Conto
9
6.4mil VISUALIZAÇÕES
Completa
tempo de leitura
AA Compartilhar

Lucifer

Desde pequeño nos han enseñado que hay que tener cuidado a quien le damos todo de nosotros. Nuestro corazón, nuestra alma. Pero… ¿Puede tener el diablo alma y corazón?

Fueron las dudas que me cubrieron la mente el día que descubrí que me había enamorado del mismo Lucifer. Porque no importaba que fuera un ángel caído, incluso cuando sangró y pude percibir la diferencia de su sangre. El color de su sangre era la última de mis preocupaciones después de que me confesara la verdad sobre quién era.

¿Cómo conocí a Luc, alias Lucifer? Sonará a cliché, pero fue en la biblioteca donde suelo trabajar los fines de semana.

Normalmente amo el frío, pero este fin de semana parecía que estábamos en el mismo infierno. La temperatura estaba bajo 0º. Daba gracias que en la pequeña tienda de libros se estaba bien y tenía un buen cacao caliente.

Había poca afluencia de gente hoy, era preferible estar en casa con mantas y películas que salir a la calle. Aprovechando eso, y la suave música que sonaba de fondo, me puse a organizar los estantes repletos de libros. Sin embargo, no llegaba a los más altos y tenía que coger una escalera. Odiaba subirme a esas cosas tan inestables, pero no me quedaba más remedio.

Estaba tan perdida en mi tarea que no escuché la puerta hasta que una voz me habló desde abajo. Fue tal el susto que me dio que perdí el equilibrio y me precipité al suelo. Por suerte, el desconocido evitó que me golpeara contra el suelo con su cuerpo.

Me levanté rápidamente, disculpándome continuamente hasta que al mirar su mano…

—¿Estás sangrando…? —su sangre era demasiado oscura.

—No, había entrado a ver si teníais algo de papel, estaba arreglando mi coche y me manché de grasa —dijo el joven, de profunda voz.

Asentí desconfiada, porque aquello no parecía grasa de coche, dado que cada vez tenía más. Retrocedí, chocando con alguna estantería por el camino. Le di un paño que tenía cerca y él lo colocó alrededor de su mano.

—Gracias, cosita linda.

—Ten más respeto, no me conoces de nada —lo fulminé con la mirada, cruzándome de brazos.

—He evitado que te abras la cabeza contra el suelo, no somos tan desconocidos después de todo —sonrió burlón y sin darme tiempo a darle una buena respuesta se marchó.

Me quedé mirando la puerta unos segundos, entre sorprendida y molesta. Vaya tío más raro pensé. No volví a pensar en ese incidente por el resto del día, por la tarde fue más animada ya que la tienda se llenó.

Por las noches, soñaba con el chico extraño y con su mano cubierta de esa sustancia tan oscura. A veces se convertían en pesadillas y me levantaba muy cansada, pero otras… eran buenos sueños. Extraño.

Un día, empecé a verlo por la universidad, de lejos. Al principio pensaba que era casualidad, pero después del tercer día me di cuenta de que no. Y el infierno se desató cuando yo estaba descansando en un rincón de los jardines y él se sentó a mi lado, quitándome mi auricular.

Empezamos a discutir, era un chulo prepotente. Que se creía el rey del mundo. Me levanté y me fui dando grandes zancadas para alejarme lo más rápido posible de su presencia.

—De todos los sitios donde podría estar y tiene que venir a molestarme… —mascullo por lo bajo.

—¿Tan desagradable te resulta mi compañía?

—Me pareces bastante prepotente y te crees el dueño y señor de todo cuanto te rodea —me paré en seco, haciendo que el también se parara —Ah, y además superior.

—Cariño, no me creo superior. Lo soy —me sujetó la barbilla, haciendo que le mirase a los ojos, completamente negros.

—Tú…tú…

—Cuidado, cosita. No retes al diablo si no estás segura de ganar contra él.

Le di un empujón, consiguiendo que se alejara un par de pasos de mí.

—Me da igual si eres Elvis o Lucifer, no te acerques a mí porque no te va a gustar mi respuesta —gruñí, muy molesta.

