quedó callado. Estaba perplejo ante las respuestas de aquella joven mujer.

Respiró hondo y se sentó con cuidado sobre la alfombra de hojas para pensar lo que estaba pasando. La situación era tan rara… y cada afirmación de esa niña, adolescente y ahora mujer, le desconcertaba más y más. Echó una largada mirada en derredor, contemplando los altos árboles a cada lado de la vereda, los rayos del sol colándose a través de las copas, iluminando cálidamente el sendero. Miró también hacia arriba, donde una pequeña hoja seca se desprendió desde la altura, precipitándose en un vaivén rítmico, bailando con el viento, como una bailarina diminuta de vestido amarillo hasta llegar al piso, justo ante a los pies descalzos de la mujer, quien ahora lucía ahora casi de su misma edad.

Un torrente de dudas le anegó la cabeza, empujando hacia todas partes, como si la llave de algún grifo hubiese sido dejada abierta una vida entera hasta inundarle la mente de preocupaciones, sin siquiera haberlo notado hasta antes de ese momento en que, por fin, se había dado una pausa.

Sintió ganas de preguntar tantas y tantas cosas, pero... permaneció callado un poco más.

Después, pasado un tiempo —un raro tiempo—, se atrevió a hablar:

—¿Cómo le haces para vivir así? —preguntó a la madura señora delante de él, todavía sentado en el suelo, mirándola.

—¿A qué se refiere? —contestó. En su rostro, ahora más tranquilo, comenzaban a dibujarse tenues arrugas.

—Te pregunto cómo puedes vivir así.

—¿Así? ¿Cómo? —dijo, devolviéndole la pregunta con una sonrisa amable y juguetona.

El hombre sintió que una vez más, la mujer le tomaba el pelo, pero se abstuvo de gritar y se mesó el cabello.

—¿Cómo puedes vivir así? ¿Cómo vives sin saber qué día es o cuánto tiempo pasas haciendo esto o aquello otro? ¿Cómo lo logras?

La dama le miró con genuina ternura. Aguardó unos segundos antes de contestar y luego dijo:

—Solo vivo y ya. Dejé de preocuparme de todo eso porque es algo sobre lo que nunca he podido hacer mucho.

—Explícate, por favor —dijo él, casi rogando, con un semblante distinto—. Es que… me siento tan confundido.

—Solo se puede vivir y hacer las cosas con el tiempo que se tiene mientras se está vivo o viva, ¿sabe? Hubo una época en que también solía angustiarme ante el imparable paso de las horas, por el constante gotear de segundos … Pero hace tanto que dejé de preocuparme por el día, la semana o nada en particular. Los días y las noches van y vienen, vienen y van… y luego regresan. Al final, sé que el tiempo siempre fluye, aunque a veces parezca enredado —concluyó, mientras seguía envejeciendo y sus ojos mostraban el brillo de la sabiduría y la integridad de la experiencia.

—Me sorprenden sus palabras…, señora.

—Es que no importa cuántos planes hagas. El tiempo siempre te gana: el hoy se convierte en mañana antes de que te des cuenta y el mañana se vuelve un ayer más pronto que un parpadeo —explicó con su voz más madura, ligeramente más débil, y sus cabellos que se teñían de blanco frente al incrédulo hombre que ahora era, sin dudas, mucho más joven que ella—. Por lo menos yo así lo creo. Quizá es cuestión de perspectiva.

—¿Es eso otra metáfora?

—No. No sea terco —dijo riendo y mostrándole una sonrisa amigable—. Ya le dije que el tiempo siempre es literal. Pronto se dará cuenta de que, aquí y allá, en este bosque y en la ciudad, el tiempo es incontrolable.

El señor Julio asintió. Hizo una pausa antes de decir cualquier otra cosa. Volvió a mirar a los árboles y se sintió tranquilo entre tanta quietud. Su rostro se iluminó también con una sonrisa.

Se levantó del suelo, tomó su maletín, se limpió del traje la tierra y las hojas secas, luego, se despidió cortésmente de la encorvada y simpática anciana de la vereda. Y continuó su trayecto.

Mientras, aquella mujer se reclinó sobre el suelo para tomar una hoja seca con su mano llega de arrugas, y la lanzó al aire en un nuevo estallido de risa pueril.

