A
Alvaro Castillo


La noche demente de un prestigioso profesor de cálculo expulsado injustamente de la facultad.Cuento lleno de humor, excesos,sarcasmo, giros y un final inesperado.


Conto Impróprio para crianças menores de 13 anos.

#cuento #drama #humor #terror #excesos
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Intérpretes

Arrastraba mis pies por la gran avenida, en sus vitrinas se reflejaba la mueca de demencia que teñía mi rostro negando la realidad del hecho “desafortunado”. Antes del almuerzo, la directora de la facultad de mega-números me destituía de todas mis clases y me sumaba a la larga lista de pedagogos pervertidos ¿Por qué? Audios de wasap circulaban con mi voz, donde se escuchaba claramente como intentaba convencer a una alumna de aprobarla sin esfuerzo alguno el ramo de Grotescos y Rudos Ejercicios de cálculo III, a cambio de una noche intima. Dicho audio circulo por toda la Universidad hasta llegar a oídos de mi jefa, tomando desde el segundo treinta y dos una decisión unánime a su razón: Dejar cesante, sin juicio alguno, al genio de los números, yo. Pudieron expulsar de igual forma a la alumna si llamaran a un experto en sonido, pero eso causaría una polémica y posible investigación. Sería un escándalo para la Universidad, escándalo que mandaría a la mierda la ley de oferta y demanda, y el equilibro económico de la Universidad. La verdad del hecho, el cual era más que un secreto a voces universitario; Rebeca tergiverso los audios que ella misma me enviaba, donde me tentaba con un sexo inexplicable. Esos audios me acorralaron. Apaleado con mucho que perder la aprobé sin ganar pan ni pedazo ¡sin pan ni pedazo! El secreto duro hasta la fiesta de fin de año. Rebeca borracha, atorada y con la lengua picándole, le mostro a varias compañeras reprobadas en mi ramo el supuesto audio que contenía el secreto y la forma de aprobar el ramo más difícil de la carrera, ramo que prepara a futuros negociadores espaciales en las orbitas de Saturno. Macabra como descuidada envió el audio a una de ellas, sepultándome en mierda, no precisamente de la que aguanta un hombre para sobrevivir.

Transitando aún por la gran avenida, observaba las vidas que el día anterior me parecían desafortunadas, trabajando sin dirección en busca de billetes para ser felices y presumir de algo que los dejaba sin dinero, para así jactarse de tenerlo. Vivían engañados por su felicidad y traicionados por ellos mismos. Aquellos protagonistas de la mentira me daban envidia. Quería estar en su lugar, en cualquiera, daba igual. Algo se me ocurriría para escapar de la trampa en la que habían caído, quizás ellos lo sabían, pero ya les daba igual. De alguna u otra forma las cosas siempre se arreglan. Mañana buscare una la solución, todo tiene solución, es lo que dicen todos. Esto fue lo que decidí pensar para ya no darle más vuelta al rollo. Estaba parado afuera del bar de la tía Rut. Las pocas veces que había pasado por aquí cruzaba a la vereda del frente para evitar los borrachos y las putas, pero hoy, hoy me parecía el lugar perfecto.

El local estaba a tope. De la mitad a la izquierda dos mesas de pool iluminadas por tubos fluorescentes le quitaban el protagonismo a tres putas y un travestí, que mientras atendían, competían por quedarse con el más borracho del recinto. De la mitad a la derecha seis mesas se amontonaba alrededor de una Rocola al ritmo de Judy is a punk de los Ramones…“Oh, I don't know why, Perhaps they'll die, oh yeah…”. Solo habían seis asientos en la barra, para mi fortuna, el que estaba desocupado daba de frente con la única parte rota del espejo-estante de licores. No me vería la jodida cara de culo durante toda la noche. Pedí al cantinero dos latas de cervezas de medio litro, una jarra vacía con jugo de limón, sal, tabasco y 3 shot de tequila. Mezcle todo pacientemente y me bebí de un sorbo la mitad.

