carmesi Antony Vilcapoma

Los años siguen pasando y él aun la sigue recordando, y cuando cae la nieve el puede verla y sentirla; escribí esta historia en su nombre, por la gran "amistad" que siempre tuvieron ....... su historia entrará en el concurso "Love is in the Air" de la comunidad de Romance y Cuento.


Romance Romance adulto jovem Todo o público.

#recuerdo #PajarosAzules #soyromance
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Azul

“Dedicado a la niña

Que convierte todos mis días

Y los haces mucho más felices,

En Nombre de la Amistad”

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La noche vuelve a tender su manto y hace eclipsar la realidad en melodías de violín, tan magnificas, tan bravas, tan únicas, tan tiernas; la noche vuelve y yo, otra vez con la cabeza opuesta a la fatiga diaria puedo observar a la luna, a las estrellas, ellas me muestran el cristal por donde los recuerdos son nítidos y los pensamientos son mágicos; la claridad de la noche siembra la esperanza y la escarcha los cimienta hasta el mañana, ahí puedo apreciar como la fatiga acumulada se vuelve ilusoria con el tacto de su mirada y cada recuerdo del baile de su cabello, de la libertad de emociones que albergaba cada fibra de su ser, se convierte en delirio puro; la noche vuelve, como cada día, a tender su manto y llega profanar mis pensamientos y construir su figura en mi mente y masificar los 5 años de austeridad de su ausencia en un vuelo infinito de recuerdos sucesivos, en un recorrido tan singular que hace rechinar a mis pensamientos y se desenfoca en una sonrisa; tumbado, pensativo, se vuelven a los ojos nublosos y yo vuelvo a las canteras del ayer haciendo brillar cada gema que en su interior alberga las historias pasadas, que, con esa sonrisa, construíamos solo para endulzar los momentos juntos y volver fantásticos los recuerdos.

* * *

Corrían las frígidas tardes de un domingo que, para mi mala suerte me resondraba la fragilidad de mi especie; con los pájaros azules alimente el calor que necesitaba y el calor restante lo traían niños que en jubilo jugueteaban, las amas de casa que pasaban por las calles y las parejas que recubrían con una capa invisible de optimismo al ambiente, era un festín de calor, un festín que estaba gozoso de experimentar; la nieve saboteaba las pistas y también volaba con propósito de impactar en un juego, era pues hermoso el panorama; yo, si no recuerdo mal, salía a ver los colores que la nieve dejaba, y en unas sillas de madera experimentaba los más puros sentimientos que la blancura traía, eran pues los pájaros azules los que revoloteaban entre nosotros aquellas tardes y, entre tanta mezcla de colores y elementos solamente visibles para el alma fue que señalaron vagamente un espacio, un lugar que pasó inadvertido de mi calma mirada solo para encontrar un rostro nuevo, uno febril que encajaría perfectamente en el fulgor de la próxima primavera, era pues, un tímido y tierno capullo entre la albura que vestía mi entorno; absorto por todo ello mi mirada se posó en aquel capullo, y mi mente me empujaba hacia su encuentro, solo recuerdo de ese momento que mis escritos cayeron y finalmente nuestras miradas fueron el hélice de conexión entre nosotros y el nexo para que mis escritos fueran a parar en tus manos y, lo que guardaba con tanto celo fueran vistos ante ojos extraños, mas sepultaste mi ofuscación e ilustraste las palabras extrañas que para mi mente solo tendrían un sentido contigo, la persona ideal:

“En la luz sobria del día, los capullos

Adornan la alegría de mi mirada tierna,

En el brillo terso de la noche, la escarcha

Reafirmara la dulzura que proyecto”

Sonriente, devolviste los encantamientos al hechicero que expectante, en aquella sonrisa, los recibía; la pregunta cándida de la autoría de aquel hechizo fue respondida con un asentimiento y las palabras restantes solo fueron el matiz que aquel níveo paisaje necesitaba; no necesitaba ya más palabras, estabas justo ahí, estabas tú; no necesitaba versos ni más escritos, la poesía estaba redimida en tu ser; no necesitaba una definición de amor porque ahí estabas para enseñármelo, para descubrirlo y para vivirlo; lo único que recuerdo son historias, versos que salían de nuestro lazo efímero, canciones que la nieve gustaba de oír; solo recuerdo el momento donde apoyaste tu cabeza en mi hombro y con la voz más sensible entre dientes murmurabas un gracias; solo recuerdo el nombre que lo cambio todo y lo llevo a mejor, Cristina; tal vez podría existir alguien más hermosa que ella, ahora sé que no, nunca lo hubo.

