astrxnauticx Jon Rodriguez

Silvana, Ares y Valen son tres jóvenes estudiantes de último curso en Galia, un pequeño pueblo a noroeste de Galicia. Poco a poco descubren que no son las únicas personas de su pequeño pueblo aficionadas a la magia. Una profesora relacionada con asuntos de brujería y una misteriosa persona que practica magia negra son solo el principio. Lo que empieza como un juego, termina convirtiéndose en una encrucijada en la que descubrirán desconcertantes secretos, mentiras y una misteriosa guerra que lleva muchos años en pie. Con la ayuda de algunos hechizos, tendrán que averiguar quién dice la verdad, quién miente y quién está detrás de las cosas horribles que están sucediendo.


Fantasia Fantasia urbana Todo o público. © (c) Astronautico 2022

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El Rito de Inicio

CAPÍTULO I


EL RITO DE INICIO




Pocas personas son capaces de apreciar el poder que emana de una fecha como Samhain, festividad de origen pagano y año nuevo celta, incluso siendo una de las fechas más mágicas del año. Aunque era normal en un lugar como Galia, un pequeño pueblo costero al norte de Galicia. Pero lo cierto es que la magia ancestral de ese día, se podía palpar en cada rincón del lugar.

Lejos de ignorar esta popular fiesta conocida como Halloween, tres jóvenes observaban expectantes la claridad de la luna reflejándose en la orilla del mar. Disfrutaban de la paz que les ofrecía una de las playas más apartadas del pueblo, a la que solían ir muy a menudo en verano.

Silvana, la mayor de las tres, era la típica Tauro: perseverante, paciente y muy amiga de sus amigas. Su media melena negra con flequillo recto, ocultaban casi en su totalidad su cara y su afilada mirada felina de ojos verdes, que destacaban más de lo normal gracias a su tono moreno de piel.

Valentina, aunque todos la llamaban Valen, era la mediana. Como buena Libra era muy extrovertida, aunque increíblemente indecisa, eso explicaba que su color de pelo cambiase tantas veces de color. Su larga melena color caoba, al menos este mes, resaltaba sus ojos color miel, que se dejaban ver a través de sus gafas de pasta negras, algo que le favorecía mucho.

Y por último Ares, el pequeño de las tres. Un Escorpio honesto, abierto y el sarcasmo en persona. Dispuesto siempre a sacar a cualquiera de sus casillas con sus comentarios irónicos, sus contradicciones y su afilada intuición. Su pelo rubio y ondulado cubría parte de su aniñada cara. Sus enormes ojos azules, eran tan penetrantes y profundos como el mismísimo océano.

Las tres amigas tenían una curiosa historia. Galia no era un pueblo muy grande, por lo que se conocían desde que eran pequeñas. Compañeras de clase durante años, sus caminos se habían separado hasta que el año pasado, de forma inesperada, volvieron a juntarse en el instituto.

Valen, tras el divorcio de sus padres, se fue a vivir con su padre a otra ciudad, debido a que su madre trabajaba mucho y apenas estaba en casa. Dos años viviendo con él fueron suficientes para darse cuenta de que su madre había estado casada con una persona increíblemente machista. Con quince años, lo suficiente mayor para cuidar de sí misma, volvió a Galia a vivir con su madre y su pareja, convertida en una feminista convencida y una estupenda cocinera.

Silvana dejó de asistir a las clases por un tiempo debido a sus continuas visitas a médicos especialistas, tratando en vano de que alguno se decidiese a operar una malformación en sus labios y su nariz. Como era algo con lo que había nacido, todos los médicos habían pospuesto una y otra vez la operación. Con diecisiete años, Silvana había perdido toda esperanza de sentirse normal y empezaba a aceptar que, tal vez, en su destino estaba escrito ser distinta a los demás.

Ares, por su parte, terminó la secundaria en el pueblo de al lado tras algunos problemas de acoso y bullying por parte de algunos alumnos y el silencio cómplice de casi todo el profesorado. Después de varias amenazas de expulsión por pelearse, simplemente por defenderse del acoso, en casa decidieron que estaría mejor en otro colegio.

Pero todo cambió el curso pasado. Las tres volvieron a coincidir en el instituto de Galia, en la misma clase, como si fuese su destino juntarse de nuevo. El mismo día que se encontraron en los pasillos del instituto, pasaron juntas toda la tarde para ponerse al día de los dos últimos años que habían estado sin contacto. No fue hasta unos días más tarde, cuando descubrieron su afición común por la brujería.

Decidieron empezar un pequeño grupo de estudio sobre paganismo y Wicca. Casi todos los fines de semana se reunían para hablar de magia, estudiar rituales, echar las cartas de Tarot y hasta hacer sus propios hechizos.

