moniarranz Mónica Trujillo

Un suceso milagroso e inolvidable narrado por una de las personas que lo presenció. Basado en hechos reales, sin revelar su verdadera identidad para preservar su privacidad. Sucede en Alcalá de Henares, España en el año 1947 saldándose con 14 civiles y 10 militares fallecidos.


Histórias da vida Todo o público.

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EL MILAGRO

Era un sábado corriente: seis de septiembre de 1947 para ser precisa, sin nada que se saliera de lo normal para nuestra familia, excepto la presencia de mi pequeña prima que todavía no cumplía su primer año de vida.

Como hija mayor, única mujer y también, por supuesto, prima mayor, estaba disfrutando de su visita jugando con ella para “ayudar” a mi madre a vigilarla, aunque para mí era como mi muñequita de verdad. Sus padres, mis tíos, nos la habían dejado el fin de semana porque debían acudir a una cita importante en Madrid, por lo tanto, qué mejor que estar entre niños y con madre como experta encargada de su bienestar. Yo acababa de cumplir los trece, mis hermanos contaban con diez y ocho años, pero tenían mucho más interés en subir a los árboles y jugar a la pelota, que en pasear a la pequeñuela por la finca o tratar de darle la comida, así que yo me tomé muy en serio el papel de niñera oficial.

Fue una tarde magnífica, ya empezaba a refrescar por las noches pero durante el día disfrutábamos del clima ideal. Aún quedaban verduras y hortalizas en el huerto, al cual iba con el pretexto de ayudar a coger lo que hiciera falta para la cocina, pero que en realidad iba para escoger algún delicioso tomate maduro para comerlo de camino a la casa...eran los pequeños placeres que sumados uno a uno, construyeron la época más feliz de mi vida: la inocente niñez que gracias a Dios, pude vivir permaneciendo ajena a las grandes desgracias que se vivían en España durante esos durísimos años de la pos guerra[1] .

Al día siguiente, como si hubiera madurado de golpe, entendí muchos conceptos que marcaron para siempre mi fe, mi corazón y mi entender.

Simplemente con salir de mi casa para instalarme junto a mis hermanos en casa del terrateniente dueño de la que siempre había considerado “Mi finca”, mientras la reconstruían tras la tragedia, comprendí que hasta ese momento, habíamos sido grandes privilegiados al poseer esa abundancia de frutales, hortalizas, gallinas e incluso un par de cabras que nos permitían alimentarnos mejor que muchos en apariencia adinerados, pero que al vivir en la ciudad, no siempre conseguían llenar sus despensas a menos que acudieran al comercio de estraperlo[2]. El país entero tiene en su memoria histórica grabada esa época de pobreza, hambre y destrucción como la más negra del siglo XX. Solo después de superarla, España pudo resurgir de sus cenizas para remontar como otra nación plenamente europea.

Había estado jugando toda la tarde, lo último que ayudé a madre, fue a ponerle el pijama a la bebita para poderla dejar profundamente dormida en su cuna y así ir a cenar con todos los demás tranquilamente. El cansancio ya se estaba apoderando de mi cuerpo, cuando me lavé las manos para acudir al comedor, el hambre ya me acosaba, más aún cuando de la cocina se escapó el delicioso aroma de las pescadillas[3] que me encantaban y justamente se disponía a repartir mi madre. No sé porqué siempre que viene a mi memoria ese día, lo primero que recuerdo es ese olor que anticipaba la cena familiar, tal vez, mi joven cerebro mimetizó los malos momentos vividos entre esos detalles agradables para mitigar el dolor provocado por la destrucción.

