La intensa luz solar resplandece en la carretera como si anunciase la llegada del verano.
Las aves circulan por el cielo como pequeños roedores en medio de una tormenta calurosa.
El ardiente asfalto emitía un calor insoportable que lograba mezclarse con la esencia de la humedad. Formando así una bochornosa atmosfera.
Cuando el tiempo se comporta de ese modo, se encuentran personas que pierden la cabeza. «Violaciones, robos, homicidios» ... Un estudiante como Zack no tenía el tiempo y la paciencia de pensar en todos aquellos crímenes que habían cometido idiotas que perdían la cabeza por el calor. Como resultado, en momentos como aquellos, la policía era extremadamente cautelosa con quienes parezcan altamente sospechosos en una pequeña ciudad junto a un lago como Landon Lake… Hacía casi los 10 minutos, en que el joven estudiante de transferencia Zack Rivers que recién había llegado de un pequeño pueblo junto a las montañas, se había percatado que lo confundieron con uno de esos idiotas…
I
¿Zack Rivers Peligroso?
—…Nombre, Zack Rivers. Dirección... Country Sol... —Con ojos fruncidos y sudor por la frente. Un oficial regordete y rechoncho examinaba con dificultad la identificación de estudiante de Zack. Era un milagro para el estudiante que el oficial no sufriera un paro cardiaco en medio de todo ese calor. Aquel uniforme azulado se encontraba bastante apretado para soportar todos esos kilos. Cuando de repente, el oficial dirigió su atención a él gran equipaje del joven de 18 años. Curioso e intrigado, continuo con su interrogatorio— ¿…Vienes desde Country Sol?
Para mala suerte de Zack, Country Sol para Landon Lake era conocido por ser el origen de la mayoría de los delincuentes que frecuentaban la ciudad. Delincuentes en busca de acción que no podían encontrar en el pequeño pueblo de las montañas.
—Si. —informó a secas, sin prestarle demasiada atención al oficial. Curiosamente, Zack se encontraba bastantemente calmado para ser su primera vez en que un oficial de la ley lo detuviera a mitad del camino. Por no decir poco común.
—Mmm… ¿Qué asuntos tienes en la ciudad? —preguntó el oficial indeciso, lanzando un par de gotas de saliva en la frente del chico—. Precisamente aquí en Fisher Island ¿…Y por qué estas cargando esa enorme bolsa? ¿Te dirigías a algún lugar en particular?
—Se lo dije hace 10 minutos. —señaló, con la cabeza fría y la voz serena—. Me estoy mudando. Este equipaje es todo lo que tengo.
—Entonces, ¿Cuál es tu nueva dirección? —insistió de mala manera el oficial. No le gustaba para nada el aspecto tranquilo de Zack. Mucho menos su mirada. Sospechaba que algo estaba ocultado.
—Como he dicho, todavía no tengo una. —agregó indiferente. Solo muy pocas personas podían sacarlo de quicio. El oficial no era una de ellas. Por lo que su voz se mantuvo firme y serena ante la presión insistente del hombre que portaba una placa—. La respuesta no cambiara sin importar cantas veces me pregunte.
—¿Te estas mudando, pero no sabes a dónde? —comenzó el oficial a burlase de Zack. Punzándole agresivamente el hombro derecho con la punta de su dedo índice, mientras que con su otra mano, se sostenía el cinturón para darle la sensación al joven que portaba un arma—. Mira, ¿Qué estas ocultando? ¿Qué tal si confiesas de una vez…?
¿De dónde eres? ¿A dónde vas? ¿Qué planeas hacer ahí? Dependiendo del contexto, aquellas podrían ser preguntas bastante abstractas para Zack, pero dado aquel interrogatorio, eran más bien mediocres.
Desde la perspectiva del oficial, cualquiera que estuviese caminado sin razón alguna era algún tipo de criminal. Por lo que observar a un joven cargando un gran equipaje era como si estuviese pidiendo a gritos que le detuvieran.
«Ese debe de ser su trabajo, supongo». Suponía Zack. Ya que aquella escena funcionaba para impedir el crimen a pesar de cómo se viera. No era un esfuerzo completamente malgastado del oficial. Pero desafortunadamente, Zack no tenía todo el día para jugar con él.
