Notas de autor: Esta historia tiene una trama ambientada en el universo A, como las dos anteriores. Si usted no ha leído las primeras historias de toda la “franquicia” y no ha leído Hacia la eternidad y En todo y para todo, no podrá entender bien esta historia. Usted puede leer esta historia sin haber leído alguna de mis historias anteriores, pero tendrá usted que leerla bajo su propio riesgo, el riesgo de no entender casi nada. La decisión es suya, y no mía. En cuanto a las dudas generadas por la historia anterior a esta, la cual es En todo y para todo, debo decir que la razón por la que Darsius no conservará toda su maldad, aunque sus sentimientos no se reinicien tras reencarnar, es que, como nadie nace siendo malvado, pues los malvados se hacen, Sethus no nace siendo un monstruo al mismo nivel del Sethus con todos los recuerdos de las vidas pasadas. El lado malo de Sethus es bastante más poderoso que el de una persona promedio porque él ha guardado en su corazón durante miles de vidas un gran odio que sólo ha ido aumentando bastante más en cada una de sus vidas. Como resultado de eso, Sethus sólo podrá cometer maldades menores que las cometidas cuando tenía sus recuerdos de su primera vida y de las otras vidas posteriores a su primera vida. Al carecer de forma consciente de todos los conocimientos de sus vidas pasadas y al no recordar a casi toda su primera familia, Darsius no podrá pensar en vengarse de los Creadores mediante un plan tan ambicioso como el plan ejecutado en su vida como Merarsius Hishallier. Darsius tampoco será tan malvado como en su vida como Merarsius Hishallier porque la mayor parte de su maldad se debía a sus recuerdos del pasado, dado que dichos recuerdos sólo alimentaban su odio descomunal hacia casi toda su primera familia, volviéndolo a él cada vez más cruel y cada vez más despiadado. El Darsius posterior a su vida como Merarsius no será un asesino de masas capaz de matar a sangre fría a millones de niños de 10 años para lograr obtener la vida eterna y no buscará lograr una ascensión que lo vuelva un dios capaz de conquistar las tres grandes naciones de Aeternia. Por eso su derecho a tener sus recuerdos de vuelta en cada nueva vida le fue quitado y se volvió un privilegio para su persona masculina. En cuanto a la fémina que habría llegado a ser la pareja de Sethus si este no hubiera intentado matar a Osirius para poder quedarse con Ysia para él solo, debo decir que dicha fémina fue la tercera hija de la propia Ysia Waitus y de su hermano Osirius. Era la sobrina biológica de Sethus. Al ser una sobrina nacida en esas condiciones, su diferencia de edad con su tío biológico superaba los seis años de edad. Debo aclarar por si alguien no se acuerda de ese detalle o no leyó LOMDR que la diferencia de edad máxima para que una relación de pareja entre dos personas psicológicamente imperfectas sea algo que sea realmente bueno y realmente deseable es de seis años como máximo. Como Adam e Eve sabían que la futura amada de Sethus había nacido en unas condiciones que impedirían en condiciones habituales que fuera la media naranja del pelirrojo de ojos amarillos, al igual que le sucedería al cuarto hijo de Ysia y Osirius con respecto a su tía Neftia, con la cual mantendría una relación de pareja sin relaciones sexuales desde los 27 años de edad en su segunda vida, dado que ella era una aeterniana ascendida y él un aeterniano no ascendido, decidieron no sólo aparecerse ante ella como un tornado de fuego blanco puro a sus 18 años de edad y contarle que Sethus existía como Darsius, primer emperador de Darsia, sino también darle con un chasquido simultáneo el privilegio de poder ser la media naranja de su “tío” en menos de un nanosegundo. Ella lo esperaría durante las vidas que fuera necesario hacerlo para poder enamorarse de él y enamorarlo. Lo mismo sucedería con el sobrino de Neftia durante toda la primera vida de la ya mencionada esposa de Darsius y de su futuro esposo, su verdadero amor. Resulta que está dentro de las reglas para Adam e Eve romper las reglas cuando no respetar las reglas es necesario para un objetivo relacionado con un bien mayor. Eso significa que los Creadores pueden romper las reglas cuando ellos quieran y como ellos quieran, pero no suelen romperlas, a pesar de poder hacerlo. En cuanto a la tecnología desarrollada por Darsius como Merarsius Hishallier, debo decir que dicha tecnología pasó a manos del Ejército mediante la intervención del Presidente Militar de cada una de las tres naciones. Al ser una tecnología tan peligrosa y tan poderosa, no debía ser usada por civiles como si fuera un conjunto de juguetes que se le darían a un niño para que jugara con ellos. Tres meses después del arresto de Darsius, toda su tecnología, la cual había sido requisada dos horas después de haberlo arrestado, pasó a manos del Ejército de cada nación para ser investigada con el fin de ser usada para potenciar a los soldados temporalmente en el caso de que hubiera un futuro conflicto bélico y potenciar al Ejército mismo permanentemente para volverlo una fuerza protectora de su propia nación que ningún ser problemático pudiera derrotar. En manos de la división científica del Ejército de cada país y con el Presidente Militar como máxima autoridad del Ejército en cada una de las tres naciones, se realizan experimentos científicos responsablemente, sin experimentar con personas, puesto que ya Darsius experimentó consigo mismo, y es por eso que no es necesario realizar ni siquiera el experimento más pequeño en personas para mejorar la tecnología desarrollada por el primer emperador de Darsia. En sólo treinta segundos, se pueden sacar y/o introducir avanzadas nanomáquinas en los cuerpos de veinte personas al mismo tiempo sin causar a dichos cuerpos alguna clase de mal. Los policías contaban desde la existencia de las armas láser con porras eléctricas y con avanzados revólveres láser que disparaban energía dorada, pero Darsius tenía tecnología mucho más poderosa y por eso nadie podía vencerlo con un revólver láser, puesto que estos no estaban ni están hechos para causar destrucción masiva, sino sólo para dañar tanto como una bala cuando esta entra en el cuerpo de una persona. Sólo en las instalaciones del Ejército de cada una de las tres naciones se implementó la tecnología láser desarrollada por Darsius, siendo la tecnología láser de las instalaciones militares capaz incluso de generar muros de energía que sirvieran como impedimento para escapar a los prisioneros de dichas instalaciones en lugar de los barrotes de toda la vida. Los policías y los soldados habían sido los únicos hasta el momento de la derrota de Darsius en implementar la tecnología láser para crear diversas armas de “fuego” y armas militares que hacían el mismo daño que las armas de nuestro mundo. Actualmente, el Ejército tiene armas mucho más letales que las de la policía, y puede por ende causar destrucción masiva con ellas a un nivel muy superior al nivel al que podía hacerlo el propio Darsius. Explicado todo eso, es hora de comenzar a escribir.
Su tipo de hombre
4 del duodécimo mes del 6498 D.C, Parque del Roble, 17:30
Se encontraban sentadas dos personas de 21 años de edad en el centro del mismo banco que había servido como asiento aproximadamente ciento setenta y cinco años atrás. En la izquierda del centro de aquel banco de madera se encontraba sentado un pelinegro con heterocromía cuya expresión era de mucho fastidio. Una joven rubia clara con heterocromía lo miraba muy preocupada y muy seria fijamente a los ojos mientras mantenía sobre sus muslos femeninos un botiquín de primeros auxilios que ya estaba abierto permaneciendo sentada en la parte derecha del centro de aquel banco de madera con patas de metal.
Él mide lo equivalente a 1 metro y 90 centímetros de altura y sus medidas son equivalentes a las siguientes: Copa 0-80-80. Él nunca usa ropa muy holgada, sino ropa poco holgada, y tampoco usa ropa ajustada, siendo la excepción los guantes de cuero que usa, y/o reveladora. Es tan musculoso como un varón sano puede llegar a serlo.
Ella mide lo equivalente a 1 metro y 90 centímetros de altura y sus medidas son equivalentes a las siguientes: Copa C-80-85. Ella nunca usa ropa muy holgada, sino ropa poco holgada, y tampoco usa ropa ajustada, siendo la excepción lo que lleva en las manos y en parte de sus brazos, que está hecho de cuero, y/o reveladora. No es musculosa. Ella es tan curvilínea como Selene Katherine Black incluyendo las tallas de pecho, cintura y trasero también.
Ella le pasaba un trozo de algodón por todos los rasguños que tenía en los brazos izquierdo y derecho que estaba mojado en alcohol con sumo cuidado. Se notaba que estaba muy molesta con él por la mirada fija que le lanzaba.
—Eres un imbécil, tío—Dijo la joven con seriedad y preocupación inmensas en forma de reproche.
—Auch—Se quejó el pelinegro mientras ella terminaba de desinfectar su brazo izquierdo por la parte contraria a la del dorso muy gentilmente con el algodón, el cual sostenía muy cuidadosamente con sus dedos derechos índice y pulgar.
—Siempre te metes en peleas estúpidas con pandilleros y/o con gente gilipollas que sólo sabe insultar. Eres un tonto, un estúpido, un gran imbécil…—Dijo entristeciéndose cada vez más con cada palabra que decía—¿Por qué disfrutas tanto discutiendo y haciendo sufrir a otros, tonto? Tío, deberías ser responsable… Algún día, alguien va a matarte…—Se puso tan triste entre quejidos de él la joven rubia que era evidente que iba a llorar en cualquier momento.
Él vio el miedo creciente en los ojos de ella junto a una tristeza creciente que no lograba comprender del todo. Sólo comprendía que ella no quería que él muriera.
—Persefia, yo… lo siento mucho…—Se disculpó muy arrepentido el joven pelinegro con una expresión de auténtico arrepentimiento y de gran tristeza, tristeza que sentía mayormente por ver en tal estado a su querida Persefia—Auch.
—Deja de quejarte, tío. Tú mismo te has buscado que yo tenga que curarte las heridas. Eres impulsivo y violento, sólo piensas en ti mismo y eres un gran idiota con la cabeza dura… ¿Qué es lo que sientes?... ¿Haber hecho que casi te hagan perder unos pandilleros el ojo en el que otros pandilleros armados ya te hirieron cuando hicisteis esa estúpida pelea con cuchillos?... ¿Llenarte de heridas en la cara y en los brazos?... ¿Hacer que casi te maten, pedazo de imbécil?... ¡Estaba muy preocupada por ti, pero el señorito sólo piensa en sí mismo y se anda metiendo en peleas absurdas mientras desafía la autoridad de mi madre, la que es su hermana mayor por si fuera poco!... ¡Si te matan, me muero, imbécil, tarado!...—Aún estaba por llorar la joven Persefia.
—Por todo… Lo siento por todo… Yo… siento que vayas a llorar por todo eso… No podría importarme menos haber resultado herido… Un bastardo casi me hizo perder un ojo—Mostró una expresión hostil y muy seria—, lo cual implica que quiera matar a quien casi me hizo perderlo esta vez…—Cambió su expresión a una de tristeza y culpa de nuevo mirando fijamente aún los ojos de Persefia, la cual lo miraba aún más triste por verlo tan determinado a matar a alguien hacía nada—Sin embargo…, puedo dejar todo de lado por ti. Unas heridas son el pan de cada decamana, pero unas lágrimas tuyas son el pan que no quiero ver jamás. Tú rara vez lloras por mí, así que asumo que estás demasiado preocupada ya, Persefia… Auch.
—¡He dicho que no te quejes, pedazo de imbécil!... Yo te perdono, pero dime cómo no quieres que llore si te veo arriesgando la integridad física, la vida y… la libertad… Si sigues así, acabarás muerto o en prisión… Si así es como quieres acabar, vas por el camino adecuado, tío Hadartius…—Le dijo aún al borde del llanto Persefia a su querido tío.
—No llores. No llores. Ya he aprendido la lección…—Dijo muy triste y muy arrepentido Hadartius mirándola fijamente a los ojos y procediendo a abrazarla veloz y gentilmente por el cuello con ambos brazos desinfectados ya.
Persefia se quedó en estado de shock y luego, justo después, sin soltar el algodón, rodeó velozmente el cuello de su tío.
—Tú… me has abrazado. Me has… abrazado…, tío Hadartius. Yo… ya no lloraré… Gracias por estar a mi lado, aunque siempre me des problemas—Dijo sintiéndose mucho mejor mientras le sonreía Persefia sin quererlo soltar—No me sueltes, tío. Hacía mucho que no me abrazabas. Siempre debo abrazarte yo. Eres terco, obstinado y tonto casi siempre, pero tienes momentos lindos, ¿sabes? Yo… no quiero que dejes de existir. Por eso siempre quédate conmigo, tío Hadartius.
—Seré un egoísta, un necio, un obstinado, un imbécil, un tarado, un idiota, un cabeza dura, un tonto y muchas cosas más juntas, pero no soy un insensible. Si veo llorar a mi sobrinita del alma, se partirá en millones de pedazos mi corazón, Persefia—Dijo Hadartius sonriendo cálidamente a la rubia, la cual le comenzó a mostrar una sonrisa más amplia que la anterior sin alejar sus ojos femeninos de la dirección en la que estaban los ojos masculinos de él.
—Tío, eres un amor cuando quieres—Dijo muy llena de felicidad la joven rubia de mirada heterocroma. Lo miró seriamente de inmediato—Júrame que no vas a volver a meterte en peleas con pandilleros y/o con imbéciles tarados. Júrame que te portarás mejor con mamá. Ella no merece que le grites y le digas que se vaya a donde ya sabes por querer ayudarte. Ella sólo quiere lo mejor para ti… Sé que odias mucho, y no encuentro una razón lógica para que odies tanto, pero quiero cambiar ese odio por amor. Déjame darte amor para que puedas eliminar tu odio. ¿Sabes lo que duele ver cómo alguien a quien… quieres mucho se va por el camino equivocado?
