En la colina del paraíso crecen las flores.
Yo me siento colina abajo, mirando hacia la lejanía. Siempre me pregunto si la distancia es una condena o una bendición, pero al final de cada día me doy cuenta de que sea lo que sea, es mi única opción.
Es lindo mirar las flores crecer, blancas como nieve en el amanecer, con rulos marrones en el anochecer.
A veces subo y me detengo cuesta abajo, mirando la marca de mis pasos, sonriendo y llorando, corriendo y caminando.
Qué linda es la colina del paraíso, tan lejos de la sima y te sientes tan alto.
Me pregunto si las flores me miran con amor o desagrado, con desprecio acalorado. Siempre que viene el sol miran para el otro lado.
Un día finalmente llegó a lo alto, me doy cuenta de nada es lo que a veces nos llega a parecer.
Es difícil vivir siendo imperfecto, lleno de defectos. Es idiota enamorarse de flores que no tienen ni labios ni boca, pero es algo que siempre puede acontecer.
Miro a la distancia desde la sima, soy un cretino, mire con la trivialidad de mi mirada la complejidad de tu ser.
Me paro frente al infinito de aquel camino. No todas las colinas tienen cuesta abajo, pero ya no hay nada que yo pueda hacer.
Pero no importa caer de un acantilado, si significa que puedo caer a tu lado. Mejor caigamos juntos, que pronto llega el amanecer.
Obrigado pela leitura!
Podemos manter o Inkspired gratuitamente exibindo anúncios para nossos visitantes. Por favor, apoie-nos colocando na lista de permissões ou desativando o AdBlocker (bloqueador de publicidade).
Depois de fazer isso, recarregue o site para continuar usando o Inkspired normalmente.