—¿Qué crees que haces, pedazo de idiota? —Gruñó el príncipe. Seguía maniatado y en aquella habitación que le parecía más un calabozo. —¿No sabes quién soy yo, verdad? ¡Suéltame!
Alexey seguía gritando, dentro de poco su voz se volvería carrasposa y no le quedaría alternativa que callar, escuchaba una respiración ajena a la suya en aquella habitación sin saber de quién era la otra persona que lo acompañaba pero temía más por su propia vida y más cuando vio al mafioso entrar por fin al lugar con una sonrisa sobre sus labios.
—¿Se divierte con su compañía príncipe? —Cuestionó Aslan mientras encendía la luz, dejando a la vista a Alex, uno de sus guardaespaldas. —¿Ahora ves lo que te pasa por no haber cumplido tu misión de matarlo como acordamos? —Cuestionó ahora al pelinegro frente a él, quitándole el pañuelo de la boca.
—¿Qué le hiciste maldito? —Gruñó el príncipe aguantándose las lágrimas.
—Déjalo ir Nazarbáyev... Si quieres matar a alguien... Mátame a mí —Pidió Alex, respiraba entrecortadamente por los golpes que había recibido anteriormente, sintiendo su cabeza pulsar con más fuerza debido al golpe que lo desmayó, debía rescatar a su príncipe así le costara la vida. —No podía matarlo... Porque lo amo... —Murmuró bajando la mirada.
Aquello no estaba en sus planes pero había conocido un lado diferente del príncipe Alexey, una personalidad que solo él había tenido oportunidad de conocer y ese lado, lo había enamorado. Aslan soltó a ambos chicos, viendo como el príncipe corría hacia el pelinegro para ver cómo se encontraba.
—Despídanse ahora, vendré luego a matar a uno de ustedes —El moreno salió de allí, cerrando la puerta con llave y dejando a aquellos dos solos en aquel lugar.
El príncipe abrazaba a Alex, lloraba triste por aquella situación que vivían ambos, solo uno debía morir y Alex esperaba que no fuera su querido príncipe.
—Moriré por ti... Porque es mi trabajo proteger al príncipe de Rusia...
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