geronime Gerónimo Le Goff

Ryan McIver es un ex policía de San Francisco. Lo que no lo hace especial es que él cometió un error. Quizás fue algo malo, como suele juzgar la gente ignorante. Sin embargo, cualquiera que sea el caso, las habladurías de los civiles ya no juegan cartas en el asunto. Las consecuencias de sus actos lo conducirán a un nuevo misterio que, por el contrario de toda la experiencia que había creído aprender a lo largo de su carrera, no se podrá resolver tan fácilmente como ha estado haciendo hasta el momento. La venganza, a veces, se sirve caliente.


Crime Impróprio para crianças menores de 13 anos. © Todos los derechos reservados.

#detective #morgue #asesinato #policial #crimen
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Prólogo


El detective privado Ryan McIver observó la escena del crimen sin mucha prisa.

La policía iba y venía por el desalojado bar, haciendo lo que ellos llamaban "hacer bien las cosas". Afuera interrogaban a los testigos con preguntas más presuntuosas que objetivas, mientras que adentro hasta la más mínima porquería se convertía en evidencia confidencial.

Ryan soltó un bufido, acercándose a la fina mesita donde estaba tirado el cadáver.

El cuerpo sin vida, con los ojos cerrados, portaba un rostro de famélico color cadavérico, además de un balazo por la espalda, de donde no emanaba ningún hilo de sangre totalmente acuosa, sino cuaja.

—¡Ryan!—le gritó fastidiado Gordon Baker, el actual jefe de policía de San Francisco, la famosa ciudad al norte de California—. ¿Qué crees que haces repartiendo tus malditas huellas dactilares por toda la escena del crimen?—escupió fuera de sí cuando el detective tocó el único vaso Glencairn al lado del cuerpo.

Lo poco que quedaba del Whisky estaba tibio.

Gordon le pasó las actas que estaba redactando a su asistente.

Ryan miró los otro cuatro vasos Glencairn al frente del cadáver. Parecían tener solo agua, y uno que otro residuo de destilado, de color ambarino, se disolvía en el fondo.

Tocó los cuatro.

—¿¡Qué crees que haces, imbécil!?—bramó Gordon, arrastrándolo fuera del escenario—. ¡Estorbas nuestro trabajo! Ésto es serio. Deja tus jueguitos de detective de una vez—le susurró ácidamente a la vez que lo apretaba del brazo, cerca de la salida—. Ay, MacIver—suspiró derrotado el policía en jefe—. Otra vez tendré que cubrirte de la dactiloscopia, idiota—gruñó abrumado—. Debes superar que te dieron de baja. No el por qué, pero sí que ésto ya no puede ser lo tuyo, compañero.

Ryan ignoró a su ex compañero de trabajo.

—Estaban fríos—pensó en voz alta.

—¿Si acaso me estás escuchando?—siseó Gordon, dándole un fuerte coscorrón.

El detective lo alejó con un manotazo.

—Lo intoxicaron.

—¿Qué?

—Ese hombre no murió por un balazo—afirmó Ryan—. Ha sido un envenenamiento, pero el veneno no estaba en el licor, que por cierto es el mismo tipo en su vaso como en los que están en el puesto de al frente. Lo que quiere decir dos cosas. Primero, que el veneno estaba en el hielo; Y segundo, que alguien lo estaba acompañando. Y a juzgar por la temperatura del licor que sostiene el cadáver, ellos estuvieron hablando largo rato. Le querían sacar información antes de matarlo. Además, estoy seguro de que fue envenenamiento porque tiene los ojos cerrados. Lo doparon y luego lo intoxicaron hasta la muerte con alguna sustancia en el hielo. Y por si fuera poco, si te fijas en la herida de la bala, emerge muy poca sangre coagulada, lo que quiere decir que ya había fallecido cuando le dispararon. Ésto no se trata de una bala loca, Gordon. Ese es el distractor del asesino. Si no me crees, deberías pedirle a los de tanatología que lo abran y le digan a los hematólogos que analicen su sangre, si es que aún no se convierte toda en hematomas. Al igual que deberías mandar esos residuos de fluido al laboratorio farmacológico, sobre todo busca la saliva que pueda haber en esos cuatro de allí. Quien lo acompañó, sumado al barman, son los principales y posibles culpables, o en su defecto, cómplices.

El jefe Baker contuvo el impacto. Siempre le había asombrado la capacidad analítica, el instinto y el talento de Ryan McIver. Sin embargo, ahora, admirarse de ello era poner en juego aún más su propia carrera.

—Ryan, vete de aquí antes de que lleguen esos narcisistas forenses a encargarse de sus adorados cuerpos.

—¿Has leído "El artista de retratos hablados"?

—Largo.

—Un escrito bastante ditirámbico y altruista en su esencia más básica. Deberías leerlo, así sabrías que hasta las novelas pueden ser tan fatales como nuestra propia realidad.

Gordon abrió la puerta exasperado, echando a patadas al detective.

—¡Volveré para examinar los resultados del laboratorio!

27 de Dezembro de 2017 às 23:16 0 Denunciar Insira Seguir história
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Conheça o autor

Gerónimo Le Goff Nací como Gabriela Herrera Navarro, pero, yo me di vida como Gerónimo Pierre Le Goff Febvre. Aún así, llamadme Gero, por favor. Me defino como un escritor por limerencia y un lector por necesidad del alma. En fin... ¡Nos leemos pronto! Podéis leerme en Wattpad, Sweek, Inkspired y Litnet. * Instagram: @gero.pierre

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