daniella_moro15 Daniella Moro

Mi nombre es Cameron Ashford y me hospedo en un internado en Londres, Inglaterra. Mi vida consistía en ver a los humanos con desprecio, y, según me han dicho ser el chico más popular y jodidamente arrogante del internado. Nunca pensé vería a los humanos con otros sentimientos además del disgusto y, como dije antes, desprecio, pero como en todas las historias, mi vida dio un giro terriblemente inesperado gracias a la llegada de una chica nueva.


Romance Suspense romântico Todo o público.

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Uno

— ¿Te importaría caminar más despacio, Cam? A esta velocidad llegaremos de primeros a la clase antes de que llegue el profesor —me reprochó Xander, mi hermano, desde mi espalda.

— Si tanto te incomoda mi velocidad al caminar, no debiste acompañarme —rodé los ojos.

— Sé que estás rodando los ojos. ¿Qué diría Ariana en esta situación?

Ariana. Mi hermana menor.

— Ella no diría nada porque no le interesaría ni se quejaría tanto de cómo camino.

— Cállate.

Llegamos al aula mucho antes de que el profesor llegara, sólo estaban cinco personas ahí. No me importo, así que me senté en mi lugar habitual, al final del salón junto con mi hermano.

— ¿Ves?, te lo dije, llegamos demasiado temprano, aún faltan diez minutos para comenzar —tumbó sus cuadernos en la mesa—. Aún no me sé las fórmulas de física, ¿por qué rayos tenía que acompañarte?

A esta hora de la mañana nos tocaba física. Yo rara vez coincidida en clases con mis hermanos, pero esta era una de esas veces. Xander y yo tenemos física, educación física e historia inglesa, mientras que Ariana y yo coincidíamos en poesía española, biología y también en educación física.

— Tú te ofreciste, Xander. Deja de quejarte.

— Aun no entiendo porque lo hice —siguió quejándose.

— Tan sólo siéntate y repasa tus estúpidas formulas —volví a rodar los ojos.

— Oh por Dios, te vas a quedar sin ojos de tanto voltearlos.

— ¿Te preocupa que me quede sin ojos hermanito?

— Ya quisieras.

Sonreí mientras que veía entrar a más personas al salón.

— Hoy estas de un humor no tan espantoso a como lo tienes cada día, ¿a qué se debe el cambio?

No logré responder ya que entró el profesor, el señor Scott. Siguió de largo hacia su escritorio no sin antes darme una mirada asesina ya que tenía los pies montados en la mesa, cosa que era normal en mí.

— Tan puntual como siempre señor Ashford, pero le agradecería que por favor bajara los pies de la mesa, si no es mucha molestia.

Corrijo. El inútil profesor de física.

— ¿Y si es una molestia que sucedería?

Sólo baja los pies de la mesa Cam, no empieces —dijo Xander en mi cabeza.

Le di una mirada de “no te metas, no es tu problema” y seguí desafiando al profesor.

— Pues creo que esa molestia se solucionaría con una visita a la dirección, ¿no le parece?

— No creo que eso sea necesario profesor, mi hermano sólo se levantó de mal genio hoy, no se repetirá —interrumpió mi hermano.

— No hace falta que lo defienda Xander, su hermano es lo bastante mayor para entender las consecuencias de sus actos, pero esta se la dejaré pasar porque la verdad no estoy de humor para hablar con el director por quinta vez consecutiva sobre el comportamiento de su hermano —le dio una mirada significativa a mi hermano.

— Gracias profesor —agradeció. Idiota.

— Que no se repita. En serio.

— Sí señor.

De verdad, me debes una gigante —declaró él en mi mente.

Le regale una mirada de “no me interesa” y me puse a rayar la parte exterior de mi cuaderno.

— Bien. Bueno clase, hoy seguiremos con la práctica del jueves pasado, ¿alguien me dice de qué se trataba?

❄❄❄❄❄

Estábamos en la sala común del internado, en la última mesa donde la gente no escuchaba nada de lo que estábamos hablando. Aunque, nunca se nos acercaban, en realidad. Éramos los extraños aquí. Siempre lo éramos. Bueno, solamente a mí no se acercaban, tengo la popularidad de ser condenadamente arrogante e imbécil según lo que me había dicho Xander.

