Si pudiera pedir un deseo esta noche, sería que fuera tarde, justo cuando el sol esta cayendo y pinta el cuadro perfecto de tonalidades claras para una belleza otoñal, haciendo de contraste, sombras bien delimitadas que la luna trae consigo y guarda en secreto... y elegiría una terraza con muchas plantas, y baldosas color tierra para andar descalzos, y unas cuantas luces de colores adornando la escena bohemia… o bien un balcón, cualquier balcón amplio de algún rincón de la ciudad y sentarnos en dos sillas antiguas de hierro forzado, enfrentados, mirándonos en complicidad eterna, vibrando. Vos con tu mandolina griega y yo tocando la trompeta con sordina, que para ese entonces ya sabría como hacerla sonar misteriosa y encantadora... conectándonos, escribiendo e inventando temas juntos, con los apuntes sobre el suelo todos desparramados, cantando fuerte para que los vecinos o los transeúntes nos oigan desde abajo y se pregunten de donde viene esa melodía, que los atrapa y se dejan llevar. Armonizándonos en un juego de voces, sin vergüenza, sin filtros, re descubriéndonos en cada nota, disfrutando del placer de estar juntos al atardecer, pucho en boca, brindando, gitanos, en la simplicidad de la tarde, haciendo arte.
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