parcival_vt Parcival degurechaff

Cuatro joyas, son todo lo que se necesitan para gobernar el mundo. ¿El amor, o las promesas vacías de tu libertad? esa y muchas mas preguntas no dejan de rondar en mi cabeza.


Fantasia Medieval Impróprio para crianças menores de 13 anos.

#fantasia #medieval #sao #yuri #amor #rpg #rollplay
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Capítulo 1

Tres puñetazos. Solo tres eran más que suficientes para hacerte olvidar el dolor y así sobrellevar mejor el cuarto.

- Es la Última vez que me fallas - Bramó Granh tirándome al suelo de la taberna, algunos se giraron a mirar unos segundos para luego volver a sus platos y conversaciones. El gran Orco musculoso de ojos verdes me miraba fijamente con cara de rabia mientras me levantaba del suelo.

Si, así es como acaba la hija rebelde de dos ricachones los cuales solo piensan en que su única hija lleve el carrito cuando ellos no puedan andar, pero sinceramente eso de ser mercader no me gustaba nada. Descubrí lo que sí me gustaba con apenas unos 6 años, un cajón en el sótano de nuestra pequeña mansión contenía lo que hasta ahora es mi mayor tesoro, una varita mágica, tenía una media luna como guarda y se recargaba de esencia mágica mediante unos frascos los cuales se enroscaban en la parte inferior y constituían de mango para la varita los cuales tenían una forma cilíndrica y eran bastante cómodos de agarrar, y aunque mi familia consideraba la magia como algo peligroso y temían que pudiera comprometer nuestra posición social, no pude resistir su llamado y comencé a practicar en secreto.

Con el tiempo mi pasión por la magia creció cada vez más. A pesar de mis intentos por convencer a mis padres de que la magia era mi verdadera vocación, estos no aceptaron mi deseo de dedicarme a ella.

Sin embargo, no me dejé desanimar y decidí continuar mi entrenamiento en secreto mientras estudiaba los negocios familiares durante el día. Hace ya cinco años que a la edad de diecisiete decidí escapar de mi hogar y emprender una nueva etapa. Me ganaba la vida como cazadora de recompensas, utilizando mis habilidades mágicas para ganar dinero y perseguir mis propias metas. A pesar de la decepción de mis padres, sabía que era lo correcto para mí y no dejé que las expectativas de los demás me detuvieran.

Pero mis acciones me llevaron a toparme con la gente que no debía y, obligada, comencé a trabajar para ellos.

- Lo siento lo siento, esta ha sido la última vez ya lo sabes ahora relájate un poco - me pavoneé mientras le tocaba el brazo, solo para recibir un puñetazo más que apuntar a mi lista, que detalle por su parte.

- ¡He!, luego soy yo la que limpia dejaos de tonterías - gritó la camarera, se llamaba Mira, es una elfa de estatura media, con una figura esbelta y ágil. Tiene el pelo largo y oscuro que le cae en suaves ondas sobre los hombros, y unos grandes ojos verdes que parecen brillar con luz propia. Suele llevar una larga falda y una camisa blanca, rematada con un delantal a cuadros rojos y blancos. Era una de las favoritas de todos en la Taberna El Buen Crup.

- De esta te libras por ahora Kara - Se alejó un poco - La última oportunidad que te damos y esta viene del jefe - explicó mientras me ofrecía un pedazo de papel doblado con un sello impreso en una de las caras.

- Qué demonios quiere de mí este personaje - susurré mientras me estiraba para coger el manuscrito.

- Ya sabes lo que te pasará a ti y a tus padres si no cumples niñata - Granh salió de la taberna dando un portazo.

- ¿Estás bien preciosa? - Mira me tendió la mano para ayudarme a levantarme, Mira es una camarera muy alegre y simpática, siempre dispuesta a entablar conversación con los clientes y a hacerles sentir como en casa. Tiene una gran habilidad para recordar los pedidos de los clientes, y siempre está dispuesta a hacer recomendaciones sobre los platos y bebidas del menú.

- Si, gracias, solo ha sido un jefe malhumorado - expliqué sacudiéndome mis pantalones cortos y asegurándome que mi bolso de frascos y varita no sufrieron daños. Eran muy resistentes, eso lo descubrí con el paso de las caídas.

- ¿Te pongo algo? -

- Un agua de rosas estaría genial por favor - dije mientras me sentaba entre quejidos en una mesa vacía. Agua de rosas era una bebida que no contenía alcohol y tenía un sabor fresco y dulce, la gente dice que cura las heridas como si de una poción se tratase pero sinceramente es una infusión de pétalos de una flor sin magia pero he, quien sabe, la mente es muy poderosa.

