Quieta en el umbral
tu cuerpo he de espiar,
el matiz de tu piel es reflejo
de la escasa luz atravezando el cristal.
Un calor silencioso
recorre la superficie ondulante,
el pudor se ausenta
y mi piel estalla al rozarte.
Nos condenamos y somos uno,
volamos, llegamos al cielo un segundo.
Somos el universo y los astros nos envidian,
Quieren sentir el secreto salvaje
oculto en nuestras caricias.
Tu piel me pinta de versos,
atardece,
y en ti mis ojos inmersos,
sumergida en un mar de cálidos besos.
El velo del firmamento
llama a la calma con el viento,
y la luna es fiel testigo
de mi continuo enamoramiento.
Más alto mi latir se mezcla, agitado,
con el de los titilantes astros.
Galopa entre mantos y nubes,
para no dejar rastro.
Y navego,
por cada horizonte que mis ojos toquen .
Y me embriago,
de cada noche que mi sentido absorte.
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