— ¿De nuevo a esto, Cam? —Empezó Ariana—. ¿Es que acaso no te cansas de tantos regaños?

— No, Ariana. La verdad es que eso es lo que alegra mi día en esta mierda a la que llamas internado.

— Basta. Esto se te está yendo de control —frunció el ceño.

— Ella tiene razón Cam, sólo porque seas el mayor no significa que tengas que ser un idiota. Ya van cinco veces que te llaman a la dirección en una semana, y ni hablar de lo de la semana pasada, ¿te parece excelente? Tratamos de pasar desapercibidos, y Dios sabe que no estás haciendo un gran esfuerzo en eso —prosiguió Xander.

— No metas a Dios en esto —le di una mirada furiosa—. Y dejen de actuar como si fuésemos adolecentes normales. No lo somos. Somos una especie que no debería estar en la tierra, ¿lo recuerdan? Estoy casando que actúen así, porque simplemente no es lo que somos.

De verdad estaba cansado, eso era una estupidez, se los pude permitir durante un siglo, ¿pero dos? Esto ya era suficiente.

— Cameron —suspiró ella—, sólo tratamos de ajustarnos a la sociedad, pero tú de verdad lo haces muy difícil, nos es más fácil disfrutar de estar afuera, tener amigos y ser felices que a estar encerrados en una casa y escuchar a Xander quejarse de todo, ¿puedes tratar de ser más flexible en esto?

¿Ajustarnos a la sociedad? ¿Realmente te estás escuchando? Definitivamente estás loca —le di una mirada burlona—. Ariana, por más de un siglo lo hice, he sido demasiado flexible con ustedes, pero esto ya cansa. Tratar de ser alguien que no soy, al igual que ustedes, cansa.

— Sí, pero...

— No quiero seguir discutiendo acerca de esto —la interrumpí—. Fin de la conversación.

Le di la espalda y me fui a mi dormitorio donde, gracias al cielo, no compartía con ninguno de mis hermanos o “compañeros” como Ariana y Xander los llaman. Necesitaba pensar a solas y mi sala de estar era un buen lugar para este tipo de situaciones.

Toc, toc.

— ¿Señor Ashford? —Dijo una voz por detrás de la puerta. Maldita sea.

— ¿Es que no se puede estar sólo un momento en este maldito internado? —inquirí.

— ¿Podemos pasar? Necesitamos hablar con usted.

— Ya que interrumpieron mi espacio, ¿por qué no? —Dije sarcásticamente.

— Bien —entraron. Era el director y su asistente—. Por favor, tome asiento. No pude llamarlo a la dirección porque fue un asunto de último momento.

— Muchas palabras, vamos al punto. ¿Qué quiere? —No tomé asiento. Odio cuando se pone a hablar mucho, me fastidia.

Me dio una mirada recelosa.

— Temo informarle que ya que este es el único dormitorio donde hay una sola persona en el internado, tendrá que compartirlo con alguien —¿Qué?—. Mi asistente aquí presente y yo vinimos a mostrarle su nueva compañera.

— ¿Qué demonios ha dicho? —Reclamé.

A mi hermanita no le agradará que le haya reclamado al director, pero, ¿qué más da?

— ¿Disculpe? —Y sí, ya lo enfadé—. No tiene ningún derecho de hablarme así. Castigado. Después de su siguiente clase, y se me será notificado si usted no asiste. Cecile, por favor tráeme a la señorita Hoffman.

— Sí señor —sale su asistente de mi dormitorio.

Fui al baño a maldecir internamente mientras que el director Landkoer se quedó en la sala principal del dormitorio. Ahora sí que en serio necesitaba pensar. Vi mi reflejo en el espejo y mi expresión estaba tratando de controlarse. ¿Una chica en mi dormitorio? ¿Qué diablos estaba pensado el director? No necesitaba una “compañera” conmigo, ya me bastaban y me sobraban mis hermanos.

— Gracias, Cecile —escuché decir al director.

Bien, era hora de salir y enfrentar mi pesadilla personal. El director levantó la vista mientras yo entraba de nuevo a la sala.

— Bueno, creo que su puntualidad no se ve afectada en estos casos como siempre, señor Ashford.

Sonreí de mala gana.