* * *

Sensatamente sé que pasaron horas y más horas desde el momento en que pude ser consciente de la verdadera magia de aquellos finos y sutiles detalles, del recuerdo a rosas que traía tu presencia y la filarmónica que solo tocaba al ritmo de tus palabras, al ritmo de tu ser y solo al tocarte podía acceder de manera neta a la realidad solo para caer en cuenta que era aún más insólita que mis fantasías, la mezcla era la rara sensación que busca un cuerdo para entrar a la locura o un loco para entrar en cordura, la sensación hacía que el tempo se dilatase y jugara a ser más pequeño más y más, convirtiendo en rociada todas las palabras que salieron a juguetear y ello nos invitaba a finalizar la tan grata fiesta de nuestro encuentro en una caminata al claro de la luna y las cenizas de un día de maravilla, -¿Cristina, puedo preguntarte algo? fue el esbozo que emergía con un sabor entremezclado, tristeza y dicha; la respuesta fue la perfecta sintonía que dos letras podrían haber hecho jamás blindadas con una capa dura de timidez, -¿Acaso volveremos a vernos y jugaremos otra vez a ser uno con la nieve?; el sonido de los pasos ya no era más nuestra compañera, solo hacia acto de presencia el silencio que todo lo propaga, entonces la nieve volvió a corear los versos que por vez ultima aquella noche escucharía:

+ ”En tu respuesta y en tu felicidad

- Puedo hallarme y motivarme en un segundo,

+ Con tu compañía puedo vencer a la tristeza

- Y ayudarte a pasar la adversidad”

El sonido de las pisadas volvía y en cada onda daba un vuelco a la historia, hablamos de amistad pero ambos éramos conscientes de que era mucho más que eso.

* * *

Así pasaban los días, preparando nuestro pacto secreto por las mañanas y alcanzando el grado más alto jamás establecido en cada explosión dinámica con los versos nuestros, sé que algunos dirían que era una amistad simplemente forzada pero eso no nos importaba, importaban los minutos que en mi mente aparecía como faro guía y contiguamente en cómo hacer que nunca se apagase, el efecto de respuesta siempre se hacía presente en aquella fantástica rutina, en la mejor versión que cualquiera de nosotros podía liberar; inventamos la cura contra la apatía, re descubrimos aquel idioma olvidado que solo comprendían las almas que entrelazaban sus historias, y expandimos el significado de todas las palabras asonantes que no tuvieron la oportunidad de ser bautizadas, siempre terminando en el mismo patrón, en el mismo trío de emociones que se nos venían al cuerpo de solo observar la esencia que tenía nuestra vínculo; de poemas ,que reinventadas, cubrían el césped de magia y el cielo de tiernos pájaros azules; de canciones que coreaban siempre nuestros nombres y llevaban un poco de nuestra locura; de abrazos y mimos que se daban en nombre de la amistad; y ante los atardeceres el hecho de juguetear y construir palacios con los colores, con los suspiros, pequeñas aldeas llenas del toque místico que solo una sonrisa puede originar; dando paso a estar a las faldas de la noche, de la oscuridad eterna, de la madre de la inspiración y sentir como el día se agitaba ante las humaredas de un destello incandescente donde solo se oían gracias por un mañana y eternidad convertida en promesas; donde solo la luna era testigo de cómo jugábamos a ser dioses y el pecado era solo otro instrumento de nuestros juegos, de cómo aterrorizábamos a los demonios, que auguran el mal, con el arte que solo los humanos disfrutan, y de cómo una amistad sublime podía resistir la apatía de nuestros actos; subimos a lo más alto del olimpo solo para caer en cuenta que nuestra naturaleza mortal se deleita con la picara sensación de querer olvidar su naturaleza y contradecir las consecuencias benéficas que la razón puede brindarnos, contradecir los tonos blancos y azules que yacían alrededor nuestro, contradecir a la nieve y a la noche, la realidad se desplomaba a cada segundo y a cada paso nuestro, los arboles ya no vestían cerezas con un toque de imaginación, solo se percibía nieve acumulada, los pájaros azules no volaban de un lado a otro jugueteando con los versos que les dábamos de comer, solo había una nada infinita rodeando nuestra visión, Cristina no vestía el típico suéter de ilusiones que llevaba todos los días ni tampoco llevaba ese hálito de inocencia con ella, solo caminaba una desconocida que días atrás se mantuvo al margen de mi presencia; la obra principal tenía que cerrar sus telones y sus actores fingir que nada de lo vivido importaba, que nada de lo conocido siquiera existía aunque vieran al pájaro azul escapar de su jaula; y así el ambiente por vez primera cubrió nuestro entorno, las pisadas solo sonaban como nieve profanada y los sentimientos que querían huir fueron alcanzados por la escarcha y ella los acurruco y preparo para una profunda siesta; + tengo que irme, fue la primerísima bala que asesto el golpe exacto en mi memoria dejando un espacio sordo que rompiste con la más fina sutileza encontrada en verso alguno:

“Ayer tuve un sueño prófugo donde

Me enseñaste a sonreír, hoy tengo la realidad

Exhortante de tus labios, mañana

Expandiré mi mente a tus recuerdos”

La nieve siguió cayendo, creo que no sintió la abscisión practicada ni el cómo me desangraba, o tal vez solo quería olvidarlo y llorar en sus propias notas musicales, no lo sé pero fue testigo de cómo el poema de prosa debía terminar finalmente en un punto que separase ambas historias y como la quemadura del abraso a continuación dejo una cicatriz que finamente delineaba su figura, y ella como única voz de protesta solo siguió alimentando el aullido de la nieve que dejaba sus pisadas y las marcas que dejaban los abrazos de estas con mis zapatos; -Escritos, dije, -si te vas llévate mis escritos y devuélveme la felicidad; en ese momento la nieve dejo de crujir.

* * *

Ahora la noche vuelve a tender su manto, ese manto que me acompaña hace 5 años y tiernamente me abrasa sin culpa alguna, aquel que deja grabado una sonrisa en mi rostro que se enciende aún más con el pasar de los años, aquel que me recuerda los días donde la casualidad se convirtió en destino y él, se impregno en mi mente para asegurar la estancia de su recuerdo, quien sabe dónde ahora anduviera y porque suerte de paisajes nevados encontraremos la sensación de delirio perdido aquella noche y acrecentemos la sensación de alegría devuelta en retazos; ella camina los días nevados en el parque donde recogió lo que fueron escritos y vuelve a encontrar a esa alma que la busca sin saber su apariencia, ella camina todos los días por los rincones de mi ser compartiendo el azul de la noche y el albor de la nieve, ahí la veo todos los días componiendo versos cuando cae a la nieve y en el azul de la noche convierte todo el silencio en notas musicales que ella escribe para mí, la guardo en mi mente como una lagrima y ella juega ahí con los pájaros azules que consiguió para mí, es tan tierna como un capullo y lleva el hálito de inocencia todos los días, me dice que está siempre conmigo y solo atino a ver cielo, y recordar con satisfacción las palabras que dijo esa noche cuando en un trozo de memoria, que guardo celosamente en un cajón y solo la saco cuando me viene su recuerdo, como hoy que la tengo en mis manos y en ellas puedo estar seguro que nada fue una utopía consumándose aún más en nombre de la amistad; la nieve dejo de crujir y escribiste en un trozo de recuerdo mi único tesoro:

“Nadie puede evitar enamorarse, tal vez

Uno quiera negarlo, pero es posible que la

Amistad sea la forma más frecuente

De amor”

+

11 de Maio de 2018 às 03:05 2 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Antony Vilcapoma En un arranque de locura quise probar el experimento de estar vivo, quiero seguir amando mi locura.

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