—Odiar es lo que mejor sé hacer. Me encantaría poder jurarte lo que pides que te jure. Sin embargo…, siento tanto odio por algo en particular en este mundo sin saber por qué que no puedo detener mis propias acciones malas yo solo. Los Creadores son una razón para mi odio desde que tengo la suficiente edad como para odiar y no sé por qué los odio tanto. No sé por qué deseo desafiarlos ignorando sus maravillosos caminos mugrosos y tomando el mal camino siempre. No sé por qué odio tanto a “nuestros grandes padres” y a cuatro de sus seis hijos. Odio tanto a Odynius, a Osirius, a Ysia y a Haira sin saber por qué que pienso que tal vez que ellos dejaran un legado de futuros conflictos en el mundo sea la causa de ese odio. Tal vez odio a los Creadores porque ellos… no evitaron la guerra contra Darsia, en la que mucha gente murió, o puede ser que los odie porque ellos… no evitaron el Proyecto Babelu, el cual mató a más de cien niños inocentes… Yo… no sé cómo ellos no hicieron algo teniendo tanto poder. Si Darsius hubiera sido parado por los Creadores antes de iniciar ese proyecto aberrante…, no habrían muerto tantos niños. Yo… odio a los Creadores, a “nuestros grandes padres” y a cuatro de sus seis hijos… No sé por qué los odio tanto a todos juntos… Lo que sé es que no voy a ser un niño bueno, pero prometo que me cuidaré más—Dijo Hadartius con una mirada y un tono de voz que eran de inmenso odio creciente. Luego sonrió muy cálidamente a su sobrina con esos labios masculinos que ella tanto apreciaba—Te prometo tener más cuidado, Persefia.
—Yo…—Dijo dudosa mirando hacia su propia derecha por un breve instante y, justo después, volvió a mirar velozmente fijamente a los ojos a su tío querido con una sonrisa inmensa en los labios femeninos que él tanto apreciaba—creeré en tus palabras—Se puso muy seria justo después. Estaba muy preocupada también—Sólo no dejes que ese odio te domine y te convierta en un terrible monstruo. Al fin y al cabo, eso le pasó a Darsius Zekuros, el primer emperador de Darsia, un ser tan cruel que hasta su esposa tenía que hacer cosas horribles contra su propia voluntad para satisfacer sus deseos más egoístas. Yo… quiero evitar que acabes muy mal, tío. Cumple tu promesa para que no tenga que curarte de nuevo y trata de pensar en lo que realmente quieres hacer con tu vida. Si quieres una vida de odio y sufrimiento…, sólo acabarás mal. Aquellos que siguen el camino de la venganza nunca acaban bien. Recuerda bien que el camino del perdón te dará la paz.
—Tranquila, Persefia. No me convertiré en Darsius. Yo soy Hadartius Xorniun, tu tío y tu incondicional guardián. Nunca estarás sola si yo puedo estar a tu lado—Dijo sonriendo cálidamente, muy cálidamente, tanto que esa calidez parecía haber sido sacada de la profunda fosa de odio de su corazón oscuro, Hadartius mientras miraba fijamente los ojos de su sobrinita del alma con los propios.
—(Ojalá la historia no se repita en esta época, tío. Yo no quiero que vuelvas a ser como eras en el pasado)—Pensó muy preocupada Persefia sonriéndole muy ampliamente con una gran calidez en los labios—Creeré en ti siempre, tío Hadartius. Ahora… las curitas.
—Pónmelas ya y acabemos con esto de una vez por todas—Dijo con resignación Hadartius estando cansado ya de estar siendo tratado cual paciente por su sobrina, quien parecía siempre esmerarse en ser la mejor enfermera para él y sólo para él.
—¡Te curo las heridas con amor. No te quejes de mis cuidados, imbécil!—Exclamó muy molesta Persefia dejando de abrazarlo de repente para seguir siendo su enfermera.
Él dejó de inmediato de abrazarla y la fémina continuó tratándolo con amor y dedicación, pues ella creía fervientemente que lo único que podía eliminar todo el odio acumulado de milenios y milenios era un amor puro y sincero que fuera incondicional e infinito.
Un rato después, los dos jóvenes caminaban tranquilamente hacia la salida del Parque del Roble estando cada uno de ellos al lado del otro y con sólo cinco milímetros de separación entre ambos. Persefia llevaba en la mano derecha su botiquín portátil de primeros auxilios cerrado como correspondía y su puño izquierdo estaba cerrado sin hacer fuerza. En cuanto al testarudo pelinegro, este tenía los puños cerrados sin hacer fuerza y se mostraba tan alegre como su sobrina. Tenía varias tiritas en la cara y en los antebrazos que hacían que fuera evidente que se había metido en una pelea callejera muy seria hacía sólo un par de horas.
El cielo soleado de verano tenía un ardiente sol y la temperatura de veinticinco grados Celsius del ambiente era algo propio de la época del año en la que se encontraban ambos jóvenes.
—Oye, tío Hadartius—Le dijo su sobrina con una sonrisa muy cálida en los labios mientras miraba fijamente sus ojos desde la derecha.
Hadartius miró fijamente los ojos de Persefia con una sonrisa tan cálida como la de ella y con un cariño hacia su ser femenino que era cada día más grande.
—¿Qué sucede, Persefia?—Preguntó Hadartius sonriente y lleno de curiosidad.
—Estaba pensando…—Comenzó a sonrojarse bastante ella sin dejar de mirarlo fijamente a los ojos—que podríamos ir a comprar ropa interior antes de ir a casa. Ropa interior de… mujer. Si tú… me acompañaras y me dieras tu opinión…, yo elegiría los mejores conjuntos más fácilmente.
Las mejillas muy rojas de Persefia evidenciaban lo que conllevaba todo lo que ella quería hacer.
—¿S-Se supone que quieres que yo te vea en sujetador y braguitas sólo para que puedas elegir sólo los mejores conjuntos de la tienda?—Dijo Hadartius levemente sonrojado por las mejillas y bastante alterado mirando aún fijamente los ojos de su sobrina.
—S-Sí. E-Eres mi tío favorito y el único que tengo. Nos conocemos desde… siempre. Sé quien me vea en ropa interior y me mire mientras la uso. Yo confío plenamente en ti…, t-Tío H-Hadartius—Dijo Persefia tan sonrojada como antes todavía y sonriéndole muy cálidamente a él con una gran sonrisa en sus labios femeninos.
—Últimamente, t-Todo lo que haces es tener acercamientos muy poco típicos conmigo. Es como si quisieras algo que no me estás diciendo que quieres—Dijo igual de sonrojado e igual de nervioso Hadartius.
—Q-Quiero que tú tengas el privilegio de… v-Verme como nadie me ha visto jamás siendo de mi misma edad. E-Eres un p-Privilegiado. Aprovecha la o-Oportunidad de ver a tu sobrina casi… desnuda, pues serás el único que pueda verme en ropa interior sin que yo… haga algo contra quien me vio en un estado de vulnerabilidad—Siguió diciendo la bastante sonrojada rubia con esa sonrisa que tanto le encantaba a su tío, aunque este no admitiera sentirse encantado por la sonrisa de su sobrinita del alma.
—N-No te quiero avergonzar, ¿sabes? No haría cosa como la que me pides—Dijo Hadartius con esa sonrisa de siempre en sus labios y con ese sonrojo leve, el cual estaba en sus mejillas todavía.
—P-Por favor, tío Hadartius. Tú eres el único al que puedo confiarle… algo de semejante magnitud—Dijo suplicante y muy avergonzada con el sonrojo igual de intenso en su rostro Persefia.
Se la notaba desesperada por obtener esa oportunidad de ser mirada por su tío en ropa interior. Deseaba mucho que él accediera a cumplir su petición.
Hadartius suspiró resignado y revoleó los ojos justo antes de mirar fijamente a su sobrina a los ojos de nuevo.
—E-Está bien—Dijo sonriendo cálidamente y con tono de resignación y alegría el pelinegro de rostro más alargado que en su vida anterior. Justo después, se puso muy serio—Pero no quiero que hagas algo contra mí si cometo un error en algo tan importante. ¿Entendido?
—¿Y-Y qué haría yo contra ti si ya has accedido a mirar cuando estoy casi desnuda? Estaría muy feliz por tenerte a mi lado dándome… tanta atención y tanto apoyo. Y-Yo… no sé en qué te podrías equivocar. Cuando de mí se trata, eres… un… p-Príncipe azul. Haces lo que te pido y eres lindo conmigo. Yo… no sé cómo pagarte por tanto—Dijo la ruborizada y muy feliz muchacha llena de alegría tomando el brazo derecho de su tío con su brazo izquierdo y acercándolo mucho a su seno izquierdo, costumbre que tenía cuando se ponía especialmente cariñosa con él.
Sentía ese brazo apresado entre el seno izquierdo de ella y el brazo izquierdo de la susodicha y no podía evitar sentir que le iba a explotar el corazón en cualquier momento si ella lo seguía tratando de esa manera tan dulce y tan adorable en la que lo trataba siempre.
—¿A-Acaso… tendrías una erección por verme en ropa interior? ¿Es e-Eso lo que… te preocupa?—Preguntó entre avergonzada y alegre Persefia estando tan roja como un tomate maduro sintiéndose mucho más avergonzada que antes.
—E-Eso nunca pasaría, P-Persefia. Ni viéndote ni mirándote en ropa interior tendría una erección p-Por ti. Yo te… te… cuidaré mucho si he accedido a ayudarte con lo que me has pedido hoy—Dijo Hadartius sintiendo que los nervios aumentaban y que su sonrojo se volvía casi tan intenso como el de su sobrina.
—E-Entonces…, no hay problema si me miras cuando estoy casi desnuda en la tienda—Dijo Persefia aún igual de roja e igual de avergonzada aún sin dejar de sonreírle a él—(Tonto, si me decías que sí, no me iba a molestar por esa respuesta. Habría dicho que sería mi culpa si tienes una erección… porque no había pensado que tú me consideraras una mujer a la que mirar con deseo. Eres demasiado caballeroso cuando quiero que seas un poco travieso).
Ciertamente, estaba feliz por lo correcto que era él, pero también estaba muy molesta por no haber logrado concluir que él sentía algo especial por ella.
—(Ella… va a perder su confianza en mí si ve que reacciono durante la experiencia en la tienda de ropa. A veces, se toma demasiadas confianzas conmigo, pero eso no significa que yo deba tomármelas con ella)—Dijo preocupado y asustado Hadartius mirando hacia su izquierda por un muy breve instante fijamente.
—Tío, tío, tío, tío, tío Hadartius—Llamó su atención varias veces Persefia muy preocupada por él.
Miraba fijamente el lado derecho del rostro de su amado tío, su adorado tío, su obsesión viviente.
Hadartius miró a su sobrina, quien tenía el mismo rostro que en su primera vida, uno tan alargado como el de la misma Ysia, a los ojos fijamente.
—¿Qué sucede?—Le preguntó seriamente el pelinegro a la rubia lleno de curiosidad.
—Eso mismo me pregunto yo de ti, tío Hadartius. ¿Qué es lo que tenías hace un momento? Sabes que puedes confiar plenamente en mí. Yo… te esperaría mil vidas y tres mil más aún si tuviera que hacerlo, pero nunca te dejaría solo. Puedes contarme lo que sea, tío—Dijo muy preocupada y muy seria Persefia mirándolo fijamente a los ojos.
—¿Mil vidas y tres mil más? ¿Quién estaría tan loco como para esperar a alguien tanto? ¿Por qué razón alguien esperaría tanto a una persona por la que no siente amor de pareja?—Preguntó Hadartius muy curioso y muy confundido por las palabras de su sobrina. Justo después, sonrió cálidamente como lo hacía siempre para ella—No te preocupes por mí. Sólo pensaba en algo sin importancia.
—¿Seguro que era algo sin importancia, tío?—Preguntó aún igual de seria e igual de preocupada Persefia.
—Lo era, mi sobrinita del alma—Dijo Hadartius sonriente sintiéndose mal por tener que mentirle, pero no debía en ese momento decirle la verdad.
No deseaba perder su confianza quedando como un pervertido ante ella.
—Entiendo, tío Hadartius—Dijo sonriéndole como lo hacía siempre la rubia con heterocromía con un amor tan puro y tan grande en su sonrisa y en su mirada que ni el odio más poderoso podría matar ese amor que ella le tenía a él.
Ella siempre lo amaría tanto que ni siquiera su propio odio hacia él, un odio que sería imposible que existiera, podría matar ese amor puro e incondicional.
Acto seguido, ella lo empezó a mirar bastante sonrojada por las mejillas fijamente a los ojos.
—O-Olvida mis palabras de esperarte y todo eso, t-Tío—Dijo Persefia bastante avergonzada ya.
—Tranquila, Persefia. Todos decimos cosas de las que nos arrepentimos luego—Dijo alegre y cálidamente Hadartius sonriéndole como siempre a su sobrina con una mirada de amor hacia ella que mostraba un amor que no podía recordar haber sentido antes por alguien más.
Ambos fueron a la tienda de ropa del centro comercial más cercano al Parque del Roble, uno de los centros comerciales más grandes de toda Athanasia, y llegaron en sólo media hora a dicha tienda. Habían ido caminando, así que muy lejos no estaba del Parque del Roble el centro comercial.
Hadartius estaba frente a un probador, el cual estaba junto a cinco probadores más, los cuales estaban a la izquierda del que tenía en frente el pelinegro, con una cortina roja escarlata que estaba corrida para ocultar a la persona que había en el interior.
—(Mi color preferido está protegiendo a mi sobrinita del alma. Si me hace pasar al interior, ya no estará protegida)—Pensó muy preocupado Hadartius con una mirada de preocupación y temor en sus ojos de diferente color—(¿Por qué no le digo lo que siento por ella? No es como si sentirlo fuera un pecado. Tal vez… tengo miedo de ser rechazado por ella y quedar sólo como su tío. Si de mí dependiera, ella me amaría, pero depende de ella amarme. Secuestrarla no es una opción, pero me sentiría seriamente tentado a hacerlo si ella amara a otro. Un secuestro la dejaría obligada a estar conmigo y sólo conmigo, pero… tampoco quiero que me tema y me odie. Ella merece a alguien que la respete. Yo la respetaré siempre como un caballero respeta a una dama)—Pensó muy serio con ese conflicto interno el pelinegro con heterocromía—(Ella merece estar junto a un príncipe, y no junto a un monstruo).
La cortina se corrió velozmente desde dentro y Hadartius se quedó sin aliento nada más ver a Persefia usando un conjunto de braguitas y sujetador muy elegante y muy conservador de color púrpura que se ajustaba perfectamente a sus medidas, las cuales habían sido equivalentes a las siguientes en la primera vida de la rubia: Copa OO-80-90. Ella había aceptado la posibilidad de perder las medidas que tenía la mismísima Raiha, de perder todas las curvas que tenía la mismísima Raiha, para poder estar con aquel al que amaría. Si debía perder esa figura que habría deseado dejar disfrutar a su media naranja para poder estar junto a dicha persona, perdería esa figura encantada.
—¿C-Cómo me veo, tío?—Preguntó Persefia tan sonrojada como un tomate y sonriendo ampliamente con mucha calidez en la sonrisa.
