bakkat Christopher Bakkat

Un niño que vive en el cuarto piso de un edificio se adentra en el misterio que guardan las aves de la mano de sus abuelos. Descubriendo que la realidad muchas veces esconde un lado con increíble fantasía.


Conto Todo o público.

#pájaros #descubrimiento
2
5.5mil VISUALIZAÇÕES
Completa
tempo de leitura
AA Compartilhar

Avistaje de aves


       A los 8 años pregunté: <<¿Chia, qué hacés?>> <<Avistaje de aves>>, me respondió con una sonrisa pícara.

      En ese entonces, claro, no sabía qué fuera un avistaje o qué escondía esa sonrisa extraña.

      Cada nueva palabra era un enigma, me aferraba a ellas a muerte hasta develar al menos alguna faceta, algún simple matiz. Una vez esa firmeza fue puesta a prueba con el término 'cabaret', negativas, tangentes, y mi hermana concluyó con un <<preguntale a mamá>>; rubor, incomodidad, mi madre se excusó: <<preguntale a papá>>; mi padre, olfateando la escena porvenir, sentenció: <<el nombre de una película, hijo>>.

      <<¿Chia, qué es avistaje?>>. Mi abuela no era de hablar. Mujer reservada, si las había, era ella. Yo creía que tan solo ahorraba energía, como en su andar que era muy pausado. Lo único vivaz que claramente poseía eran sus ojos. Profundos, cuando ella lo permitía; inescrutables, cuando no. Mesurada, austera. Había sido más servicial en el pasado. Últimamente mi padre le daba la razón a mi madre, la vieja estaba cada vez más vinagre. Aquella tarde que aún no moría en un cielo naranja vivo mi pregunta la trajo de vuelta desde su abstracción característica. Sin mirarme y levantando su dedo indice replicó: <<El mataburro. El grandote, en la estantería>>.

      Levanté el diccionario que pesaba como si fuese un yunque de hierro y penosamente lo deposité en la mesa de madera y un seco golpe se abrió paso en la silenciosa morada. En casa tenía otro diccionario, más pequeño – y por supuesto liviano- en el que buscaba palabras como beso, pito, sexo. Siempre finalizaba la breve lectura un tanto decepcionado.

      A, ab, abeja, ag, ap, be, ave, avisar. <<No está>>, grité. <<Buscá avistar>>, se escuchó.

      <<Avistar>> leí en voz baja <<Acción o efecto de alcanzar con la vista>> <<Algo así como ver>> susurré, dubitativo.

      El timbre sonó rápido, dos veces, cortas: mi padre en las correrías del día a día. Y como abandonando la calma surreal de una cocina bañada por los últimos rayos de sol y el perfume de las flores que habitaban ese jardín terraza grité: <<Chau, Chia>>, corrí escaleras abajo, olvidando el libro abierto sobre la mesa.

      Saludé a mi padre y una vez dentro del auto me preguntó: <<¿Cómo estuvo?>>, dedicándome una fugaz mirada y sonrisa mientras conducía. <<Bien. La Chia hace avistaje de aves>>, repuse. Su carcajada no fue más que auténtica, sorpresiva. <<Los avistajes de aves son en bosques. O ríos, también montañas. Bueno, en muchos lugares.>> Yo observaba y escuchaba atento, él hablaba entre risaditas. Continuó: <<Pero la abuela viva acá. Es todo concreto, es una gran ciudad>>.

      Después de un largo silencio y varios semáforos mi padre rió incrédulo y como hablando para sí mismo: <<Avistaje de aves, mi dios>>.

9 de Abril de 2018 às 21:44 0 Denunciar Insira Seguir história
0
Leia o próximo capítulo El gorrión

Comente algo

Publique!
Nenhum comentário ainda. Seja o primeiro a dizer alguma coisa!
~

Você está gostando da leitura?

Ei! Ainda faltam 5 capítulos restantes nesta história.
Para continuar lendo, por favor, faça login ou cadastre-se. É grátis!

Histórias relacionadas