Muchas veces pegamos un respingo al momento de escuchar por las mañanas el ruido molestoso del reloj despertador o cualquiera sea el caso, y en cualquiera de los casos, posiblemente queramos destrozar cierto objeto en pedazos. Aunque solo lo posponemos a intervalos de cinco minutos. Probablemente.
Una vez consciente de que estamos en la parte superior de la cama, particularmente en una altura ideal sobre el plano del suelo, sin querer, comenzamos a estimular nuestra propia imaginación, representando imágenes de nuestros quehaceres diarios en la superficie interior conocida como techo. Al arquear el cuello de un lado a otro, nos damos con la sorpresa de que las horrorosas imágenes se siguen expandiendo cada vez más en la habitación a lo largo y ancho de su superficie continua, levantada perpendicular al suelo (las paredes). De repente, nos sentimos acosados/as por nuestra propia facultad humana, cuando de pronto, todo resulta ser una horripilante pesadilla, derivado absolutamente de la pereza: “solo cinco minutos más”. Probablemente.
Estando nuevamente consciente, respire lentamente, y no piense mucho, sino más bien actúe: comience retirando cualquier prenda textil de abrigo o cualquiera que usemos para protegernos del frío.
Estemos como estemos, pasaremos siempre a una posición de decúbito lateral o de costado (de esa manera, evitaremos flexionar el tronco). Y enseguida nos aproximamos hacia uno de los bordes laterales de la cama.
En caso adaptemos la posición de decúbito lateral derecho: flexionamos el antebrazo sobre el brazo (ambos diestros), a su vez, formamos un puño cerrado con la mano de dicho lado. Como acto seguido, apoyamos el codo de la misma haciendo contacto contra la superficie horizontal del colchón. (Debiendo mantener en alto el puño cerrado antes mencionado).
Luego ubique su mano izquierda en paralelo al codo derecho, hasta estar apoyada al igual que dicho codo. (Esto puede ser algo confuso; por ello, de ahora en adelante, llamaremos únicamente brazo a las extremidades superiores). Prosiguiendo, desplazamos hacia afuera de la cama ambas piernas, dejando caer los pies.
Seguidamente, ejercemos un pequeño impulso con los brazos levantando el tronco, con lo cual en este acto irá descansando el brazo y el brazo, hasta estar completamente sentados/as sobre la cama.
Después fijamos correctamente los pies sobre la superficie plana del suelo y, con otro pequeño impulso, nos levantamos de la cama. Por último, no se asuste en caso encontrase algún espejo frente a usted al momento de levantarse. Tranquilo/a. Tal vez sea la falta de aseo, eso creo.
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