—I-Insensata, ¿quieres que nos echen a patadas de la tienda?—Dijo muy sonrojado y muy nervioso Hadartius lanzándose justo después hacia ella velozmente de frente para cubrirla con su cuerpo.
Nadie debía saber que él iba a mirarla estando casi desnuda. Él podía ser su tío y su ayuda en esa ocasión, pero era un varón, y eso no podía ser ignorado.
—T-Tío Hadartius—Dijo Persefia con una expresión de vergüenza tan inmensa y con un sonrojo tan intenso por la cercanía con su tío y por estar en ropa interior frente a este que sería evidente para casi cualquiera que no estaba pensando precisamente en cosas de niños.
Él la tenía acorralada entre el espejo y su cuerpo masculino y sus rostros estaban a sólo cinco milímetros de distancia. Las palmas de las manos del emperador reencarnado estaban apoyadas en el espejo de cuerpo completo de la pared del probador y su pecho fuerte y trabajado estaba a cinco milímetros del pecho de copa C de su sobrina.
Nada más percatarse el antiguo emperador de la situación comprometedora en la que estaba con la rubia de largos cabellos y ojos de diferentes colores, se puso casi tan rojo como un tomate maduro.
—L-Lo siento mucho, P-Persefia—Dijo Hadartius en voz casi baja alejándose velozmente de ella sin hacer ruido y se giró velozmente hacia su propia derecha cada vez más nervioso y cada vez más avergonzado dispuesto a correr la cortina en lugar de la princesa a la que protegía.
La corrió con la mano derecha veloz y cuidadosamente y se giró velozmente hacia su propia izquierda soltando un suspiro de alivio.
—Ahora p-Podemos hacer lo que vinimos a hacer—Dijo en voz casi baja el pelinegro de pelo corto con una gran vergüenza en su ser y muy nervioso aún.
—Yo… no estaba molesta contigo por… por… e-Eso de antes. Eres m-Mi tío y… confío plenamente en t-Ti. ¿C-Cómo me veo con el color púrpura? Dicen que a las rubias les queda bien este color—Dijo Persefia en voz casi baja sonriéndole con calidez inmensa y ampliamente mientras permanecía tan roja como un tomate maduro.
Los corazones de ambos jóvenes aún palpitaban con cada vez más fuerza. El pelinegro lucharía para evitar una erección y la rubia lucharía por el reconocimiento de su amado.
—(Soy una mujer, una mujer. Date cuenta de ello. Date cuenta de que soy una mujer. Puedo ser tu mujer si te das cuenta de que soy una mujer. Seré tu mujer desde ya y tu esposa en el futuro)—Pensó en ese preciso instante muy ansiosa por recibir su aprobación como mujer Persefia dejando que él la contemplara desde arriba hacia abajo y desde abajo hacia arriba una y otra vez.
Se ponía cada vez más nerviosa, pero no era la única que lo estaba haciendo.
—(E… Ella es… tan… hermosa… Yo debo… resistirme… Quisiera… besarla justo ahora, pero… no seré un pervertido… Seré… un… caballero, un caballero, ¡un caballero!)—Pensó Hadartius conteniendo sus impulsos animales y sus sentimientos hacia ella mientras sus nervios y las pulsaciones por minuto de su corazón masculino aumentaban cada vez más.
—(“Irrespétame” aunque sea, tío. “Irrespétame”, por favor. Si me “irrespetas”, sabré que… soy una mujer ante tus ojos)—Pensó con más ansias por ser reconocida con su corazón femenino latiendo cada vez más y más rápido y con cada vez más y más fuerza la rubia de ojos ahora heterocromos, pues ambos habían sido verdes en su primera vida.
—(¡Caballero, caballero, caballero! ¡Sé un gran caballero!)—Pensó Hadartius tratando de contener sus deseos románticos y sexuales con toda su fuerza de voluntad.
Su parte baja no resistiría mucho más tiempo.
—(¡”Irrespétame”, tío. Ya “irrespétame”! ¡Yo te permito que me “faltes al respeto”!)—Pensaba al mismo tiempo la rubia de ojos heterocromos deseando locamente ver una erección y recibir un beso en los labios, y hasta unas caricias a su cuerpo casi desnudo estarían bien para ella.
Sus nervios continuarían llenando su ser femenino.
—T-Tío—Dijo en voz casi baja Persefia notando la entrepierna de su tío muy llamativa.
—¿Q-Qué?—Preguntó en voz casi baja tapando velozmente con la palma de su mano izquierda la entrepierna de inmediato y tapando justo después el dorso de su mano izquierda con la palma de la mano derecha.
—Yo… ¿me veo hermosa? ¿Me queda bien… e-Este conjunto?—Preguntó Persefia tan sonrojada como era posible para ella estarlo sin perder su sonrisa especial dedicada sólo a él.
—T-Te queda espectacular el estilo de ese conjunto, y el color es perfecto para… t-Ti—Dijo muy nervioso y con mucho miedo a que ella hubiera visto su erección disimulando el miedo y los nervios lo mejor posible para su persona masculina sin dejar de sonreír a su amada.
—Yo… sé que te ha gustado mi apariencia de esta ocasión, y tu parte baja prueba que me veo hermosa para… para t-Ti. Yo…—Él iba a escudarse, pero ella, sonriente y avergonzada hasta más no poder sin estar más roja que un tomate maduro, le iba a seguir hablando sin abandonar el tono casi bajo de voz—te parezco una hermosa mujer por lo visto. Es mi culpa que tengas esa erección, y… no te preocupes por la erección. No me alejaré de ti, t-Tío Hadartius.
Hadartius destapó la erección y se quedó de inmediato con los puños cerrados sin hacer fuerza mientras la tensión y los nervios se notaban en dichos puños cerrados incluso.
—¿N-No estás cabreada conmigo? ¿N-No me consideras un p-Pervertido?—Preguntó Hadartius con una expresión de sorpresa en su rostro.
—¿Por… por qué mi tío habría de… e-Enojarme con su… naturaleza de hombre? Eres tan de fiar para… mí que yo… n-No tengo problema si me deseas. N-No me tocarás sin permiso mío y… no harás algo que yo no quiera. Eres un… magnífico… c-Caballero—Dijo Persefia igual de sonriente e igual de sonrojada, tratando de hacerle ver que podía ser su mujer si él deseaba que ella lo fuera.
—Eeeeh… ¿Un caballero?—Preguntó Hadartius mucho más sorprendido que antes por ser considerado un caballero por ella en esas condiciones en las que ambos se encontraban.
—Tú eres siempre… m-Mi caballero. No necesitas ser… muy refinado y ser alguien que no tenga erecciones si… me muestro en ropa interior ante… ti. Quiero verte desearme y… babear por mí, m-Mi caballero—Dijo Persefia con esa expresión sonriente y cargada de sonrojo y vergüenza que tanto amaba el pelinegro, causándole a este dolor en la entrepierna de tanto excitarlo con cada detalle y con cada acción.
—T-Todos los que has elegido te van a quedar muy… hermosos. Ahora… vístete y vámonos a casa—Dijo Hadartius tan nervioso, tan sonrojado y tan excitado que era evidente que deseaba mucho darle a su sobrina, y no consejos.
—E-Está bien, tío…—Dijo muy triste de repente Persefia, lo cual no pasó desapercibido para su tío amado—Yo… me vestiré y pagaremos todo… antes de llamar al chófer…
Ella agachó triste y desilusionada la cabeza de repente y se quedó mirando hacia el suelo que había frente a sus pies femeninos fijamente.
—Sobrinita del alma, yo… te deseo, pero…—Dijo Hadartius acercándose a ella mucho para besarle la frente en el centro con dulzura y ternura, lo cual hizo justo antes de abrazarla por el cuello y pegarla a su cuerpo masculino tanto como dos personas que no eran pareja lo tenían permitido sin dejarle de sonreír muy cálidamente—no quiero que nuestra relación se pudra porque tengo deseos sexuales hacia ti. Si deseas que te tenga como mi mujer, entonces…, debes proceder de forma diferente. No voy a ser un animal caliente. Seré un caballero como los odiosos Creadores mandan.
Ella comenzó a llorar de alegría por saber cuál era su situación actual con su tío, pues era dicha situación una mucho mejor que la que habría ella deseado.
—Tío, yo… soy tan feliz. Me vestiré. Muchas gracias por ser tan bueno… conmigo. Por esa bondad que me muestras siempre es que… quiero ser... tu mujer—Dijo llorando de alegría Persefia mientras su vergüenza desaparecía y su sonrojo disminuía al mismo tiempo que lo hacían la vergüenza, el sonrojo y la erección de su amado tío.
—¿Bondad?...—Preguntó con tristeza repentina en su voz y en todo su ser Hadartius mirándola fijamente a los ojos y sin soltarla aún.
—Sí, bondad. Tu bondad es mucha. Eres una gran persona, tío Hadartius—Dijo muy cálidamente y con una sonrisa muy amplia en los labios Persefia con su mirada clavada en la de su tío correspondiendo justo al final al abrazo de este velozmente.
—Yo… no soy bueno. Soy un monstruo…, una bestia. Si supieras los pensamientos sobre ti que he tenido todo este tiempo y lo cruel que he sido con quienes te han osado mirar con lujuria…, no me creerías alguien bueno… Soy basura…, un simple… demonio…, el peor de los monstruos del momento actual. Seguro que nadie es tan malo como yo… Los Creadores deben de estar decepcionados de mí. Esos malnacidos deben de… querer verme aprender una lección, pues no soy digno de ellos…—Dijo lleno de tristeza y culpa el antiguo “gran” emperador—Tampoco… lo soy… de ti.
—Sé mi monstruo, pues yo te acepto tal y como eres justo ahora. Sé que es repentino lo que te estoy diciendo, pero sé mi monstruo. Yo… desde hace mucho, desde que tenemos… catorce años…, he estado enamorada de ti locamente, tío. No necesitas cambiar por mí todo lo que eres… Yo… te acepto tal cual eres. Sé mi monstruo. Yo… hoy quería que me “faltaras al respeto” para probarme que era una mujer hermosa para ti. Yo amo al “monstruo” que dices ser. Eres peleón, idiota, impulsivo y egoísta, pero puedes dejar de ser egoísta con el tiempo. Eres tan bueno conmigo que…, no me importa que seas un “monstruo”. Yo veo al hombre noble y honrado que hay en ti. Nunca debiste sufrir tanto como sufriste… Yo… te conozco tan bien que no te imaginas cuánto sé de ti, tío Hadartius. Sé mi hombre y seré tu mujer. Sé mi lobo y seré tu… gatita. Sé mi macho y… yo seré tu hembra—Dijo de forma tierna y dulce con gran calidez y un sonrojo leve en las mejillas la rubia de ojos de diferente color posando justo al final las palmas de sus manos en las mejillas de su amado tío.
Hadartius lloraba sintiendo un gran alivio en su corazón. Sus lágrimas gruesas descendían por sus mejillas sin cesar mientras sonreía con felicidad inconmensurable. Él sentía cómo algo en su interior se alivianaba.
—(El “monstruo” al que ella ama. Siempre me ha amado. Yo soy… su objeto de deseo. No le importa si soy un egoísta y un problemático. Todos se acaban quejando de mí y me dicen que soy una basura, todos salvo mi familia. Yo… no soy tan malo a ojos de Persefia. Tal vez tanto odio venía por el rechazo del mundo… Yo… no odio a nuestros grandes padres y no odio a cuatro de sus seis hijos. Sin todos ellos, Persefia no existiría. Yo… los amo. Amo a quienes la hicieron parte de mi vida indirectamente. Por eso yo… amo a Chronus y Raiha, y amo… a todos sus hijos)—Pensó Hadartius con una expresión de felicidad en su ser que era de inmensa felicidad, una jamás mostrada por él a lo largo de miles de vidas.
—¿Qué dices, tío? ¿Serás mi macho? Si te gusta ser un poco animal en algún momento, yo seré tu hembra encantada. Ser tu hembra sería… un gran regalo para mí—Dijo Persefia, la hija única del matrimonio Hellersion, con una sonrisa muy amplia y muy cálida en los labios mirando fijamente los ojos de su amado tío—Mi emperador, yo te serviré hasta que la muerte nos separe. Serás el emperador de mi corazón por siempre. Tu imperio nunca caerá. Tendrás el imperio que todo emperador ambicioso ha deseado tener, pero lo tendrás con amor.
—Yo… no he sido ni soy un emperador. Tampoco planeo serlo. No quiero un imperio y no quiero una nación para mí. Yo… te acepto como mi hembra, mi mujer y mi… mi novia—Dijo Hadartius con una expresión de felicidad inconmensurable todavía dejando de llorar de la alegría.
Un beso tierno y dulce en los labios sin lengua fue dado al antiguo emperador de Darsia por su amada con un amor romántico que no podía ser medido. Este correspondió a dicho beso de inmediato y un fuego poco común en los ciudadanos de Darsia se manifestó en los dos darsianos que se estaban besando sin lengua con los ojos abiertos y sin soltarse aún al tiempo que sus cuerpos se pegaban tanto como era posible hacerlo. Hadartius cerró los ojos primero en sólo un instante breve y su sobrinita del alma lo imitó de inmediato. El fuego que había hecho al linaje Waitus tan temido en el pasado fluía por las venas de ambos jóvenes de 21 años. Ellos eran claramente el uno para el otro y no podían controlar bien ese fuego que era parte de ellos. Un beso con lengua inició entre ambos de repente por iniciativa del salvaje antiguo emperador y la rubia no se resistió a la lengua del emperador de su corazón. Ese beso francés duraría diez minutos con las pausas necesarias y, nada más llegar a su fin dicho beso, ambos reencarnados separarían sus cuerpos y se soltarían.
Acto seguido, el pelinegro dejó sola a su sobrina y novia, la cual tenía un intenso sonrojo en sus mejillas que era un poco superior al habitual sonrojo de su ser femenino por el beso francés que se habían dado su amado y ella. El primer emperador de Darsia no estaba en un estado muy diferente del estado de su amada novia rubia clara.
Aquella tarde, ambos volvieron juntos a casa besándose como locos en los asientos de atrás de la limusina del chófer que había ido a buscarlos nada más ser llamado cinco minutos después de abandonar la tienda de ropa de mujer por teléfono móvil por la rubia de un ojo verde brillante. El chófer se había quedado callado y se había mostrado feliz y sonriente, pues él siempre había sabido desde los 14 años de ambos jóvenes que ambos sentían algo especial el uno por el otro. Aquel sujeto de 45 años había sabido desde entonces que terminarían juntos algún día.
