Una noche de verano Alanna y Tomás se encontraban caminando hacia el río Tíber en Roma, bajaron por una colina y caminaron por la orilla hasta hallar un lugar dónde sentarse.
Se sentaron en el tronco de un árbol, entonces se quedaron observando las siluetas arquitectónicas iluminadas a lo lejos. Se besaron nuevamente y Alanna se recostó sobre las piernas de Tomás mientras él acariciaba su cabello mirándola.
Unos minutos después, Alanna oyó algo en el agua cerca de ellos y como no había nadie a su alrededor se levantó. Ambos miraron hacia la izquierda y vieron lo que parecía un pez retorciéndose fuera del agua a punto de morir, pero ignoraron la escena.
Tomás dio un beso a Alanna en la mejilla y cuando ella se iba a recostar nuevamente oyeron una especie de grito ahogado proveniente del lugar del pez. Se quedaron mirando fijamente, aunque por la oscuridad del lugar no podían visualizar completamente nítido y solamente veían la silueta, pero no se atrevían a ir hacia allí por lo que estaba desolado. Vieron cómo el pez empezó a adoptar una forma más grande y extraña y segundos más tarde vieron cómo le brotaba lo que parecían unas alas escamosas de dragón. Fue moviéndose hacia el lado opuesto de ellos y parecía como si caminara.
Tomás y Alanna se levantaron y caminaron despacio hacia el pez que se había alejado bastante. Ambos se detuvieron por lo que oyeron un sonido parecido al de una rata caminando y segundos después vieron cómo la criatura se acercaba hacia ellos. Los dos estaban paralizados por lo que no se pudieron mover, observaron cómo se metió nuevamente en el agua y por sus alas pensaron que saldría volando.
Alanna tenía la piel de gallina y apenas pudo hablar entrecortadamente pidiéndole a Tomás que salieran de allí. Él estaba pálido y asintió. Ambos se agarraron de la mano y caminaron subiendo nuevamente la colina, Alanna miró hacia atrás para observar el río pero no vio nada, parecía como si no hubiese pasado nada.
Alanna y Tomás temblaban y sentían el sudor frío corriendo por su espalda. No podían hablar y Alanna se preguntó en su cabeza si habían imaginado lo que había pasado. ¿Cómo era posible que un pez se transformara? Eso solamente había aparecido en películas de ficción y por lo que parecía la criatura había muerto. Además miraban de reojo a cada rato hacia ese lugar y el agua seguía tranquila. Alanna no quiso creer lo que había pasado, entonces entró en razón y pensó que quizás eran alucinaciones por lo que no habían dormido mucho todo el viaje y se tranquilizó...
Obrigado pela leitura!
Podemos manter o Inkspired gratuitamente exibindo anúncios para nossos visitantes. Por favor, apoie-nos colocando na lista de permissões ou desativando o AdBlocker (bloqueador de publicidade).
Depois de fazer isso, recarregue o site para continuar usando o Inkspired normalmente.