— Y veo que su sentido del humor tan asqueroso tampoco, director.

Su semblante se oscureció.

— Tan irrespetuoso como siempre. Siga así y será suspendido, ¿me entiende?

— Por desgracia, sí —maldito imbécil.

— Perfecto —pareció volver a la normalidad—. Señor Ashford, le presento a Nannette Hoffman.

— Hola —dijo ella.

Mi ira se desvaneció. Sólo se fue. Me quedé mirando a esa chica de cabello rojizo ondulado que entró a mi habitación sin previo aviso. La cabeza me daba vueltas.

¿Qué diablos?

— Cameron, ella es Nannette Hoffman y será tu nueva compañera hasta nuevo aviso — dijo la señorita Beckham.

— Oh, sólo Nan, por favor —contestó ella penosamente.

Estudié a la chica. No detallé de ella casi nada. Sólo su gran cabellera de rizos rojos, sus largas piernas, curvas perfectas y el hecho de que tenía la piel más blanca que la nieve. No quise observar absolutamente más nada sobre esa chica. Sí la tenía aquí no era porque yo quisiera, me tenía que meter eso en la cabeza.

— Bien señorita Hoffman, espero que se sienta a gusto aquí y por favor, si tiene cualquier incomodidad, ya sabe dónde queda la dirección —dijo Landkoer.

Ella asintió

— Gracias de nuevo, director.

— Por favor, sólo Lance, somos amigos ahora —él le dio una sonrisa y ella se sonrojo—. No hay nada de qué agradecer. Ahora los dejaremos solos para que se conozcan.

Se estaba dirigiendo a la puerta cuando me dijo:

— Y Cameron —volteé mi cara al oírle mencionar mi nombre—, ya que no has respondido con tu habitual sarcasmo de nuevo en este tipo de situaciones, no tienes el castigo después de clases. Se bueno con la chica, por favor —dicho eso, salió del dormitorio.

Y mi ira volvió. Claro. Él quería que la conociera. Maldito bastardo.

La observé sentarse en el sofá mientras miraba su regazo. Tímida e inocente. Me constaba.

— ¿Siempre eres tan callada cuando una figura masculina está en la misma habitación que tú? Porque a decir verdad, no lo esperaba ya que irrumpiste mi espacio de una manera no tan agradable.

No creía que me respondiera, pero como he visto, no hablaba casi nada, y no sabía si era por su inocencia o porque se sentía cohibida. Aun así, necesitaba alejarla de mí y mantenerle en claro que no éramos amigos. Ni por asomo. No era bueno para ella, o para ninguna persona en realidad.

— Sólo con las que no conozco. Perdón por lo de tu espacio no tenía intenciones de venir este año —respondió sin alzar la cabeza para mirarme.

Lo que dijo despertó mi curiosidad en ella, pero no podía permitirme eso. Definitivamente ella tenía que irse.

— Oh, al parecer si hablas, ¿quién lo diría?

Lo que dije debió de encenderle alguna emoción, porque dejó de ser tímida e inocente y alzó su mirada rápidamente. Pero aun no me estaba mirando, así que no podía decir que emoción era.

— Sí. Hablo, pero no con chicos imbéciles que se creen que son de lo mejor, cuando en realidad son críos mimados y arrogantes que creen que todo el mundo está bajo de sus pies —respondió mordazmente.

Básicamente, eso era el dialogo más largo que había escuchado de ella, ¿y lo de “encenderle alguna emoción”? Pues ya me hacia la idea de que era. La chica tenía coraje, lo aceptaba.

¿Nennette? ¿Así es como te llamas? Hay solamente dos dormitorios aquí, como ya te habrán dicho. El tuyo es el de la segunda puerta del pasillo, justo al lado del baño —le contesté fríamente.

Sí las matadas mirasen, ella ya me hubiese asesinado.

Nannette, imbécil, Nannette. ¿Tengo que deletreártelo? —Puso una falsa mirada de sorpresa en su rostro, pero rápidamente fue cambiada por una de preocupación—. ¿Sólo hay un baño aquí? —Tragó saliva—. Eso significa que tenemos que compartir baño, ¿no?