Mira asintió y se fue a la barra para pasarle la comanda a Nooxay la hija adoptada del propietario de la Taberna.

Venía a la taberna casi a diario desde que escapé de casa. La decoración rústica de la taberna, con sus paredes de piedra y mesas de madera, la hacía parecer auténtica y acogedora. Los cuernos de diferentes criaturas mágicas adornaban las paredes, dándole un ambiente único.

La mayoría de los clientes habituales de la Taberna El Buen Crup eran aventureros y cazadores de criaturas mágicas. Era un lugar popular para intercambiar historias y hacer nuevos contactos. La taberna también tenía un pequeño escenario en un rincón donde los músicos locales y algunos aventureros talentosos realizaban espectáculos en vivo. A menudo, estos espectáculos eran improvisados y podían ser una sorpresa para los clientes que se encontraban allí.

"¿Y qué es un Crup?", os preguntareis, la especialidad de la casa y una delicatesen en todo Milo.

Una criatura muy interesante que se parecía a un pato o ganso, pero con un caparazón. Se puede preparar en numerosos platos, como guisos, estofados y asados.

En Milo, esta criatura es muy consumida y es una parte importante de su cultura culinaria. Aunque no es fácil de encontrar fuera de Milo, si alguna vez tienes la oportunidad de visitar la región, definitivamente deberías probarla. Incluso puede convertirse en uno de tus platos favoritos, como lo es para muchos de los lugareños.

Milo es una ciudad impresionante en todos los sentidos. Las calles están llenas de vida y movimiento, con carretas y carruajes que transportan personas y mercancías. Los edificios son altos y majestuosos, construidos con piedra y madera. Las murallas que rodean la ciudad son enormes y están reforzadas con torres de vigilancia y fortificaciones.

En el centro de la ciudad se encuentra la plaza principal, donde se realizan ferias y mercados. Allí se pueden encontrar productos de todo tipo, desde frutas y verduras frescas hasta artículos artesanales y productos exóticos traídos de otras partes del mundo. La plaza está rodeada por grandes edificios gubernamentales y religiosos, que son los más impresionantes de la ciudad.

Siendo así la ciudad más próspera y grande del país, un lugar muy bonito, pero como todos los lugares bonitos, tiene su parte oscura.

Numerosos grupos habían ganado poder en Milo desde hace ya tiempo, con miembros tanto de la nobleza como en los barrios bajos, por lo que estas mafias se habían convertido en un tumor para la ciudad que poco a poco arrasaban, mataban y la pudren desde dentro, atrapaban a la gente con mentiras y promesas vacías para engatusarlos y quitarles todo lo que tenían. Adivinen como lo sé.

- Aquí tienes - Mira puso el vaso de cristal con la bebida sobre la mesa y me dedicó una sonrisa mientras recogía las diez monedas de cobre que le ofrecí. Las bebidas de este tipo no son baratas, aunque nada que comparar con un buen guiso de crup, mataría por uno de esos ahora mismo.

Mientras miraba los pétalos de rosa flotando en el líquido saqué el papel que me dio Granh, los cuales contenían las misiones que yo tenía que completar si quería conservar mis piernas, o como ellos siempre bromeaban mi "kara" , así de originales son.

"Esta es tu última oportunidad, si fracasas tu vida caerá en mis manos. Ya sabes lo contentos que estamos contigo Kara, no lo fastidies. El objetivo es una Nekomimi pelirroja, Tiene un collar con una gema roja en el centro, necesitamos que lo consigas a toda costa, como siempre, se una buena chica y no te hagas preguntas Tienes una semana para traerme el collar."

- Firmado, Xander. - susurré mientras volteaba el papel para ver si tenía algo más por algún lado.

- ¿Solo un collar? - Nooxay apareció detrás mía de repente - DIOS - grité del susto - ¿No te enseñó tu padre a no leer las misiones de otras personas? - repliqué.

Nooxay y yo no hablábamos mucho, era una chica vestida todo de negro, nunca le pregunté su pasado por lo que no sabía mucho de ella mas haya de que fue adoptada por el dueño.

- Vamos Kara no te enfades - dijo acercándose peligrosamente a mi, siempre jugaba con lo mismo, luego se apartó entre risas y regresó a la barra.

Ella siempre elegía los peores momentos para estar con sus tonterías, solo tenía 17 años pero ya tendría que comportarse como una adulta.

Siempre intento parecer seria y dura pero sinceramente ahora mismo mi cabeza no para de dar vueltas, está todo patas arriba. La orden de la Discordia me tenía bien agarrada desde que me uní a ellos como chica de los recados.

