1. La Llorona
En cada ciudad de la República Mexicana se inserta en el nexo sostenido con el mito o leyenda femenina de esta aparecida, en noches, madrugadas o casi al despuntar el alba.
Su lamento hondo en lejanía es proximidad entre los aterrados escuchas que lo experimentan.
En contrario, su cercanía resulta distante mientras continúa requiriendo el retorno de las almas perdidas de sus hijos.
Su impronta cubre con halo de terror su vuelo mismo, y, los lugareños de distintas partes de la República Mexicana. no sólo de ciudades, sino de pueblos y rancherías diseminadas en toda la superficie de la nación, lo constatan.
Misterio, mujer y vagancia en doler de ultratumba por hijos perdidos se escucha en lugares donde cursan ríos y lagunas e incluso calles de poblados indistintos.
¿Quién no ha escuchado relatos sobre sus apariciones, por ejemplo, en calles del Centro Histórico de la Ciudad de México?
¿Acaso no ha sido el caso de las ahora llamadas Alcaldías, las anteriores Delegaciones Políticas?
En estas se muestran resistencias de pueblos tradicionales negados a perder cualquier elemento de su identidad, en sitios como: Tláhuac, Xochimilco, Tacuba, Iztapalapa, Magdalena Contreras o Tlalpan entre otras.
Y si se piensa en lugares como Santiago Nonoalco Tlatelolco, Coyoacán o en Municipios cercanos a la gran urbe, como: Ixtapaluca y Chalco; Indios Verdes y Cuautepec, barrios Alto y Bajo, esta leyenda presenta recurrencia de historias referidas a su vagar por los aires.
Sobrecoge a transeúntes trasnochados en horas de la madrugada.
Pone los pelos de punta de hombres y de mujeres y les recuerda que, en el caso de animales como los perros, avistan su presencia y dejan escapar sus aullidos intermitentes, no menos lastimeros y atemorizados.
En el pasado choque cultural, entre pueblos indígenas y avanzadas españolas, Miguel León-Portilla refiere en su libro: Visión de los Vencidos, dentro de los llamados: Presagios, la venida de los españoles en 1521, siendo una manifestación enigmática, la de esta mujer doliente.
Esta se recoge a través de leyendas indígenas mexicanas.
De ella dan cuenta versiones allegadas hasta los mismos religiosos europeos como fue el caso de fray Diego Durán, evangelizador hispano quien notifica la interpretación de los sueños del Huey Tlatoani Moctezuma II, de manera negativa e inexorable que alude al término de su reinado y a la pérdida de su señorío, junto con todo su pueblo.
La historia de esta mujer que sufre la pérdida de sus hijos de manera violenta.
Es muestra de un dolor inminente.
Da lugar al origen de tal relato, ocurrido en una parte del antiguo lago de Texcoco donde se asentaba la poderosa México Tenochtitlán.
Asociada con el elemento agua, hace manifestación de su llanto sobre poblados, caminos, montes, parajes o montañas en las que se escucha su célebre, lánguido y terrible grito, desatando el concierto y sobresalto de especies diversas que nunca faltan sus demostraciones en pueblos, ranchos o fincas rústicas.
El misionero franciscano, fray Bernardino de Sahagún, a través de los informantes indígenas, cuentan sobre el sufrir de la lóbrega mujer.
Su clamor por irse a lugares lejanos e inciertos dónde acomodar, proteger y evitar, sin resultado positivo posible, la salvaguarda de personas ante la inminencia de la muerte, y ese cuadro de desolación que conjunta: destrucción, sangre, desamparo y brutalidad cometida por la presencia de extranjeros sobre la nación mexica, como un paréntesis de lo sobrenatural del pasado con larga data sobre el presente.
A propósito de esta leyenda, el lamento de mujer envuelta en misterio y recorridos de dolor propicia en los sorprendidos y espantados habitantes de la República Mexicana, una hipnosis y un terror que recuerda el suceso incontrovertido de la población asesinada en los combates librados en México Tenochtitlán: los hijos menores de edad asesinados por los indígenas aliados y contrarios al poder mexica; así como también por las pérdidas por captura de niñas y niños que dejaron de pertenecer a esa capital tenochca.
La "marca" de ella es horror, miedo incontrolable y figuraciones sobre naturales sin par. Remite a un rostro no humano: Cihuacóatl, diosa emergente del interior del Lago de Texcoco. Esta aterradora deidad, hace advertencia del inexorable acontecimiento que deviene en masacre de la población mexica.
Con trazo de rostro cadavérico, de bruja o mujer desfigurada por la tragedia asesina, su cabello ondeando entre los aires, provoca un escozor que enchina la piel ras sólo escuchar su grito prolongado: “¡Ay, mis hijos…!”, que resume ese pavor ancestral de compasión inevitable.
Pero los siglos transcurren y su leyenda continúa e inquieta; arranca actos de constricción y maneras sucesivas para persignarse y alejar su pesadilla y maldición.
Cual mito entre mitos, la Llorona es diferente en nombre y en atribuciones adversas, por ejemplo, tiene equivalencia en Xtabay en la cultura maya, por ser diosa de fertilidad y equivalente en materia de partos entre los mexicas o los del área zapoteca.
