Y sin divagar en el pensamiento respondo la barba. De ningún modo lo primero en llamarme la atención es la boca, pues no me importa demasiado si tiene labios de pescado o por si el contrario los tiene demasiado inflados. Tampoco si tiene ojos color cielo despejado, verde esperanza con un degrade de pintas grises o si los tiene color petróleo desbordado. Por el contrario lo que juega importante en mi, sin caer en típicos pedidos universales, es la profundidad de la mirada, como si ella contuviese un extraño planeta al que sin dudas me gustaría viajar. Y afirmo con seguridad que el cuerpo tampoco es de mi interés, y la cantidad de masa corporal, juega matemáticamente con la cantidad de cuerpo para abrazar. Si vale más dormir en la crecida montaña mullida de alcohol y comida, que descansar en almohadones de piedras entumecidas. Pero lo primero que me encandila en un hombre es que tenga una barba, si es posible bastante tupida. En realidad solo basta que este un poco crecida, que sea como lija, al roce de un saludo, de un beso, de una caricia. Que sobre todo esa barba signifique hombría.
Hay muchas clases de barbas, y mis preferidas son aquellas que llamo barba despreocupada de la vida. Hay algunas con connotaciones políticas, aquellas que quieren imitar a la guerrilla. Están las barbas de pocos días, esas de no ser porque no hubo tiempo de quitarlas, ellas no existirían. Existen las barbas de sombras, las barbas agresivas, y las que casi llegan a las rodillas. Las barbas religiosas, las hay roqueras, y también marihuaneras. Las hay negras, rubias, y blancas encanecidas. Y no nos olvidemos de las desprolijas y las que llevan horas de trabajo de peluquería y tampoco de las que describen fácilmente la cara de filosofía. Pero también existen otros recortes, como esa llamada candado, que de ningún modo es de mi agrado. De esas porciones de bello facial, se desprende otra rama de delgadas líneas conocidas como bigotes perfectamente confeccionados. Aquellos científicos, pensadores y artistas los llevaban y demostraban demencia, esplendor y mucha sabiduría. Pero lo que me respecta, simplemente es barba lo que me alucina. Ahora es cuestión de rever que busco atraves de la psicología, si Freud, Lacan o mi terapeuta estarían acá conmigo un gran festín se harían, porque algo referido al complejo de electra profundizarían.
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