miss_rogo Teresa Fernanda Rodríguez

¿Cuántas veces lo que debes hacer no es lo que quieres? América se pregunta esto al enfrentarse el vacío que vive en ella.


Conto Para maiores de 18 apenas.

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Un camino por recorrer

Disclaimer: Si se encuentran en un momento donde piensen que realmente no importa si están vivos o no, busquen ayuda, profesional o con su red de apoyo. El dolor es momentáneo, las decisiones son para toda la vida, no se rindan.


Hemos escuchado muchas veces que la calma, la tranquilidad, el equilibrio, o como lo quieran llamar, es algo a lo que debemos aspirar. No tanto la felicidad, pues puede irse por un sinfín de razones antes de que nos percatemos. Lo ideal, por lo tanto, sería la plenitud, la falta de conflictos que nos roben el sueño; que lo que nos rodea podamos tenerlo bajo cierto control, ya sea en perspectiva o el control que nos da la aceptación sobre las cosas que no se pueden resolver. Al menos eso es lo que dicen.

América a sus veintitantos años, estaba segura de que la falta de emoción ante todo lo que estaba pasando no era eso, se sentía -si es que se podía decir así- como si estuviera hueca, y la enormidad de su vacío la preocupaba, pero sólo un poco. Después de todo, se iría en unas horas, algo la distraería, el trabajo, alguna amiga, una canción sonaría en la playlist aleatoria que la llenaría nuevamente y podría seguir con su día otra vez y con suerte, olvidaría que pasó en primer lugar.

El vacío siempre se iba, esta vez no sería la excepción.

*-*-*-*

Tenía los dedos entumecidos de tanto apretarlos alrededor de los bolsillos de sus jeans, con cuidado los comenzó a mover y se sorprendió al ver que sus nudillos estaban morados, como si el vacío hubiera succionado no sólo sus sentimientos sino el color de sus venas.

- ¿América?

Recordando que justo momentos antes había estado charlando con dos de sus compañeros de trabajo en una mini junta improvisada, hizo su mejor esfuerzo para enfocar la mirada en ellos y portar su mejor "ah, me distraje, lo siento" rostro.

- Perdón, ¿qué decían?

Javier hizo un comentario, en demasía original, sobre cómo probablemente estaba enamorada y debería dejar de pensar en ello y concentrarse en el trabajo... Todo en broma, por supuesto y, por supuesto, Javier era un idiota.

Mayela, por otra parte la miró ligeramente preocupada y antes que pudiera deslizar su mirada a las manos de América, ella las enterró en los bolsillos frontales de sus jeans y volvió su mirada a Javier, quien hacía otra broma que nadie le había avisado que no era graciosa desde aproximadamente los años 50.

La mini junta siguió unos minutos más hasta que el jefe de Javier pasó y él, por obra y gracia de Dios, recordó que tenía cosas que tenía más cosas que hacer aparte de desperdiciar el tiempo de otros colegas y las dejó diciendo que les iba a mandar una "junta oficial" para cerrar los acuerdos a los que habían llegado.

América emprendió valientemente la retirada antes de que Mayela pudiera recolectar más evidencia y le preguntara si "estaba bien". No se sentía con fuerzas si quiera para intentar mentir en ese momento, con esfuerzo podía pretender que vivir no le pesaba.

*-*-*-*

Cerró la puerta de su habitación, todavía con la sonrisa en los labios y la calidez que provocó la broma que hizo su hermana Almira y cómo las carcajadas de toda su familia resonaron por toda la casa.

Comenzó su ritual nocturno: lavarse la cara, guardar la ropa y zapatos (que al llegar solamente aventó), cepillarse los dientes, seleccionar mentalmente la ropa para el día siguiente y sentarse en la cama para finalmente dormir. Esta vez, hubo una pequeña pero importante alteración a la rutina.

Al sentarse en la cama ya no había nada más. Nuevamente, la nada la envolvía. Ni siquiera podía acostarse.

En lo profundo de su mente, la voz de la desesperación y la culpa gritaban ¿por qué? ¿Por qué otra vez? Pero para ella sonaba vaga y distante, dejándose arrastrar por la fuerza discreta e ineludible de la marea del vacío.

*-*-*-*

Días después, América se preguntaba si lo importante era que el vacío siempre se iba o si era que siempre regresaba.

*-*-*-*

A veces pensaba que era genial que la empresa diera seminarios y retiros para que se creara un entorno laboral más ameno, pero otras veces, realmente no se sentía de humor para participar donde hubiese más de dos personas a la vez.