Una vez detenida la limusina negra a medio metro de distancia del jardín de una gran mansión, el chófer se bajó primero y le fue a abrir la puerta con la mano izquierda muy elegantemente al tío y vriendus de Persefia. Este se bajó de inmediato con una sonrisa de satisfacción en los labios y fue él mismo a abrirle la puerta a su vrienda y sobrina.
—Como siempre, nunca fallas, Randiolf—Dijo sonriendo satisfecho aún Hadartius con la mano izquierda en la puerta trasera del lado derecho de la limusina. Acto seguido, sonrió muy cálidamente a su amada rubia con heterocromía y abrió la puerta para ella sin la elegancia del chófer—Que baje la dama.
Randiolf se quedó contemplando la escena con una sonrisa leve y cálida en los labios con sus ojos dorados a dos metros de distancia del joven pelinegro y estando frente a este.
—Gracias, mi caballero—Dijo Persefia sonriéndole con gran amplitud y con mucha calidez a su novio mientras se bajaba de su asiento agarrándole la mano izquierda con su mano derecha femenina.
—No hay de qué, bella dama—Contestó con su sonrisa de siempre para ella el antiguo “gran” emperador.
La propia Persefia cerró la puerta trasera del lado derecho de la limusina con su mano izquierda y el chófer fue a cerrar la puerta delantera izquierda con su mano izquierda muy elegantemente, lo cual no le tomó mucho tiempo.
—Eres muy dulce, tío—Dijo Persefia disponiéndose a besar su mejilla izquierda muy dulce y muy tiernamente con sus labios femeninos.
Así lo hizo ella de inmediato y Hadartius sólo sonrió muy enternecido por ese beso que su novia le acababa de dar. Esa era la escena de siempre entre ellos, la que sucedía cada vez que volvían a la mansión Hellersion en limusina, lo cual hacían siempre. Siempre la escena terminaba con un beso así de tierno y de dulce en la mejilla del tío de la rubia con heterocromía. La única diferencia entre las otras escenas y aquella había sido que Persefia y Hadartius se habían dado la mano románticamente.
La limusina está frente al centro del muro que separa la parte inferior de la posterior y se encuentra a seis metros de distancia de dicho muro. Por cierto, el chófer tuvo que ir conduciendo hacia la zona oeste de Athanasia. Por cierto, el cuarto de cada miembro de la familia está insonorizado, y lo mismo sucede con el cuarto compartido de los padres de la madre de Persefia.
Aquella gran mansión era la mansión en la que vivían los Hellersion. El señor Hellersion y la señora Hellersion se habían mudado a Athanasia hacía veintitrés años, dejando a los padres de la madre de Persefia viviendo en la mansión Xorniun. El nombre del padre de la madre de Persefia era Jaldiar Xorniun y el nombre de la madre de la madre de Persefia era Helnia Xorniun. Solamente el señor Xorniun y la señora Xorniun, padres de Hadartius, a quien habían traído al mundo el mismo día que había nacido Persefia a la misma hora a la que esta había nacido, vivían en Darsia, y en la zona norte de Darsia para mayor exactitud. De hecho, Persefia había sido parida por su madre en el mismo hospital de Darsia en el que había sido parido Hadartius por su respectiva madre, siendo dicho hospital el más grande de toda la República de Darsia.
—Hogar dulce hogar, tío—Dijo sonriendo con gran amplitud y con mucha calidez Persefia mientras apresaba de repente el brazo derecho de Hadartius entre su seno izquierdo y su brazo izquierdo rápidamente.
Con ese mismo brazo llevaba el botiquín de primeros auxilios la rubia de ojos de diferente color desde que su ser femenino se había bajado de la limusina.
Hadartius sólo se mostró feliz por el gesto de su sobrira y le sonrió cálidamente a esta como lo hacía siempre mirándola fijamente a los ojos.
—¿Entiendes por qué tomo así tu brazo contra uno de mis pechos ocasionalmente?—Preguntó Persefia sonriéndole a él como lo hacía siempre—Taius Hadartius, yo… sabía que este gesto les gustaba mucho a algunos hombres. Creí que tú eras ese tipo de hombre, así que empecé a ofrecerte la experiencia de sentir tanto mi pecho desde los quince años para… agradarte con mi cuerpo también, y no sólo con mi amor.
—Lo cierto es que has conseguido que yo no me sonroje cada vez que me dejas estar en contacto con tu hermoso pecho izquierdo. ¿Sabes? Sí soy ese tipo de hombre. Sólo me aguantaba para no demostrar que lo era. Creía que, como mi hermana y tu padre jamás te habían enseñado a no tomarte esas confianzas con alguien que no fuera tu pareja, tú sólo hacías mucho de lo que hacías conmigo, esos acercamientos demasiado íntimos para una sobrira y un taius que no tenían una relación más allá de lo no romántico, porque eras muy cariñosa conmigo. Veo que aprendiste de otro modo para qué servían esos acercamientos sin que tu taius preferido se enterara. ¿Me dirás cómo aprendiste el uso correcto de todas esas acciones?—Respondió aún sonriente con su corazón masculino a punto de explotar en cualquier momento por la felicidad y la ternura que su ser masculino sentía Hadartius.
—Taius, yo… sólo observé a las otras chicas de nuestra clase cuando estábamos en secundaria y aprendí en sólo un año escolar todo eso que papá y mamá no me habían enseñado. Mi hombre necesitaría a una chica tan atrevida. Eso creí en su momento, y no me equivoqué. Te gusto atrevida. Parecías desesperado por devorarme en la tienda. Valió la pena pagar con mi tarjeta de crédito todos esos juegos de ropa interior—Dijo sonriendo muy cálidamente y muy ampliamente Persefia y sonrió acto seguido traviesamente con un sonrojo que comenzó a incrementarse rápidamente—Un día muy especial, probaremos el conjunto púrpura en nuestra habitación.
Se mostró inmensamente sorprendido Hadartius con un sonrojo que comenzó a aumentar rápidamente y con los ojos abiertos como platos.
—¿N-Nuestra habitación? C-Cada cual tiene la suya actualmente. Te referías a… que tú y yo nos casaremos y tendremos una habitación matrimonial, ¿no, P-Persefia?—Dijo como respuesta un casi tan sonrojado como la rubia clara Hadartius.
—P-Por supuesto, t-Tío. Yo… me habría arrepentido si hubieras hecho algo que hubiera significado una falta de castidad, pero no por no haber disfrutado dicha falta, sino porque yo no quiero ser una fornicaria. Sin embargo, yo deseaba… ganarme la atención de mi hombre soñado, y tú te habrías arrepentido de la fornicación en algún punto anterior a tu muerte, por lo que ambos nos habríamos salvado de reencarnar. Como puedes… ver…, tu sobrina es una chica juguetona y traviesa. Si… consideras apropiado castigarme en el futuro por mis travesuras para con mi tío, tío, estaré… esperando el castigo con alegría—Dijo con una sonrisa muy cálida y muy amplia la atrevida rubia con heterocromía usando un tono cálido y muy travieso.
Ella estaba tan roja como un tomate maduro podía llegar a estarlo aún.
—Y-Yo… tendré que castigarte, sobrinita del alma. Una sobrina tan traviesa merece un castigo ejemplar. Recuerda que soy un tío severo cuando es necesario serlo—Dijo igual de sonrojado que antes Hadartius sonriendo traviesamente mientras no le quitaba los ojos de encima a la rubia, pues mantenía sus ojos masculinos clavados en los ojos femeninos de ella.
—M-Mejor dejemos la conversación para otro momento. Randiolf nos está escuchando—Dijo muy avergonzada Persefia con una sonrisa cálida y muy amplia en los labios.
—T-Tienes r-Razón, m-Mi sobrinita del alma—Dijo Hadartius con una sonrisa muy cálida en los labios mirándola fijamente a los ojos aún y estando menos avergonzado que ella.
—No se preocupen—Dijo sonriendo cálidamente con una sonrisa leve el chófer mientras les dedicaba una mirada cómplice a ambos jóvenes, teniendo la atención entera de cada uno de ellos—Ni la señora Agartaia ni el señor Yolnius se enterarán de que ustedes estuvieron comprando ropa interior de mujer para hacer cosas traviesas con ella. Tampoco les diré a ellos algo sobre sus futuros planes de casados. Descuiden, señorito Hadartius y señorita Persefia. Soy una tumba. Nadie más que nosotros tres sabrá ese secreto.
—M-Muchas gracias, Randiolf—Dijo igual de avergonzado y de rojo que hacía nada Hadartius sonriendo con calidez diferente al chófer mientras aún lo miraba fijamente a los ojos.
—Y los j-Juegos n-No son todos para… hacer cosas t-Traviesas. S-Sólo lo es el que más le gustó al… tío Hadartius—Dijo Persefia igual de sonrojada y de avergonzada que antes—Los demás conjuntos sólo eran una excusa para… que él me viera… casi desnuda un b-Buen rato.
—Entiendo, señorita Persefia. Disculpe la confusión—Dijo arrepentido el chófer haciendo una leve reverencia muy serio.
—N-No te preocupes, Randiolf—Dijo igual de roja y de avergonzada Persefia con una sonrisa menos cálida y menos amplia en los labios.
—T-Todo bien. Tú aparca la limusina y nosotros entraremos a dar las buenas nuevas a mi hermana y mi cuñado—Dijo Hadartius con una sonrisa menos cálida que la que le presentaba a Persefia todavía y aún igual de sonrojado e igual de avergonzado.
—Como deseen, señoritos—Dijo el pelirrojo de ojos dorados y piel tan clara como la de ambos jóvenes, piel heredada de su padre y de su madre, haciendo una leve reverencia con una sonrisa cálida y leve en los labios.
Acto seguido, fue presto a su asiento yendo por la dirección opuesta a la de los jóvenes reencarnados y cerró con la mano izquierda elegantemente una vez sentado y con el cinturón de seguridad puesto la puerta de la limusina con presteza también. Acto seguido, la limusina eléctrica arrancó gracias a la energía de la pequeña piedra de energita del motor.
4 del duodécimo mes del 6498 D.C, salón de la mansión Hellersion, 21:10
Sentadas con las piernas abiertas en el cojín del centro del sofá que estaba junto a los cristales estaban dos personas de más edad que los jóvenes de 21 años que lucían como si tuvieran también 21 años, aunque ese no fuera el caso. En la parte derecha del cojín central estaba sentado un varón tan alto como Hadartius y, a la izquierda de este, estaba sentada una mujer tan alta como Persefia. Ambas personas estaban pegadas la una a la otra tanto como era posible y tenían la mano que tenían libre en el hombro de la otra persona. En el caso del varón, este tenía la palma de la mano izquierda posada sobre el hombro izquierdo de la mujer. La mujer, en cambio, tenía la palma de la mano derecha posada sobre el hombro derecho de su lovus vaifus. La palma de la mano izquierda de la mujer estaba posada sobre el centro de su muslo derecho por la parte superior y la palma de la mano derecha del varón estaba posada sobre el dorso de la mano izquierda de la mujer. Ambos adultos miraban a los jóvenes de 21 años muy seriamente fijamente a los ojos esperando saber lo que estos con una sonrisa cálida en los labios estaban a punto de decirles.
Ella mide lo equivalente a 1 metro y 90 centímetros de altura y sus medidas son equivalentes a las siguientes: Copa B-80-85. Ella nunca usa ropa muy holgada, sino ropa poco holgada, y tampoco usa ropa ajustada y/o reveladora. No es musculosa. Ella es tan curvilínea como Selene Katherine Black excluyendo la talla de pecho. Tiene 44 años de edad.
Él mide lo equivalente a 1 metro y 90 centímetros de altura y sus medidas son equivalentes a las siguientes: Copa 0-80-80. Él nunca usa ropa muy holgada, sino ropa poco holgada, y tampoco usa ropa ajustada y/o reveladora. Es tan musculoso como un varón sano puede llegar a serlo. Tiene 45 años de edad.
En cuanto a los sonrientes reencarnados, Hadartius Xorniun estaba sentado con las piernas abiertas en el cojín central del sofá que había frente al que ocupaban los padres de su novia y la rubia con heterocromía estaba sentada sobre los muslos de su novio con las piernas apuntando hacia la sala que estaba junto al salón y con el brazo izquierdo del pelinegro aprisionado entre el seno derecho y el brazo derecho. La palma de la mano derecha de Hadartius estaba posada sobre el cojín derecho del sofá y la palma de la mano izquierda de Persefia estaba posada sobre la parte central posterior de su propio muslo izquierdo. Ambos miraban con calidez en la mirada fijamente los ojos de Agartaia y Yolnius alternando entre los ojos de la primera y los ojos del segundo constantemente.
—Veréis, papá, mamá—Dijo una sonriente Persefia con mucha calma en su ser y sin nada de temor.
—Hermana, cuñado, Persefia y yo…—Comenzó a decir sonriente Hadartius sin ningún temor tampoco e igual de calmado—somos novios.
La expresión de Yolnius se volvió de gran sorpresa y, justo después, de desagrado. En cambio, Agartaia estaba inmensamente feliz después de haberse sorprendido por la noticia.
—Como siempre te pegas mucho a tu tío alegando que sólo son muestras de cariño, no sospeché que fuera esa la gran noticia, fillita—Dijo Agartaia sonriendo cálidamente a su hija de una forma muy maternal.
—Mira, Hadartius. Si crees que por ser hermano de mi amada esposa y tío de mi pequeña princesa tienes permitido tenerla de novia sin pedirme permiso a mí primero, estás muy equivocado—Dijo Yolnius muy serio y con un tono de voz muy autoritario que no intimidó ni un poco al pelinegro reencarnado.
—Papá, no te metas. El tío Hadartius es mi vriendus porque yo así lo quiero y porque él así lo quiere. No necesitamos esa cosa de la vieja escuela que llamas tu bendición. No queremos tu bendición y no la necesitamos para nada. Si no me dejas estar con el tío como yo quiero, estaré con él como quiero, aunque no quieras tú—Dijo muy decidida y muy seria la rubia de ojos ardientes con una expresión que no mostraba una sola gota de miedo.
—Conque me retas, pequeña—Dijo con mucho desagrado Yolnius y una expresión desafiante surgió en su rostro masculino justo después—Si osas retarme, vas a tener que convencerme de dejarte estar con tu tío.
—Cariño, basta—Le dijo muy seria y algo molesta a su esposo con mirada de reproche Agartaia mirándolo fijamente a los ojos.
