mavi-govoy Mavi Govoy

Una divertida poesia para niños del autor español Joaquín Abati y Díaz que merece la pena leer y disfrutar. Mi abuelo nos la relataba de memoria y siempre era un éxito garantizado. * * * La imagen de la portada es de @virginia_dc90.


Clássicos Todo o público.

#castillo #conde #puñal #drama
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El conde Sisebuto

Joaquín Abati y Díaz, nacido en Madrid en 1865 (muerto en Madrid en 1936), fue un escritor y libretista de zarzuelas. Autor de fecunda producción, obtuvo éxitos clamorosos y de su pluma surgieron más de 120 títulos, que hicieron considerarle como un autor de primera fila en su época.

Agüista del Balneario de Marmolejo, decidió incluir a nuestra villa en su relato El Conde Sisebuto, de 1899, que, a la postre, fue quizás uno de los más famosos en su tiempo y que ha sabido mantenerse de actualidad hasta nuestra época cuando existe el proyecto de hacer un corto de animación sobre esta pequeña obra.



A cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo,
existe un castillo viejo
que edificó Chindasvinto.

Perteneció a un gran señor
algo feudal y algo bruto;
se llamaba Sisebuto,
y su esposa, Leonor,

y Cunegunda, su hermana,
y su madre, Berenguela,
y una prima de su abuela
atendía por Mariana.

su cuñado, Vitelio,
y Cleopatra, su tía,
y su nieta, Rosalía,
y el hijo mayor, Rogelio.

Era una noche de invierno,
noche cruda y tenebrosa,
noche sombría, espantosa,
noche atroz, noche de infierno,

noche fría, noche helada,
noche triste, noche oscura,
noche llena de amargura,
noche infausta, noche airada.

En el gótico salón,
dormitaba Sisebuto,
y un lebrel seco y enjuto
roncaba en el portalón.

Con quejido lastimero
el viento fuera silbaba,
e imponente se escuchaba
el ruido del aguacero.

Cabalgando en un corcel
de color verde botella,
raudo como una centella
llega al castillo un doncel.

Empapada trae la ropa
por efecto de las aguas,
¡como no lleva paraguas
viene el pobre hecho una sopa!

Salta el foso, llega al muro,
la poterna está cerrada.
–¡Me ha dado mico mi amada!
–exclama–. ¡Vaya un apuro!

De pronto, algo que resbala
siente sobre su cabeza,
extiende el brazo, y tropieza
¡con la cuerda de una escala!

–¡Ah!… –dice con fiero acento.
–¡Ah!… –vuelve a decir gozoso.
–¡Ah!… –repite venturoso.
–¡Ah!… –Otra vez, y así hasta ciento.

Trepa que trepa que trepa,
sube que sube que sube,
en brazos cae de un querube,
la hija del Conde, la Pepa.

En lujoso camarín
introduce a su amado,
y al notar que está mojado
le seca bien con serrín.

–Lisardo, mi bien, mi anhelo,
único ser que yo adoro,
el de los cabellos de oro,
el de la nariz de cielo,

¿qué sientes, di, dueño mío?
¿no sientes nada a mi lado?
¿qué sientes, Lisardo amado?
Y él responde: –Siento frío.

– Frío has dicho? eso me espanta.
¿Frío has dicho? eso me inquieta.
No llevarás camiseta
¿verdad?… pues toma esta manta.

Ahora hablemos del cariño
que nuestras almas disloca.
Yo te amo como una loca.
–Yo te adoro como un niño.

–Mi pasión raya en locura,
si no me quieres me mato.
–La mía es un arrebato,
si me olvidas, me hago cura.

–¿Cura tú? ¡por Dios bendito!
No repitas esas frases,
¡en jamás de los jamases!
¡Pues estaría bonito!

Hija soy de Sisebuto
desde mi más tierna infancia,
y aunque es mucha mi arrogancia,
y aunque es un padre muy bruto,

y aunque temo sus furores,
y aunque sé a lo que me expongo,
huyamos…vamos al Congo,
a ocultar nuestros amores.

–Bien dicho, bien has hablado,
huyamos aunque se enojen,
y si algún día nos cogen,
¡que nos quiten lo bailado!

En esto, un ronco ladrido
retumba potente y fiero.
–¿Oyes? –dice el caballero–,
es el perro que me ha olido.

Se abra una puerta excusada
y, cual terrible huracán,
entra un hombre..., luego un can…,
luego nadie…, luego nada…

–¡Hija infame! –ruge el Conde.
¿Qué haces con este señor?
¿Dónde has dejado mi honor?
¿Dónde?¿dónde?¿dónde?¿dónde?

Y tú, cobarde villano,
antipático, repara,
como señaló tu cara
con los dedos de mi mano.

Después, sacando un puñal,
de un solo golpe certero
le enterró el cortante acero
junto a la espina dorsal.

El joven, naturalmente,
murió como un conejo.
Ella frunció el entrecejo
y enloqueció de repente.

También quedó el conde loco
de resultas del espanto,
y el perro… no llegó a tanto,
pero le faltó muy poco.

Desde aquel día de horror
nada se volvió a saber
del conde, de su mujer,
la llamada Leonor,

de Cunegunda su hermana,
de su madre Berenguela,
de la prima de su abuela
que atendía por Mariana,

de su cuñado Vitelio,
de Cleopatra su tía,
de su nieta Rosalía
ni de su chico Rogelio.

Y aquí acaba la la leyenda
verídica, interesante,
romántica, fulminante,
estremecedora, horrenda,

que de aquel castillo viejo
entenebrece el recinto,
a cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo.


FIN

19 de Junho de 2021 às 09:07 1 Denunciar Insira Seguir história
6
Fim

Conheça o autor

Mavi Govoy Estudiante universitaria (el TFG no podrá conmigo), defensora a ultranza de los animales, líder indiscutible de “Las germanas” (sociedad supersecreta sin ánimo de lucro formada por Mavi y sus inimitables hermanas), dicharachera, optimista y algo cuentista.

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María Guadalupe Daza María Guadalupe Daza
¡Qué triste! Pero me gusta
July 19, 2023, 18:19
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