Justo se encontraba en uno de esos retiros, sentada en el piso con un pants y una camiseta que les acababan de dar, sudando un poco por las actividades del día. Alrededor de ella sus compañeros de trabajo estaban sentados a una distancia prudente viendo hacia el frente donde se encontraba el expositor.

América trataba de poner atención, sin embargo, le resultaba muy difícil concentrarse en ese momento, hasta que sintió un cambio en el ambiente y se dio cuenta que el expositor acababa de hacerles una pregunta y estaban de nuevo en una pequeña dinámica.

Les estaba pidiendo que cerraran los ojos, se relajaran y respiraran lentamente; ella siguió las instrucciones hasta que la golpeó con fuerza la siguiente instrucción.

- Piensen en un momento en el que se hayan sentido plenamente felices y amados.

América comenzó a pensar, estaba segura, muy segura que ella había sido feliz y amada.

Corrección, ella es feliz y amada, todos se lo dicen, incluso se lo demuestran. Entonces ¿por qué tarda tanto en responder? Se rehusaba a mirar a su alrededor, tal vez alguien se diera cuenta de qué tan miserable se sentía, el sólo pensar en que alguien abriera los ojos y le preguntara si estaba bien hizo que lágrimas amenazaran con salir, lo cual sólo aumentó el pánico y ahora sí comenzaran a asomarse.

Estaba segura, muy segura que, aunque ella sentía que estaba respirando muy fuerte, como siempre nadie se daría cuenta, pero... ¿Qué tal si ahora se acababa su suerte y todos veían lo mal que estaba? El desastre que era ella en ese momento. Que siempre era.

Algo se cayó en la parte de enfrente, causando un estrépito y que todos voltearon a ver ayudando a traer de vuelta a América a la realidad, lo suficientemente rápido para no contener su llanto y, por fin, pensar en un momento en el cual se sintió amada.

A pesar de que había completado la tarea, se sintió como una victoria amarga. No debería haberse tardado tanto.

*-*-*-*

Llegado a este punto a América casi le resultaba cómico el simple hecho de despertar.

Deber, deber, deber. Toda la vida se la había pasado haciendo los "deberes" y la única vez que se permitió salirse un poco de la raya, hacer algo sin pensarlo mucho, parecía que era lo peor que podría haber hecho. No sólo por ella, sino por cualquier ser humano en la historia.

Ni que hubiera asesinado a alguien... aunque ganas no le faltaban, pero no era algo decente de hacer.

América enfocó sus ojos en su madre quien la miraba decepcionada y con un poco más de tensión en la mandíbula y manos de la usual; con pereza, volvió la mirada hacia a su padre sin sintonizar lo que estaba espetándole.

Entendía la razón por la cual estaban enojados, sin embargo, ya no se podía hacer nada. Había sido una indiscreción y una muy mala decisión confiar en su primo para un secreto familiar tan delicado como lo era la segunda familia ("secreta") de su tío, PERO en su defensa ¿cómo iba a saber que Daniel era tan chismoso? ¿Cómo iba a saber que iba a filtrar el secreto fuera de la familia? Ahora andaban de boca en boca por tooooodo el vecindario y la supuesta carrera de diputado de poca monta del tío Efraín ya no iba a despegar. Qué desperdicio.

Y América todavía tenía más "peros" guardados en esta situación, el que más le molestaba era ¿por qué era ella la única regañada? Daniel andaba como si nada, ¿por qué siempre tenía que ser ella la responsable?

Cuánto deseaba poder abrir la boca y decirles, defenderse, pero ¿para qué? ¿Acaso importaba si quiera lo que tenía que decir? ¿La escucharían o intentarían al menos hacerlo?

Años de experiencia le respondieron y simplemente dejó que ambos terminaran de despotricar, para finalmente pedir disculpas con la mandíbula medio trabada y proceder a prepararles la cena como si nada hubiera pasado.

Al día siguiente llegó con jaqueca al trabajo y cuando sus compañeros le dijeron preocupados que se veía muy mal, ella respondió que después iría con Susy (la que siempre traía aspirinas), que muchas gracias por su preocupación. Aunque, ella sabía que nunca iría con Susy, porque no había aspirina o ibuprofeno en el mundo que le quitara ese dolor en específico.

Algunas veces, lo único que necesitaba era una buena pelea con un cliente.

