Conto
0
151 VISUALIZAÇÕES
Em progresso
tempo de leitura
AA Compartilhar

Extraído de un diario anónimo.

¿Cuántos misterios abundan en la naturaleza de nuestros sueños? Imposible saberlo. A pesar de que todos, la humanidad entera me refiero, dedique toda su vida a la práctica de los mismos, pocos son los que han logrado extraer de ellos respuestas claras, así como también, pocos son los que se han detenido a estudiarlos de forma consciente e intentar desentrañar siquiera alguno de sus infinitos secretos.

He comprendido que, todo ello se debe a la conciencia propia que existe dentro de nuestros sueños. Sí, una consciencia dentro de la subconsciencia, donde nosotros somos simples espectadores de lo que ese ente regidor ha preparado para nosotros. Pero ocurre que a veces, ese algo de ahí dentro nos elige, nos escoge partícipes inactivos de un hecho revelador.

Deduzco, y que quede claro de que no es más que una simple especulación propia a la que he llegado por las circunstancias que en este escrito he de expresar, que aquellos que somos nominados, no se debe a otro motivo que el de saldar una deuda pendiente, un castigo que hemos de soportar por nuestra insolencia. Me refiero a aquellos que como yo, y que esto sirva como advertencia para el lector que se dé por aludido, son capaces, o simplemente les es innato recordar todos y cada uno de sus sueños. Más aún, aquellos que como yo, hemos adoptado la costumbre que registrarlos diariamente, arrastrándolos del torbellino del olvido, que es el sedimento de nuestro subconsciente, y haciendo de sus escenas y escenarios, un entorno físico y palpable en nuestra consciencia. Lo que no sabíamos, y yo mismo he tenido que comprobar por las malas, es que aquello definitivamente se encuentra prohibido por ese ente que rige y gobierna nuestra subconsciencia. Porque los sueños son un contenido intangible, rico en la sustancia onírica que sustenta a ese y otros seres inferiores, y cuando osamos hurtarlo para anclarlo a nuestra consciencia y lo mezclamos con nuestras experiencias vividas, justo después de despertar, algo cambiará para nosotros. De osar continuar con nuestra indisciplina, seremos presa de una aterradora, asfixiante y paralizante experiencia que expurgará nuestros pecados, quizá, a cambio de ver astillada nuestra propia cordura.

De eso se trata la experiencia que en estas páginas pretendo relatar, y dirán algunos que, según las propias conclusiones expresadas justo antes, cómo puedo ser tan iluso, tan temerario de volver a cometer la infracción que según yo, me ha costado tales horrores. Diré que no les faltan argumentos para aquellos que teman por mi ya debilitada cordura, si es que hay alguien, pues también diré que, por muchos instantes lo he considerado, y mi mano a temblado y regado la tinta que componen estas palabras, como si algo en mí intentase evitar que continuara, pero me he convencido de que esto no se trata de una infracción, porque el al fin y cabo, lo que he visto y vivido, ciertamente tan críptico y onírico como el más denso de los sueños, me estremezco al afirmar que pese a ello, esto no fue un sueño, sino que fue real y absolutamente corpóreo…


Tuvo lugar una noche, en la que como ahora, mis pensamientos parecían más activos, como animados por la tranquilidad de la noche, y una vez más, prolongaban mi desvelo sin ninguna consideración. Aquella noche, recuerdo haber estado particularmente cansado, físicamente quiero decir, pero era mi mente la que no parecía sufrir tales afecciones y se mantenía indómita. Estaba acostado, bocarriba, y miraba al techo oscurecido como deseoso de que una réplica descendiese de él, una esencia somnífera que por fin me desconectase de este mundo y me hiciese descansar. Entonces cerré mis parpados y en los siguientes instantes, perdí la noción del tiempo y el espacio, y entonces me dormí…

No, no estaba dormido. Mi mente estaba despierta, quiero decir, yo estaba despierto, pero mi cuerpo… ¿dónde estaba?

Fruncí el ceño, apreté mis dientes. Mis parpados se estremecían como si estuviesen conteniendo un torrente que emergía, como un maremoto de lágrimas y humor vítreo que anhelaba desbordarse.

Habría los ojos, exaltado, ansioso. Mi respiración se tornó desesperada. ¡Estaba paralizado!

5 de Junho de 2021 às 16:03 0 Denunciar Insira Seguir história
0
Continua…

Conheça o autor

José Millán Pgxitfidqatqj igxti ie Oqjv Aniqtjg z ea qgvqogqlqcagxi pkfagqdad.

Comente algo

Publique!
Nenhum comentário ainda. Seja o primeiro a dizer alguma coisa!
~