Y toda esta historia llevaba al día de hoy. Silvana, Ares y Valen habían escogido la fiesta de final del verano, final del año pagano y comienzo de un nuevo ciclo, para celebrar el rito más importante en sus vidas: su iniciación. La iniciación es para un pagano lo que el bautismo para un cristiano, el principio de todo, un rito de pasaje como es el nacimiento o la muerte.

Tras tardes de estudio durante más de un año, por fin había llegado la noche en la que renacerían como brujas recibiendo a la Diosa en sus vidas.

-¡Qué bonita está la luna! ¿Os habéis fijado, chicas? -observó Valen emocionada, tan confidente de la luna como siempre-. Realmente es nuestra noche. Samhain, luna llena...

-Es que la fecha está muy bien pensada -dijo Silvana con sarcasmo-. ¿No fue ayer cuando te enteraste que había luna llena?

-Bueno, lo sabía hace semanas cuando decidimos la fecha -protestó Ares, entre risas-. Cuando lo planeé, lo sabía. Como también sabía que hoy no es una fecha para un ritual de inicio - recalcó él mirando a su amiga -. Pero las normas están hechas para romperse.

-Parece que sí -corroboró Valen-. Bueno, ya está todo preparado y a punto para empezar con el ritual. Cuando queráis.

-¡Chicas! -exclamó Silvana totalmente emocionada, cogiendo de la mano a sus dos amigas, como hermanas para ella-. Por fin nos vamos a iniciar, a empezar un nuevo ciclo. Las tres juntas.

-Estoy nervioso -confesó Ares-. Es algo tan importante que da hasta miedo.

-Sabemos cómo te sientes -Valen miró a Silvana y se levantó de la arena, un tanto húmeda-. Empieza a hacer frío. Deberíamos ir hacia la hoguera, van a dar las doce.

Ares y Silvana se incorporaron también. Hubo un momento de complicidad cuando sus miradas se cruzaron. A pesar del silencio, las tres podían saber lo que pasaba por la cabeza de la otra. Estaban nerviosas, con el corazón a punto de saltar en cualquier segundo. Ares no pudo evitar sentir la impetuosa necesidad de abrazar a sus amigas, la impaciencia por empezar se podía palpar en el ambiente.

Las tres se fueron acercando a la hoguera. En la arena estaba dibujado con sal marina el símbolo que Silvana había hecho, un símbolo celta muy antiguo y poderoso. El triskel representaba los tres elementos de la naturaleza unidos: Aire, Agua y Tierra, sus elementales.

Se colocaron en cada una de las puntas del símbolo, cada una en su posición para empezar el ritual. Un incontable número de velas blancas les rodeaban formando un gran círculo sagrado.

Las tres elevaron sus brazos al aire y fueron cerrando los ojos. Tras cerrar el círculo mágico, empezaron el ritual que habían preparado.

"Este, Norte y luego Oeste. Aire, Tierra y luego Agua. Os invitamos a nuestro círculo en esta noche doblemente mágica. Que se eleven nuestros espíritus y reciban el Sagrado y Ancestral Poder y que las Sabias Diosas, nos otorguen toda su esencia. Queremos ser bendecidas. Lo rogamos, lo pedimos. Que en esta noche de renacimiento nos ayuden a cruzar. ¡Que así sea!"

Las tres jóvenes fueron hacia el interior del símbolo y se sentaron sobre la arena. Había un pequeño altar que Ares se había encargado de preparar con todo detalle para el ritual. Un cuchillo ceremonial, una copa de cristal llena de vino, bebida sagrada como ofrenda para los Dioses, un pequeño plato de cerámica y unas velas con los colores de sus elementales.

Silvana, el elemento Tierra, tenía una vela color verde. Ares, el Agua, una de color azul. Por último, Valen, con una vela amarilla representando el poder del Aire. La cuarta vela, que representaba el Fuego, ardía en el centro del altar.

Valen cogió el cuchillo y se hizo un pequeño corte en el dedo índice de su mano izquierda. Silvana y Ares la imitaron. Las gotas de sangre se derramaron en el interior de la copa. Era hora de hacer el pacto de sangre.

"Que la unión sea fortalecida con la Sangre unida. Derramamos nuestra vida en este símbolo de fertilidad, donde nace nuestra unión, que dure por siempre. Sangre a la sangre, que se unan nuestras esencias. Sangre a la sangre, que se adentre El Espíritu en nuestras almas. Sangre a la sangre, que nos bendiga con toda su gracia. Aire, Tierra y Agua te llaman. ¡Que así sea!"

Valen tomó el cáliz y lo elevó mostrándolo a la luna, absorbiendo así toda su energía, mientras encendía su vela de color amarillo.

