cinthia-mariela37 Cinthia Mariela

Él, un jugador; Ella, cansada de los juegos; Y esta, solo una fase, otro capítulo en esa historia que empezaron hace mas de 10 años. ¿Será el último? El amor verdadero es eterno, pero no tonto y a veces solo el sentimiento no basta. ¿Estarán dispuestos a luchar esta vez, incluso en contra de sí mismos por defender su amor?


Romance Impróprio para crianças menores de 13 anos.

#drama #amor #reencuentro #musica #abogados #trianguloamoroso #derecho #libros #amistad #rubéndarío #pasión #español #escritor #amor del pasado #abogada #thestrokes #JulianCasablancas #musicaindie
0
8.7mil VISUALIZAÇÕES
Em progresso - Novo capítulo Todas as Sextas-feiras
tempo de leitura
AA Compartilhar

Sebastian

And all together it went well
We made pretend we were best friends
Then she said oh I can wait
They ordered me to make mistakes
Together again like the beginnin'
It all works somehow in the end
The things we did the thing you hide
But for the record it's between you and I

Barely Legal/The Strokes

Mierda…

He tenido esa palabra en la cabeza todo el tiempo los últimos días. Todo es una mierda, la sociedad, el tráfico, mi trabajo. Todo excepto mis amigos, esa bola de idiotas con quienes puedo olvidarme de todo en torno a la vieja cerveza y al licor barato. Como en noches como ésta. Día de paga, lo mejor que tiene el mes.

—¡Renault! —grita Carlos en mi oreja—. ¿Estás ahí?

Reacciono sobresaltado, como acabado de despertar de una especie de sueño. Últimamente me pasa muy seguido.

—¡Vamos, Sebastian! —se queja Helena, estirando uno de sus abundantes y pequeños rizos de forma seductora—. Vas a perderte a Harlow haciendo el ridículo.

Sonrío. En efecto ahí, en la barra, veo a mi viejo amigo ejerciendo todas sus técnicas de seducción sobre una morena. Intenta cumplir un reto; si pierde, le toca invitarnos a una botella de tequila caro. Quiero decir, no creo que sea problema para él, después de todo, es quien más gana del grupo. Pensar que no hace mucho tiempo podía costearme cuantas botellas de tequila quisiera. Pero eso fue en otra vida. No vale la pena pensar en ello.

—¿Creen que pueda esta vez? —pregunta Esteban, cogiendo un puño de nachos e introduciéndolos a su boca.

—Pues por el bien de Renault… —le responde Carlos, mirándome a mí. No hace falta que me recuerde que, en el caso lejano, James lograse conseguir el número de esa chica, yo tendré que hacer cualquier cosa que él me pida.

—No te preocupes —le respondo con arrogancia—. Quiero decir, es Harlow, ¿recuerdan?

¿Estoy asumiendo de antemano que James Harlow va a perder? Pues claro que lo hago. James es un desastre en eso de coquetear. Demasiado correcto, demasiado cursi, demasiado estúpido; cree que el amor va llegar a su vida como en una comedia romántica. Muy mal por él, la vida no es como en “Cuando Harry conoció a Sally”.

Desde lejos vemos cómo nuestro amigo intenta dominar el temblor de sus manos mientras ofrece un coctel a esa hermosa morena de vestido rojo. La chica tiene en la cara una expresión de fastidio. Harlow debe ser el enésimo idiota que trata de seducirla esta noche. Aunque conmigo sería diferente, pan comido, y todos lo saben. Tengo ese encanto natural con las mujeres. Una suerte y a la vez una maldición. Tener a todas las que quiero…

Menos a una. Me reprendo a mí mismo. No he bebido lo suficiente como para empezar a recordar las cosas tristes.

De repente, ¿qué es lo que veo? James se apresura a entregarle el trago. Luego dice algo, no sé qué sea, pero a la chica le cae en gracia. Comienzan a reír. Al parecer ella si gusta de mi amigo. Hay una posibilidad entre millones de que…

—Oye, viejo, espero te guste la lencería fina… —ironiza Esteban, agudizando su voz en forma cómica. Es un payaso de primera al igual que Carlos, al igual que todos ellos. O tal vez sea que, junto con James, somos los más viejos del grupo.

Mis tres amigos, Carlos, Sergio, Esteban y Helena sueltan una carcajada al unísono, golpeando la mesa con las latas de cerveza vacías.

—¡Eso quisieras! Imbécil —le respondo.

Perdemos de vista a James por un momento. Lo siguiente que vemos es que regresa hacia nosotros con expresión seria en el rostro.