—Como quieras, papi. Voy a enseñarte lo que es el amor para mí—Dijo sonriendo de forma desafiante Persefia mientras miraba de forma desafiante fijamente los ojos de su padre.
—Persefia, hijita, basta—Dijo con el mismo tono molesto y de reproche con seriedad Agartaia mirando fijamente los ojos de su hija.
—Fratita, mejor no te metas en esto. Este asunto es entre mi vrienda, yo y tu vaifus—Dijo muy serio y manteniendo la calma bastante Hadartius mientras miraba fijamente los ojos de Agartaia con los propios.
—Fratus, no toleraré una pelea entre mi esposo y mi hija. Si quieres mi apoyo para convencer a mi esposo, tendrás que aceptar evitar una pelea entre ellos dos—Dijo muy seria Agartaia con ese tono autoritario y calmado que no tenía su marido.
—¿Y quién dice que evitar una pelea es posible, Agartaia?—Preguntó Hadartius con calma y muy serio.
—Esto ya es una pelea. ¿Estás del lado de ellos, amor mío?—Dijo muy serio, bastante ofendido y muy molesto Yolnius mirándola fijamente a los ojos de repente.
—Yo estoy obviamente del lado de la justicia porque tú eres un celoso excesivo que no puede dejar a su hijita ser feliz con quien ella ha escogido para sí—Dijo en tono de reproche y muy seria Agartaia mirando fijamente los ojos de su esposo—Además, Hadartius es mi hermanito menor, y él merece también ser feliz con la persona que ha escogido para sí mismo.
—Conque esas tenemos, mujer. Muy bien. No te necesito para resolver este asunto como es debido—Dijo Yolnius muy enojado con su esposa desafiándola con la mirada.
Acto seguido, Agartaia frunció bastante el ceño y no permitió ya que él apoyara la mano sobre el dorso de su mano, pues se había ganado algo de trato frío de acuerdo con la forma de pensar de ella.
—Entonces, deja mi hombro en paz—Dijo muy enojada y muy seria la pelipúrpura quitando su mano derecha del hombro de su esposo de inmediato muy rápidamente.
—Como quieras, mujer—Dijo muy alterado y muy enojado con ella Yolnius quitándole la palma de la mano izquierda del hombro izquierdo a su esposa a la misma velocidad y también de inmediato.
Los dos jóvenes de 21 años miraban la escena fijamente con sus ojos. Hadartius se mostraba cansado de que ambos pelearan de esa forma cada vez que sucedía algo por el estilo y Persefia se sentía muy triste y muy culpable por haber sido la primera en seguir el juego a su padre.
—¡Parad de una vez de pelear!—Dijo Hadartius con mucho enojo y muy harto también por ver triste y mal a su amada.
Agartaia y Yolnius miraron fijamente a Hadartius y este comenzó a alternar entre la mirada de su hermana mayor y la de su cuñado constantemente.
—Taius, muchas gracias por… tu ayuda—Dijo Persefia sonriendo muy cálidamente y muy ampliamente con una inmensa tristeza y mucha culpa en su corazón femenino mientras miraba fijamente el lado derecho del rostro de su amado tío y novio.
—No hay nada que agradecer, princesa, mi sobrinita del alma—Dijo en respuesta un sonriente Hadartius con una sonrisa muy cálida y no tan amplia en los labios mirándola fijamente a los ojos—No es culpa tuya que ellos pelearan así en esta ocasión, pues creías que habían cambiado ya ese aspecto negativo. No ha sido culpa tuya lo que ha pasado hoy aquí. Yo… también creía que mi frata pondría fin a todo el conflicto. No hemos hecho nada malo tú y yo esta vez.
—Tío Hadartius, yo… estoy mejor por saber que no hemos tenido la culpa, pero… ¿qué hay de ellos? ¿Crees que podrán arreglar sus diferencias pronto?—Dijo Persefia con una sonrisa muy cálida y muy amplia en sus labios.
—Sin duda alguna, podrán—Dijo muy cálidamente con una sonrisa cálida en los labios Hadartius mirando fijamente los ojos de su amada novia y sobrina con los suyos y, justo después, miró fijamente a los ojos a su cuñado con una inmensa determinación ardiente, tan ardiente que podría servir para quemar el propio fuego infernal—Por favor, cunnatus. Yo sé que tú y yo tenemos nuestras diferencias, pero prometo que cuidaré de Persefia como si fuera mi propia hija. La protegeré con mi vida si es necesario. Si te preocupa que yo me siga metiendo en peleas, te prometo que no volveré a meterme en peleas estúpidas y sin sentido. Si debo pelear con alguien por proteger a Persefia, pelearé sin dudarlo. Seré un idiota, un cabeza dura, un tonto y un testarudo. Seré imbécil en ocasiones, en muchas más de las que me gustaría admitir que lo soy, pero no soy un irresponsable cuando de mi mujer se trata. Yo la protegeré con mi vida de ser necesario y nunca la abandonaré. Romperé la cara a quien deba rompérsela. Mi corazón no puede vivir sin Persefia. Sin ella…, yo sería sólo un muerto andante. Hace mucho que el odio me habría consumido de no ser por tu maravillosa hija. Soy una persona nueva gracias a ella, y he podido darme cuenta hace sólo un minuto de que ella existe en mi vida porque los Creadores la trajeron a este mundo a través de vosotros, así que declaro mi odio hacia los Creadores completamente inexistente a estas alturas. Yo soy… un nuevo Hadartius. A veces, es tu hija la que me protege a mí, y ese detalle me hace ver cuánto me hace falta madurar. Yo juro protegerla a ella de todo y de todos, incluyéndome a mí mismo. Tú debes protegerla de ti también, cunnatus. Si no dejas que ella esté conmigo, yo… tendré que protegerla de ti. ¡Si la lastimas tanto como podrías llegar a hacerlo si no te detienes ahora mismo, no te perdonaré jamás. Te odiaré mucho más que a los mismísimos Creadores!—Dijo Hadartius con una mirada digna de un protector, una mirada de fuego suprainfernal, fuego que podía destruir el Infierno entero.
—Eres todo un caballero de brillante armadura para mi hijita. Mi pequeña princesa estará bien contigo. Yo… lamento haberme comportado tan mal…—Dijo Yolnius con mucho arrepentimiento y bastante triste—Perdóname, mi princesa hermosa…
—Te perdono, papá… Ya no estés triste…—Dijo Persefia con una sonrisa cálida y bastante tristeza en su ser.
—Yo siento mucho también haberme comportado mal contigo, cariño…—Dijo Agartaia con una sonrisa cálida muy especial dedicada sólo a su esposo.
—Todo perdonado, mi reina…—Dijo Yolnius sonriendo con gran calidez a su esposa mientras le acariciaba las mejillas con todo el amor de su ser entero y con una inmensa gentileza a ella—Ya no estés triste, vida mía.
Ambos jóvenes de 44 y 45 años respectivamente miraron fijamente los ojos de su hija y luego los del pelinegro de inmediato. Acto seguido, el señor y la señora Hellersion comenzaron a mirar alternamente a los ojos fijamente de forma constante a Hadartius y a Persefia.
—Perdonadnos…—Dijeron al unísono los padres de Persefia.
—Estáis perdonados, papá, mamá—Dijo muy alegremente con una sonrisa en el rostro la joven rubia con heterocromía alternando entre la mirada de su padre y la de su madre en ese orden constantemente.
—Hermanita, te perdonaré siempre todo, así que estás perdonada—Dijo con un toque especial Hadartius sonriéndole cálidamente a su hermana mayor mientras la miraba fijamente a los ojos. Acto seguido, su mirada se dirigió a la mirada de su cuñado velozmente—En cuanto a ti, cunnatus, estás perdonado también. Yo me alegro mucho de que entraras en razón—Le dijo aquello con una calidez menos especial que la mostrada a su hermana mayor.
—Entré en razón porque me hiciste ver que eres tan peleón y problemático como yo cuando tenía tu edad. Yo tuve que ser corregido por tu maravillosa hermana. Ella y yo nos conocimos en el sexto grado de la secundaria y su familia temía que ella tuviera problemas por mi culpa. Yo quería ser ideal para ella, así que me esforcé por cambiar. Sé que tú también cambiarás completamente eso malo que tienes por algo maravilloso. Alguien que puede odiarme por hacer llorar a mi propia hijita es digno de ella al mil por ciento—Dijo sonriendo con mucha calidez al futuro esposo de su hija y luego se puso muy serio—Sólo una pregunta, jovencito.
—Oh, no. Ya estamos con eso—Dijo haciendo un facepalm con la palma de la mano izquierda Agartaia con la mirada hacia su hermano y su hija.
—(Por favor, tío. Sé honesto con mi padre. No quiere una linda respuesta prefabricada, sino una linda y honesta respuesta)—Pensó muy preocupada por su novio Persefia con una mirada fija en el lado izquierdo del rostro de su amado tío.
—¿Cuál es la pregunta, cunnatus?—Preguntó muy seguro de sí mismo sonriendo de lado Hadartius mirando fijamente los ojos de su cuñado.
—¿Te parece linda mi hija?—Preguntó Yolnius muy serio y con un tono profundo de voz.
—Yo… ¡estoy loco por tu hija y quiero tener seis hijos con ella! ¡No hay mujer como Persefia en toda la existencia y jamás la habrá! ¡Ella es el ser más hermoso del mundo y el único ser hermoso del mundo, y también de la existencia completa!—Dijo Hadartius con una mirada de fuego suprainfernal que era claramente la manifestación del fuego de los Waitus con gran valor en su corazón.
—Si hubieras querido no ofenderme con cosas como decir lo de los hijos, habrías medido tus palabras, pero pedí toda la verdad y nada más que la verdad, así que… admiro tu valor. Tenías miedo de que me molestara contigo por decir algo y me echara hacia atrás, lo cual haría que yo cometiera una estupidez en algún momento que acabaría haciendo llorar a mi hijita. Sin embargo, has sido muy valiente al decir lo de los hijos. Todo lo que has dicho de mi hija deja muy claro que estás tan loco por ella como para cuidar a cada hijo que engendréis juntos dándolo todo de ti. Si hubieras dicho que sólo te gustaba un poco mi hija o que era sólo un poco linda, te habría reclamado muy severamente haber dado esa respuesta. Mi pequeña princesa merece a alguien que esté loco por ella. No merece a alguien que la considere un poco linda. Necesitas aprender mucho para ser como yo, pero tienes más que toda mi aprobación, chico—Dijo Yolnius sonriente y con autoridad, mostrando ese carácter férreo y justo que tanto había enamorado a su vaifa en la secundaria.
—¿S-Seis hijos?—Preguntó Persefia con una expresión de sorpresa inmensa en su rostro y tan roja como un tomate maduro mirando fijamente el lado izquierdo del rostro de su novio y tío.
Hadartius miró a su sobrina fijamente a los ojos de inmediato y se mostró muy nervioso ante ella.
—S-Si quieres, podemos tener sólo un hijo. Tal vez no has pensado en tener hijos siquiera. Yo… puedo hacer lo que tú quieras con respecto al tema de los hijos—Dijo Hadartius, tratando así de no hacer que ella se sintiera obligada a darle hijos.
—En realidad…, yo…—Dijo Persefia sonrojándose más y más a medida que transcurrían los segundos mientras sonreía muy cálida y muy ampliamente con una vergüenza cada vez mayor—q-Quiero ocho hijos. D-Dame ocho… hijos. M-Me preocupaba que tú… no quisieras hijos o que no quisieras más de uno. Yo… q-Quería tener una familia muy numerosa contigo, t-Tío H-Hadartius.
—¿O-Ocho hijos?—Dijo muy sorprendido Hadartius. Acto seguido, sonrió cálidamente como sólo le sonreía a ella—Yo… acepto encantado. Si ocho… son los que quieres…, ocho te daré.
Esa rubia con mirada heterocroma de la que se había enamorado era claramente una hembra muy exigente. No sabía por qué había deseado tener seis hijos con ella, pero no tenía problema alguno con tener ocho hijos con ella si tener tantos la hacía feliz.
—Hijita, acabas de romper el corazón de tu padre—Dijo Yolnius con una expresión y un tono que mostraban lo impactado que estaba por saber que su hija quería ser madre tantas veces—Mi pequeña princesa será profanada mil veces y quedará embarazada ocho veces.
—Y-Ya, p-Papá. N-No lo digas así—Dijo inmensamente avergonzada Persefia mirándolo bastante molesta fijamente a los ojos.
—Lo siento, pero es que eres mi niñita hermosa y… yo todavía te considero mi niña. Saber que alguien va a hacerte algo tan… atrevido tantas veces hace que mi corazón se preocupe mucho por haber aceptado a tu tío como tu novio—Dijo arrepentido Yolnius con una sonrisa cálida en los labios mirando fijamente a su pequeña hija a los ojos.
—Papá, eres todo un amor—Dijo muy felizmente con una sonrisa cálida su hija de rubios cabellos mirándolo fijamente a los ojos.
—Quiero invitar para la decamana que viene a papá y mamá, hermano. ¿Qué te parece la idea?—Dijo Agartaia con una sonrisa cálida en los labios mirando a Hadartius fijamente a los ojos.
—Esa sería una gran idea. Así les diremos yo y Persefia que somos vriendom y que comencé a vivir permanentemente desde hoy en esta mansión para estar siempre con yhemia lova sobrira—Dijo sonriendo de una forma muy especial a su hermana mayor el antiguo emperador reencarnado.
—¡¿Q-Qué?!—Preguntaron al unísono Persefia, Agartaia y Yolnius mirando fijamente cada uno desde su posición al pelinegro de ojos de diferente color.
—¿Acaso no se puede hacer eso según la familia Hellersion?—Dijo muy sorprendido y sin saber lo que vendría a continuación Hadartius alternando entre la mirada de cada uno de ellos constantemente.
—No hay problema con eso, chico, pero serás respetuoso con mi hija. Nada de relaciones sexuales antes del matrimonio. Puedes estar durmiendo en la misma habitación que ella si deseas hacerlo. Puedes mudarte a su habitación hoy mismo si quieres. Puedes incluso... dormir en la misma cama... que... ella. Mi hijita estará muy feliz de compartir cuarto con su novio—Dijo muy autoritario y sonriendo cálidamente Yolnius a Hadartius mientras lo miraba fijamente a los ojos.
—Si tú, fratitus, respetas a mi hija y ella está de acuerdo con tu deseo de vivir en esta casa permanentemente y dormir en su cuarto con ella, yo no tendré ningún problema con que tú hagas lo que deseas hacer—Dijo Agartaia con una sonrisa muy cálida en sus labios mirando de forma especial a su hermano menor fijamente a los ojos.
