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El modelo de emigración de los países de lengua alemana


La emigración interior y exterior, también llamada inmigración, es un tema de candente actualidad y uno de los fenómenos sociales más importantes del siglo.


Podemos afirmar que los últimos 60 años han sido sin lugar a dudas los de mayor libertad de circulación de personas en Europa, especificamente en su mitad occidental. Y han sido fundamentalmente razones económicas las causas de ése proceso.



Hubo un tiempo en el que los ciudadanos del Viejo Continente constituían la tercera parte de la población mundial. Había, de hecho, excedentes de población en edad laboral en muchos de estos países, sobre todo los más atrasados, los que quedaron rezagados en la Revolución Industrial y aquellos que no lograron llegar a los modelos políticos que la facilitaron y amplificaron.



Hubo un gran movimiento de europeos fuera del continente vinculada a la expansión colonial y a la aparición de nuevas tierras de promisión. No es tan lejana , por ejemplo, la época en la que los Estados Unidos, Argentina, Brasil atraían a grandes contingentes de europeos buscando mejores oportunidades al otro lado del Atlántico. 



La expansión colonial puso a franceses y británicos en todos sus territorios de ultramar. Había belgas en el centro de Africa, portugueses en Brasil, Angola, Mozambique o Macao en el extremo oriente. Los Países Bajos todavía enviaban sus funcionarios a lugares tan lejanos como Indonesia o Surinam, la llamada Guayana holandesa .Sudafrica atraía a los luteranos Boer. Boers eran también los alemanes que se dirigieron a Namibia. Incluso España, una nación que llevaba siglos en decadencia, replegada sobre sí misma, y fuera del sistema de decisiones de un mundo esencialmente eurocéntrico enviaba remesas de gallegos y asturianos a lo que quedaba de su Imperio en America o transfería personas a sus posiciones en Marruecos o a la exótica Guinea Ecuatorial.



Desde el final de la Segunda Guerra Mundial se puede hablar de una nueva tendencia. Comienza un repliegue europeo respecto a la tendencia anterior. Ciudadanos europeos van a seguir buscando fortuna en América, Australia, en muchos casos por las alteraciones producidas después de las dos guerras mundiales. Pero Europa va a pasar a ser un lugar de acogida de contingentes humanos cada vez mayores y más diversificados por su origen. Los espectaculares cambios en las tendencias demográficas y las reglas del juego de la economía de mercado, el final de la época colonial y ése fenómeno que llamamos Globalización cambian las la tendencia.



Hay dos ondas de movimiento migratorio hacia Europa muy marcadas. La primera es la de ciudadadanos de territorios coloniales o post-coloniales a las Metrópolis europeas. Los colonizados buscan mejores oportunidades de vida en la tierra de sus colonizadores. La segunda, que nos ocupa aquí, son reajustes de población en Europa entre países que prosperan después de 1945 y carecen de mano de obra para sostener éste movimiento y países , casi todos del sur, décadas más tarde del este pobres y con excedentes de población en edad laboral activa.


 Francia, por ejemplo, sigue enviando cuadros a sus dominios de ultramar. Pero el país había perdido muchos hombres, por muerte o mutilación, en tres grandes conflictos armados contra Alemania en apenas 70 años. Estamos hablando de una época en la que la mujer todavía no se había emancipado legalmente ni se había incorporado de manera masiva al mercado de trabajo como lo haría en las décadas siguientes. Curiosamente, la Segunda Guerra Mundial actúa de catalizador de la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo. Con tal acumulación de recursos en el frente, las mujeres van a ocupar sus puestos en la retaguardia, en el aparato productivo.




Pero hay ejemplos extremos en los que la devastación y extrema mortandad creada por los conflictos bélicos dejó a países sin los necesarios recursos humanos para reconstruirse.




Alemania había quedado exhausta y dividida en 1945. Con pérdidas humanas masivas, la reconstrucción del país suponía un esfuerzo colosal. Se habla con frecuencia del Milagro alemán, construido en gran medida por virtudes alemanas, pero también apoyada por la inversión de los ganadores de la Guerra y , como veremos, suplementada por un creciente acopio de mano de obra extranjera a partir desde la década de los años 50 del siglo XX.




La escasez de mano de obra, sobre todo en algunos sectores de mano de obra intensiva, como la minería, la industria o la construcción de redes de ferrocarril empujó progresivamente a la búsqueda de mano de obra en el extranjero. Desde 1961 hubo un problema añadido: La construcción del Muro de Berlín privó a la Alemania Occidental de la mano de obra de la RDA, la Alemania comunista. La congelación era total y los líneas de separación de la Guerra Fría se hicieron más marcadas.


Hubo controversia, porque Alemania era un país sin gran tradición de recibir mano de obra extranjera. Pero como en tantas ocasiones se impusieron las razones económicas sobre otras muy latentes desde el principio, como la de la compatibilidad de la cultura alemana con la de los recién llegados. El corazón industrial tiraba con fuerza, la calidad de las manufacturas "Made in Germany" conquistaban los mercados mundiales y el éxito y la bonanza económica dinamizaban esta sociedad que se enorgullecía de su rápido renacimiento.