—Pues bien… —vacila, otra vez con ese ridículo tic en el ojo, el cual tiene desde niño. Luego, orgulloso, se saca un papelito del bolsillo—. Su nombre es Jenny...

—¡Bravo! —corean mis otros amigos, celebrando hipócritamente el triunfo de Harlow. Quiero decir, eso significa que no habrá tequila caro esta noche. Por mi parte, permanezco sereno, no sin felicitar a mi amigo de la infancia, claro está, pero solo lo hago con una palmada en la espalda.

—¡Una ronda de XL! —gritan en coro Carlos y Esteban al mesero—. Esto merece una buena celebración.

La noche pasa, entre tragos, bromas, chascarrillos subidos de tonos y tonterías. Mirando chicas, alardeando de lo que haríamos con ellas y de lo que hemos hecho. Me sorprende que Helena nos soporte. Quiero decir, en su lugar algunas nos habrían abandonado hace mucho por lo patanes e idiotas que somos durante estas veladas. Ella, al menos, lo habría hecho.

Matt…

Miro el reloj y marca las dos de la mañana. Mi instinto me indica que es mejor marcharme antes de que esté lo suficientemente borracho como para no poder regresar a mi departamento. Miro a Helena, responde con complicidad a mis insinuaciones. Sabe lo que quiero y ella también lo quiere. Estamos listos para marcharnos. Pero James me detiene. Supongo que quiere hablar sobre lo de la apuesta.

—Hombre —me dice—. Tenemos qué hablar.

Pongo los ojos en blanco. Son las dos de la mañana. Lo último que quiero es hacer tratos con James.

—Sebastian, ¿ya nos vamos? Tengo mucho calor.

Siento cómo Helena tira de mi brazo para insistir en que nos vayamos a casa. No la estoy viendo, pero imagino sus jugosos labios haciendo pucheros y eso despierta mis deseos de clavar mis dientes en sus voluptuosas carnes morenas.

—James, yo…

Miro a James, sereno y sin parpadear. Parece que el alcohol no le ha afectado tanto como a Carlos y a Sergio, quienes están que no pueden sostenerse en pie.

—Mañana en Paolo’s a las siete —me responde.

—Como quieras, Harlow.

************

Al otro día, puntual como siempre, Harlow se aparece luego de mi turno. Se sienta en una mesa y pide una cerveza fría, como siempre. Miro el reloj, faltan tres minutos para que termine mi turno. Una vez cumplido el tiempo, habiéndome cambiado y guardado el uniforme, voy hacia él como si fuera cualquier cliente de este lugar.

—Renault —me saluda.

—Harlow, ¿qué hay? —Sonrío, confiado, mientras hago una maniobra con la botella para alardear un poco—. ¿Ya pensaste en lo que debo hacer?

—Sí. Ya sabes, implica ropa interior femenina y medias de encaje —se burla, haciendo ese sonido nasal, tan característico, en que consiste su risa.

—Muy gracioso, Harlow. Deja de jugar, ¿ok?

—Sabes que no te haría eso, Renault. No creo que te veas bien con encajes.

Pongo los ojos en blanco. Es mi mejor amigo, pero a veces es demasiado infantil. No para de reírse de su broma de mal gusto. Irónico y un poco sarcástico, simpático, pero no genial. Así es James y a pesar de todo, le tengo respeto.

—Obviamente, James… Quiero decir, del grupo, a la única a quien se le ve bien la lencería es a Helena.

—Bueno… —vacila—. Conozco a alguien más a quien se le vería bien el encaje.

—¿A tu madre? —ironizo, más por costumbre que para ofenderlo. Conozco bien a Lorena, fue como una madre para mí durante mucho tiempo.

—No. Ya sabes, tengo una amiga que… ¡Claro que a mi madre no!, imbécil. A la tuya sí.

Me da un golpe en la cabeza. Si estuviéramos en mi casa esto derivaría en una lucha amistosa pero como no olvido que este es un sitio con clase y además de todo, mi lugar de trabajo, me contento con aplicarle una pequeña llave alrededor del cuello para que me deje tranquilo.

—Una amiga, eh, Harlow. —Le guiño el ojo. Comienzo a ver hacia dónde va el asunto—… ¿Una amiga con derecho?

—¿Igual que Helena y tú…? —masculla, jugando con el salero de la mesa—. Por cierto, ¿en qué paró eso?