Por supuesto, que ese día no hubo pelea, pero sí dolor todo el día.

*-*-*-*

Con los ojos como platos vio la hora en su celular, ¿realmente habían pasado cuarenta minutos llorando en el baño? No, no, seguro no vio bien la hora antes de salir de su oficina, eso debía ser.

América salió del trabajo y condujo su carro hacia la casa, pasó por las vías del tren y segundos después se dio cuenta que no había volteado para asegurarse que estaba libre.

Lo que la sorprendió fue que pensó "ojalá me hubiera llevado el tren". Lo peor fue que ni siquiera se asustó de haber pensado eso.

Y ahí fue cuando una pequeña parte de ella la sacudió y se dio cuenta que ella no podía seguir así.

*-*-*-*

Tomó una profunda y larga inhalación, todo iba a estar bien, no estaba escrito en piedra que cada intento de mejorar terminaría en desastre, ¿cierto? No porque la primera vez que buscó atención psicológica no funcionó significaba que esta vez fuera a ser igual.

Y si lo era, sólo tenía que seguir intentando, la urgencia, la desesperación de ya no poder seguir así era mayor que su casual indiferencia ante toda su vida en general.

Aunque también, probablemente, debió de haber consultado precios, opiniones de otras personas, otros psicólogos y no escoger el primero que le dio una amiga. Peor aún, su amiga ni siquiera lo conocía, era el psicólogo de la amiga de su amiga.

Justo antes de bajarse del carro recargó su frente en el volante, abrumada por las dudas y la incertidumbre.

¿Cómo era que esperaba que algo saliera bien si seguía tomando decisiones importantes por impulso?

Sin embargo, ya estaba ahí, se bajó del carro y encaminó sus pasos al consultorio. Cuando estaba frente a la puerta que decía "Lic. Omar Cavazos" su estómago se revolvió un poco y tuvo que agarrar mucho coraje para poder tocar la puerta. Sintió un poco de pavor al escuchar el "adelante", pero se obligó a entrar.

Después de todo, si iba mal siempre podía volver a buscar. Siempre podía volverlo a intentar.

*-*-*-*

Había algunas semanas que se alegraba de ir al psicólogo y escasos, pero fuertes momentos en que deseaba no existir y, por consiguiente, no ir. Luego el momento pasaba y calmadamente recordaba que no era normal ni bueno el estar pensando que se solucionarían muchos problemas suyos si, simple y sencillamente, un día ella no despertara.

O que mirara a la gente que era feliz como si ellos tuvieran algo mal y no ella.

Volviendo al tema, la terapia parecía ir ayudando, poco a poco notaba cambios. Como que ya no batallaba tanto para leer o concentrarse en general, o si sentía una crisis venir nuevamente ya podía interrumpir la cadena de pensamientos y calmarse. Algunas veces incluso podía identificar con éxito qué era lo que la estaba llevando a ese estado en primer lugar. Ya no lloraba tan seguido y el vacío parecía ir disminuyendo y dejándola de atormentar poco a poco.

América miró hacia el cielo una vez salió de la oficina y se maravilló de lo hermoso que era y lo poco que se había detenido a verlo últimamente. Ella amaba ver hacia el cielo a cualquier hora y ver los diferentes colores con los que la luz jugaba a diario. En ese momento, era un brillante celeste que se iba degradando hacia un tono cada vez más blanco y las nubes eran pocas, blancas y alargadas, indicando buen clima. América respiró hondamente y continuó su camino, haciendo una nota mental de volver a salir de su casa al atardecer y antes de irse a dormir.

¿Hacía cuánto que no admiraba las estrellas?

*-*-*-*

Para sorpresa de nadie, América no podía ver otra cosa que no fuera la obscuridad del cielo y mentalmente rodó los ojos ¿qué esperaba de una ciudad? El alumbrado público se interponía entre ella y su nueva e improvisada meta. Soltó un suspiró decepcionada y decidió en ese instante que esto no se podía quedar así tenía que ver las estrellas a como de lugar, aunque fuese un lugar alejado y tuviera que (se estremeció ligeramente) ... acampar.

Hablaría con Mayela, antes le había dicho que le encontraba salir a excursiones y cosas por el estilo, pero América nunca había sentido como que eso fuera algo que encajara con ella, además... Probablemente irían amigos de Mayela y no tenía fuerzas para relacionarse con gente nueva...

En ese momento se dio cuenta que todo eso ya no era cierto. Ella estaba mejor, tenía ganas de conocer más gente y de cumplir este mini objetivo de ver las estrellas.

