El senado está conformado por el presidente, el vicepresidente, la cámara representante de diputados, un suplente, un vocero, un secretario.
Cada tres años se hacían votaciones para elegir a los representantes.
Los candidatos más aptos eran aquellos con la mejor formación académica, cultural y económica. En fin, la condición social debía ser privilegiada.
Cómo era de costumbre, el senado se reunía para discutir sobre políticas, gasto público, sobre la aprobación de leyes y reglamentos, pero lo que nunca podía faltar era un buen banquete, el mejor vino de todo el continente y los ratos sociales en dónde se platicaba de temas culturales, artísticos y políticos en compañías de damas exquisitas y algunas no tan damas, pero muy complacientes.
El principal tema de discusión y el más atractivo era el que hablaban dos ambiciosos políticos que se encontraban cercano a una columna de la Antigua Roma.
—El gasto público se incrementa cada año, el gasto militar es el más elevado, decía Filipo, uno de lo más astuto e intelectual político de la Antigua Roma.
—Es normal que se incremente y es necesario llegar más lejos, dijo el otro político, llamado Marcos Aurelio, con cada conquista, obtenemos más recursos y es ahí, en la expansión del imperio, donde logramos más, haciendo insignificante el gasto público.
—Es un alto sacrificio y ¿a qué precio?, decía Filipo, porque a pesar de que el imperio sigue creciendo, debemos parar en algún momento y es ahí, dónde debemos controlar el gasto publicó.
—Te adelantas a panoramas inexistentes, que solo están en lo más profundo de tus preocupaciones o temores, así decía el Marco Aurelio, a quien lo único que le importaba eran las conquistas.
—Lo dice el gran Marco Aurelio, a quien tiene riqueza de sobras y ni hablar de las mujeres que tiene en su harem privado, decía riéndose Filipo.
—Es que acaso no te gustan las conquistas y el manjar de esas mujeres, que mejor ejemplo que la mujer que tomas como esposas, recuerdas que fuisteis tú la elegiste a con el dedo, en aquel sitio donde te llevé, decía Marco.
—Debemos pensar en un nuevo César, que sea joven, enérgico, dispuesto a lo que sea por su nación, El joven líder, debe ser apuesto, varonil, con mucha ambición de poder, que sea capaz de dominar todo a su paso. ¿Sabes de algún candidato así?, preguntó Marco.
—Hay un joven que cumple esas características, que tú mencionas, pero aún está en formación, es un ejemplar, es el mejor en su clase, y tiene una mente brillante, le veo futuro, ese joven se llama julio y si no me equivoco será el emperador que Roma necesita, decía Filipo.
—Donde está, quisiera conocerlo, respondió Marco con vos ansiosa.
—Bien, permíteme presentarte al joven líder, decía Filipo al caminar junto a Marco entre la multitud del salón.
—Allá está decía Filipo.— julio, julio. Hizo señas con su mano derecha a qué viniera hasta él.
—Maestro, ¿me llamaba?, Preguntó El joven julio.
—Julio quiero conozcas a Marco, él es uno de los políticos más astuto e inteligentes que Roma ha tenido, dijo Filipo.
—He oído hablar de usted Sr. Marco, usted salvó a Roma de una catástrofe social planteando una solución política muy arriesgada y poco convencional, pero que demostró ser efectiva, comentó julio al estrechar la mano de Marco.
—Es un gusto conocerte julio, ya veo porque es que eres el preferido de Filipo. Tenías razón sobre este joven, comentó Marco.
—Julio, que opinas de la administración pública de Roma y la expansión de los confines del imperio, preguntó Marco al joven.
—Pienso, que aún quedan muchas tierras por conquistar, Alejandría sería una la lista, diría que mi preferida, porque es rica en oro, y su cultura egipcia es fascinante, me gustaría conocer más sobre ella.
Ambos políticas se miraron a la cara y sorprendidos con la visión del joven, asentaron sus cabezas como señal de reconocimiento y total acuerdo entre ellos.
—Nos sorprende muchacho, con tu lucidez y tu gran habilidad, respondió Marco.
—Es un gusto conocerte hijo, tienes un gran futuro por delante, dijo Marco.
Julio estrechó su mano con Marco y Filipo...
— El gusto es mío, respondió julio al retirarse con elegancia.
—¿Qué te parece Marco?, te dije que el joven es el indicado.
—Sí, así parece, dijo Marco, —Aunque no me respondió la pregunta sobre el gasto público.
—Debes enseñarle que los intereses de Roma están por encima de cualquier deseo o capricho, dijo Marco.
—Veo una debilidad en él. Solamente reforzaría ese punto específicamente.
—No veo preocupación con el deseo o el capricho, si los intereses son los mismos a los que Roma aspira siempre, respondió Filipo.
—Debes prestar más atención a lo que te aconsejo, gran amigo, no olvides, lo que te acabo de decir, solo debes reforzar ese punto en la mente del joven.
— Así lo haré Marco, no te preocupes. Ya hablas como si el joven fuera el emperador, dijo Filipo.
—No puedo negar el potencial que tiene, pero por el bien de todos, Yo sé lo que te digo, comentó Marco mirando fijamente a su homólogo.
—La intuición nunca me falla, dijo el político Marco.
—A veces te pones paranoico, respondió en modo de burla a Marco.
—Tomemos otra copa y brindemos por el próximo candidato del imperio, dijo Filipo.
—Que así sea, dijeron los dos al alzar sus copas para luego beber el mejor vino.
Obrigado pela leitura!
Podemos manter o Inkspired gratuitamente exibindo anúncios para nossos visitantes. Por favor, apoie-nos colocando na lista de permissões ou desativando o AdBlocker (bloqueador de publicidade).
Depois de fazer isso, recarregue o site para continuar usando o Inkspired normalmente.