Nunca, por nada del mundo pongan un paso dentro del McDonald’s prohibido. La advertencia del conserje resonaba en la mente de Henry mientras se dirigían al campamento Mayhem. Para llegar a su destino, tenían que recorrer el monte Wildhill hasta llegar a la cima.
Henry terminó siendo el último en la fila, después de haber sido abandonado por Joe, su único amigo en ese lugar. Henry, Joe y Molly eran inseparables en la secundaria. Tras ser descartados por los grupos populares, formaron el trio de las sobras, como los llamaban los demás. A pesar de que los otros chicos los molestaban, mientras permanecían juntos se sentían indestructibles. Pero los planes de Henry empezaron a desmoronarse cuando Molly no obtuvo el permiso para hacer el viaje. Solo quedaban él y Joe contra el mundo. Y para empeorar la situación, Joe decidió traicionarlo de la peor manera posible.
Beverly y sus lacayos se acercaron a su amigo y le ofrecieron pasar el día de campamento con su grupo. La única condición era dejar atrás al perdedor de Henry. Al parecer, Joe no era consciente que probablemente se tratara de una trampa. Pero estaba tan desesperado por encajar que terminó accediendo. Henry no podía creer cómo Joe era capaz de pisotear su orgullo por ir detrás de los chicos que se burlaban de él a diario. Ya recibiría su merecido cuando Molly descubriera su traición. Ambos sabían que su amigo estaba constantemente en busca de aprobación, pero no pensó que pudiera llegar hasta ese punto.
Si sus compañeros creían que su jueguito lo afectaría, estaban muy equivocados. De todos modos, Henry estaba acostumbrado a pasar el rato a solas. Al llegar a casa, era recibido por su perro y comida congelada en la nevera. Sus padres llegaban a casa muy entrada la noche, y ni siquiera se molestaban en pasar por su cuarto a saludar. Entendía que ser médico era una profesión que exigía mucho, pero de vez en cuando deseaba poder pasar más tiempo con su familia. Si tan solo se hubieran molestado en darle un hermano, la casa no se sentiría tan vacía.
La caminata en dirección al campamento resultó más agradable de lo que esperaba. A excepción de Beverly, quien se empeñaba en arruinarle el día volteando a cada segundo para burlarse de él. Mientras tanto, Joe ni se atrevía a mirarlo a la cara. En ese momento supo con certeza que su amigo jamás alzaría la voz para defenderlo.
Con el fin de evitar amargarse por cosas que no podía controlar, se puso los auriculares y dejó que la melodía de sus grupos indie favoritos lo acompañaran. La atmosfera rodeada de niebla contribuía a que se sintiera dentro de un video musical de bajo presupuesto, como los que graban las bandas de rock en las montañas. Habría sido un día casi perfecto si no fuera por el conserje que avanzaba a la cabeza grupo. Sus compañeros habían tomado en broma la advertencia del anciano, burlándose de él cada vez que les daba la espalda. Henry parecía ser el único afectado por las palabras del hombre. El relato del McDonald’s le había dejado una sensación de inquietud que no se podía quitar de encima.
Si no lo pensabas dos veces, creerías que el anciano había perdido la cordura. Su relato era bastante descabellado. Acorde a las leyendas, Wildhill albergaba secretos mortales que se encontraban mejor enterrados. El restaurante que aparecía en medio de la nada era uno de ellos. Según el anciano, muchos testigos habían confirmado encontrarse con el establecimiento abandonado en medio de la nada. Las personas que se atrevían a entrar, nunca volvían a salir. Y luego de que hubiera capturado a sus víctimas, el restaurante desaparecía sin dejar rastro.
Cuando Henry investigó sobre los montes antes del viaje, se encontró con los reportes de desapariciones. Estas eran atribuidas a campistas que se habían desviado y no lograron encontrar el camino de regreso. Jamás se hubiera imaginado que las desapariciones se debían a una fuerza sobrenatural. Él no creía en ese tipo de cosas, pero por alguna razón estaba convencido que el conserje estaba diciendo la verdad.
La distancia desde el punto de partida hasta su destino era bastante extensa. De acuerdo con el mapa, llegarían al campamento cerca del anochecer. El sol comenzaba a ocultarse a medida que avanzaban, lo que indicaba que se encontraban cerca. Herny estaba observando la puesta del sol cuando tropezó y cayó de rodillas. Para considerarlo un perdedor, Beverly le estaba prestando demasiada atención. Pero Henry no se prestó a su juego y se levantó como si no hubiera pasado nada.
—Tienes que empezar a defenderte, de lo contrario te pisotearán toda la vida. —lo desafió la chica.
—O tal vez, podrías simplemente dejarme en paz.
—Entonces has decido ser un perdedor de por vida. Ese es el problema contigo. Joe es diferente a ti, al menos él tuvo las agallas para entrar a ese McDonald’s abandonado. Aunque le falta un poco de personalidad, hace todo lo que le pides sin protestar. Por eso lo mandé a perderse…
Henry ya no prestaba atención a lo que Beverly le vomitaba en la cara. Tenía algo más urgente con lo que lidiar. El estúpido de Joe había aceptado el reto y se dirigía hacia su muerte.
—Hacia dónde ha ido Joe.
—¿Acaso eres ciego? Detrás de ti.
Al pie de la ladera yacía una construcción de madera que lucía a punto de caerse a pedazos. Encima de una ventana, colgaba una M de neón que iluminaba el sendero. Y Joe estaba a punto de adentrarse en su interior.
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