Decidida, América sonrió y le mandó mensaje a Mayela, preguntando si podía unirse en la próxima incursión pequeña (no se exigiría mucho, no podía manejar tanta gente todavía) que tuviera planeada un fin de semana.

Muy satisfecha consigo misma se metió a su casa, realmente no era la misma América de hace un año. Ahora, podía afirmar que tenía un poco más de fuerza y valor para seguir viviendo.

*-*-*-*

Realmente un día iba a matar a Omar (figurativamente, de nuevo, los asesinatos no son de gente decente) por ponerle esos ejercicios que parecían inofensivos pero que realmente la dejaban confundida, desesperada e incluso adolorida. Eso o se iba a matar a sí misma manejando por lo desorientada y devastada que salía de las sesiones... algunas veces.

Antes había escuchado que no siempre era divertido ir a terapia, pero nunca se imaginó que el dolor fuese literalmente físico.

Mandíbula atorada, dolor de cabeza constante, insomnio (leve), falta de apetito, hombros entumecidos, estómago hecho trizas, cansancio general y un laaargo etcétera.

América bufó antes de pararse del sillón y dejar de hacer sus ejercicios.

"Ir a terapia no siempre es divertido", era la simplificación más grande y absurda de la historia.

*-*-*-*

Huh, esto era nuevo.

No era el vacío al que ya conocía (y odiaba) tan bien. Se sentía... distanciada de todo. De repente lo que estaba pasando ya no le estaba pasando a ella, era como si hubiera un filtro que le impedía sentir o identificar lo que estaba pasando a su alrededor, pero al mismo tiempo siendo agudamente consciente de todo. Como si estuviera bajo el agua viendo todo a través de un periscopio.

América estudió con curiosidad esta nueva sensación, no había desesperación o pánico subyacente como en el vacío, ¿qué estaba pasando ahora?

Con una nueva y refrescante indiferencia ante sus propios problemas (del que no estaba del todo segura fuera bueno), continuó como si nada. Era algo que podía esperar hasta su sesión con Omar o hasta más tarde para preocuparla o arruinar su día.

*-*-*-*

Honestamente, creía que su nueva revelación sobre su codependencia emocional la enviaría a un espiral de desesperación, pero esta vez estaba gratamente sorprendida de lo fácil y repentino que se cortó su habitual camino hacia su autodestrucción mental. Y todo gracias a un pedazo de pan.

Su hermana y mamá habían salido de compras navideñas y estuvieron fuera todo el día con otras tías, América se la había pasado trabajando y cuando llegó a la casa se dejó caer en un sueño profundo. Al despertar y quedarse un rato más acostada sin hacer nada, Almira llegó de repente con un pedazo de pan en su mano. Ante la mirada inquisitiva de América, ella volteó a ambos lados como si buscara moros en la costa y le dio el pan.

- Está muy rico, te guardé un pedazo antes que se lo acabaran, mejor guárdalo aquí porque si no, no te van a dejar nada.

Después de eso se fue como si se estuviera retirando de una entrega de drogas o algo por el estilo y América se quedó viendo al pan en cuestión. Era un panqué y por el olor podía decir sin lugar a duda que era de plátano.

Ese sencillo gesto de su hermana le abrió las puertas a la apreciación de los pequeños detalles que las personas alrededor tenían y con los cuales denotaban su amor y aprecio hacia ella.

Como sus amigas no dudaban en escuchar sus audios o tomar su llamada cuando quería sacar algo de su pecho.

Como su padre cuidaba que nadie la despertara cuando llegaba molida del trabajo.

Como sus hermanas se repartían las tareas domésticas sin reprochar cuando claramente no estaba de humor.

Como su madre la escuchaba y le daba una anécdota (no un consejo ni sugerencia) para que ella misma sacara sus propias conclusiones y tomara decisiones.

Y al final se dio cuenta que también ella estaba teniendo detalles consigo misma.

Respetar su tiempo a solas.

Decir "no" más seguido a situaciones en las que no se sentía cómoda.

Permitirse buscar ayuda o consejos de sus amigos sin sentirse extremadamente culpable por hacerlo.

Reconocer que necesitaba ayuda profesional y realmente hacer algo al respecto.

La América de antes no habría hecho nada de eso, y por esa razón decidió recompensarse a sí misma con una compra no presupuestada de un libro. Un detalle de ella para ella.