—Bueno, mis amigos me llaman Luc.

—Un no placer, señor de las Tinieblas —le hice una reverencia y me marché con la cabeza en alto —Idiota…

Por suerte, el resto de la semana no me lo volví a encontrar, aunque me llegaban tarjetas a través de diferentes alumnos con mensajes “bonitos”, que solo veía por encima antes de romperlos en mil pedazos.

Al fin era sábado, y trabajaba en la tienda, iban a llegar nuevos libros y siempre aprovechaba para ver si había alguno que me interesara. El día pasó bastante movido, se acercaba Navidad y los libros eran un buen regalo.

Cuando llego la hora de cerrar, llegó un cliente inesperado. Me quede mirando a la persona que escondía su rostro tras un gran ramo de flores. No hacía falta ser un genio para saber quién era.

—Está cerrado, cualquier compra, puede hacerla mañana.

—Mira… lo siento, ¿vale? Sé que te he molestado demasiado esta última semana, pero no encontraba otra forma de…

—Corta el cliché, Luc. Soy Eva —salí de detrás del mostrador —me da igual cual sea tu excusa. Me has molestado hasta el infinito. Hay otras formas más cordiales de relacionarse con la gente, ¿sabes?

—Por eso te he traído estas flores, como muestra de disculpas.

—No me gustan las flores rosas… —le dije, nada más que por molestarlo.

—Bueno, espero que te gusten azules… —y ante mis ojos cambiaron de color.

—¿Cómo…?

—Te lo dije, cosita —sonrió con sorna —no juegues con el diablo si no sabes su juego.

—Entonces creo que tú no deberías subestimar al resto de la humanidad, Luci. Porque no todos son lo que parecen —sonreí burlona antes de desplegar mis alas blancas.

—Pero…Tú… —me lanzó las flores a la mesa —¿Te diviertes jugando conmigo?

—Cariño, no juegues con un ángel si no conoces su juego.

—Erelyn… pensé que habías decidido no volver. Eso dijiste hace un milenio cuando decidiste marcharte sin mirar atrás.

—Yo también, pero hay sentimientos que no se olvidan ni aunque pasen mil años —di un paso hacia él.

—¿Por qué has vuelto?

—Porque me he dado cuenta de que el color de tu sangre es la menor de mis preocupaciones cuando tú eres el que hace latir mi corazón.

—Te quería, y te dio igual marcharte.

—Tuve que irme, no fue porque quise…Tenía una razón poderosa.

—¿Cuál? —dio un paso hacia mí.

Retrocedí un paso, y creando un arco de luz le enseñé la imagen de un niño de un año.

—Nuestro hijo, tenía que protegerlo, porque tiene nuestra sangre. Pero ya es hora de que vuelva a casa con su padre.

Se quedó callado largo rato, observando la imagen a tiempo real de nuestro bebé, cuando de pronto se lanzó a por mí y encerrándome entre sus brazos me besó.

—Te quiero, mi Ángel caído.

— Y yo a ti, mi Ángel de la Guarda.

19 de Junho de 2019 às 15:00 5 Denunciar Insira Seguir história
7
Fim

Conheça o autor

Lydia MC Puedo regalarte una mañana de sonrisas que a veces significa una tarde de tormentas. Soy tan normal que hasta soy rara. Voy de extremo a extremo, un día todo me influye, otros en cambio la determinación se apodera de mí. ×Lo bueno de una persona fria es que lo poco que muestra es verdadero×

Comente algo

Publique!
Nicole Gutierrez Nicole Gutierrez
Me encanto❤❤
October 07, 2019, 03:02

  • Lydia MC Lydia MC
    me alegro que te gustara esta mini historia :) October 07, 2019, 09:01
Ivan Herrera Ivan Herrera
Me gusto tu cuento, es corto y envolvente
June 29, 2019, 20:50

  • Lydia MC Lydia MC
    Muchas gracias, no sé si hacerlo una historia larga June 29, 2019, 21:03
~

Histórias relacionadas