—Y-Yo… acepto que vivas conmigo y que compartamos mi cuarto. Si tú prefieres que sea tu cuarto el que hagamos el nuestro, dime que eso prefieres, y yo te juro que eso haremos—Dijo Persefia bastante sonrojada de las mejillas y con una sonrisa muy cálida y muy amplia que era sólo para su amado tío y novio.
—Yo quiero lo que tú quieras, mi sobrinita del alma, amor mío—Dijo Hadartius con su sonrisa cálida de siempre en los labios mientras miraba fijamente a su amada sobrina y novia a los ojos sin soltarla aún y sin quitarla aún de encima de sí.
—Entonces…, múdate a mi cuarto hoy antes de la cena. ¡Vamos a pedir pizza a domicilio luego!—Dijo levantándose como una loca entusiasta de encima de los muslos de su amado la rubia con heterocromía con el sonrojo desvaneciéndose de sus mejillas femeninas completamente.
Ella tomó de la mano derecha románticamente a su amado con la mano izquierda sin hacer fuerza alguna y este se levantó de inmediato muy entusiasmado comenzando a correr tras ella a toda velocidad en dirección a la sala que había junto al salón y que debían cruzar ambos jóvenes para poder subir las escaleras que llevaban al segundo piso de la gran mansión.
Una vez desaparecidos completamente de allí los dos novios de ardiente fuego Waitus, tanto Agartaia como Yolnius recuperaron su posición del principio y se comenzaron a besar salvaje y tiernamente en los labios con lengua con los ojos ya cerrados al mismo tiempo y velozmente.
Hadartius y Persefia aprovecharían la mudanza de cuarto del primero de los dos para ocultar bien la bolsa de compra de plástico en la que estaban los doce juegos de sujetadores y braguitas de lujo. Los padres de la segunda aún no sabían que habían ido a comprarlos ese mismo día. Antes de sentarse ambos en el salón para hablar con los padres de ella, Persefia había llevado sigilosamente en su hombro izquierdo a su propia habitación junto a su amado la bolsa de los sujetadores y las bragas. Una hora y media después, con la habitación de Persefia convertida en la habitación de Persefia y Hadartius, ambos bajaron corriendo escaleras abajo casi de inmediato y se reunieron en la cocina con la madre y el padre de la rubia. Fue entonces cuando Hadartius pidió cuatro pizzas muy grandes mediante su móvil que, nada más llegar, serían pagadas con la tarjeta de crédito de la madre de Persefia.
5 del duodécimo mes del 6498 D.C, habitación de Persefia y Hadartius, 10:00
Se encontraban sentados en los pies de la cama los dos jóvenes. En la derecha de estos estaba sentada Persefia, quien era diestra, y en la izquierda estaba sentado Hadartius, quien era zurdo. Ambos tenían puestos aún sus calcetines de verano de color blanco puro y sus pijamas de tela de verano, los cuales estaban completamente abotonados y eran de diferentes colores. El de Hadartius era de color rojo escarlata y el de Persefia era del mismo azul que ella usaba en su ropa habitualmente, ya que ese tono de azul era su tono favorito de aquel color, el cual era su color favorito.
Ambos jóvenes sonreían felizmente mientras se mostraban despreocupados y llenos de alegría. Ambos vriendom se disponían a desvestirse en aquel preciso instante para vestirse con su ropa de calle de verano.
—Parece que alguien ha aprendido mucho—Dijo una voz masculina muy alegremente directamente a Hadartius.
—¿Quién ha sido?—Preguntó Hadartius muy sorprendido mirando hacia todas las direcciones buscando identificar al dueño de la voz.
No tuvo éxito.
—Tío, ¿qué sucede?—Le preguntó muy preocupada y muy curiosa su amada sobrina y novia.
Él la miró fijamente a los ojos muy confundido y muy serio. La seriedad y la confusión de Hadartius sólo preocuparon más a su amada.
—Estamos usando telepatía desde lo más alto del monte Megallio, Hadartius—Dijo una voz femenina muy similar a la anterior, una voz más aguda, con la misma alegría.
—Oigo dos voces en mi cabeza que dicen que me hablan desde el monte Megallio, desde las alturas de este—Dijo Hadartius más confundido e igual de serio todavía—Parece que usan telepatía, o dicen que la usan.
—¿T-Telepatía? Hace ciento setenta y cinco años y trescientos treinta y un días, tras la derrota de Merarsius Hishallier, alguien se comunicó por telepatía con el jefe de la policía de Darsia. Fueron los Creadores quienes hicieron tal cosa. ¿Oyes dos voces de diferente género?—Dijo como respuesta Persefia con los ojos abiertos como platos durante la primera pregunta y con seriedad y más curiosidad todavía justo después de la primera pregunta.
—Hadartius, tenemos algo importante que deciros a tu sobrina y a ti—Dijeron al unísono las voces con una gran seriedad y con una calma perfecta.
—Oigo dos voces. Juraría que se parecen mucho ambas. Acaban de decir al unísono que tienen algo que decirnos a ti y a mí—Dijo Hadartius muy serio mirando fijamente los ojos de su amada novia.
—Entonces, que nos lo digan—Dijo Persefia mirando fijamente los ojos de su amado con seriedad y con mucho interés. Acto seguido, miró fijamente hacia el techo de la habitación que compartía con su tío y novio y se dispuso a orar—Oh, Creadores, contestad a mi oración. Yo os ruego que nos conectéis con telepatía entre nosotros y nos habléis a ambos telepáticamente. Si mi oración es digna de ser respondida, respondedla de inmediato.
—Cuánto tiempo sin hablar, Haseia—Dijo Adam con una calidez nada especial a su “bisnieta”.
—Ya no me llamo así, “bisabuelo” Adam—Dijo Persefia con una sonrisa cálida bastante especial mirando aún hacia el techo de la habitación fijamente—Prefiero ser llamada por mi nombre de esta vida.
—¿C-Cómo que tu “bisabuelo”?—Preguntó Hadartius sin comprender nada de lo que estaba sucediendo mientras miraba fijamente el lado derecho del rostro de su sobrina.
Esta lo miró fijamente a los ojos de inmediato sonriéndole muy cálidamente y muy ampliamente.
—Hadartius, pronto lo comprenderás todo perfectamente. Cuando recuerdes quién eres realmente, tendrás que ser muy fuerte. No será necesario que seas fuerte por tu cuenta—Le dijo Adam por telepatía con un tono cálido de voz.
También Persefia podía oír lo que le decían Adam e Eve a Hadartius debido al vínculo telepático creado entre este y ella por ambos dioses en menos de un nanosegundo, tiempo en el que ambos rubios habían logrado mediante un pensamiento creador simultáneo conectarse a la mente de la rubia.
—¿Estáis seguros de que es buena idea darle todo eso con un corazón tan cambiado? El impacto será demasiado fuerte en esta ocasión—Preguntó mirando con mucha preocupación y muy seria Persefia fijamente el rostro de su amado tío y novio.
—Él no va a estar solo en su momento de dolor. Te tendrá a ti para ayudarlo, Persefia—Le respondió Eve con un tono de voz muy cálido—Además, como has pasado por tanto durante miles de vidas y te has mantenido firme hasta ahora, tenemos también una recompensa para ti. Lo que te daremos servirá para que cumplas cualquier deseo que tenga Hadartius sin las limitaciones que posees ahora mismo.
En ese preciso instante, algo resurgió en Hadartius en sólo medio nanosegundo. Algo volvió desde su inconsciente, algo que Adam e Eve le habían prohibido tener. La expresión de Hadartius pasó de la sorpresa al horror, y luego de este al arrepentimiento, la tristeza y el rechazo a sí mismo, un poderoso rechazo que era mucho más fuerte que el sentido hacia parte de su primera familia durante varios siglos.
—Yo… yo soy… alguien horrible. No soy quien creía que era. Yo… no soy realmente Hadartius Xorniun. Mi verdadero nombre es… Darsius Zekuros…—Dijo para sí sin usar la telepatía Hadartius con una expresión de culpa, tristeza y rechazo hacia sí mismo mirando las palmas de sus manos fijamente mientras gruesas lágrimas comenzaban a descender sin parar por sus mejillas.
—Tío, por favor…, no te martirices por el pasado. Darsius fue tu pasado. Ahora eres el maravilloso Hadartius y mi amado tío. Yo… me enamoré de una persona con el potencial de alcanzar el bien, y veo que no me equivoqué al creer en ti… Tú no eres el monstruo que creó el imperio darsiano. No eres ese monstruo que trató de matar a su hermano para quedarse con la mujer de este…—Dijo Persefia derramando lágrimas de sangre incesantes por su amado tío mientras se disponía justo al final a abrazarlo por el cuello con gran gentileza desde la derecha.
—Ysia. Todo empezó porque ella me rechazó… Yo inicié una lucha junto a Neftia por el rechazo de Ysia… Sin embargo…, perdí… Luego viví una vida de lujos y poder sometiendo a todos los demás en el imperio darsiano… Fui un terrible tirano y mandé cortar millones de cabezas… Cuando supe que ella y Osirius habían tenido hijos, odié tanto a ambos por haber formado una familia feliz… Ysia tuvo hijos con alguien que no era yo… Ella debería haber sido mía, o eso creía yo en ese entonces… Ysia nunca tuvo para mí nada más que ser mi hermanita… Su cariño de hermana fue todo lo que siempre tuve… Yo arruiné vidas por el rechazo de ella y por mi destierro… Convertí en mi obediente esclava hasta la muerte a Neftia y sólo la utilicé como quise sin pensar en los sentimientos de la propia Neftia… Neftia, perdona por todo el mal que te hice y por el dolor que soportó tu corazón por mi culpa… Hermanita, yo soy… un monstruo…, el que te hizo sufrir… inmensamente…—Dijo sin dirigirle la palabra a Persefia Hadartius con una expresión que era igual que la del inicio.
—¡Escúchame de una vez, tío!...—Gritó Persefia mirándolo fijamente al ojo derecho.
Hadartius miró fijamente los ojos de su sobrina y novia con gran sorpresa sumada a todo lo que sentía en ese preciso instante. Las lágrimas no dejaban de descender por las mejillas del antiguo emperador.
—Tal vez fuiste en el pasado de la peor calaña, pero eso no te hace un monstruo ahora. Tu interior es malo en algo, pero tu bondad es mucho mayor. Ya no eres ese tirano que habías llegado a ser. No eres Merarsius Hishallier. No eres tus millones de identidades malvadas de cada una de tus millones de vidas pasadas. No eres un monstruo y, sobre todo, no eres… Darsius Zekuros. Tú decides quién eres en esta vida. Tú decides si eres quien fuiste en el pasado o quien te hace sentir feliz ser… Tío, lo que has vivido conmigo hasta ahora es tan real como todo lo que viviste antes de conocerme. ¿Vas a elegir quedarte con la idea de que eres un monstruo o vas a ser mi “monstruo”? Si dices ser un monstruo, sé mi “monstruo”. Sé mi esposo en el futuro…—Dijo sonriéndole muy cálidamente y muy ampliamente Persefia a Hadartius mientras se disponía a pegarse a él tanto como era posible hacerlo.
Se pegó rápidamente al cuerpo de su amado tanto como era posible en medio de un gentil y fuerte abrazo por la cintura que ya había sido dado cinco minutos antes.
—Cometí tantas maldades… Debo pagar por todas ellas… Yo soy Darsius Zekuros, y debo pagar por todas mis maldades…—Dijo Hadartius llorando todavía sin dejar de mirar fijamente los ojos de su amada novia y sobrina.
—Pasaste casi ciento cincuenta y cinco años en prisión cumpliendo pena de cadena perpetua. Moriste en prisión. Ya pagaste por tus crímenes como Merarsius Hishallier en tu anterior vida. Por los pecados de tus otras vidas pagaste volviendo al mundo para aprender de tus errores. No importa si desaprovechaste las oportunidades que tuviste, pues pudiste aprovechar la más importante de todas. Ya no eres ese monstruo. Te has arrepentido de todos tus pecados y dejaste no hace mucho de odiar a tus hermanos odiados y a tus padres, así como dejaste de odiar a los Creadores. Ya no eres un monstruo. Ya no eres Darsius Zekuros. Eres… quien tú decidas ser… No llores más, amado mío—Dijo Persefia sonriéndole entre lágrimas de sangre—Yo soy un regalo de Ysia, ¿sabes?... Mi nombre era Haseia Waitus. Ese nombre, Haseia, significa “La que cura los corazones heridos”. Fui creada para ti y mis padres no pretendían hacerte un regalo a ti. Sin embargo…, yo… quería ser tu media naranja y curar tus heridas del corazón. Si mi futuro era estar a tu lado como tu vaifa, yo aceptaba ese futuro sonriente y sin quejarme, incluso si no te amaba aún. Ni siquiera te conocía, pero los Creadores nunca van a mentir sobre su futuro a sus creaciones. Viví varias vidas para llegar a ti. En todas y cada una de ellas…, yo te busqué para tratar de hacerte entender que había algo bueno para ti en este mundo, algo que no habías tenido jamás: Una mujer nacida para hacerte feliz siendo tu esposa. Yo viví por y para ti únicamente. Seguí las reglas de los Creadores para llegar a ti, y míranos ahora mismo. Tú eres mi novio y yo soy tu novia… Ahora, tío Hadartius, sonríe… Ninguno de los que mató Darsius Zekuros como Merarsius Hishallier te odia a día de hoy, porque tú no eres Darsius Zekuros, y tampoco eres Merarsius Hishallier… Eres mi amado tío favorito y mi único tío…—Dijo tristemente sonriendo y llorando aún lágrimas de sangre Persefia.
Su tío la miraba con una gran tristeza por verla tan mal y por ser el causante de esas lágrimas. Sentía que él tenía la culpa de que ella estuviera llorando en ese preciso instante.
—Yo… ¿no soy un monstruo?...—Dijo Hadartius muy sorprendido y con un gran alivio que era increíble para su ser masculino.
—No. Tú eres el emperador de mi corazón. Siempre fuiste el emperador de mi corazón desde que yo me enamoré de ti. Eres mi emperador, tío Hadartius. Si te gustaría que te llamara por otro nombre, dime cuál es ese nombre… Sólo… ya no llores más… No tienes la culpa de mi llanto… Lloro por ti porque te amo, y por ello me pone muy triste verte triste…—Dijo Persefia sonriendo a su amado con un amor puro e incondicional en su mirada, su sonrisa y su voz femeninas.