—Perdone, pero alguien me está esperando. —informó pasivamente. Al invadir el silencio y presentir no llegar a alguna parte, el joven estudiante, echo una mirada al reloj digital que tenía en su muñeca izquierda. ¡Percatándose que había perdido 30 minutos!—. No puedo gastar más tiempo con policías aburridos…
—¡¿Te estas burlando de mi muchacho?! —replicó el oficial, con varias venas en el rostro y ofendido. Aunque como era obeso… casi no se le notaron.
—Un agente policial aburrido es buena señal de que la ciudad está en paz. Tómelo como un cumplido.
E inexplicablemente tomando como ofensivo el tono del joven, el oficial chasqueo la lengua irritado y le devolvió toscamente su documentación.
—… Muy bien, Zaaaaack —bufoneó, con el alargamiento de la palabra—. Perdona las molestias, pero… ¿te importaría si le echase un vistazo a ese equipaje? —pregunta con cautela el oficial. Acercando lentamente la mano a la enorme bolsa e invadiendo el espacio personal de Zack.
—Me niego. —agregó. Golpeando la mano del oficial con una leve palmada.
—¡¿Por qué?! —alegó indignado el oficial. Sobándose la mano— ¿Hay algo que no quieres que vea? ¿Un cuchillo tal vez?
—No poseo armas blancas. Política mía —señaló, con la mirada vacía y sin emocion—… Veamos, ¿me está diciendo que desempaque todo esto aquí en la calle? Tomará al menos 1 hora. 30 minutos para sacar todo, 30 minutos para volverlo a meter.
—En ese caso vayamos a la comisaria. —sugirió maliciosamente el oficial—. No hay razón para permanecer aquí con este calor, ¿cierto? Te daré algo de limonada fría y podremos tener una largaaaaa conversación.
—Se lo acabo de decir, no tengo tiempo —insistió casadamente Zack—. No puedo aceptar un interrogatorio voluntario. Se que no puede echarse para atrás ante esta situación. Pero si le diré que yo mismo iré luego, ¿podríamos dejar esto para después?
—Eso es bastante conveniente para ti. —sonrió el oficial, mostrando pedazos de dona entre los dientes—, ¿pero qué garantía hay de que vayas? Al menos dame una dirección si quieres que esté de acuerdo.
—Como he explicado, estoy en medio de una mudanza. —recalco Zack con firmeza—. He desocupado mi antiguo hogar, por lo que no tengo una dirección.
—Entonces dame la dirección de tus padres, —sugirió el oficial—, ¡¿O acaso no tienen tampoco casa?!
—…No tengo padres. Ni hermanos, ni familiares tampoco. —le informo Zack, sin alterarse—. Todos están muertos.
—¿En serio? —se bufo el oficial—. ¿Seguro que no me estas ocultando nada?
—… Esto no va a ningún lado… —suspiro Zack, con la cabeza agachada.
—Bueno, ¿Por qué no nos llevamos las cosas ya? —sugirió el oficial con descaro, tomando la radio que colgaba en su pecho—. Llamare a un coche patrulla. Quédate donde estas.
—Entonces déjeme hablar con la persona quien supuestamente iba a ver. —agregó Zack, con los brazos cruzados—. A este paso me esperaran todo el día.
—De acuerdo. —accedió por fin el oficial triunfante—. Pero… ¿Con quién vas a verte? ¿Un amigo?
—…No voy a decirle nada —sentencio Zack, con la mirada perdida.
—¿Alguien de quien no puedes hablarme? —pregunto el oficial con cautela.
—¡Es tu madre! —le informo Zack—. Tenemos una cita en un hotel esta noche.
—¡¿…Qué?!
—Lo estaba manteniendo en secreto debido a la bondad de mi corazón. Pero me hiciste decirlo, —añadió Zack, con el rostro frio—, así que no me eches la culpa cuando tus padres se divorcien y tu familia se rompa.
—¡Vigila lo que dices…!
—¡Kyaaa! —De repente, a unos 30 metros sobre donde estaban hablando Zack y el oficial una mujer grita. Un desesperado llanto lo acompaña a los pocos segundos.
—¿Eh? —mascullo el oficial, hacia la procedencia de aquel grito desgarrador.
—¡Ladrón…! ¡Alguien…! —gritaba una mujer sentada sobre el suelo de la calle, estirando su mano en busca de la ayuda del oficial. Sus tacones yacían en el suelo rotos, debido al impacto en el pavimento.
—¡Mierda, un policía…! —espeto un hombre, de camiseta Hawaiana, a unos pocos metros de distancia. Buscando rutas alternativas de escape y blandiendo una bolsa robada amenazadoramente—. ¡Muévete, idiota!