Bueno, bueno, ella me tenía en su lista de chicos como arrogante, divertido. Sonreí burlonamente, dejando que se quedara con la duda. Salí del dormitorio, tenía que encontrar a Ariana, ella era la única que podía salvarme el culo en estas situaciones. A pesar de la discusión que tuvimos, ella haría lo que fuera para que yo me mantuviese cómodo aquí, he ahí la razón por la cual no compartía habitación con nadie. Sí, sé que sueno como un idiota que se aprovechaba de su hermana, pero en mi defensa se lo deje como una condición hace años.

Divagué por un rato por los pasillos para pensar en qué demonios hacer con la nueva visitante pero nada, no se me ocurría nada, así que deje de estar caminando sin rumbo y me dirigí a mi destino, frustrado.

Caminé por lo largo de los pasillos hasta salir al campo que conducía a los dormitorios de chicas. De verdad necesitaba que ella estuviese ahí.

— Bueno, bueno, ¿a qué se debe el agrio placer de verte caminando por aquí Ashford? —Dijo una voz tan chillona que reconocería en cualquier lugar.

— Vaya, no creía que la temporada de perras comenzaran tan pronto —dije burlonamente.

— ¿Qué clase de amor es ese Cameron? —Respondió ella.

— Oh, vamos Kiara, sabes que no demuestro ni tengo ese tipo de sentimientos —moví mis pies hacia ella.

Kiara. Una... bueno, la única mejor amiga que tenía ahí. Mucha gente decía que teníamos una especie de relación, cosa que nos hacía mucha gracia a ambos. Ella había pasado por el mismo proceso que yo, cuando la encontré aquí fue muy extraño, ya que no pensaba que ella, siendo apodada la “Reina de la asocialidad” viniera a un internado e hiciera amigos.

— Por desgracia lo sé, Ashford —sonrió—. Oye, ¿sabes algo de esa chica nueva? ¿La que llegó? De verdad la quisiera conocer. La gente dice que es muy bonita, y los degenerados bastardos de mis amigos de por aquí dicen todo tipo de asquerosidades que quieren hacer con ella —arqueó una ceja—. Pero no la he podido encontrar gracias a que, según el director no hay dormitorios disponibles en el área de las chicas y la ha llevado al dormitorio masculino —dijo masculino como si fuese una broma privada—. Pero como todos los dormitorios de chicos están ocupados, me imaginaba que, tal vez... no sé, tú podrías decirme en donde se encontraba.

Todo rastro de humor se desvaneció de mi cara.

Maldita sea, ¿cómo demonios todo el internado se había enterado de esa noticia tan rápido? Estaba tan seguro como el infierno de que los dormitorios de las chicas estaban tan disponibles como mi dormitorio, pero no, tuvo que tocarme a mí, de todas las personas en este maldito internado, tuvo que tocarme a mí.

— ¿Tierra llamando a Cameron? —Dijo Kiara mientras chasqueaba sus dedos en mi cara—. ¿Estás allí? —Y debido a mi silencio ató cabo por cabo—. ¡Oh mi Dios! ¡La chica te ha tocado a ti! Demonios chico, me sorprende lo afortunado que eres, todos los imbéciles de por aquí la querían en sus habitaciones, ¿pero quién diría que el gran Cameron Ashford, un ser reprimido en la sociedad barra bicho raro en la escuela la tendría? Maldita sea —soltó una risotada.

Enfurecí.

— Cállate Kiara —le respondí junto con una mirada asesina.

Eso le causo más risa.

— ¿Cómo es ella? ¿Rubia? ¿Es una perra sin sentimientos? ¿Una puta? ¿Mojigata? No, no, la pregunta más grande es: ¿cómo demonios harás para salirte con la tuya y que la saquen de tu habitación? —Se río más fuerte.

Maldita.

— No te incumbe, Marie —me dio una mirada envenenada. Ella odiaba que yo la llamara por su segundo nombre—. Pero respondiendo a tu pregunta, sí, me la dieron a mí. Lance paso por mi habitación hace un momento junto con su asistente para darme la preciosa noticia.

— Vuelves a llamarme así y mueres Ashford.

Al parecer, eso fue todo lo que había escuchado de mi discurso.

Me reí.