Casi al final de un cigarrillo, la decisión de lo próximo en beber se volvía filosófica, en ese preciso momento fue que sentí unas tetas apoyarse en mi espalda. Rogué que no fuera el travesti, que alertado por el barman sobre mi dosis ingerida, viniera a sacarme tragos, o, intentar convencerme de un sexo oral o a que le rompiera el culo mientras se frotaba el pene. Mi imaginación se tornaba fatal. Volteé con la clara idea de caminar a poner un tema en la Rocola y esquivar esas tetas, no sé, ojala tuviesen algo de The Clash o los Jaivas quizás. Las sorpresas no cedían, pues ahí estaba mi ex profesora de Algebra, Jessica, con varios y muchos kilos demás y un vaso vacío en la mano, mini de mezclilla, peto rosa, y tacones negros. Pasaba por otra puta. En vez de rojo, ahora llevaba el pelo rubio casi canoso. La borrachera me golpeó la vena al mismo tiempo que me pare a saludarla. Me abrazo, sus grandes tetas entraron en mi barriga, entre mis brazos sus rollos escaparon bajo el peto, mantenía cierta gracia admirable para el que lleva varias copas en el cuerpo. La que fue la fantasía húmeda de los pajeros de Pedagogía en matemáticas, ahora estaba hecha mierda, y yo, estaba dispuesto a ofrecerle varias copas.
-Hans, mi niño-. Me dijo tomándome los hombros para tener una mejor visión de mi –Estas guapísimo. ¿Qué haces en un lugar como este?- Yo le iba a hacer la misma pregunta, pero ya había tenido demasiadas copuchas por el día.
-Lo único que se puede hacer en un lugar como este, dejando de lado las mujeres fáciles-. Guiñe un ojo -Solo aquí se puede beber en solitario y a destajo sin que venga un gorila para sacarte a empujones por no tener compañía o estar a su opinión lo suficientemente borracho-. No vacile en levantar el brazo y pedir dos whisky llenos al barman.

Me quede de pie y ella se sentó en mis puesto. Cuando estuviese mas borracha le preguntaría de que estaba hecha su mini y su peto, un material así lo podríamos negociar con la NASA. Me contó que ahora solo se dedicaba a dar clases particulares a pedantes hijos de papi estudiante de ingeniería. Como conocía a todos los profesores en su mayoría de estadística y calculo, se conseguía las pruebas y las vendía al valor de diez clases. Como esto no lo podían saber los padres, simulaban estudiar en la pieza. Lo que hacían, era encerrarse a fumar marihuana y ver alguna estúpida película sobre lo “genial” que eran los drogadictos. Si les pegaba la mota hasta el mate tenían sexo. Me imaginaba a los chicos volados hasta el pucho, viendo como ese cuerpo sufría una metamorfosis mientras subía el humo, al igual que yo, a medida que bajaba el whisky, así que pedí 4 whisky más y 2 cervezas. No me gustaba la idea de que el barman me viera borracho pidiendo trago, podía mandarme una puta a hostigarme y cagarme la noche. Pedía todo lo que bebería en una hora.

Le conté sin mucho detalle a Jesica como había perdido el trabajo, la trampa en la que había caído y la juventud universitaria de hoy en día. Bebimos de un sorbo el whisky, Jessica maldijo el nombre de Rebeca e hizo un salud obsceno en nombre de mi verduga. Me conto que se había casado y divorciado al año de un jockey campeón de la carreras. Una noche de borrachera a solas en la casa, desapareció. Luego de que lo buscara toda la noche lo encontró de amanecida en el establo, durmiendo con el cierre abajo y la tripa afuera, mas dos cajones tras el culo de Raquel, su yegua campeona.
-Hans, estuve a punto de creerle que lo hacía para ganar, que esa era la formula. Pero yo no iba a compartir su verga con un animal ¡no señor! Ahora que lo pienso bien, no estaba enfermo, ni era un pervertido, simplemente se aburrió de mí y me cambio por un caballo.
Termino el whisky y deposito el vaso de un golpe en la barra, dejándole una raya.
-¡Pendeja egoísta!- me miro -Lo digo por Rebeca, tu alumna, no por la yegua -. Prendió un cigarro y mando tremenda calada, como si con eso tomara aliento -En mis tiempos me podía follar al alumno que quisiera-. Lo dijo como si estuviese totalmente sobria –Y si no me ponía un buen polvo, estaban perdidos con pasar el ramo. Ahora con toda esa mierda de celulares y cámaras, no te puedes ni siquiera quedar pegada viendo un buen paquete.

