C
Carlos Andres Leon Vicencio


¿Alguna vez han pensado todo lo que pasa por la mente de un escritor?, ahora imaginen que son esa persona, que ademas de los problemas que consideramos normales, como las deudas, el desamor, entre otras, debe enfrentarse cara a cara a el mismo, y todo lo que su tormentosa mente, tiene para contar...


Suspense/Mistério Impróprio para crianças menores de 13 anos.

#misterio #crimen #detective #fantasia #terror #thriller
2
6.2mil VISUALIZAÇÕES
Em progresso - Novo capítulo Todas as Segundas-feiras
tempo de leitura
AA Compartilhar

La oscuridad de la noche

Me encontraba tomando un café, en un pequeño restaurante a las afueras de mi ciudad natal, no tenía muchas preocupaciones en mi mente, lo que más me molestaba era saber que se acercaba el fin de mes, y con eso vendrían todas las deudas que tenía tras de mí, la renta, la luz, el carro entraría al taller, y un par de zapatos que compre hace unos días, más caros que cualquier otro que jamás tuve, supongo que me perdí un poco en la sonrisa de la chica que me atendía, y cuando me di cuenta ya tenía una bolsa en la mano, con aquellos zapatos, negros y brillosos… -¿Va a querer un pedazo de pastel con su café?-  me pregunto una dulce voz, que me alejo de todos mis pensamientos -Claro- le respondí, mientras miraba su lindo rostro, no tendría más de 18 años, ¿Qué hacia una niña trabajando aquí?, tal vez era un trabajo de medio tiempo para ayudar en casa, o algo así… no me atreví a preguntarle, después de todo ya era un hombre mayor, 45 años cargaba en mi espalda, y en mi rostro, también dos divorcios, sin hijos… Me puse a recordar lo triste que había sido mi vida, un trabajo inestable, la soledad de mi fría casa y por si faltara algo más, una fuerte lluvia remato un día lleno de nostalgia… y no traía paraguas… Me quede en ese lugar esperando a que la fuerte lluvia se dignara a dejarme ir, todos los clientes se habían ido, ellos si vieron el pronóstico del clima, y parecía que estaban preparados para aquella tromba, solo quedábamos aquella chica y yo, Cindy, era su nombre, alcance a verlo en su pecho, después de un rato de mirarla contar las propinas del día, -¿No tiene como volver a casa?- Me pregunto, con un tono de preocupación, a lo que le respondí --Mi automóvil está del otro lado de la cuadra, cuando llegue el lugar estaba muy lleno, y no tuve otra opción que aparcar lejos, después de todo me encanta el café de este lugar, y el pastel…- Soltó una risita, y nos quedamos en silencio por otro rato más, la tormenta no estaba ni cerca de parar, pero pasadas las 10:00pm, tenían que cerrar, la chica se levantó del mostrador y me dijo -Señor, ya es hora de irme, no puedo dejarlo quedarse- A lo que asentí con un poco de tristeza, -me tendría que mojar- era lo único que estaba en mis pensamientos, y la sonrisa de aquella chica, tan llena de alegría. Me despedí de ella de manera cortes, y tomé mi gabardina del perchero de la entrada, cogí un periódico solitario de una de las mesas cercanas a la puerta, y me fui corriendo lo más rápido que pude, el periódico era lo único que protegía mi cabeza de la lluvia, o al menos así fue hasta que se rompió, iba saltando todos los charcos de agua que podía, y buscando las llaves de mi auto en el bolsillo, para entrar lo más rápido posible. Metí la llave, puse el automóvil en neutral y lo arranque, tardo unos segundos en funcionar, supongo que debido a la fuerte lluvia que no dejaba de caer, cuando por fin pude avanzar, me di cuenta que muchas de las calles que frecuentaba se encontraban inaccesibles debido al agua encharcada, por lo que tuve que cortar camino por unas calles con nombres extraños, -nunca he pasado por aquí- pensé, algunas de las casas estaban muy deterioradas y enseguida me encontraba con casas enormes, con los jardines podados y llenos de flores, con tonos de pintura muy brillantes, y luces que alumbraban toda la calle, a pesar de eso, no me sentía cómodo en ese lugar, como que simplemente no pertenecía ahí… seguí conduciendo por unos veinte minutos más, lo curioso de todo, es que no me di cuenta en que momento llegue, como si alguien más estuviera conduciendo mientras yo admiraba el paisaje lleno de lluvia y luces nocturnas, me baje del auto, y llegue a la puerta de mi casa, metí la llave y entre con la esperanza de ser recibido por mi esposa y mis hijos… recordé que solo me esperaba mi computadora y mis cigarrillos, la encendí y lo primero que me apareció en la pantalla, fue una hoja en blanco con un título...

4 de Abril de 2018 às 19:10 0 Denunciar Insira Seguir história
1
Leia o próximo capítulo A veces los libros se escriben solos...

Comente algo

Publique!
Nenhum comentário ainda. Seja o primeiro a dizer alguma coisa!
~

Você está gostando da leitura?

Ei! Ainda faltam 9 capítulos restantes nesta história.
Para continuar lendo, por favor, faça login ou cadastre-se. É grátis!

Histórias relacionadas