— No serias capaz de hacerme daño, me amas lo suficiente como para siquiera darme un insulto. Pero ya, ¿sabes dónde se encuentra mi hermana? No tengo intenciones de buscarla en su habitación y toparme con la perra de Natasha — puse los ojos en blanco.

Eso mejoró su estado de ánimo.

— Oh, pobre Nat, ella no se merecía eso —notó mi cara de estupefacción y lanzó una carcajada —. De acuerdo, basta, ya he jugado mucho contigo — continúo con una sonrisa en su cara —. Sí, tu hermanita está en la biblioteca con Alex estudiando para no sé qué de mañana, ya sabes cómo es ella, toda estudiosa.

Claro que si, por eso estaba en el marco de honor. No como yo... Aunque en literatura inglesa y en poesía siempre sobresalía.

— Gracias nena, eres una en un montón, si no tuvieras novio te besaría aquí mismo —ella volvió a soltar una risotada y yo le giñé un ojo.

Me gustaba hablar con Kiara, me hacía despejarme de mis problemas y poder ser yo mismo aunque sea por unos momentos.

— Adiós dueño de mi corazón, nos vemos al rato —se acercó más a mí y me susurró: — Sí tú no fueras mí mejor amigo acabaríamos desnudos en tu habitación, que no se te olvide.

Ahora era mi turno de reírme con todas mis fuerzas. Por eso era mi mejor amiga.

Me lanzó un beso al aire mientras se alejaba de mí.

— Es mejor que huyas, así no serás una tentación para mí —le grité viendo cómo se alejaba.

— Eso quisieras, nene —me gritó de vuelta.

Sí, quería a esa chica.

— Veo que tienes novia —dijo una voz detrás de mí.

Volteé y me sorprendió lo que veía.

— Vaya, ¿eres una de esas chicas que se meten en donde no se le han llamado? — Le respondí sarcásticamente.

Así como fácilmente habían llegado mis momentos de felicidad, fácilmente se expiraron. Ella se sonrojó por enésima vez consecutiva. ¿Es que esta chica no paraba de sonrojarse por cualquier idiotez que se le dijera?

— Perdona, no era mi intención. Pero estaba buscando a un chico, se llama James. Me dijo que lo buscara por la biblioteca cuando terminara de acomodarme en la habitación, lo malo es que no sé dónde queda.

James. Maldita sea.

— Mmm. ¿Nueva y ya has logrado jugar a la casita con el primer tipo que ves? —El que nombrara a James me había encabronado demasiado.

— ¿Qué demonios te pasa? —Gritó—. Sólo hice una pregunta común, por Dios. De verdad que eres un crío arrogante.

Eso me enfureció más. Me acerque más a ella.

— No sabes nada de mí como para decir eso, y puedo decir lo que me plazca cuando a mí se me dé la maldita gana, ¿entiendes?

Algo en sus ojos brilló nuevamente. Astucia, quizás.

— Buen punto. Tú tampoco sabes absolutamente nada de mí como para hacerme entender que me enrollo con cada tipo que vea. Y en serio que eres un crío —se alejó hecha una furia.

Bien, eso la mantendría apartada de mí por un rato.

Necesitaba encontrar a Ariana lo más pronto posible. Dejé de deambular por los pasillos con la esperanza de no encontrarme a nadie más y fui a la biblioteca rezando y esperando que Ariana se encontrara ahí todavía.

— ¿Te has perdido Ashford? —Preguntó una voz detrás de mí.

Joder, ¿qué tenían estás personas que todas tendían a hablarme cuando estaba de espaldas?

— ¿Ahora eres sordo? No me lo esperaba —continuó hablándome esa voz.

Me volteé y fue un placer (en el mínimo sentimiento de la palabra) ver a James West apoyado en la entrada de la biblioteca.

— West. ¿Ahora los idiotas estudian? No tenía idea, relevando tus calificaciones no creo que te sirvan para pasar de año, lo siento —me caía como la mierda el imbécil ese.

Me dio una mueca.

— Yo tampoco sabía que...

— ¿No paras de acosarme, hermanito? —Dijo Ariana, interrumpiendo a West saliendo del baño al lado de la biblioteca.

Gracias a Dios. No quería seguir perdiendo mi tiempo en discusiones de niños.

— Sabes que me muero si paso más de una hora sin ti, bella hermana —sonreí.