Se que unirse a un culto con ese nombre solo por un par de monedas y una promesa de libertad que nunca llegará no es muy buena idea, la cual he estado lamentando desde el primer momento que entré puesto que al siguiente día me amenazaron con matar a mis padres o secuestrarme y pedir un rescate si es que no les entregaba lo que ellos buscaban. Pero para una niña de 17 años sin una moneda y apenas medio vial de esencia mágica en su varita, no era tan mala idea conseguir un trabajo.

Sería mucho más fácil si los humanos pudiéramos hacer magia como las criaturas, pero no, nosotros los simples mortales estamos aquí atascados con nuestras manos desnudas.

Pero ahora tenía que partirme la cabeza buscando a una persona de la cual sabía su color de pelo y su raza en la ciudad más grande del país con millones de personas, genial.

- ¿A que le das tantas vueltas?, esa bebida no llevaba alcohol - Bromeó Mira con una sonrisa de lo más dulce, no era ningún misterio porque ella era la favorita del lugar.

- Trabajo - Suspiré haciendo una espiral con la mano.

- Bueno si quieres relajarte un poco ayer terminaron de construir los baños de arriba - susurró poniendo unas llaves sobre la mesa, le sonreí y las agarré.

Muy pocos sitios tenían baños con agua por esta zona y los que tenían eran caros o estaban muy en el centro de la ciudad, cuya zona se restringía a nobles y personas ricas. Nosotros los pobretones nos teníamos que conformar con los lavaderos públicos distribuidos por la ciudad o apretar el cinturón para poder entrar a uno de estos.

Me levanté de la mesa la cual fue ocupada inmediatamente, ya se acercaba la hora de comer por lo que era normal, en unos minutos habría cola para entrar a la taberna, por eso siempre venía temprano en la mañana.

Subí las escaleras las cuales llevaban a un piso con habitaciones, al fondo había otras escaleras, estas eran mucho más pequeñas y llevaban al ático, donde más de una vez me había quedado a dormir con Nooxay pues era su habitación.

Por si no lo habíais pillado todavía me lo tenía que gastar todo en las dichosas botellas de esencia mágica las cuales me permitían ganar más dinero para comprar más de estas y con suerte me sobrara un poco para alimentarme a mi también. Porque como podéis imaginar no es fácil extraer magia de un pedrusco encontrado en una cueva el cual lleva cientos de años acumulándose para luego ser extraída, por lo que si, cada hechizo cuesta oro, y a veinte monedas de plata la botella en negocio se me caía a pique por lo que este tipo de favores eran más que bienvenidos.

Al entrar en los baños, lo primero que noté fue el olor a hierbas y especias que llenaba el aire. El aroma era agradable y me hizo sentir más cómoda al instante. El suelo estaba cubierto de piedra y parecía estar limpio y seco.

Las bañeras eran bastante grandes y estaban hechas de madera, tallada y pulida a mano.

El agua estaba tibia, pero mejor que la del río sin duda. En una de las paredes había una roca espejo, bastante grande. Me acerqué para ver mi pobre cara de piel pálida magullada por los golpes que me agenció mi compañero hacía un rato, mis pecas apenas eran visibles entre los moretones, la hinchazón y el rubor que tenía.

- Tengo que dejar de meterme en peleas, siempre me sale caro - murmuré mientras agarraba mi varita.

Retiré mi pelo azul oscuro, con un movimiento rápido y un ligero susurro me lancé un pequeño hechizo de curación leve el cual me alivió el dolor y la hinchazón.

Me alejé del espejo y me comencé a quitar la ropa, llevaba tan solo unos pantalones cortos de color marrón oscuro acompañados por una muy corta camisa negra la cual resaltaba muy bien mis pechos, los cuales eran bastante generosos, no es por presumir, seguido de una muy corta capa blanca que me cubría hasta los hombros, el cinturón que guardaba mis frascos de esencia y mi varita la cual apenas le quedaban unas gotas de magia, mis zapatos y el pendiente que adornaba mi ceja derecha eran todo lo que componían mi atuendo diario, semanal y mensual, porque si, quien tiene dinero para ropa nueva.

Lo puse todo a un lado de la pileta exceptuando el cinturón, pues no quería que se mojase, el resto lo lavaría tras bañarme yo.

Me sumergí en el agua tibia y todo se desvaneció por unos momentos, el ruido de la taberna se convirtió en un ligero susurro de ruido blanco, mis pensamientos se esfumaron por unos momentos, por unos momentos pensaba que estaría mejor si no saliese del agua, que todos los problemas se quedan fuera y a nadie les importase tras desvanecerse en el más allá junto con las burbujas y el ruido blanco, pero no soy el tipo de persona que va por el camino fácil, solo miren donde estoy.