La sinceridad era aberrante cuando se estaba ebrio. Era bien sabido que se llevaba alumnos a su departamento y estos luego se volvían despreocupados en sus clases. Era fácil identificarlos.

-¿Tienes una moneda mi Hans?-. Se la pase en el acto, la vi alejarse hacia la Rocola, en suspenso espere que canción escucharía, antes de echar la moneda me hizo el gesto de amor y paz. Pedí 4 whisky más y 2 cervezas, supongo que había sugerido que pidiera más trago. Sonó un tema de Flema-Que linda nena. Volvió en el mismo instante que ponían los tragos en la barra. Todavía estaba sobria, alguna trampa tenía que estar haciendo esta mujer, pues yo estaba como zapato y ella ni se inmutaba en darle el bajo al trago.

Acaecía en mis pensamientos Rebeca, perturbando deseos y fantasías salvajes. Más no pude definir si se trataban de odio o venganza, a cada segundo se volvía imposible definir el concepto, ni siquiera sabía si tenía en ataque mis agallas… que gran actriz fue, me hubiese gustado serlo, al menos eso intento. Si estuviese sentado frente al espejo del bar me vería hablando solo. También vería como la lengua de Jessica susurra húmedas tentaciones en mi oreja. Metió su mano en mi bolsillo buscando mi palpitante y prominente erección. Antes de transformarnos en un espectáculo público, deje 3 grandes bajo el vaso trisado. La tome sin ternura del brazo y nos fuimos a la puerta. A medio camino la cabrona me detuvo.
-Si esta perra no te mata, Jenny lo hará gratis mañana-. Señalo la rocola.
Estaba el travesti afligidamente arreglándose el vestido para disimular el candado chino, lo mire y me mostro sus dientes, al menos eso alcance a ver, pues Jessica era ahora quien me empujaba hacia la puerta. Me sentí un galán y un conquistador.

Afuera almas nocturnas piloteaban sin máscaras y prostitutas no se daban tregua, pues las esquinas debían ser conquistadas antes de medianoche. Desvariaba en mis pensamientos en el barrio, abajo de un poste sin luz, arriba del Volkswagen escarabajo de Jessica, que succionaba como si mi verga estuviese envenenada y sacar el líquido tuviese matices de vida o muerte. Le quise devolver la mano, pero se quiso asegurar de que no quedara gota de veneno. Luego todo se volvió en una competencia de quien tocaba primero la garganta del otro con la lengua, antes de definir al ganador, se apartó, con furia y me miro impaciente. Su mandíbula seguía inquieta.
-¡Vamos por Rebeca!-. Le dije sin pensarlo –¡Vamos a jugarle una buena a esa perra!
-¿Sabes dónde queda?
-Si.
-¿Y por qué no fuiste antes? O esos huevos son postizos-. Señalo mis pelotas todavía refrescándose.
-Necesitaba estar borracho.
-Borracho vale más que no estar borracho, lo borrachos son sinceros.
-Por eso mismo…

Encendió el escarabajo y guarde mis partes. Cruzábamos la alameda al límite de la cordura, egoístas por la vida de los demás, un accidente a punto de ocurrir. Manejaba como una suicida, pensaba en el suicidio todos los días, me era inevitable pensar en la muerte sin pensar en ello, formaba parte de las posibilidades. La incógnita de que algo peor me esperaba despues de la muerte, me frenaba. Mi tío siempre que se emborrachaba hablaba del valor para hacerlo, hasta que un día, después de una botella completa de Fernet, se transformó para él en el hombre más valiente. Todos tienen sus pequeñas victorias personales.