-Yo, Luna del Este, bebo de la sangre de mis hermanas y pido aprender a ser mejor persona y mejor bruja. También tener siempre cerca a las personas que quiero.

Después de un trago, cedió el cáliz a Silvana, que hizo su petición.

-Yo, Dama de Sauce, bebo de la sangre de mis hermanas y pido aprender a quererme tal y como soy, sin importar lo que digan los demás.

Silvana emitió un leve sollozo y no pudo evitar emocionarse. Ares abrió los ojos y secó las lágrimas de su amiga con la manga de la sudadera.

Silvana no era una chica débil, pero lo había pasado muy mal desde que era pequeña. Ares siempre se había encargado de defenderla de sus compañeros y todavía lo seguía haciendo. La amistad para él era igual de sagrada que para algunas personas era la familia o el matrimonio.

Ares tomó el cáliz y volvió a cerrar los ojos, concentrándose fuertemente en su petición.

-Yo, Dragón de Agua, bebo de mis hermanas y pido que nuestro destino esté guiado por la magia, y que pase lo que pase, permanezcamos siempre unidas.

Ares dio un trago y vació el resto de la copa en el plato pequeño que había sobre el altar, como ofrenda a las Diosas.

"Igual que la noche comienza cuando cae el día, que este círculo quede sellado en paz y armonía. Que estas palabras no caigan en el olvido y que las Ancestrales Diosas escuchen esta súplica. En presencia de las poderosas, estamos aquí por voluntad propia. Entramos en el Círculo con amor perfecto y perfecta fe. Eko, eko Cernunnos. Eko, eko Aradia. ¡Que así sea!"

Cuando terminaron de decir el cántico que habían preparado, algo extraño sucedió en aquella playa, algo que desencadenaría futuros acontecimientos para los que ninguna de las tres estaba todavía preparada. La hoguera empezó a escupir chispas de fuego, las velas que ardían formando el círculo, se avivaron tanto que Silvana cayó hacia atrás del susto. Segundos más tarde, un viento extraño azotó la playa con fuerza apagando todas las velas a la vez.

Se hizo el silencio en la playa, roto solamente por el vaivén de las olas del mar y la respiración entrecortada de las tres jóvenes. Sus miradas volvieron a cruzarse, sin encontrarle explicación a lo que acababa de pasar, cuando otro aire frío recorrió sus espaldas.

-¿Se puede saber qué ha pasado? -preguntó Valen, la encargada de romper siempre los silencios incómodos-. Las velas...

-Sí, Valen, gracias -Ares interrumpió a su amiga, algo que hacía muy a menudo-. Ya lo hemos visto. No tengo palabras, ha sido...

-Grotesco, devastador -Silvana puso las palabras que faltaban a la frase de Ares-... increíble.

-Sigo sin encontrar una explicación que convenza a mi diminuto cerebro de lo que acaba de pasar.

-Fijaos en la luna -Valen señaló el astro, con un brillo especial en sus ojos color miel-. Os dije que era nuestra noche. Hora bruja, luna llena y noche de Samhain.

-Eso no explica nada -Ares, visiblemente escéptico, le llevó la contraria-. ¿Se alinean los astros y las Diosas patrocinan los efectos especiales?

Hubo otro silencio incómodo que ni siquiera Valen se atrevió a romper. Sabía que nada de lo que dijera podía restar importancia a lo que habían pasado, pero tampoco quería darle más.

-La hoguera se está apagando -dijo finalmente Ares, cambiando de tema-. Hay que darse prisa si queremos escribir en el Libro de las Sombras.

La tradición decía que, después del Ritual de Inicio, debían escribir la primera página del Libro. Cada una tenía su propio Libro, pero esta noche habían renacido como coven, como alianza, y debían de compartir un Libro que representase esa unión mágica.

-¡Es verdad! No sé en qué estaba pensando -Silvana se llevó las manos a la cabeza, siempre estaba atenta a los pequeños detalles y se le había olvidado por completo-. Con lo de las velas y la hoguera, sigo con la cabeza como en otro mundo.

A las últimas llamaradas de la hoguera, Ares se encargó de escribir la bendición del Libro, ya que él era quien mejor letra tenía de las tres. Al escribir las últimas palabras, la hoguera terminaba de consumirse, hasta emitir sus últimas llamaradas y apagarse del todo.

Tras abrir el círculo mágico, recogieron todas sus cosas a la única luz de la luna llena, que iluminaba casi tanto como las últimas llamaradas del fuego.

-¿Notáis algo distinto? -preguntó Valen-. Porque yo no.

-Lo cierto es que yo tampoco -respondió Ares guardando las velas en su mochila-. Pero tampoco estoy seguro de tener que notar nada raro. ¿Qué quieres? ¿Un rayo verde que ilumine tu cuerpo? ¿O una luz blanca que te entre por la boca?