*-*-*-*

A veces sentía que no avanzaba como ella quisiera, tal vez era muy infantil, pretencioso e irreal pensar que con una o dos sesiones de terapia por tema ya se iba a solucionar todo. Pero honestamente, quisiera dejar de llorar todas las semanas.

Viéndolo del lado amable, ya no lloraba TODOS los días y lo más cercano que había estado a otro estallido de pánico emocional había sido cuando hacía su ejercicio de tarea y le daban ganas de llorar, salir corriendo o de simplemente dejar de existir. Y sí, todo eso no suena a estar bien, pero ya no duraban más de ¿un minuto? Y eran manejables. Ella lo contaba como un logro.

Sin embargo, América no podía sacudirse ese pequeño sentimiento de que estaba haciendo algo mal.

Que podía ir mejorando más rápido, que podía alejarse aún más de ese estado en el que se encontró por meses sin darse cuenta.

Obviamente que Omar casi quería cachetearla cuando exteriorizó ese pensamiento, o bueno, tal vez estuviera siendo un poco dramática. Corrigiendo, Omar quería (claramente) darse una palmada en la cara o sacudirla un poco para ver si así el cerebro se le reacomodaba y dejaba de pensar y decir semejantes estupideces.

Inhalando, porque Omar claramente no podía decir lo que pensaba de una manera profesional lo que realmente pensaba, preguntó:

- ¿Por qué piensas eso?

América volteó los ojos al piso y trató de concentrarse para explicar el espiral de pensamientos que la llevó a esa conclusión, pero no logró hilar nuevamente ese rastro de ideas (o no quiso porque ya en voz alta le parecía tremendamente estúpido), así que se limitó a decir.

- No sé.

Ante lo cual, Omar ahora sí rodó los ojos.

- Bueno, como quieras, ¿de qué otra cosa quieres hablar? – América no respondió. – Bueno, ¿cuál de los temas que hemos tocado hasta ahora te preocupa más?

- Mmmmm... ¿cómo puedo ser más feliz? No, algo más específico, ¿cómo puedo estar satisfecha con mi trabajo? Después de todo, es donde paso más tiempo.

- Como quieras.

A veces, Omar no le agradaba mucho, sentía que no se la ponía fácil... aunque siendo franca probablemente el sentimiento era mutuo.

América respiró hondamente y se puso a pensar bien, probablemente su problema con el trabajo no era lo más difícil de tratar, si lo pensaba bien, hasta se sentía capaz de arreglar la situación por su cuenta. No necesitaba hablarlo con Omar tal cual, pero sí había muchos otros temas que salían o podían entretejerse desde el trabajo a otras áreas de su vida.

Tal vez, esos fueran los que necesitaba tratar realmente. Pero, como quiera había muchas cosas en esa lista.

A veces se sentía que era el mayor desastre andante en la historia y de inmediato se dijo a sí misma que no fuera exagerada, muchas personas la tenían mucho peor que ella... pero eso no significaba que sus problemas fueran menos, pero luego no podía estar haciendo tormentas en un vaso de agua por siempre...

- ¿América?

- Estoy pensando.

- Se nota, ¿quieres decirme qué estás pensando?

- Mmmmmm....

América se calló en seguida cuando se dio cuenta que estaba haciendo "mmmm" mucho. Eso no la ayudaría así que trató de decir lo que pensaba lo más corto y menos estúpido posible. Pero lo que salió fue:

- Me siento mal porque técnicamente no hay nada mal con mi vida, pero todo se siente mal de alguna manera... ¿no sé si me explico?

- ¿Qué es "no estar mal"?

- Hmmmm, pues tengo trabajo, salud, una familia que me quiere y amigos...

- ¿Y? ¿Eso es lo que te hace estar bien? Porque no suenas muy convencida y no vienes aquí porque estás "bien".

América apretó la mandíbula y se revolvió un poco en su asiento. De verdad, a veces no le caía bien Omar. Ella no respondió y él aprovechó para continuar.

- ¿Qué es lo que tú definirías como "estar bien? ¿Qué es lo que harías si estuvieras bien?

América se preguntó hace cuánto no se detenía a pensar en cosas que le hicieran sentir bien en vez de cosas que debía pensar, y curiosamente aun así le vino a la mente instantáneamente. Lo que haría si estuviera bien... pero la primera pregunta esa todavía no sabía qué decir.

- Mmmmmm... ¿podemos dejarlo para la siguiente? ¿Al menos una de las dos?