Y el hombre siguió andando, esta vez con más calma. No tardó mucho en encontrar el resto del atajo a través de los árboles: había que ir despacio para no perderlo de vista. Al salir del bosque y volver a la ciudad, se dio cuenta de que la vida todavía marchaba con su ajetreo habitual: la gente, los autos, todo el mundo iba con prisa.

El tiempo seguía corriendo… pero él ya no.

Continuó por la acera con paso tranquilo, sintiendo el cálido aire de la mañana revolviendo su cabello. Cuando arribó finalmente al despacho, entró por la puerta giratoria: los otros empleados, vestidos con trajes elegantes y papeles en mano, se detuvieron a medio pasillo al verlo llegar. En la sala de la recepción, una joven secretaría se quedó perpleja porque era la primera vez que el señor Julio llegaba después que ella. Después de todos.

El hombre miró entonces un viejo y costoso reloj que colgaba en tras la recepcionista. Las diminutas manecillas marcaban la hora.

Sonrió sereno y murmuró:

—Estoy a tiempo.



Nota del autor: Comencé a escribir esta historia en septiembre del 2017 a raíz de un debate mental por mis clases de psicología: en ese entonces, este pequeño cuento quedó inconcluso. En marzo del 2019, después de una tarea encargada en la universidad por una maestra, Velia —a quien dedico este cuento—, la última parte fue añadida (comprendida desde el penúltimo comentario de aquella simpática mujer hasta el punto final) y la historia pudo ser terminada. Algunos detalles más fueron añadidos y editados en agosto del 2019. La presente versión, la más extensa hasta ahora, fue escrita en marzo de 2020.
Edit: última correción, diciembre de 2023.
26 de Dezembro de 2023 às 17:41 11 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Andrés Oscura ¡MEDIO MILLÓN DE LECTURAS EN INKSPIRED! ¡GRACIAS! Sígueme en IG - Autor publicado en 10 antologías y diversas revistas literarias. Soy psicólogo, escritor y fan de Poe, Lovecraft, Cortázar, Mariana Enríquez, Amparo Dávila, entre otros. (LIBROS EN EL LINK DE ABAJO).

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W. E. Reyes W. E. Reyes
Un relato entretenido. El usar el ayer, hoy y mañana, provoca ciertas complicaciones. Yo prefiero entenderlo como un simbolismo. La niña sería algo así, como el fantasma de la navidad futura, y el bosque sería la mente del hombre perdido. Me quedo con el corolario final, siempre hay tiempo para disfrutar nuestra propia vida y enfocarse en lo que realmente importa. Saludos.
May 23, 2020, 04:54
Jorge F. Carrero Jorge F. Carrero
Hola. Quiero decir que tu relato me pareció muy confuso, carece de lógica en ciertos puntos y el comienzo es poco verosímil. Saludos.
May 05, 2020, 20:17

  • Andrés Oscura Andrés Oscura
    Antes que nada te agradezco la lectura y el comentario. En efecto, es una historia complicada, no en valde elegí el título. No pretendía que fuera inaccesible pero sí que fuera un reto para los lectores. Por otra parte, tampoco esperaba que fuera verosímil. La fantasía no debería serlo, y la magia de la escritura es poder librarnos, al menos durante un rato, de la realidad. No todos los libros o relatos son para todo el mundo, eso sí, y lo genial es poder encontrar aquellos que sí lo sean. Insisto en el agradecimiento por la lectura y por el comentario. ¡Te envío un saludo! May 05, 2020, 21:26
Tadeo Ibarra Tadeo Ibarra
Muy buen relato. No puedo evitar imaginarme a Alicia de Lewis Carroll (al principio de tu historia) creciendo rápido. Un agradable cuento con un muy buen mensaje.
April 22, 2020, 14:15

  • Andrés Oscura Andrés Oscura
    Aprecio mucho el comentario. Aunque te confieso no he leído el cuento original de Alicia, eres la segunda persona en indicarme algo similar. Quizá tuve alguna influencia aunque en el momento de la escritura realmente apenas y se me cruzó por la cabeza. Leeré pronto el original. ¡Y que bueno que la historia te haya hecho eco! ¡Te mando un saludo! May 03, 2020, 02:25
K. Derivè K. Derivè
Buscando entre la maraña de historias que hay por aquí, encontré tu relato. Me ha parecido curioso; con un comienzo confuso, pero con un final bastante claro. Al principio cuestioné muchos detalles. Sin embargo, más tarde me di cuenta de que era absurdo buscar la lógica. No sé si era lo que querías causar en el lector, pero desde luego que conmigo funcionó de esta forma. Creo que a veces pecamos de hacernos tantas preguntas... Como te comentaba, «El enredo» me ha parecido un relato atractivo. Aunque, yo le daría otra vuelta. Hay un par de tecnicismos que, si los mejoraras, te quedaría más limpio :) Eso no quita que la narrativa y, la historia en sí, me haya atrapado desde el principio. Sobre todo el final: no me esperaba la frase reflexiva. Tiene sentido, sobre todo ahora que no paramos de contar los días para poder salir a las calles, al menos en España. En fin... He leído que tienes más escritos, quizá me pase a leerlos :) ¡Un saludo!
April 11, 2020, 17:27