-Quiero que dejes de decir estupideces por medio segundo. ¿Me escuchará por una vez la Diosa?

-Estoy de acuerdo con Ares -contestó Silvana entre risas, ya habituada a los piques entre sus dos amigas-. Esto únicamente nos ha unido y nos ha hecho más fuertes. Ahora somos una, pero no vamos a notar nada raro en nosotras. A no ser dentro de lo mágico, que espero que se note nuestra unión.

-Vale -dijo Valen captando el mensaje, pero en su cara se podía observar cierta intranquilidad-. Pero sigo preocupada por lo de las velas. ¿Qué fue eso?

-No busquemos tres pies al gato. Ha sido por la fuerza que tiene esta noche, tú misma lo has dicho antes -respondió Ares, intentando dejar el tema a un lado-. En la antigüedad las brujas utilizaban este día para hacer sus rituales más poderosos, ahora entiendo el porqué.

Acabaron de recoger y empezaron el largo camino de vuelta, todavía quedaba mucho por andar hasta llegar a sus casas.

-¿Cuáles son los planes para mañana? -Quiso saber Silvana, programando su agenda mental para el resto de la semana.

-Yo estudiar para el examen del lunes -dijo Ares con cara de descontento-. La Geografía no es lo mío y no quiero empezar mal el curso. Estamos en el gran año.

-Bien, pues tarde de estudio en mi casa -sugirió Valen-. Mis padres están de fin de semana, como siempre, así que tenemos la casa para nosotras.

Cuando Silvana estaba a punto de decir que sí, fue interrumpida por Ares.

-¡Mala idea! Muy mala idea. Todas sabemos que cada vez que hacemos tarde de estudio, acabamos estudiando las propiedades mágicas de una hierba que nunca vamos a tener en las manos, porque esto no es 1594.

-Pongamos reglas, nada de magia - sentenció Valen -. Estudiaremos las tres para ese examen.

-Venga, Ares -insistió Silvana-. Ya verás como las tres lo aprobamos.

Ares sonrió y cedió sin volver a rechistar.

-De acuerdo. ¡Cómo decir que no!

Llegaron al punto en el que cada una tomaba un camino diferente para ir a su casa, ya que las tres vivían en puntos totalmente opuestos de la pequeña Galia. Era el momento de regresar a la realidad, donde sus familiares probablemente se habrían dormido ya, pensando que sus hijas habían estado bailando y bebiendo en una de las discotecas del pueblo como tres adolescentes más, aunque nada más lejos de esa realidad.

Habían esperado la noche perfecta para iniciarse durante más de un año y por fin lo habían hecho. Ya se habían entregado a la Diosa, podían sentir por primera vez la magia ancestral recorriendo cada rincón de su cuerpo.

De camino a casa, Ares se distrajo pensando en lo que iba a hacer cuando llegase. No tenía nada de sueño, todavía podía notar la adrenalina del ritual corriendo por sus venas. Tenía tanto que hacer, tanto que escribir en su nuevo Libro de las Sombras. Solo habían escrito la primera página y, sin contar toda la información que llenaba su Libro de las Sombras, tenían infinidad de hechizos que habían hecho durante todo este tiempo.

Llegó a su casa y, como todas las noches, pasó por la habitación de su abuela a darle un beso. Podría haber jurado ver una sonrisa en su cara, pero su abuela estaba completamente dormida.

Fue hasta su cuarto y encendió la luz de su escritorio, lleno de papeles y de libros. La habitación de Ares era un completo caos, todo estaba siempre desordenado. Pero como siempre decía, si podía encontrar orden en su cabeza, una habitación desordenada no iba a poder con él.

Las cuatro paredes de su cuarto estaban llenas de pinturas y marcos con fotos. Fotos de él cuando era pequeño, de Valen, de Silvana, de Joel y también de su novio Víctor.

Vació la mochila en el baúl que estaba a los pies de su cama, donde guardaba todas las cosas de magia. Tras ponerse el pijama, volvió a abrir el baúl y cogió su Libro de las Sombras, algo más pequeño y manejable que el que habían empezado esa noche. En el estaban todos los conjuros que habían escrito hasta ahora y quería ponerlos en el Libro del akelarre.

Se pasó toda la noche trabajando. Apuntando no solo los hechizos que tenían escritos, sino también la historia de su religión, el mito de la creación o información sobre la Diosa.

Terminó cuando el sol ya había salido. Le dolía la mano de estar escribiendo toda la noche, pero había merecido la pena el sacrificio. Por fin tenían escrito en el Libro de las Sombras todo lo esencial.

30 de Dezembro de 2021 às 16:50 0 Denunciar Insira Seguir história
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