Apenas nos detuvimos fuera de la casa de Rebeca me bajo la borrachera. El primer piso estaba a oscuras y en el segundo una pareja danzaba, se apretujaba y daban vueltas. El Hombre la intentaba besar en la boca, pero la silueta solo permitía que le besaran el cuello por la espalda. Salieron al balcón, Jessica me beso para escondernos. No había duda, era Rebeca, estaba sola en casa y ese no era su novio. Le comunique mi deducción a Jessica, que maldijo entre dientes, por alguna razón se lo había tomado personal.
-La muy perra-. Me hizo un gesto para que le prendiera un cigarro, mientras yo se lo prendía, ella sacaba una petaca de coñac de la guantera, se la bebió a la mitad e intercambiamos. – ¿Has pensado que vas a hacer con ella?
-No lo sé. Improvisare. De lo que estoy seguro, es que debemos encargarnos del hombre que la acompaña.

En el balcón se escuchaban; suplicas de caricias, negativas de mujer, un pronto fin al efecto de una pastilla, consultas sobre amigas y cinco grandes la hora o no hay trato. Rebeca era una puta.
Apenas dejaron el balcón, mi compañera camino rauda hacia la puerta. Todavía mantenía la ligereza de la que se tambalea a punto de dar un paso en falso. Toco tres veces la puerta, se bajó el peto al tope del pezón y cruzada de brazos hacía sonar con impaciencia sus tacos frente a la puerta. Arriba solo quedaba una sombra, una hermosa silueta. Se prendió la luz de primer piso y apenas abrieron la puerta, Jessica se lanzó con una destreza inconmensurable sobre aquel hombre. La puerta se cerró al mismo tiempo que la luz se apagó.

La silueta seguía sola sentada en la cama, abandonada. Baje y corrí por el jardín hacia la puerta de atrás, estaba cerrada. Me afirme en las protecciones de metal de las ventanas y las escale movido por la adrenalina. Avance a oscuras por el segundo piso hacia la pieza con luz. Al pasar por la escalera escuche en el primer piso un rítmico sonido de marquesa al son de un quejido masculino y alabanzas a una diosa, el sonido desapareció al llegar afuera de la pieza de Rebeca. La mire por la chapa de la puerta, acostada de espalda revisaba su celular. Solo vestía un baby doll transparente, su piel pálida acentuaba su pelo rojo que servía de cobertor a sus hermosas proporciones. Era capaz de quedarme mirándola toda la noche, toda la vida. La misteriosa oscuridad entre sus piernas abiertas me invitaba a pasar.

Entre de golpe, cerré la puerta y puse seguro. Se quedó de piedra con el celular en las manos.

-¡Tu! ¡Maldito lunático!-. Me arrojo el celular con todas sus fuerzas sin dañarme. Corrió hacia el balcón, la tome en seguida apretándola por la cintura, encerrando delgados brazos. Sus pechos se hicieron más prominentes y uno escapo ante la presión, apunto estuve de soltarla para apretarlos en mis manos. Supere aquella prueba y ahora sí que no tenía oportunidad de zafarse. La lleve a la cama mientras pataleaba con furia, entre tanto fui llamado; loco, acosador, pervertido, psicópata, que la policía rondaba la casa por si aparecía, que de llegar a encontrarme me pudriría en la cárcel. Todos los comentarios eran acertados.
-Antes de que me encuentren lo pasaremos muy bien mi hermosa Rebeca-. Lamí su rostro, esquivando felinamente una mordida -Esta vez no habrá grabación que me denuncie-. Le dije al oído.

La afirme con un brazo, con el otro saque la sabana y la envolví. Mientras la hacía definitivamente mi prisionera en un nudo final, sentí su piel, estaba caliente, mojaba sus labios rojos y su respiración se agitaba. La deje en la cama llorando, fui al baño, saque una toalla de mano, volví a la cama, amarre la toalla a su boca silenciando su histérica negación. Afuera el motor del Volkswagen escarabajo rujía, partiendo con dos ocupantes.

