Yo no busqué enamorarme de él. No lo necesitaba. A mis 31 años ya tenía la vida más o menos resuelta. Mi familia, mi prometido, mis hijas, mi hogar, mi carrera, mi trabajo. No podía pedir nada más. Y tampoco estaba atravesando una crisis personal ni de pareja. Simplemente él no entraba en mis planes. No es este un juicio del pueblo; defensor de la moral, contra mí. De serlo, acabaría condenada y probablemente con cargos. Dicho esto y dado el cinismo que me caracteriza, despreciando toda convención social impuesta sobre el amor, diré en mi defensa que no lo vi venir. Después de tres años hablando con él de manera intermitente, sin comerlo ni beberlo, llegamos a hablar cada día. Al principio no quise darle más importancia. Luego me percaté que el día que no hablábamos se me hacía raro. Y empecé a iniciar conversación, con el pretexto de este meme o ese post absurdo que propiciase el debate necesario que nos llevaría a otro y de ahí a otro más. Llegó el momento en que ambos nos buscábamos. El hecho de pasar el día hablando hasta altas horas de la noche favoreció que surgieran ciertas confesiones nocturnas. Que yo le atraía desde hacía tiempo. Que esta o esa foto de mi perfil le impactó cuando la colgué en su día, en una época en la que yo le veía como “ese chico de internet un montón de años más joven que yo”, pero él ya sentía atracción por mí. Imaginaba cosas a hurtadillas y se atrevió a confesármelo. No lo vi venir. Pero tampoco hice nada por impedirlo.
Obrigado pela leitura!
Podemos manter o Inkspired gratuitamente exibindo anúncios para nossos visitantes. Por favor, apoie-nos colocando na lista de permissões ou desativando o AdBlocker (bloqueador de publicidade).
Depois de fazer isso, recarregue o site para continuar usando o Inkspired normalmente.