—Yo… yo… ¡soy tan feliz!—Comenzó a llorar de la alegría y su novia no pudo evitar sentirse tan feliz por él que comenzó a llorar de la alegría también. Acto seguido, le sonrió sin culpa alguna a su amada y, aceptándose a sí mismo, se mostró pensativo un momento. Justo después, miró fijamente y sonriendo como le sonreía a la rubia siempre a dicha rubia a los ojos—Vrienda yhemina, llámame… Sethus, Sethus Waitus. En privado y en familia, seré Sethus, el orgulloso tío de la más hermosa mujer de toda la existencia, el que recibió el regalo involuntario de Ysia. Yo… ¡soy Sethus Waitus! El nombre Sethus ya no es sinónimo de sufrimiento y muerte, sino sinónimo de justicia y amor.
—Entonces…, tío Sethus, haré tu voluntad, pues eres a quien tanto amo y un emperador justo, el emperador de mi corazón—Dijo Persefia sonriéndole entre gruesas e incesantes lágrimas de alegría, las mismas que él mostraba en su rostro masculino todavía.
—Yo… soy tu emperador. Como tu emperador, te ordeno que seas libre de cualquier obligación de servirme—Dijo Sethus con una sonrisa cálida y muy especial en sus labios y con un amor puro en todo su ser.
—Entonces…, yo te serviré igualmente en todo cuanto desees, tío Sethus, porque tú eres… el emperador de mi corazón. Cumpliré tus deseos más profundos y tu voluntad será hecha por mí. Yo seré tu servidora hasta que la muerte nos llegue y más allá de la muerte también lo seré. Yo te sirvo, emperador mío, y por ello haré todo lo que me digas sin quejarme. Tus justas órdenes serán los deseos de mi corazón, pero no olvides que te tienes que dejar curar con amor si resultas herido, y nada de quejarte si te escuecen las heridas. Si tengo que curarte, es culpa tuya. Podrás quejarte si no es culpa tuya que estés herido—Dijo con un amor puro e incondicional la sonriente y más que feliz Persefia mirándolo fijamente a los ojos.
—Como digas, Persefia, pero…—Pasó de la alegría a la incomodidad—no me siento cómodo siendo tu emperador. Por favor, Persefia, sé mi emperatriz. Seamos iguales los dos. Seamos igual de poderosos. Compartiré contigo mi poder. Yo te sirvo a ti y tú me sirves a mí. Ambos nos someteremos el uno al otro como los Creadores mandan.
—Está bien, mi amado emperador, mi tío favorito y mi único tío, mi… amado tío…, mi amado Sethus—Contestó Persefia inmensamente feliz y se sonrojó bastante al ver que Sethus le besaba el dorso de la mano derecha con sus labios masculinos muy dulce y muy tiernamente.
—¿Q-Qué has hecho, t-Tío S-Sethus?—Preguntó bastante sonrojada por las mejillas Persefia mirándolo fijamente a los ojos.
—Besar la mano de mi sobrinita del alma, la mujer más bella de toda la existencia—Sonrió con galantería el primer emperador de Darsia mirando fijamente los ojos de su amada con los propios.
—Y-Yo… no merezco tanto—Dijo Persefia sonriendo con un sonrojo aún mayor en sus mejillas femeninas.
—Yo decido cuánto mereces. Mereces más de lo que yo puedo darte, Persefia—Dijo con galantería todavía Sethus.
—T-Tú eres cuanto quiero y necesito, tío Sethus—Contestó Persefia con su sonrisa de siempre mirando fijamente a su amado estando casi tan roja como un tomate maduro.
—Ahora que habéis resuelto esa crisis de identidad y todo lo relacionado con ella, es hora de que premiemos a la afortunada ganadora de una recompensa nunca antes dada—Dijo Adam con mucha seriedad y con calma perfecta—Por cierto…, lamentamos tener que interrumpir vuestro romántico momento.
—No te preocupes, “abuelito”. Acabemos con este asunto antes de que se haga muy tarde—Contestó Sethus con una sonrisa cálida tan especial como la de antaño a su “abuelo” Adam.
—Todo bien, “bisabuelos”—Dijo Persefia sonriendo de forma nada especial a sus “bisabuelos” mientras, al igual que su amado, miraba hacia el techo fijamente sólo con una mano agarrando románticamente la de la otra persona.
Sethus sujetaba con su mano derecha la mano izquierda de Persefia y Persefia sujetaba la mano derecha de Sethus con su mano izquierda.
—Verás, Persefia. Tu actual cuerpo difiere mucho del que poseías en tu primera vida. Si deseas recuperar tus medidas originales, te las podemos devolver. Tus curvas serán como las de Eve en todo el cuerpo. Tu ropa, toda la que tengas, crecerá al mismo tiempo que tus curvas para ajustarse a tu cuerpo modificado. No te estamos ofreciendo eso que tanto detestamos, una cirugía estética que no es necesaria, sino una devolución de parte de lo que diste para poder buscar en cada vida a Sethus, y es decisión tuya rechazar nuestro regalo o aceptar dicho regalo. Tú… decides, “bisnieta” querida—Le explicó sonriendo cálidamente y con calma perfecta Adam a Persefia.
—¿T-Tú eras como mamá?—Preguntó Sethus mirándola fijamente a los ojos muy sorprendido.
—Sí, y también era como mi madre. Yo heredé no sólo su pecho, sino también su trasero, sus muslos y todo lo que la hacía curvilínea. Yo… estaba dispuesta a dejar atrás por ti ese cuerpo tan voluptuoso—Contestó Persefia con una sonrisa muy cálida y muy amplia en los labios mirando fijamente los ojos de su novio con los propios.
—Nieto querido, ¿quieres que ella recupere su antigua figura?—Dijo Eve sonriendo igual que su amado hermano mayor y esposo.
Sethus miró fijamente hacia el techo velozmente.
—Quiero que ella sea como desee ser. No la voy a obligar a ser lo que más me convenga a mí. Tampoco la obligaré a quedarse igual que ahora, aunque su figura actual… sea más que perfecta para mí. Ella decidirá, y no yo, pues se trata de su cuerpo, y no del mío—Respondió con la sonrisa familiar que siempre tenía para sus “abuelos” Sethus a su “abuela” de rubios cabellos.
Sethus miró fijamente a gran velocidad de nuevo a su sobrina a los ojos y ella se sentía tan feliz que volvió a comenzar a llorar de la alegría, lo cual ambos habían dejado de hacer un par de minutos atrás, mientras lo miraba fijamente a los ojos con todo el amor de su corazón femenino.
—Deseo… deseo… tener mi antigua figura de vuelta. Yo… no la quiero porque no pueda complacer sin ella a yhemius lovus taius, sino porque yo… deseo ofrecerle la posibilidad de desear cuanto él habría deseado si me hubiera tenido a mí hace más de cinco mil años. Además de ese motivo, existe otro motivo. Quiero recuperar mi vieja figura, pues esta está bien para mí, pero… sería una estúpida si rechazara un regalo tan grande como el que vosotros, magnánimos Creadores, me habéis ofrecido en este día—Contestó Persefia todavía mirando fijamente a su novio a los ojos sin dejar de sonreír a este con sus labios femeninos y llorando aún de la alegría por las palabras del pelinegro en cuestión.
Acto seguido, Adam e Eve chasquearon los dedos al mismo tiempo. En menos de un nanosegundo, todas las curvas de Persefia se volvieron más notables sin que a ella le doliera ni un poco el cambio, y dicho cambio no le había resultado incómodo a ella. Además de eso, todas las heridas de Sethus se habían curado al mismo tiempo que ese cambio en el cuerpo de su amada había sucedido.
—Ahora… tienes la figura que fue tuya una vez—Dijo Eve sonriente con calidez nada especial.
—En cuanto a ti, Sethus, toma la curación milagrosa como un regalo especial de nuestra parte por todo el tiempo que no pudimos consentirte, nieto querido—Dijo Adam igual que Eve.
—Yo… no sé cómo daros las gracias por haberme curado. No merecía el honor de ser curado por vosotros, abuelitos—Dijo Sethus sonriendo cálidamente mientras miraba hacia el techo fijamente.
—Conque somos tus abuelos. Saber que nos consideras tus abuelos nos hace muy felices—Dijeron Adam e Eve al unísono sonriendo desde la cima del monte Megallio con calidez especial a su nieto.
—Vosotros habéis hecho tanto por mí sólo dándome a Persefia que yo… no sé cómo pagaros por tantas cosas buenas—Respondió Sethus sonriente.
—Si quieres pagarnos, lo cual no es necesario que hagas, sólo disfruta al máximo todo lo que tienes—Le respondió Eve con una sonrisa tan cálida como la de su hermano gemelo y esposo.
—Ese es un buen consejo, “bisabuela”—Dijo Persefia con calidez nada especial mirando fijamente hacia el techo—Vosotros siempre tenéis el mejor consejo para cada persona. Sois simplemente seres tan perfectos. Os agradezco inmensamente que me hayáis devuelto mi figura tan voluptuosa—Les dijo a sus dos “bisabuelos” alegremente Persefia.
—Aplica el consejo que ha recibido tu tío hace poco. Si quieres pagarnos, lo cual deseas hacer, sólo tienes que disfrutar al máximo cuanto posees en esta vida. Después de todo, la felicidad está en disfrutar con los que amas la vida que te fue dada—Dijo Adam igual que Eve.
—Siempre seréis los mejores, Creadores. Siempre seréis perfectos y benevolentes. Creo que necesito tiempo a solas con yhemius lovus taius Sethus—Dijo Persefia con una sonrisa muy cálida y muy especial en sus labios femeninos mirando el techo fijamente todavía.
—En tal caso, cortaremos la conexión telepática que tenemos con vosotros y que hay entre vosotros para que podáis estar a solas en sólo medio nanosegundo. Como veis, no perderéis segundos esperando—Dijo Adam sonriente mientras se disponía a chasquear los dedos de la mano derecha al mismo tiempo que Eve.
—Si queréis una conversación con los Creadores, basta con que ore uno de vosotros para que hablemos por telepatía o cara a cara. Después de todo, no somos estrellas de cine con las que hay que concertar una cita, sino los Creadores—Dijo Eve dispuesta a chasquear los dedos al mismo tiempo que su lovus fratus twinus con una sonrisa idéntica a la de este en sus labios femeninos.
—¿Cómo hacéis para saber cuándo alguien acaba de orar a vosotros, “bisabuelos”?—Preguntó Persefia muy seria y muy curiosa.
—Conocemos el futuro de todo lo que sucede en Aeternia. Sabemos cada paso que cada persona va a dar, cada pensamiento que cada persona va a tener y cada palabra que cada persona va a decir. Nosotros sabíamos desde hacía mucho que iríais a una tienda de ropa de mujer y que Sethus recuperaría todos sus recuerdos de las vidas pasadas y sufriría un duro golpe por ello. Sabemos todo lo que haréis cuando hayamos cortado la conexión telepática al detalle. No hay detalle que ignoremos. No existe tal cosa como el destino, sino que la línea temporal debe permanecer sin alterar. Nosotros debemos interpretar nuestro papel en cada momento en el que nos toque actuar. Que nosotros viéramos el futuro de este planeta en el Jardín Elíseo provocó que los acontecimientos pudieran seguir su curso. Debíamos conocer el futuro para que dicho futuro pudiera existir. Somos en parte responsables de que el Testamento de los Gemelos tenga el contenido que tiene porque vimos cuál sería el resultado final antes de que dicho resultado hubiera sido logrado. Somos llamados los Creadores porque vimos que la aeternianidad nos llamaría así en el futuro y usamos el apodo antes que nadie, quedando como quienes lo establecieron como una forma de llamarnos—Explicaron Adam e Eve al unísono con una sonrisa cálida en los labios que cambiaba sus matices cuando miraban a cada uno de los jóvenes con heterocromía a los ojos fijamente desde la distancia.
—¡Hasta la vista!—Exclamó muy alegremente Persefia.
—Nos veremos de nuevo en esta vida, y nos veremos las caras los cuatro, abuelitos—Dijo Sethus con una sonrisa cálida de mucho aprecio hacia sus abuelos paternos y maternos.
Un chasquido al mismo tiempo cortó la conexión telepática entre los cuatro, habiendo hecho desaparecer así los poderes psíquicos de los gemelos White y los poderes psíquicos de los jóvenes reencarnados para siempre.
—Ahora…, t-Tío Sethus, y-Yo deseo mucho que… t-Tengamos tiempo a solas para hablar y… n-Negociar—Dijo sonrojándose cada vez más la rubia de ojos de diferente color y miró justo al final muy avergonzada a su amado tío fijamente a los ojos con una sonrisa muy cálida y muy amplia en los labios.
Este centró su mirada en la de ella y le sonrió muy cálidamente como sólo a ella le sonreía. Fue entonces cuando se comenzó a sonrojar al darse cuenta de lo que ella pretendía.
—¿Q-Quieres decir que… vamos a tardar en bajar a desayunar?—Preguntó Sethus con una sonrisa muy traviesa en los labios.
—S-Si mi tío favorito y mi único tío… q-Quiere ver… mi cuerpo completamente desnudo… y admirar las curvas de una mujer tan voluptuosa como es naturalmente posible y… q-Que le pertenece a él solamente, tardaremos en bajar. Sin ropa interior… y sin gente compartiendo el espacio con nosotros. S-Soy de mi tío, el emperador Sethus. D-Debo darle... a mi emperador algo digno de su estatus y de su posición—Dijo aún más avergonzada y tan roja como un tomate maduro la hija de Ysia y Osirius.
—M-Mi emperatriz…, yo… acepto tu obsequio. ¿Qué emperador digno de llamarse a sí mismo gran emperador rechazaría semejante obsequio? Yo soy el emperador Sethus, primer emperador de Darsia. Tú eres mi novia, y yo… aceptaré siempre todos tus regalos—Contestó Sethus con una sonrisa muy cálida y cargada de un inmenso amor para su futura vaifa.
—E-Entonces…, yo quiero que tú… no uses ropa tampoco. S-Si no la usas…, yo sentiré tu cuerpo d-Desnudo y tú… s-Sentirás el… m-Mío desnudo. Será tu oportunidad de sentirme sin que yo use ropa por primera… vez. S-Si anhelas semejante… p-Placer y te gusta complacer a… tu emperatriz…, abrázame desnudo. C-Contémplame sin ropa y… d-Deléitate con mi apariencia de futura esposa… desnuda sólo… para t-Ti, gran emperador Sethus, el más grande emperador y el único hombre que puede decir que… le pertenezco como mujer—Dijo sonriendo aún con mucha calidez y gran amplitud Persefia mientras rodeaba justo al final la cintura de su futuro esposo con sus brazos femeninos y delicados velozmente.