Mi padre también estaba con nosotros, sentados cada uno en su sitio, cuando siendo las 21:45 horas, escuchamos una terrible explosión que no solo nos dejó aturdidos momentáneamente, sino que provocó el corte del fluido eléctrico dejándonos totalmente a oscuras. Me asusté mucho y empecé a toser con fuerza porque una nube de polvo denso nos rodeó en pocos minutos. Mis padres nos empezaron a sacar de la casa como pudieron, gritando que debíamos salir de inmediato porque se escuchaba el crujir de la edificación. Cuando logramos salir y nos estábamos sacudiendo la tierra que nos cubría tosiendo sin cesar, mis ojos no pudieron asimilar lo que sucedió, fue tan rápido, que aún hoy, no sé cómo conseguimos sobrevivir. El techo de la casa se desplomó como si de un castillo de naipes se tratara. Yo lloraba desconsolada junto con mis hermanos, que entre el miedo, los gritos y la oscuridad, estaban realmente aterrados.

Transcurrieron unos quince minutos según calcularon mis padres posteriormente al tratar de recrear lo ocurrido, cuando chillaron al mismo tiempo: “¡La bebé!”....

A mi se me cortó el llanto de golpe, como si me hubiesen atado un nudo en la garganta y me quedé mirando a madre como alelada, no sabía qué pensar ni mucho menos qué decir, ¿Cómo era posible que se nos olvidara la niña en su cunita? El caos del momento, en realidad no había permitido hacer nada diferente a correr por nuestras vidas, pero era imperdonable que ninguno de nosotros se hubiera acordado de la criatura que dormía en una de las habitaciones contiguas al comedor. Mi alma quedó en vilo pendiente del más fatal desenlace cuando padre se internó de nuevo en la casa.

No sé cómo, pero pareció volar entre los escombros, se adentró en la casa semiderruida para buscar a la pequeña. A los pocos minutos regreso con ella en brazos, estaba sana y salva, llorando con tanta fuerza que demostraba sin la menor duda la potencia de sus pulmones, y lo más increíble de todo: sin un rasguño.

Fue entonces cuando nos describió “El Milagro” que presenció al entrar en la habitación: exactamente sobre la cuna, había quedado intacto un círculo, o mejor, un óvalo del techo, que había cubierto a la bebé de lo que hubiese podido caerle tras la explosión. Ese trozo de techo entero, constituyó un poderoso escudo que salvó a la niña permitiéndole salir intacta.
Como creyentes que somos, la explicación que dieron aquel día mis padres, es la que considero verdadera al día de hoy, con mis ochenta y siete años bien cumplidos: el Ángel de la guarda extendió sus protectoras alas cubriendo a mi prima de todo peligro.

Esa misma noche llegaron a mi finca ambulancias y bomberos para verificar los daños, damos gracias a Dios aún ahora, de que no fue necesario que ninguno de los miembros de mi familia fueran atendidos, solo los nervios se habían apoderada principalmente de madre. A la mañana siguiente acudieron vecinos y amigos para ayudar con los escombros e iniciar cuanto antes la reparación. Todos ellos fueron testigos del trozo de techo que ovalado como la cuna que cubrió, quedó para constatar “El Milagro” ocurrido. Mis tíos, como era de esperarse, fueron los más agradecidos por haber podido encontrar su pequeña hija en perfectas condiciones y aquel Milagro hizo fortalecer la fe de todos los que lo presenciamos.

Pocos días después entendí lo que había sucedido: el polvorín[4] situado en el cerro de Zulema, a unos cuantos kilómetros de la finca, había estallado haciendo volar la montaña entera que con el impulso de la pólvora y las municiones que albergaba, cayó por trozos sepultando lo que encontraba y removiendo con la onda explosiva todas las construcciones cercanas. Todos los habitantes de Alcalá de Henares[5] sabían de su existencia, pero al igual que pasa con quienes habitan la falda de un volcán activo, parecía que si se ignoraba el asunto, no llegaría a suceder jamás una tragedia.

En la historia consta que fallecieron 24 personas, aunque algunos creen que fueron 26, en su momento se consideró sabotaje al régimen franquista, por lo cual fueron condenadas doce personas a muerte y otras doce a prisión, todos pertenecientes al movimiento político “Juventudes socialistas unificadas”.