Omar solamente se le quedó viendo un poco y se encogió de hombros. América se decidió por la primera pregunta con lo que se le viniera a la cabeza, usualmente eso era lo correcto y dejaría la segunda para después, parecía demasiado personal.

- Creo que "estar bien" para mí sería estar tranquila constantemente no estar llorando o abrumada por cualquier cosa.

Sí, eso sonaba como algo sólido, algo que ella quería. Como algo que podía obtener eventualmente. Omar no parecía muy convencido con esa respuesta, pero eso era lo que estaba dispuesta a sacar de esa sesión.

*-*-*-*

La segunda respuesta estaba viéndola desde lo lejos.

El pequeño letrero "Escuela de Dibujo" le sonreía, en la lona especificaba que cubrían todos los estilos: pastel, óleo, acrílico lápiz e incluso alfarería.

Desde hace tiempo veía el pequeño local cerca de su casa y sólo ahora se había armado de valor para ir.

Mientras bajaba de su carro y se encaminaba a la puerta pensó en cuando estaba en la secundaria y una amiga le había comenzado a enseñar a dibujar y luego nunca continuó. De cuando estaba en la primaria y comenzaron a dar clases de pintura en acrílico y cómo después de un año eliminaron el programa.

De todas las veces que no siguió lo que le gustaba, pero hay iba a ser diferente.

Por hoy el deber iba a ser lo mismo que su querer.

*-*-*-*

El lápiz se deslizaba grácilmente por la hoja y poco a poco el blanco comenzaba a llenarse de grises, que después comenzaban a formar la vista que tenía delante de ella. El parque era muy bonito, no necesitaba irse a un lugar lejano para disfrutar de una bonita vista, los árboles y el jardín de flores que tenían muy bien cuidado.

El aire soplaba gentilmente y creaba una dulce melodía al mover las hojas. Bajó el lápiz y se dedicó a apreciar el momento que estaba viviendo.

Una sonrisa se extendió en su rostro cuando se dio cuenta que hacía mucho que no lloraba. Miró hacia el árbol que estaba dibujando y luego de vuelta a su cuaderno. Otro día tendría que regresar, la luz del atardecer no sería suficiente por el día de hoy, en vez de eso sólo disfrutaría de los bellos tonos pardos y arrebolados que ofrecían los últimos rayos de Sol.

Le dio la bienvenida a una tranquilidad que creía perdida.

*-*-*-*

Honestamente, no se sentía muy bien, parecía haber salido de la nada y ahora ni siquiera podía identificar qué estaba pasando. Extrañamente, regresaba esa sensación de distancia sobre sus propias emociones. Vagamente no le gustaba.

Se paró de su lugar y fue a buscar su escondite en la oficina, cerró la puerta y se sentó en el suelo.

Se iba a ir, siempre se iba.

No era tan pernicioso o destructivo como el vacío, pero aun así seguía pensando que no estaba bien.

Respiró hondamente y comenzó a empatar su ritmo inhalar-exhalar con palmadas sobre sus muslos.

Había sido una buena semana, ¿por qué pasaba esto?

Uno, inhala, golpe, dos, exhala, golpe, tres, inhala, golpe, cuatro, inhala, golpe...

Cuando sintió que su interés por la vida regresaba dejó de lado el ejercicio y procedió a salir de su escondite, volvió a su lugar de trabajo y reanudó sus actividades.

Era muy extraño todo, pero no se permitió seguir cayendo.

Definitivamente no estaba bien del todo, no obstante, ahora podía ver fácilmente que ya había recorrido un buen camino y que podía seguir haciéndolo. Las fuerzas rara vez le faltaban y ahora tenía mecanismos o rituales para recuperarse del cansancio que suponía el día a día.

Su cuaderno de dibujo la acompañaba a todas partes.

Su café favorito la esperaba con las puertas abiertas.

Su familia mostraba su apoyo cuando lo necesitaba y respetaban cuando sólo necesitaba un tiempo (la mayoría del tiempo).

Sus amigos la escuchaban, distraían y buscaban su compañía más allá del consuelo o chisme.

Ella misma se tenía más paciencia y su mente no la hundía como antes.

No estaba bien del todo, no sabía si sería posible estar bien al cien por ciento, pero ahora esperaba que pronto llegaría a sentirse satisfecha y plena con su vida.

Era un camino que estaba segura podía construir por sí misma.

Fin

20 de Dezembro de 2021 às 21:20 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

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