Sethus Waitus, un redimido Sethus Waitus, correspondió a su lova con el mismo gesto y a la misma velocidad justo después y pegó a la rubia a su cuerpo tanto como era posible hacerlo. Acto seguido, la enloquecida y feliz mujer se lanzó velozmente a devorar salvaje y dulcemente los labios de su amado sin lengua.
—Yo… te amo tanto…, tío Sethus—Sus labios estaban a sólo cinco milímetros de los de su tío y ella le sonreía con su calidez y su amplitud de siempre mientras le dedicaba una ardiente mirada de amor eterno y puro, un amor capaz de quemar el Infierno entero y no dejar ni las cenizas.
—Yo también te… amo ese tanto y más aún, Persefia, mi… emperatriz. Cállate y bésame como… si no hubiera un mañana—Dijo levemente sonrojado y muy feliz el “emperador” Sethus con una mirada de amor idéntica a la de su vrienda disponiéndose a devorar como un lobo hambriento los labios de su gatita salvaje y dulcemente.
Ella sólo obedeció a su emperador, comenzando pronto un beso con lengua tan salvaje que ambos reencarnados se sorprendieron por tanto salvajismo por parte de la rubia. Ella era definitivamente una hembra muy exigente. Sethus correspondió a aquel beso con una pasión y un amor iguales a los de ella y ambas lenguas empezaron un combate a muerte en el que la dominante lengua del antiguo emperador de Darsia tomó la delantera velozmente con un salvajismo propio de un macho alfa, pues eso había creído Sethus ser siempre, un alfa. Sin quererse oponer, Persefia se entregó a la personalidad dominante de su amado tío. Con un simple y veloz movimiento ambos jóvenes reencarnados cerraron velozmente sus ojos al mismo tiempo, dejándose llevar por una espiral de pasión, amor romántico y deseo sexual que tendrían que controlar para no quedar atrapados en ella sin poder escapar. Las caricias alternas a la espalda, la cintura y las caderas comenzaron a suceder con una intensidad cada vez mayor y al mismo tiempo. El más desesperado era Sethus, quien buscaba tomar el control de su sobrina amada con un salvajismo digno de un lobo alfa. La delicadeza entre ambos Waitus reencarnados no faltaba, pero el salvajismo propio de los Waitus tampoco. Ella no tenía ningún problema con la actitud dominante de Sethus. Lo conocía directamente de toda la vida y sabía de él mucho más de lo que decía por todas las vidas que había pasado conociendo más de él y buscándolo. Sabía cómo era él en personalidad. Sabía que ser sumisa era la mejor forma de iniciar una relación sentimental con alguien como él, y eso era perfecto para ella, pues la rubia con heterocromía era todo lo contrario de Sethus. Él era por naturaleza casi siempre dominante. Ella casi siempre era sumisa, por lo que era idónea para él. Persefia lo amaba tanto que no le importaba que él fuera el tipo de hombre que era. Después de todo, Sethus era su amado emperador y, por ende, también… su tipo de hombre.
FIN
Notas de autor: Esta historia ha sido muy divertida de escribir para mí. Comenzaré con las diversas aclaraciones, como siempre hago. Para comenzar diré cómo se pronuncian los nombres y los apellidos y qué es lo que significan. El nombre Hadartius significa “Guardián de la otra vida” y se pronuncia “Jadártius”. Persefia significa “Guardiana de la naturaleza y la muerte” y se pronuncia “Perséfia”. El nombre Agartaia significa “Segadora del trigo” y se pronuncia “Agartáia”. El nombre Yolnius significa “Destructor de montañas” y se pronuncia “Yólnius”. Jaldiar significa “Portador del puño de hielo y hierro” y se pronuncia “Jáldiar”. Helnia significa “Guardiana de las llamas” y se pronuncia “Jélnia”. Xorniun significa “Quien contiene el poder” y se pronuncia “Xórniun”. Hellersion significa “Quien habita las llamas” y se pronuncia “Jel-lérsion”. Haseia se pronuncia “Jaséia”. Randiolf significa “El buen confidente” y se pronuncia “Rándiolf”. En este one-shot hay palabras que son propias del idioma aeterniano. Dos de ellas son los términos “Sobrira” y “Taius”. Esos términos se traducen como “Sobrina” y “Tío” respectivamente y se aplican solamente cuando se trata de una sobrina consanguínea y de un tío consanguíneo respectivamente. El término “Sobrira” se pronuncia “Sóbrira” y el término “Taius” se pronuncia “Táius”. Los únicos personajes puestos en esta historia que poseen el fuego de los Waitus son Hadartius, Persefia, Adam e Eve. Los que nos interesan son Hadartius y Persefia. Ambos tienen en común la inmensa libido de Adam e Eve, la cual les exige a los jóvenes reencarnados tener relaciones sexuales durante seis horas seguidas con la intensidad máxima. En cuanto a fetiches sexuales, Hadartius y Persefia comparten todos sus fetiches sexuales con Adam e Eve, siendo los mismos que los de estos dos últimos en el caso del antiguo emperador reencarnado y de su sobrina reencarnada. Yolnius sólo dura tres horas teniendo relaciones sexuales y sólo puede tenerlas a una intensidad que alcanza un cuarto de la intensidad de su propia hija. Su esposa, Agartaia, puede durar cinco horas teniendo relaciones sexuales con una intensidad que sólo alcanza la mitad de la intensidad de su hija. En cuanto a los fetiches sexuales, debo decir que Agartaia y Yolnius tienen casi los mismos fetiches sexuales. A ninguno de ellos le fue heredado por alguien el fetiche del renifleurismo y sólo Yolnius se excita mirando cómo su esposa, Agartaia, micciona. Ella no se excita mirando cómo micciona su esposo, pero tampoco es que le moleste que él la mire mientras está miccionando. Jaldiar y Helnia tienen la libido igual que su hija Agartaia y tienen los mismos fetiches sexuales que esta. En cuanto a Jaldiar y Helnia, diré que la madre es quien heredó a la hija el color del cabello y el color de los ojos. El ojo izquierdo de Helnia es amarillo intenso, como el de Hadartius. Los ojos rojos escarlata de Jaldiar y su cabello negro fueron heredados por Hadartius. La piel caucásica de Yolnius, Agartaia y Hadartius es una herencia tanto paterna como materna. Por cierto, la figura de Agartaia es una herencia de Helnia, la madre de Hadartius y de la pelipúrpura ya nombrada. Todos los miembros de la familia Hellersion tienen cada uno su propia tarjeta de crédito y lo mismo sucede con Hadartius, Helnia y Jaldiar. Podría decirse que las familias Hellersion y Xorniun tienen doble nacionalidad por si la necesitan, pero lo que sucede es que no existe la doble nacionalidad en Aeternia. Todas las personas por el simple hecho de ser de la especie aeterniana son más que bienvenidas en cualquiera de las tres naciones y tienen el mismo derecho que cualquier ciudadano de las tres naciones a disfrutar de las prestaciones y los servicios que dichas naciones ofrecen a sus ciudadanos. Eso es así desde que fue firmada la unión internacional entre Athanasia, Darsia y Shiakam. Nunca nadie ha roto ese tratado y las condiciones establecidas mediante este jamás han sido incumplidas. Todos los miembros de la familia Hellersion y el señor y la señora Xorniun carecen del sueño de ejercer una profesión porque nunca se plantearon tener una, dado que siempre han vivido en la riqueza, siendo la familia Hellersion la segunda familia más rica de toda Aeternia y la familia Xorniun la primera familia más rica de toda Aeternia. Estas familias se dedican a las inversiones en línea con criptomonedas y acciones de grandes empresas muy exitosas a una escala bastante inferior a la escala mostrada por el propio Adam en su vida imperfecta cuando este invertía. La fortuna original de cada una de las familias darsianas mencionadas viene de ochocientos años atrás. Por cierto, los padres de Yolnius llevan quince años muertos en el inicio de la historia y los mató un accidente de tráfico causado por un camión de carga de productos comerciales para vender en un supermercado darsiano cuando iban en limusina con un chófer que no era Randiolf, chófer que falleció también en aquel accidente. Por cierto, los ojos anaranjados de Yolnius son una herencia de su madre y su cabello rubio es una herencia de su padre. El padre era rubio de ojos azules claros y la madre era peliplateada de ojos anaranjados. Por cierto, el aeternio es de color rojo escarlata con detalles dorados. Como ya llevo tres historias con una trama ambientada en Aeternia y no he mostrado el aeternio en ninguna de las tramas todavía, me quito el peso de tener que mostrarlo de encima. Por si alguien no entiende aún por qué no se le dio pena de muerte a Merarsius Hishallier yo explicaré el motivo. Resulta que consideraron que matarlo sería demasiado poco para él. Querían que su castigo le doliera tanto como fuera posible sin que fueran violados sus derechos aeternianos, así que se decidió condenarlo a cadena perpetua sin derecho a fianza. ¿Por qué no querían Hadartius y Persefia que los padres de la segunda descubrieran que habían ido a una tienda de ropa de mujer y habían comprado juegos de sostén y braguitas y cuáles eran sus planes para el futuro cuando estuvieran casados? Porque de lo que se enteraba Agartaia se enteraba en menos de seis horas Yolnius, dado que ella le contaba todo a él, al igual que él le contaba todo a ella. Si Yolnius se enteraba, siendo Agartaia la única que no reaccionaría con hostilidad, sino con alegría y hasta con algo de picardía, habría una pelea muy difícil de finalizar entre Persefia y su padre. Esa pelea llevaría a una pelea igual de terrible entre Yolnius y Agartaia. Ese ambiente familiar no le sentaría bien a Persefia y tampoco sentaría bien por ende a Hadartius, y este tendría a su cuñado vigilándolo casi sin cesar siempre que estuvieran en la casa el pelinegro, la rubia con heterocromía y el rubio de ojos anaranjados. Además de eso, habría sido mucho más difícil para Hadartius y Persefia que su relación fuera aprobada por Yolnius sabiendo este todo lo sucedido en la tienda de ropa y lo hablado después de bajar de la limusina por los dos jóvenes reencarnados. Hay que añadir que ocultar algo de ese tipo a Yolnius y Agartaia es imposible, pues él logrará siempre que su hija se lo cuente todo y Agartaia logrará lo mismo con su hermano menor. Debo añadir que sólo Hadartius y Persefia son norteños. No hay más miembros de las familias Hellersion y Xorniun que sean norteños en la actualidad. Los difuntos padres de Yolnius tampoco eran norteños. No he presentado personajes no norteños hasta ahora que se hayan casado con un miembro de su familia en las historias cuya trama está ambientada en Aeternia. Si yo digo que un personaje no es norteño, estoy diciendo también que este no se ha sentido atraído por un miembro de su familia con el que no tiene lazos de sangre, pues es necesaria esta aclaración porque yo dije en notas de autor pasadas que es posible tener una relación sentimental con un miembro de la familia sin ser norteño si no existe un lazo de sangre entre ambos. En Aeternia es bien sabido que los Creadores pueden hacer milagros cuando y como ellos quieran. Persefia y Hadartius contaron todo a Yolnius y Agartaia dos horas y media después, salvo la parte de que se habían quedado haciendo algo no sexual pero sí muy candente durante dos horas y quince minutos y la parte relacionada con la mención de lo que no querían que supieran el señor y la señora Hellersion sobre sus planes de casados y sobre su visita a la tienda de ropa femenina. Agartaia y Yolnius tomaron muy bien que Hadartius fuera Sethus reencarnado porque lo amaban mucho, cada uno de una manera muy diferente de la del otro y cada uno de una forma muy diferente de la forma de amarlo de Persefia. El asunto de las curvas devueltas a Persefia fue tomado muy bien también por Yolnius y Agartaia. Todo eso sería bien tomado también por Jaldiar y Helnia por las mismas razones ya dadas en el caso de Yolnius y Agartaia. En familia, todos llaman a Hadartius Sethus. De puertas para fuera, es llamado Hadartius por toda su familia, dado que el treinta por ciento de la población mundial estaría dispuesto a destrozarle la vida a Darsius Zekuros si supiera quién es en su actual vida y dónde vive en dicha vida. El treinta por ciento de la población mundial odia tanto a Darsius como para desearle un gran mal y estar dispuesto a causárselo. Es evidente que nadie de la familia de Sethus lo tratará como si hubiera sido emperador en el pasado de puertas para fuera porque sería muy peligroso hacerlo debido a lo ya explicado. En cuanto a los hijos de Sethus y Persefia, debo decir que ninguno será norteño. Estos nacerán cada uno con un año de diferencia con respecto al anterior y serán un niño, una niña, un niño, otro niño, una niña, otra niña, un niño y, para terminar, una niña. Hadartius y Persefia no tendrán gemelos y todos sus hijos serán heterosexuales. Toda la descendencia directa e indirecta de Sethus y Persefia morirá debido a la edad y siendo salva. En cuanto a Sethus y Persefia, ellos también morirán debido a la edad y siendo salvos, y lo harán juntos en su cama matrimonial, teniendo un final feliz ambos. Debo aclarar que Sethus y Persefia vivirán en la mansión Hellersion hasta que se hayan muerto y que vivirán con Agartaia y Yolnius en dicha mansión. Serán sus hijos los que dejarán el nido y vivirán en su propia mansión cada uno con su propia familia formada. Por cierto, no es necesario que los aeternianos tengan un tipo huevo igual o algo por el estilo para poder tener descendencia entre ellos. Como derivan de los humanos, pueden tener descendencia con humanos y/o con aeternianos con una cola animal diferente, creando nuevos tipos de cola animal que no hayan existido antes y/o teniendo descendencia que tenga un tipo de cola y/u otro tipo de cola, pudiendo tener un descendiente con un tipo de cola y otro descendiente con otro tipo de cola los mismos progenitores. Los aeternianos también pueden tener descendencia con cola y/o sin cola con alguien que no tenga cola. Por cierto, aún quedan cinco “niños eternos” vivos, pues cinco de los diez restantes murieron debido a la edad tras haber obtenido gracias a Adam e Eve cuerpos adultos cuando tenían 60 años de edad en todos los casos. Explicado todo eso, hasta aquí llegan las notas de autor finales.
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