—¡Demonios Peter! ¿Hasta cuando voy a estar sacándote de cada puto bar en estás condiciones? –Pregunto en tono enojado.
Tratando de subirlo al auto.
—Nada de regaños... sabes que disfrutas hacerlo. –Responde con dificultad en la voz por los tragos.
¡Disfrutarlo!
Que hijo de puta, pero esta me las pagara en la mañana.
Enciendo el auto y lo llevo a su apartamento...
Al llegar lo dejo en su cama o más bien lo tiro en ella, le comienzo a quitar los zapatos.
—Eres un gran amigo, sabes te juro que si fueras mujer... ya me hubiera enamorado de ti. –Asegura boberías.
—No sabes lo que dices –lo hago sentarse para quitarle la camisa–. Estás borracho y te juro que te arrepentirás de todo por la mañana. –Le comunico.
—No estoy tan... ebrio. – Trata de convencerme.
Le quito la camisa y es todo me largo.
—Si tú lo dices. –Le sigo la corriente en tono sarcástico.
Pero todo pasa tan rápido y para cuándo me doy cuenta, estoy debajo de él.
—¡Pero qué demonios haces Peter! –Grito que me explique.
—Demostrarte que no estoy tan... borracho.
Y sin dejarme a nada sus labios están sobre los míos.
Mi cuerpo se tensa al instante, sin poder creer lo que está ocurriendo.
Peter me está besando y yo no estoy haciendo un carajo porque se detenga, aunque no se puede negar que sabe cómo hacerlo y se siente tan bien.
<<¡Pero en que carajos estás pensado!>> Comenta mi razón.
Entro en razón y de un solo movimiento lo quitó de encima, haciéndolo caer de la cama.
—¿Tú eres marica o qué? ¿Por qué hiciste eso? –me limpio los labios–. ¡Joder! Peter. –Rujo con enojo.
Él solo se ríe, mientras trata de colocarse en pie.
—Te gusto... o quieres más. –Dice al tratar de acercarse.
Sin pensarlo le doy un gran puño, haciéndolo caer nuevamente al suelo de inmediato.
—Eso te deja claro lo que me pareció. –Suelto con enojo.
Salgo de su apartamento enojado, pero a la vez muy confundido por lo que acabo de sentir...
Zaida Guerra