  • Andrés Oscura Andrés Oscura
    Aprecio mucho tu lectura y también tu comentario. Me gustaría saber más sobre los detalles a los que te refieres :) Estoy abierto a las críticas constructivas. Siempre son bien recibidas :D Y claro, a veces buscamos darle sentido a todo, aunque no todo lo tiene. Te mando un saludo afectuoso hasta España, y que ojalá la situación mejore muy pronto. April 18, 2020, 22:43
  • K. Derivè K. Derivè
    ¡Con gusto! A mi me pasa que por más que leo lo que escribo, muchas veces no detecto los errores que cometo. Entonces enseño mis redacciones a mis amigas, a mi pareja y hasta a mis padres. ¡Y no te haces una idea de las cosas que encuentran! 😁 En tu lectura pude detectar que, quizás, con otros signos de puntuación la narración podría quedar más limpia. A veces utilizas puntos suspensivos seguido de una palabra en minúscula. En algunas ocasiones sería mejor que, después de los tres puntos haya una coma seguido de la minúscula. También noté algunos errores ortográficos sin trascendencia alguna. A mi me pasa todo el tiempo. Creo que nuestro cerebro va tan rápido que sin querer y aun sabiendo cuáles son las palabras que debemos tildar, se nos olvida hacerlo. ¡Qué rabia! Otra cosa es el verbo «dicendi» después de los diálogos, lo que expresa movimiento en los personajes y esto está bien, mas considero que no se debe abusar. Si yo te dijera las veces que edito mi novela y me encuentro con este error, seguro que me preguntarías: ¿y tú de qué hablas si eres igual? En fin, no soy editora profesional ni mucho menos, solo te doy mi opinión y espero que sea constructiva. A mí me sirvieron muchísimo los consejos de una buena amiga. He de reconocer que, tras sus observaciones mejoré un montón. Y eso, espero haberte ayudado un poco. Ya te digo, la historia es fascinante; no había leído nada parecido. Sin embargo, lo que te comenté, yo me daría otra vuelta para pulir los signos de puntuación y la ortografía. ¡Un saludo! April 21, 2020, 15:30
  • Andrés Oscura Andrés Oscura
    Te agradezco muchísimo las observaciones, en verdad que ningún escritor/a podría mejorar sin antes recibir comentarios tan objetivos como este, y más que nada también te agradezco la gentileza y el buen trato n.n Aprecio mucho los puntos que me señalaste y me daré una vuelta para editar nuevamente algunos detalles. ¡Y te envío un cálido saludo! Espero te encuentres muy bien. Nos seguimos leyendo :D May 05, 2020, 17:53
Sebastian Silvestri Sebastian Silvestri
Hola Andrés! Te equivocaste cuando me dijiste que me podía gustar, porque no me gustó... Me encantó!! Tenés una narrativa hermosa, además de casi perfecta técnicamente hablando. La forma en la que jugás con los personajes y sus características tan marcadas es preciosa. Me encantó ese toque, tal vez involuntario e inconsciente, de "El Principito" que tiene... Una niña diciendo tanta verdad desde su supuesta ingenuidad. Sin dudas voy a leer muchas más cosas tuyas.
April 06, 2020, 02:14

  • Andrés Oscura Andrés Oscura
    Muchísimas gracias, mi estimado Sebastian. Esperaba que te llamara la atención. Tus palabras me llenan de optimismo para seguir creciendo. Te soy honesto: aún a la fecha no he leído "El Principito"... sé que es lectura casi obligada pero... prometo que pronto la leeré. Me encantaría que nos sigamos leyendo, También te estaré dejando comentarios, observaciones y reseñas. Un saludo enorme! April 09, 2020, 03:16
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