Se creó un concepto para vender a la opinión pública la necesidad de aceptar estos contingentes de mano de obra extranjera: "Gastarbeiter". Literalmente, Trabajador invitado. La presunción era que estas personas vendrían para trabajar durante un tiempo determinado, tras el cual retornarían a sus lugares de origen. Este mismo concepto de Gastarbeiter fué utilizado en la Suiza de lengua alemana , cuya política de emigración fué en gran medida en paralelo a la de la República Federal Alemana, y más tarde en Austria, que a partir de 1964 empezaría a reclutar Gastarbeiter de manera masiva, fundamentalmente en Yugoslavia y Turquía vía acuerdos bilitarales de Gobierno a Gobierno. Austria, al comienzo de esta política regulada de inmigración partía de una situación económicamente menos boyante y ofrecía por lo tanto salarios menos atractivos. España finalizó en acuerdo con La República Alpina en 1962. Pero el grueso de los dos millones de españoles que se expatriaron por razones económicas escogió Francia, Alemania, Suiza o Bélgica como destino. 





La estancia de los trabajadores se consideraba, pues, temporal. Este principio de temporalidad y rotación (Rotationprinzip en alemán) con la idea tácita del regreso al lugar de origen, en algún caso incluso incentivado económicamente (Rückkehrorienterung) fué pronto rebasado por la realidad. Hubo trabajadores que siguieron este esquema. Trabajaron un tiempo, ahorraron y regresaron a sus casas. Pero la gran expansión de estas economías necesitaba constantes aumentos de la mano de obra para no detener el ciclo económico, lo cual se tradujo en aumentar la duración de los permisos de trabajo  evitar los costes de los nuevos aprendizajes y la consiguiente pérdida de capacidad productiva de la masa laboral ya experimentada y en buscar nuevos contingentes de trabajadores extranjeros de nuevos orígenes y países  para satisfacer esta creciente demanda de bienes y servicios.





Alemania firmó tratados bilaterales de contratación de trabajadores con Italia (1955), España y Grecia (1960), Turquía (1961), Marruecos(1963), Portugal (1964), Túnez (1965) y Yugoslavia (1968). Con las necesidades de mano de obra por sectores bien tasadas, el destino de la mayor parte de éstos trabajadores sería el pujante sector industrial y la minería.



El caso de Turquía es singular. Como país de tradición musulmana chocaba que enviara a sus nacionales a suelo europeo. Estados Unidos ejerció una fuerte presión para abrir los mercados de trabajo alemán, suizo y austriaco a los turcos (y kurdos) de la República laica fundada por Kemal Atatürk. El valor estratégico de Turquía como aliado militar en la OTAN ha sido siempre muy grande, por su posición geográfica, su potencia militar y demográfica . Hoy casi tres millones de turcos o sus descendientes viven en la República Federal Alemana. Son, tras los alemanes, la segunda minoría más numerosa en Austria. Y en Suiza sólo son superados por los italianos, pioneros en la llegada masiva  al país helvético para la construcción del Puente Alpino de Gotardo y los ciudadanos de la antigua Yugoslavia. 





Estamos hablando de una época, anterior al Tratado de Maastricht y la creación del espacio Schengen, en la que  los estados de la Unión Europea controlaban celosamente sus fronteras y regulaban según criterios de interés nacional sus políticas de inmagración y el acceso a sus mercados de trabajo.


Estas primeras oleadas de trabajadores tienen ya una segunda y tercera generación que han creado millones de personas con identified legal y cultural dual. Los hispano suizos, los turco alemanes, los austriacos de ascendencia balcánica son ciudadanos de pleno derecho que han transformado y enriquecido las sociedades de sus países de acogida. Estas sociedades, a su vez se han vuelto más complejas, más plurales y han prolongado su influencia exterior, precisamente por el efecto causado por la inmigración. Es la conocida Multiculturalidad.



El principio de libre circulación de personas consagrado en Maastricht y la ampliación hacia el Este de la Unión Europea en 2005 dieron lugar a una nueva oleada masiva de emigrantes, en este caso de la Europa Oriental. 


La Crisis económica que comenzó en 2008 y el impacto que ha tenido la muy preocupante emigración illegal han complicado y tensionado esta cuestión de las migraciones hasta el punto de convertirse en elemento central de la controversia política en éstos países de lengua alemana. Suiza, fuera de la Unión Europea, empezó a establecer cupos estrictos de emigración desde la crisis del petróleo de 1973, que puede considerarse como el punto final de la gran era de crecimiento que siguió al final de la Segunda Guerra Mundial. Durante estas décadas se han celebrado cada cierto tiempo referenda para pulsar la opinión de los helvéticos sobre la cuestión. 



Austria, con una larga tradición de convivencia con los países del espacio danubiano entró en la Unión en la oleada de 2005. Situada en el extremo oriental del mundo germánico, hizo pleno uso de la cláusula de acceso restringido de siete años a los nacionales de los nuevos países miembros. El país, altamente cauteloso con las migraciones, es percibido como xenófobo en algunos puntos de Europa. 



En Alemania, las diferentes crisis de refugiados que se han sucedido desde 2015 y el caos en la acogida por razones humanitarias han puesto contra las cuerdas al Gobierno de Angela Merkel y pueden ser la causa del final de su largo mandato político. 



28 de Setembro de 2018 às 08:12 0 Denunciar Insira Seguir história
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Conheça o autor

José Antonio Chozas Inquieto, apasionado por las letras, escritor por impulsos, alma libre.

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