—En nada —suspiro. James es el único de mis amigos con quien tengo la confianza como para contarle mis confidencias. Supongo que más de veinte años de conocerlo tienen que ver con eso—. Solo somos amigos, es lo único que podemos ser ella y yo. Porque…

—¿No la amas? Pensé que le ibas a pedir ser tu novia tarde o temprano.

Esbozo una sonrisa mientras niego con la cabeza. Quiero decir, Conmigo no van los las flores ni las citas; ni los paseos tomados de la mano por un viejo y solitario parque; ni leer para ella en la cama las cartas que le escribí la noche anterior. Mucho menos las malditas cosquillas en el estómago y los insomnios pensando en sus hermosos y tiernos ojos o cualquier otra de esas ridiculeces. Después de todo soy como soy, un perro salvaje o más bien un lobo solitario. Cuando me ataron casi muero de asfixia; y cuando creí estar listo para ser domesticado ella...

—¿Qué es el amor sino un par de grilletes? —le respondo con cinismo—. Quiero decir, lo mío no son los compromisos, ni los noviazgos. Odio las correas, me gusta mucho mi libertad. Así estamos bien ella y yo.

—¿Qué es el amor? —repite—. Quizás pronto lo averigües, Renault. Ya sabes, como mi abuela suele decir, nunca digas de esta agua no he de beber...

—¿De qué hablas, Harlow?

James me sonríe. No ha cambiado en nada. Es la misma sonrisa de cuando éramos niños y guardaba el secreto de que andaba con mi hermana Violeta.

—¿Te apetece ir a una fiesta de año nuevo, hombre?

*************

¿Cómo demonios acabaste aquí, Sebastian Renault?

Quiero decir, Tal vez debí quedarme en casa intentando trabajar en mis escritos y tirándome a Helena, mi vecina la de los pechos grandes, en caso de un bloqueo creativo. Pero no, estoy aquí, parado con un vaso de unicel en una mano y el teléfono en la otra, en medio de una pista de baile donde sólo yo no bailo.

Todo es culpa de James.

Harlow —o mejor dicho su exnovia, la tal Amanda—, organizó una fiesta para celebrar su cumpleaños treinta y de paso el año nuevo, los cuales casualmente, caen el mismo día.

Mala idea, la fiesta es horrenda. Quiero decir, el lugar no es tan grande y no hay mucho espacio para caminar o bailar. Además, la decoración es cursi, las luces de colores iluminando la pista me recuerdan a un tugurio barato. La música es patética; detesto a Pitbull y, si el Dj no deja de poner remixes de I know you want me, juro que voy a ir allá y…

Aunque no todo es malo, debo admitir. Hay muchísimas chicas sexys en este lugar. Demasiadas, me sorprende que James siga soltero. Tiene de donde escoger. Pensándolo bien, creo saber Al menos ya sé en qué puedo ocuparme el resto de la noche. Quiero decir, en caso de que el experimento de mi viejo amigo resulte un fiasco y mi cita a ciegas resulte ser: una señora mayor, una mujer en extremo gorda, una loca, una boba, o una lesbiana, no me iré a la cama solo esta noche.

¿Qué es el amor?

Un tipo pasa cerca de mí a toda velocidad y casi me arrolla, interrumpiendo así, el juego visual que sostengo desde lejos con una chica rubia.

—¡Oye! —me quejo.

Doy la vuelta para seguirle la pista. Me da lástima el pobre diablo; atraviesa todo el salón hasta llegar al jardín. Parece un idiota, persiguiendo a una mujer, quien corre a toda velocidad hacia la salida, para alejarse de él, obviamente. Una vez más compruebo la gran porquería que es estar enamorado. De cómo te vuelves tan frágil, adicto. Por una noche más entre los brazos de ella, eres capaz hasta de…

Ya vas a empezar, idiota. Deja de actuar como una niña y concéntrate en la rubia.

Las relaciones son un asco. Quiero decir, no entiendo por qué James está tan seguro de que esta cita va a funcionar. La verdad sí, sí lo sé. Harlow es uno de esos idiotas que cree que el amor es para siempre y todo eso. Sueña con una esposa y muchos hijos. Es algo chapado a la antigua, o quizás solo inmaduro. No sabe lo que significa ese deseo.