Este suceso marcó como decía anteriormente, el resto de mi vida. Siendo una niña, aprendí a valorar la vida comprendiendo que en un segundo, podemos partir de éste mundo sin previo aviso.

Fue una terrible tragedia contemplar mi casa sin techo, destrozada y con la tierra cubriendo no solo nuestros enseres, nuestros muebles, sino también los cultivos e incluso parte del arroyo que nos rodeaba. El polvorín estaba situado en una serie de galerías subterráneas que ocupaban el interior de la montaña, por ello al estallar, toda la cima voló haciendo desaparecer la colina entera. Incluso sepultó completamente una fábrica muy cercana recién inaugurada matando a los trabajadores que se encontraban de turno. Y pensar que habíamos podido correr la misma suerte, era para estar infinitamente agradecida.

Tuvimos que vivir unos meses en casa de personas extrañas, me separaron de mis hermanos y además veía muy poco a mis padres, pero a cambio, descubrí que la familia y esos lazos invisibles que nos unen a pesar de las distancias, de las ocupaciones, son un gran aliciente para sacar la fuerza interior que logró ayudarme de ahí en adelante a ir enfrentando las adversidades que siempre están presentes.

El Milagro de la supervivencia de mi prima me hizo fortalecer mi propia fe, he podido sentir a todo lo largo de mi vida, que Dios no abandona a sus hijos, o al menos, es lo que yo siento. Cuando acude la desesperanza a mi corazón, dejar en sus manos mis tribulaciones, logra allanar el camino para encontrar la salida. Hacerme consciente de lo bendecida que había sido durante mi infancia, también me enseñó a disfrutar aún más de las cosas más simples de la vida diaria, no me ha hecho falta atesorar grandes sumas de dinero o de objetos para entender que a pesar de todo, la vida sigue siendo un regalo para disfrutar si así lo decidimos.


[1] Posguerra: en la actual España, así se denomina al periodo que siguió a la guerra civil de 1936-1939. Fue un periodo de pobreza, hambre, miseria y represalias contra los derrotados republicanos.


[2] Estraperlo: actividad ilegal que consiste en comerciar con artículos intervenidos por el Estado, se aplicó especialmente al comercio de productos racionados en los años posteriores a la Guerra Civil Española.


[3] Pescadillas: crías de la merluza.


[4] Polvorín: instalación destinada a almacenar pólvora y explosivos.


[5] Alcalá de Henares: ciudad declarada patrimonio de la humanidad, situada al nordeste de Madrid. Conocida por varios edificios históricos entre los cuales destacan la Universidad de Alcalá, que data del siglo XVI y el museo “Casa Natal de Cervantes” donde vivió al autor del Quijote.

10 de Julho de 2021 às 16:06 3 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Mónica Trujillo Me encanta leer, siempre he disfrutado del mundo de los libros. Ha llegado el momento de aprender a expresarme a través de la escritura, agradezco a aquellos que dediquen un poco de su tiempo a leer lo que quiero transmitir y a apoyar esta iniciativa solidaria que sin duda anima a sus miembros a desarrollar su creatividad.

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JF Juan Ferreira
Una época terrible aquella, interesante y buena historia, edificante y triste a la vez, me ha gustado.
July 05, 2023, 15:09

  • Mónica Trujillo Mónica Trujillo
    Así es, una época dura. Gracias por tu comentario y por leerlo. He oído muchas historias agridulces de esos tiempos, a lo mejor un día logró hilar otra historia ambientada ahí... July 05, 2023, 15:55
MM Maricarmen Muñoz
Agradecida, felicitaciones a Mónica Arranz por reflejar una realidad de otro tiempo que puede volver a repetirse, refiriéndome al polvorín. Expresó muy bien lo que es creer en algo superior, en este caso llamado "Ángel de la guarda" o protección superior.
July 11, 2021, 17:48
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