jarivis Jas L. S.

Ana es una adolescente que esta cursando el ultimo año. El mejor día de su vida pasará a ser el peor, en cuestión de minutos.


Horror Para maiores de 18 apenas.

#horror #drama #miedo #esperanza #reflexion #temor #misterio #suspenso
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El Silencio

Era una mañana como cualquier otra, los destellos del amanecer entraban por la ventana iluminando el rostro de Ana, quien abrió los ojos inmediatamente para levantarse. El frio se colaba por la pequeña ranura de la puerta, mientras ella salía de las sábanas para correr al baño. Con cada paso que daba, el piso se hacía cada vez más frio. A lo lejos se escuchó una voz, era su madre que la llamaba.


—¡Ana ya es tarde, baja a desayunar!


Se apresuró a buscar en su armario, el atuendo más bonito que tuviese. Hoy sería el día en que Mark la invitaría al baile de invierno. Encontró la camisa turquesa que le había regalado su abuela el verano pasado y su pantalón de la suerte, que la había acompañado, en cada uno de los días más importantes en su vida. Apresuró el paso, y se vistió lo más rápido que pudo, mientras su mamá la volvía a llamar desde la cocina.


—¡Ana te dejara el autobús!


Bajó por las escaleras de madera y llegó a la cocina donde estaba su mamá y su hermano menor. Su papá era doctor, y la noche anterior, había tenido una emergencia, lo que le impidió llegar a desayunar esa mañana. Comió lo más rápido que pudo y agarró su mochila. Normalmente se despedía con un abrazo y un beso de su madre, pero si lo hacía, el autobús se iría. Así que se despidió a lo lejos. Su mamá no logró responderle a tiempo, cuando volteó ya ella se había ido.


Corrió directo al autobús, y se encontró con su amiga Karen, que se arrimó para que ella se sentara a su lado. Le contó cómo sería la propuesta de Mark para ese día. Este la esperaría en la cancha de futbol, con un ramo de rosas y una carta que diría:

¿Quieres ir conmigo al baile? Si _ No _


Se sonrojó. Aunque trató de disimularlo, era imposible, su corazón empezó a latir como nunca antes lo había hecho. Al llegar al colegio, se bajó y junto con su amiga Karen fueron a la entrada. Pasaron por al lado de Mark, que estaba junto a sus amigos, Ana le sonrió y este le devolvió el gestó.


Al entrar al colegio le costó caminar, el corredor estaba repleto de alumnos. Era la semana de exámenes y actos, en estas semanas, la cantidad de estudiantes aumenta consideradamente. Pasados veinte minutos de clase, Ana pidió permiso para ir al baño. A los cinco minutos de haber salido del salón, la bulla de los pasillos se calmó, y un silencio invadió todo el edificio. Normalmente siempre se escuchan voces de alguno que otro estudiante pasando, pero en este momento no se escuchó nada. Ana no le prestó mucha atención.


Salió del baño y vio un pasillo despejado y vacío, en ese momento un frio intenso le invadió todo el cuerpo, y empezó a sentir miedo. Por cada paso que daba podía escuchar su respiración y los latidos de su corazón. Cuando estaba casi llegando al salón, se escuchó un fuerte sonido que retumbó por todo el pasillo, seguido por un dolor punzante en la barriga. Un dolor que le recorría por todo el cuerpo. Inmediatamente cayó de rodillas al piso, no podía escuchar nada. Logró abrir los ojos y vio a un chico con un suéter con capucha negra, en su mano sostenía algo largo, no veía bien que era. Intentó pararse, pero fue imposible, vio como este entró a otra aula y escuchó de nuevo, otras fuertes detonaciones. Logró arrastrarse hasta el salón y tocó la puerta lo más fuerte que pudo.


De la ventana, se asomó el profesor, abrió de inmediato la puerta y cargándola la metió dentro del salón. La colocó en uno de los rincones, donde estaba Karen y los demás compañeros. Abrió los ojos y vio como de su camisa salía un liquido rojizo, que se esparcía por toda ella, tiñéndola por completo. El dolor cada vez era peor, sentía mucho frio y un fuerte cansancio, el profesor le hablaba pero poco ella le entendía. Ella solo escuchaba los gritos y los sollozos de sus compañeros, seguido de fuertes detonaciones una tras otra. Pasaron cinco minutos más y volvió el silencio. El profesor sin soltarla, abrió la ventana y les pidió a cada uno de los estudiantes que salieran. Ana intentaba abrir los ojos para ver lo que pasaba pero el dolor y el frio no la dejaban concentrarse. Empezó a escuchar unas sirenas, y vio cómo su profesor corría con ella en los brazos.