Y hablando de Harlow, me pregunto en dónde diablos está ese idiota. Hace más de un cuarto de hora me dijo, "quédate aquí, regreso en cinco minutos con la futura madre de tus hijos" y no ha regresado. Cualquiera diría que su amiga se arrepintió o solo no vino, pero algo me dice que no se trata de eso. Una chica como la que me describió no se acobarda así de fácil con una cita. Por lo que me ha contado, esa mujer tiene agallas. Eso me resulta increíblemente sexy. Quiero decir, además de cómo es ella, se supone, ya que una de las reglas que puso James fue no dejarme ver su fotografía: piel de caramelo, cabellos largos y ojos bonitos, desafiantes y misteriosos. Solo falta que también tenga un lunar en medio de los senos con forma de avión y otro en la mejilla izquierda, para ser perfecta.

Una cita a ciegas con una chica como la que él me describió, no parece un castigo muy grande por la apuesta que perdí con él. Debo admitir que James es un gran publicista. Hizo que tuviera deseos de conocer a su amiga, muchos. Ella suena tan perfecta para mí, casi tanto como…

Él con mi hermana. Pero no tengo tiempo ahora para pensar en la extraña historia que tuvieron ella y Harlow. Dadas las circunstancias, es mejor que Violeta nunca sepa que James aún guarda el lápiz que le prestó cuando eran niños.

Violeta. Ha estado llamándome las últimas noches insistiendo en que venga aquí. Dice que tenemos que hablar sobre algo. Lo más probable es que haya llegado a sus oídos algún rumor de que tengo SIDA o que embaracé a alguna chica y como siempre espera lo peor de mí, su hermano menor —por cuatro minutos y medio—, no quiere perder la oportunidad de sermonearme por enésima vez.

Vamos, James, apúrate, idiota. He perdido a la rubia de vista y comienzo a aburrirme. Si Harlow no aparece pronto, me largo.

Como invocado por arte de magia, Desde lejos veo una espesa mata de cabello castaño, la de mi amigo, atravesando el patio y dirigirse hacia mí. No viene solo, sino acompañado de una mujer, quien asumo es mi cita. Me muero por conocerla, pero gracias a las malditas luces que se encienden y se apagan, no veo nada con claridad. En medio de las sombras solo alcanzo a distinguir un cuerpo femenino con formas de guitarra, lo cual es suficiente para despertar el hambre de mi pequeño...

¡Qué mujer!

Me pongo a fantasear con lo que podríamos llegar a hacer luego de algunas copas. Quiero decir, con mucho gusto voy a enseñarle esta noche uno o dos trucos a esa belleza con curvas de diosa.

Vamos, Harlow, apresúrate, no puedo esperar a...

James la va guiando hacia mí con los ojos tapados. Pero no resisto más la espera. Así que me aproximo hacia ellos. Me ve desde lejos y se apresura a encontrarme.

—Sebastian Renault —dice James—, te presento a... —Y le quita las manos de los ojos.

Mierda, quiero matar a James.

De todas las mujeres, de todos los peces que hay en el mar, no podía ser ni una lesbiana ni una gorda o una psicópata y tampoco las tres juntas; tenía que ser justamente ella…

Mattilda, ¿Aún me recuerdas, muñeca?

Sus ojos cafés chocan con los míos por un segundo, desafiantes como la primera vez que la vi hace tantos años peleando con su casillero en los vestidores del club de tenis cuando éramos solo unos chicos saliendo de la adolescencia. Sus pupilas, antes expresivas y tiernas, ahora son duras y frías, tanto que no puedo sostenerle la mirada por mucho tiempo y tengo que bajar la vista. Ha logrado cohibirme y de paso erizarme la piel. Es como estar viendo un fantasma.

Uno muy sensual, debo admitir. Quiero decir, no puedo negarlo, sigue siendo sensual como el demonio. Ese vestido resalta muy bien sus curvas en especial su trasero. Aún la deseo, no me importa admitirlo, tanto como hace un par de años cuando nos acostábamos…

Contrólate, Renault.

Qué importa lo que alguna vez sentí por ella. No es la misma chica a la que solía leerle en la cama después de hacer el amor.

Huye, dejándome en ridículo frente a todos…

La Matt que yo conozco nunca hubiera corridos de esa forma. Antes, me hubiese gritado o al menos dirigido una mirada de desprecio.

¡Maldita sea!

Salgo, a toda prisa, abriéndome paso entre la multitud. Necesito un cigarrillo. Quiero decir, ¡o me volveré loco!

29 de Janeiro de 2018 às 05:06 0 Denunciar Insira Seguir história
0
Leia o próximo capítulo Matt

Comente algo

Publique!
Nenhum comentário ainda. Seja o primeiro a dizer alguma coisa!
~

Você está gostando da leitura?

Ei! Ainda faltam 1 capítulos restantes nesta história.
Para continuar lendo, por favor, faça login ou cadastre-se. É grátis!