Emergí del agua tras unos minutos dando una gran bocanada de aire, mis labios se tornaron en un color azul pálido, cada vez podía aguantar más y a veces me daba miedo, en nivel de relajación que encontraba al sumergirme me desconectaba de la realidad a veces demasiado.

Tras lavar bien la ropa usé otro conjuro para secarme a mi y a mi atuendo gastando así las últimas gotas de magia que me le quedaban a ese frasco, lo desenrosque y lo sustituí por uno nuevo. Este era el último que me quedaba, guardé el contenedor vacío en el cinturón y salí de los baños.

No hay nada que me sentase mejor que una buena limpieza, siempre solía ir a los ríos en las afueras de la ciudad para refrescarme en verano o cuando quería limpiarme simplemente, en el agua sentía paz y tranquilidad, cosa que no encontraba prácticamente nunca y en ningún sitio en Milo, y aunque fuese por tan solo unos minutos era suficiente para alegrarme el día.

Bajé las escaleras revisando con la vista para ver si por algún milagro había un sitio libre en el que sentarme para tomarme, ahora sí, algo más fuerte que me despejara los problemas del todo. ¿Qué? pensabas que me pondría a buscar a la Nekomimi nada más recibir la orden?, no soy un perro, pero si la vista se nubla se mejora el olfato no es así?.

El ambiente en la taberna estaba más animado que de costumbre, la música resonaba desde el rincón que tenían reservados los bardos y la gente se amontonaba alrededor impidiendo siquiera moverse, pero desde las escaleras tenía una buena vista de toda la taberna, la cual estaba repleta a más no poder a estas horas, incluso había criaturas que compartían una misma silla gracias a su pequeña estatura.

Me fijé bien en quién era el músico de hoy y me sorprendió ver a una Nekomimi pelirroja, no llevaba collar alguno por lo que no tenía forma de saber si era ella a quien buscaba. Tocaba una extraña Mandolina con gran agilidad y talento mientras bailaba al son de su cantar. Estaba recitando alguna de las típicas historias de Bardos que todos ya conocen pero que a todos les encanta escuchar una y otra vez, por lo que era dinero fácil.

Ya había conocido a Nekomimis antes, una raza amigable de apariencia humana con la peculiaridad de que tenían orejas y colas de felino, eran ágiles, sigilosos y veían bien en la oscuridad por lo que a la mayoría los conocí en misiones ya que gracias a esas habilidades y la estúpida capacidad de usar algo de magia eran perfectos como ladrones.

Estaba recitando la leyenda de las cuatro gemas de los elementos, una leyenda que rondaba por Milo desde hacía ya un par de siglos, esta contaba como cuatro magos encerrado en alma de los cuatro dragones de los elementos, tierra, aire, fuego y agua en unas piedras preciosas que luego incrustaron en joyas, estas tenían el poder de controlar a dichos dragones.

Como podéis suponer la gente de Milo había dejado de buscarlas hacía muchísimo tiempo ya que si nadie encuentra nada en doscientos años lo más probable es que sea justamente eso, una leyenda.

Mientras la gente se volvía loca cantando y bailando la misma historieta de siempre yo pude divisar un asiento libre a lo lejos, por lo que me dispuse a ocuparlo rápidamente.

- ¿Qué tal los baños? - Mira se acercó de nuevo, sostenía una bandeja repleta de bebidas, más de la que pude contar, era impresionante el equilibrio que una persona de un metro ochenta podía llegar a tener.

- Sabes que me arreglas la vida Mira - me acerqué y le dí un beso en la mejilla de agradecimiento, le entregué las llaves, ella sonrió de nuevo y luego se marchó para seguir atendiendo a la gran multitud de gente - ¡Mira!, ponme una cerveza de Raíz - grité, ella se giró y me guiñó un ojo.

Volví a leer la nota de Xander y me fijé de nuevo en la chica del escenario, no podía ser tan fácil, seria demasiado grande la coincidencia, o también cabía la posibilidad de que fuera otro de los juegos de Xander.

El era el jefazo, el rey de su propio reino dentro de otro mismo, un hombre corpulento, codicioso y malvado, con el cual había tenido pesadillas desde el primer momento que lo ví.

Como siempre yo no tenía ni idea de para qué hacía lo que me pedía, mi trabajo era hacerlo no preguntar, aprendí eso por las malas como os podéis imaginar.

El tiempo pasaba, mi pequeño rincón de la mesa comenzaba a llenarse de vasos de madera vacíos mientras las pocas monedas que me quedaban en el bolso de mi cinturón se desaparecían junto a mis penas. Se que os estoy dejando una mala impresión de mí, os prometo que esta no soy yo, no siempre...



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2 de Maio de 2023 às 14:33 0 Denunciar Insira Seguir história
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