soyaugustg1539197395 Augusto Gómez

Una jovencita tiene problemas, sin embargo su padre no nota las complicaciones de la vida cotidiana de su hija.


Conto Impróprio para crianças menores de 13 anos.

#vidacotidiana #349 #música #jazz
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Tiempo muerto

Padre e hija no se volvieron a ver hasta que el agua recorría el pasillo. Tania retorna a casa con los pies descalzos, el vestido roto y las flores del estampado sucias. Julián, lee sobre el sofá, sólo escucha la puerta cerrarse y no vio a su hija entrar. Desde su comodidad sólo pregunta si ha cenado, pues es de noche, ella contesta afirmando con un llano monosílabo.

Minutos antes conversaron a la distancia. Julián, le decía que compró el disco de Dexter Gordon en una tienda de nostalgia.

Hey, Tania, escucha a Dexter ¿Acaso no es fantástico? —el libro está abierto en la página central sobre el pecho de Julián.

Sí, papá, es fantástico —ella contesta desde el baño.

Julián, continúa con la lectura, mientras Tania se mira en el espejo, revisa la falta de un diente y el moretón que aparece en el cuello.

Tania, hija, sé que no es de mi incumbencia, pero habló un tal Dan ¿quién es ese tal, Dan? —de nuevo coloca el libro sobre su torso y espera la respuesta de su hija.

¿Dan? ¡Ah, Dan! No es nadie. Sólo es un amigo.

Entonces no es “nadie” —ella escucha un reproche en tono sarcástico.

¿Qué te dijo?

Me dijo que… —Julián cierra los ojos para recordar—. Dijo que no vuelvas a llegar tarde.

Ese Dan, siempre tan estricto con la puntualidad. ¿Sólo eso dijo? —Tania se limpia el lodo que cubre su frente.

¡Sí! Hija, escucha el tenor de Gordon —Julián mueve los pies al ritmo de la canción.

Tania, termina el rollo de papel higiénico tras limpiarse detrás del lóbulo izquierdo.

Papá, voy a bañarme —dice a través de la abertura tras abrir la puerta.

¿Bañarte? —él duda por el estado del tiempo, pues es invierno—. Báñate y al salir directo a tu habitación —Julián, no escucha respuesta de su hija, pese a que no la esperaba.

Tania se quita el vestido roto, no tiene nada más que cubra su cuerpo. Abre la llave de la bañera, el agua comienza a salir. A ella no le importa si está fría o caliente y sólo aguarda a que se llene. Enrolla el vestido, moja un extremo, y sentada sobre la tapa del escusado, limpia la tierra que cubre las heridas que tiene en los muslos. Lo hace con tranquilidad, no tiene prisa. Dexter Gordon y sus baladas proporciona el olvido necesario para no llorar. Tania quiere sumergirse en el agua sin ensuciarla. El ardor al pasar el trapo sobre las piernas le provoca una sensación de culpa por dejar a su papá.

En tanto en la sala Julián sigue con la lectura de un libro que hallado en la misma tienda de nostalgia. Al olfatear las hojas supo que debía comprarlo, en éste encontró un aroma similar a su padre, y al padre de su padre y le trajo de vuelta una vida que nunca quiso dejar. Por momentos olvida el párrafo en el que está por escuchar a Gordon. “¡No hay nada mejor que Dexter y leer!”, grita para que su hija lo escuchara. El reloj en la cocina se detuvo en el tiempo que padre e hija iniciaron la conversación.

Hey, Tania, mañana me acompañas a la tienda de nostalgia. Debe haber más reliquias como las que compré —acostado en el sofá le dice a su hija, pero esta no responde—. ¿Me escuchas? —al no obtener respuesta cierra el libro, vacila en ir a verla; no obstante en su titubear momentáneo, cierra los ojos y se queda dormido al escuchar “Willow, weep for me”.

Tania ya está dentro de la bañera, el rosado de los pezones de dieciséis años desaparecen entre la espuma del jabón. El brazo roza la calma del agua y la mano cuelga a no más de tres gotas de distancia sobre el suelo. El vestido está acomodado en la tapa del tanque del escusado y el estampado está difuso aunque se logra identificar las gardenias. Tania, por complacer, ha dejado crecer el cabello hasta la mitad de su espalda; sin embargo en el cesto de basura hay hilachas del mismo. Una tijera ronda el lavabo y en la hoja metálica se distingue, con cierta distorsión, la cabeza de ella recostada en el hombro izquierdo. La llave de la tina está abierta y el agua corre por las uniones del mosaico.

Julián es despabilado por el timbrar del teléfono, contesta y escucha la voz de un hombre.

Lo lamento, Tania, lo lamento —aturdido, Julián no comprende el significado de tal clamor.

¿Quién llama? —pregunta mientras se frota los ojos.

Soy Dan —y antes de que Julián contestara, la llamada había finalizado.

El disco adquirido está por terminar. La aguja ronda la galleta del vinilo, y ante esto, Julián se levanta para preparar una jarra de café, debía acabar con sus deberes y la noche es demasiada corta. Al entrar a la cocina observa que el reloj no pasa de las nueve y desde el fregadero le dice a Tania lo puntal que es para llegar a casa y de la llamada de Dan; sin embargo, no obtuvo respuesta. Camina hacia la habitación de su hija y nota a su paso el agua cubrir algunas losetas.

¡Tania! Te he dicho que limpies después de bañarte.

Entra a la habitación de su hija y extrañado observa que ella no está en ésta. Camina hacía el pasillo que da al sanitario, toca la puerta en dos ocasiones, bajo la suela de sus zapatos el charco se sentía con más profundidad. Vuelve a tocar.

¡Tania, hija! —gira la perilla, pero no puede acceder. Consternado usa el hombro para tratar de derribar la puerta, tras varios intentos, logra pasar. Tania está en la bañera, el agua escapa y la espuma desapareció a la mitad del descanso de Julián.

¡Tania, Tania!

El llanto de Julián no cesa aun cuando el disco de Dexter había dejado de escucharse, el café se consumió, el libro se quedó sin pasar página y el timbre del teléfono volvía a sonar; mientras, el reloj en la cocina seguía con la misma hora en que la conversación de padre e hija había iniciado y en la contestadora quedó grabado un mensaje:

Lo siento, Tania, no volverá a suceder. 

10 de Outubro de 2018 às 20:45 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Augusto Gómez Vago estudiante de la vida. Narrador de ficciones y realidades. Fumador de héxamina y caladas de vacío. Y si no me creen, no he dicho nada.

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