No he visto a mamá desde la última vez que vino a visitarme, eso fue ya hace 15 años, y desde entonces no nos hemos vuelto a ver desde aquel día. Extraño su rostro. Recuerdo la última vez que vi a mamá; su rostro era pálido, sus ojos verdes que eran capaces de reflejar el rostro de la persona que la mirara, sus cejas gruesas que mostraban mucho que era una persona muy descuidada por su apariencia, su pelo rojo ya descolorido por el tiempo, sus labios resecos, su mirada tan seria y su cuerpo flaco y débil, como el de una persona que no comía casi. Así lucía mi mamá la última vez que la vi. Ahora me arrepiento de lo que hice, de aquellas palabras tan fuertes que le dije y que hirieron su corazón. Aún recuerdo cuál fue el motivo por el cual discutíamos: yo quería quedarme a vivir aquí, en hacer mi vida en esta ciudad. Ella se opuso totalmente, ella quería que me quedara en el campo. Yo me enojé demasiado; no quería regresar al campo ni mucho menos vivir siendo esclavo de toda mi vida. Después de decirle aquellas palabras y gritarle, ella me miró fijamente con una mirada llena de dolor y se fue, se fue de mi vida para nunca volver. Desde aquel día no veo a mamá. ¿Cómo lucirá mamá ahora?
Esta pregunta me la hago todos los días: ¿qué será de mi mamá y de mis hermanos? Con aquella discusión, no solo dejé de ver a mi mamá, sino también a mis hermanos. ¿Qué será de ellos? ¿Estarán viviendo en el campo o se habrán atrevido a hacer sus vidas en otros lugares? Desde hace algunos días, he soñado con mamá. La veo en una cama y con pocas fuerzas dice mi nombre.
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