Llueve y pareciera que la noche es eterna.
Rayos y centellas pintan el cielo de negro eléctrico.
El otoño se hace notar en la lánguida buenos aires,
susurrando tras la tempestad una opera,
y recuerdos consigo en la tormenta.
Amo ver las hojas de ese tono maravilloso
que me hace recordar al ruido
de un saco de mil castañas rodando por el suelo....
Es otoño y me parezco mucho a el.
Y me aflijo cuando en esa decoloración que pinta
la ciudad de verde desesperanza
y amarillo silencioso
veo por los bulevares de las callejuelas de la capital
montones de parejas caminado, enamoradas
en estado primaveral.
Y yo extrañándolo a el, seca como las ramas
de cada uno de los arboles que adornan los pasajes...
queriendo que seamos nosotros dos,
distintos aquellos amantes primaverales;
y nos transformemos en otoños perenes
colmados de mil de equinoxios y años inpasibles,
hojas partidas por pasos lentos
observando el paisaje, abrazados.
INQUEBRANTABLES hasta que la muerte
nos lleve, y sea primavera otra vez.
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