— Todo un caballero —se acercó y me abrazó. Le devolví el abrazo.

Puede que mi hermana fuese un fastidio la mayoría del tiempo, pero la amaba.

— Encantador. Tanto que me dan ganas de vomitar —murmuró West. Había olvidado que todavía se encontraba ahí.

Ariana se soltó de mi abrazo y bufó.

— ¿No tienes que ir a leer sobre cómo hacer sentir bien a una mujer sin tener que darle babosos besos West? —Le respondió mi hermana dulcemente. Me sorprendió y dejé que se me escapara una carcajada.

Al verle la cara de sorpresa de él, también le sorprendió de que no fuese yo el que le respondiera. Normalmente Ariana no era de esas chicas que respondían con insultos, pero si la provocabas pues... suerte.

— Un gusto verte también, Ariana —se separó de donde estaba apoyado y entró a la biblioteca.

— ¿De dónde ha salido esa respuesta hermanita? No sabía que podías defenderte tan bien sin mí.

— He aprendido unas cosas estando con Kiara, no te sorprendas —sonrió. Le gustaba que le hiciera cumplidos y a mí me gustaba verla sonreír—. ¿Para qué has venido? No eres de esas personas que pasan por la biblioteca a leer.

Me conocía tan bien.

— Eso me insulta —respondí, falsamente ofendido—. Yo puedo pasar un día entero en la biblioteca leyendo.

Me miró con ojos divertidos.

— Claro que sí, Cam. ¿Qué pasa ahora?

— Necesito un favor tuyo, hermosa —ella arqueó una ceja—. No es que yo haya hecho nada malo, pero es que no soporto al director y...

— ¿Qué has hecho ahora Cameron? —Suspiró.

— ¿Oíste hablar sobre la chica nueva que ha llegado?

— Pues sí, Alex me ha contado de que llego una chica nueva hoy —ella parecía confundida acerca de que yo le sacara a colación ese tema—. ¿Por qué?

— ¿No te conto nada más? —Suplique conque no fuera así.

— Pues —dijo ella tratando de recordar su conversación con él —… Me dijo que como no había espacio disponible en los dormitorios de chicas, lo cual para mí me parece una gran mentira porque hay más población masculina que femenina aquí, la habían enviado a los dormitorios de los chicos, pero él no sabe con qué chico la enviaron. Todos están esperando que sean algunos de ellos, eso los tiene emocionados y por emocionados me refiero a excitados.

¡Lo sabía!, era demasiado obvio que hubiese habitaciones disponibles en los dormitorios de chicas. Saliéndome de mi efusivo pensamiento le lancé una mirada significativa. Ella la pilló al instante y se quedó con la boca abierta.

— Mi Dios, ¿tú eres ese chico? —Simplemente seguí mirándola—. Oh, claro que eres tú —sin que se pudiera contener se le salió una carcajada.

— ¿Por qué se están riendo sin mí? —Dijo Kiara apareciendo por detrás de Ariana. Le di una mirada de muerte.

— ¿A qué no sabes? —Le chilló mi hermana.

De repente Kiara se emocionó.

— ¿Qué? ¿Llegó un paquete de comida nueva para este internado? Porque siéndote sincera, la comida de aquí es asquerosa.

Ella tenía un punto.

— No —rodó los ojos—. Aunque... eso no estaría mal.

— Lo sé, sería grandioso.

— Sí. Pero no es eso. A mi hermano le asignaron una nueva compañera de cuarto. —sonrió.

Kiara sonrió más esta vez.

— Lo sé, ¿no es emocionante? Me interesa saber cómo le va en un par de días con esa chica.

— De acuerdo, estoy aquí, ¿saben? —Gruñí.

Las dos idiotas estallaron de risa. Perfecto, era su payaso en acción.

— Oh querido, no te molestes, pero es gracioso verte la cara que tienes por compartir habitación con nada menos que con una chica. El karma es genial —respondió Kiara.

— Además, no es tan malo, así dejarás de ser un idiota siempre —continuó mi hermana.

— Gracias por tu ayuda, hermana —puse los ojos en blanco.

— Siempre es un placer ayudarte, Cam.

22 de Julho de 2018 às 14:51 2 Denunciar Insira Seguir história
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