Recorrí los muebles y esquinas de la pieza en busca de alguna cámara o grabadora. Ahora que conocía como Rebeca pagaba sus estudios, debía asegurarme que no tuviera alguna escondida para grabar a sus clientes. No encontré nada de aquello, el tiempo se agotaba, correría el riesgo de otra prueba en mi contra.

-Si hubieses aceptado mi trato de un principio nada de esto hubiese pasado-. Le dije mientras me desvestía. Ella en silencio aceptaba su destino -Con una sola dosis, una sola noche contigo hubiese calmado mi obsesión ¡Pero tenías que decirles a todos lo loco que estaba por ti!
Apague la luz.

---------------X---------------
Me gustaba ver como mis reluciente zapatos John Lobb se movían sobre el pasillo de la facultad, cada día se movían con más gracia, como si bailaran al caminar. Silenciaba los alumnos a mi pasar y ellos rumoreaban a mi espalda, algunas alumnas me saludaban de beso en la cara, casi al roce del final del labio. Otros me paraban para preguntarme estupideces, pobres diablos. Era bueno ser el profesor del ramo Grotescos y Rudos Ejercicios de cálculo III, me sentía respetado, causaba miedo y odio. Era la mejor parte del día, la hora de irse a casa, una resaca del terror acaecía con los rayos del sol dándome en la frente. Subí al auto, prendí el aire acondicionado y apague la radio. Disfrutaba manejar mi Malibú y pensar en nada, solo trivialidades de conductor. A veces recordaba las cervezas que me esperaban en el refrigerador, ¿estarán bien heladas? ¿Encontrare la canción que me daba vueltas en la cabeza si la tarareo en google? ¿Por qué pienso en estupideces? Es decir, podría pensar en algo mejor. Sonó mi celular, no conocía el número. Antes de contestar olí el calzón de una desconocida que llevaba acariciando todo el día en mis bolsillos y luego lamí mis dedos aún ácidos por fluidos nocturnos.
-Mi Hans-. Era Jessica, no recordé cuando le di mi número.
-Ha, Jessica, veo que tú también sobreviviste.
-Me quedan varias vidas mi Hans, desde que desperté no he podido dejar de pensar en ti y en esa perra ¿Te parece esta noche en el mismo local?
-Lo siento nena, te dije muchas mentiras anoche y no las recuerdo. Adiós-. Colgué y apague el celular.

Lo primero que hice al llegar a casa fue abrir las cortinas, olía a sexo salvaje y alcohol. Saque del refrigerador 2 cervezas y me las serví en un vaso shopero con el emblema “Mientras te esperaba, la pase muy bien”. Bebí el vaso hasta quedarme sin aliento y la resaca se mezclo con un ligero y agradable mareo. Serví una taza de café. Puse un DVD de un concierto en vivo de The Doors y me deje caer en mi sillón personal. Al primer tema bajo mi mujer saltando de a dos los escalones, se sentó en mis piernas y me beso en indefinibles topones en el cuello y la boca.
-Mi amor, lo he pensado toda la mañana-. Olía a rosas, le pase la taza de café -Esta noche podríamos fingir que me secuestras en el bar del que me hablaste anoche, que eres un chulo loco en busca de la mejor puta del país.
La mire a ella, mire su taza de café, la volví a mirar, luego mire mas rato su taza de café. Bebio el café, le quite la taza de café y la bese, explore su boca con mi lengua. Nada me excitaba mas que rosar su lengua atiborrada de cafeína.
-Esta noche solo planeo ser una incansable maquina sexual.
Reímos y reímos, reír nos sentaba bien. Yo pare de reír primero.
-y... ¡mierda! Creo que tambien sere detective-. La aprete fuerte del brazo -¿quien carajo era el tipo que estaba en nuestra pieza anoche besando tu cuello?
-Yo tambien se actuar muy bien mi amor-. Bebío café y me volvio a besar – Hans ¿crees que estemos locos?
-No mi Rebeca, solo estamos aburridos el uno del otro.

FIN.

31 de Outubro de 2017 às 13:32 0 Denunciar Insira Seguir história
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