—¡Ana quédate conmigo por favor!, no te duermas, todo estará bien.


Ella lo intentaba, pero cada vez era más difícil no cerrarlos, el cansancio la consumía, ya el dolor no se sentía tanto, empezó a perder la vista, pero logró ver como la colocaban en una ambulancia. En camino al hospital, logró escuchar a los paramédicos hablando, contando todo lo que había pasado y repitiéndose entre ellos.


—¡TIENE SOLO 14 AÑOS!


Al llegar, la ingresaron por emergencia. El hospital estaba colapsado debido a la cantidad de heridos que había. La enfermera que la recibió le indicó al paramédico que la colocara en el cubículo 7, mientras ubicaban al médico residente, que estaba con otro joven que también estaba en estado crítico, como ella.


Pasado unos minutos se escuchó fuertemente por el pasillo de emergencia.


—¡ANA!, ¿DÓNDE ESTÁ MI HIJA? —gritaba un medico mientras corría por el pasillo.


Ana en la camilla reconoció la voz de inmediato, era su padre, trató de hablar todo lo que pudo, intentando llamarlo, pero no le salían las palabras, le costaba mucho respirar. Le empezaron a pasar por la mente todos los recuerdos, imágenes de sus papás, de su hermano, de cómo habría sido la propuesta de Mark, de cómo había llegado a este punto. Por cada recuerdo que tenía, una lágrima caía por su fino rostro. Sintió una fuerte punzada en el estómago, seguido de un buche de sangre, que le recorrió por toda la garganta, dejándolo caer en el suelo.


El padre de Ana entró inmediatamente en el cubículo, y la tomó de la mano, mientras veía, como los otros doctores la intubaban y sedaban.


En emergencia el ambiente se llenó de gritos, seguidos de llantos, se iban muriendo uno por uno los heridos que llegaban. Su padre, no le soltaba la mano, mientras arrodillado al lado de ella, empezó a rezar.


Al cabo de diez minutos, la máquina en donde ella estaba conectada, dejó de sonar, el sonido de un Beep continuo dominó el cubículo, seguido de un gemido como nunca lo habían escuchado, era su papá, que entre lágrimas y gritos intentó reanimarla.


—¡10 MG DE EPINEFRINA! —le gritaba a los enfermeros.


Pero aunque lo intentaba, la maquina seguía con el mismo Beep, que se clavaba en su corazón. Uno de los doctores que lo acompañaba en el cubículo, le tocó el hombro y lo abrazó lo más fuerte que pudo, diciéndole al oído, con una voz quebrada.


—Se fue Robert, se nos fue.


Ese día, un 30 de Noviembre, 8 niños entre 14 y 17 años fallecieron, en una pequeña escuela, a tan solo tres semanas de Navidad. El incidente fue ocasionado por otro joven de 15 años, que a mano armada decidió tomar justicia. Como Ana los otros 7 estudiantes, fueron al azar. "Tenemos que cuidar lo mas preciado que tenemos que son nuestros niños, de ellos dependerá nuestro futuro."

6 de Agosto de 2022 às 00:00 3 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

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Jas L. S. En alguna parte del mundo esta pasando una historia ¿Por qué no contarla?

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Axel Rivero Axel Rivero
Buena historia, un poco corta pero realista.
September 28, 2022, 21:18

  • Jas L. S. Jas L. S.
    Muchas gracias, la idea es poder crear conciencia de esas situaciones. September 28, 2022, 21:32
sergio reinaldo sergio reinaldo
Tu cuento es real como la vida misma y yo llego a la conclusión de que en este mundo nunca puede haber paz mientras haya "humanos" ni tampoco para los animales, nuestros hermanos. ¡Ánimo y sigue escribiendo!
September 02, 2022, 08:40
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