—¿Eh? ¡Uh, d-detente, detente ahora mismo! —aullaba el oficial completamente perplejo. Claramente no estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones. El pánico le invadía y la distancia entre él y el ladrón se redujo sorprendentemente. Al parecer la única ruta de escape que había encontrado el ladrón, se encontraba entre medio del oficial y Zack.
—¡Fuera de mi camino! —gruñía el hombre, que corría en línea recta hacia la brecha de la libertad en dirección de Zack—. ¡He dicho que te muevas, idiota!
Justo cuando el hombre se preparaba para atacar con el bolso, Zack comprueba el movimiento de su hombro y brazo, y le golpea en la muñeca con la parte trasera de su mano izquierda.
—Uu.. ¿uegh…? —El brazo del hombre se pone rígido y pierde impulso. Sus ojos viejos se abren en shock. Inmediatamente, Zack toma el cuello de la camiseta hawaiana y lo atrae hacia él— ¡¡…Gh!!
Y antes de que el hombre ofreciera resistencia ante el tirón, suavemente Zack invirtió y uso su peso corporal para empujarle. Haciendo perder el equilibrio del hombre de camiseta hawaiana.
—Bonita camisa. ¿Dónde la compraste? —le preguntó Zack, con mera curiosidad.
—¡…Gh! ¡Ugh! —La incredulidad se mostraba en el rostro del hombre. Sus rodillas se doblaban en contra de su voluntad ante el estrangulamiento de cuello por parte de Zack por medio de su camiseta— ¡…Bastardo…!
El hombre saco rápidamente la cabeza hacia atrás y desplazo su cuerpo hacia un lado, impidiéndole a Zack aterrizar en su cuello.
«Anqué esperaba algo parecido al ver su gran estatura, parece que sabe algo de defensa personal». Pensó Zack en el momento. «Pero…»
—… En este caso, te hubiera sido mejor intentar abrazarme de la cintura. —agrego Zack, girando en dirección opuesta a su movimiento, levantando el brazo derecho del hombre con ambas manos. Rodeando en un solo movimiento su espalda.
—¡Ugg! ¡Aargh! —chillaba el hombre, al sentir toda la presión de Zack en su brazo derecho.
—…Siguiente, tirar hacia tras la muñeca y el codo del oponente, e inmovilizarlos en el suelo… —señalaba Zack, como si estuviese leyendo un libro de artes marciales en voz alta—. Por cierto, esto es defensa básica.
—¡¡Owww!! ¡¡Owowowowww!! —se retorcía y chillaba el hombre— ¡Maldito… cabron! ¡¡Suéltame!! ¡¡¡Te voy a matar!!!
—…Oye, oye, priorizaste las cosas mal. —agrego Zack, incrementando la presión—. Antes de pensar en mí, deberías matar al tipo que te vendió la camisa.
—Gg… ag… maldito… maldito mocoso…
Inconscientemente, la ahora vacía mano izquierda del hombre golpeaba varias veces el suelo en señal de rendición. Y mientras Zack le inmovilizaba, Zack rápidamente miro hacia atrás y observo como el oficial le miraba atónito.
—¡No te quedes ahí parado!
—Ah… ¡s-si!
El oficial coloco su espalda recta en respuesta a al grito enojado de Zack. Tomando un par de esposas de su cintura para correr y arrestar al criminal, que sin resistencia alguna, acepto el arresto por robo dócilmente y permaneció sentado en el suelo con la cabeza agachada.
Inmediatamente, dos oficiales salieron de un coche que recién llegaba y pusieron al criminal en el asiento trasero de este.
Y mientras Zack observaba la escena en perfecta pasividad, el oficial de antes se le acerca.
—¡G-Gracias por tu colaboración en la detención…! —comenzó a agradecerle el oficial a Zack con cierta vergüenza.
—Paso de los agradecimientos. —le interrumpió fríamente Zack—. ¿Qué tal si me dejas ir?
—Me temo que no podemos hacer eso —se disculpó con sinceridad el oficial—. Si es posible, nos gustaría tener una detallada conversación en la comisaria sobre este incidente y el anterior asunto…
—… Ya me lo esperaba… —suspiró Zack, con cierta exasperación. Moviendo la cabeza y reprochándose silenciosamente a el mismo.
«Debería haberlo dejado pasar». Pensaba Zack, mientras el oficial le empujaba la espalda. Mirando su reloj e informándole que iba a 5 minutos de atraso a su encuentro.
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