En común, y de manera convencional, no deja de ser esa alma femenina de lamentaciones de muerte.
El franciscano fray Bernardino de Sahagún la nombra “mujer-serpiente”: Cihuacóatl o en sentido de alta reverencia: Tonantzin –Nuestra Madre-; siendo entonces una esencia previsora respecto de todo mal a cernirse entre los indígenas.
No obstante, el paso del tiempo es también un paso adaptativo de esta leyenda: como mujer indígena tiene relación sexual y descendencia de procreación de tres hijos, con un español dominante, conquistador, quien después de casado abandona a esta mujer y se vuelve a casar con otra no indígena y de mayor posición social.
Convertida en burla y traición desde ese primer vínculo matrimonial original, comete venganza de manera terrible con la descendencia de ambos; consuma su filicidio, enloquece y tiñe de tragedia ese hecho.
La leyenda es trashumante entre poblados de origen azteca de lugares distantes como Centroamérica –El Salvador y Nicaragua.
Tiene asociaciones con lo sobrenatural. Está referida como asesina de hijos concebidos con un padre adúltero que no respeta el vínculo matrimonial.
Es prueba de abjuración religiosa por parte de esa mujer, quien rehúye de la fe impuesta y "gana" mala fama para ser repudiada como “mala madre”.
Presenta un significado alterno respecto a motivos siguientes:
De asociación a partir de la etapa inicial de la Colonia o Nueva España, desde un papel protagónico siempre aceptado en segundo grado, y nombrarla Malinalli o "La Marina" -coloquialmente “La Malinche”-, no obstante, ser y estar allegada a Hernán Cortés como “la lengua”, quien destaca ante él por ser la traductora simultánea del maya al náhuatl y de este al castellano permitiendo al conquistador extremeño atender los problemas de relación diplomática entre jefes indígenas vencidos y en su relación con los aliados, lo que demuestra ir más allá de considerarla una amante y madre joven que resultó ser pieza importante para los planes del conquistador.
De mestizaje a través del hijo que nace –el primero- pero que es desprendido del cuidado materno, decidiendo el conquistador regresar con él a España sin importarle en absoluto el más mínimo consentimiento de ella e incluso sin tener poder alguno para impedirlo.
De designación de: “Malinche”, envuelta en distintas situaciones y circunstancias a la que se le "achaca" un papel de "traidora" al colaborar con el conquistador.
En sentido directo, es la consumación de la traición encarnada en esta mujer para sus coterráneos.
En sentido de despojo materno, es la mujer sufriente ante el arrebato de su hijo.
En sentido de asociación con una pérdida del pueblo mexicano simbolizado en esa maternidad violentada; triste, ofendida, humillada y traicionada.
En lo inconsciente popular e histórico, significa ser resultado de una leyenda de mujer no sólo sufriente, sino maldecida.
Respecto de lo que aporta la Iglesia Católica, es significado de contundencia moral –ser mujer entregada a amores prohibidos; incumplir deberes de maternidad en el más hondo pesar tradicional y terminar siendo condenada a un estado de sufrimiento y vagancia por el inframundo.
En sentido de connotaciones, la llamada: “Doña Marina”; “Malinche” o “Mala Madre”, aporta al propio mito de Cihuacóatl, un nexo con el elemento agua –río, arroyo, lago- entre las historias de pueblos, rancherías o ciudades.
En sentido de su indumentaria –"luto" albo de permanencia sobrenatural o de permanente blancura pavorosa y fría- condolida de la pérdida de sus hijos y desde sus lamentaciones de búsqueda de nueva oportunidad para esos “otros”, generalmente menores de edad e inocentes los cuales están llamados a ocupar los lugares ausentes por los vivos presentes en cualquier lugar.
Así, en la actual Alcaldía de Coyoacán se asocia su leyenda con una casona antigua, inserta dentro de uno de los lugares más icónicos de la Ciudad de México (el Palacio de Cortés) cuyo frente tiene el Templo de La Conchita, y donde los lugareños han escuchado lamentos nocturnos de la dolida “Malinche”, ante el abandono de Cortés y la separación abrupta del hijo que nunca más vuelve a ver.
En la leyenda un mal presagio se cierne a quien se case en ese templo pues la unión conyugal no ha de durar; empero, expertos y peritos en el acervo histórico, cultural y religioso aseguran que esa casona nunca fue habitada por Cortés.
En el derrotero de la cultura mexicana contemporánea, la triste fama de "La Llorona” es temática cinematográfica, donde cintas de varios años retoman su leyenda; por ahora me limito a señalar títulos, directores y años:
“La Llorona”, versión fílmica de Ramón Peón, de 1933
“La herencia de La Llorona," versión de Mauricio Magdaleno, de 1947
“El Grito de la muerte”, versión de Fernando Méndez, de 1959
“La Llorona”, versión de René Cardona, de 1959
“La maldición de La Llorona”, versión de Rafael Baledón, de 1963
“La Llorona” dentro de la telenovela Leyendas de México, episodio dirigido por Raúl Araiza. De 1968
“Leyendas macabras de la Colonia”, versión de Arturo El Villano Martínez, de 1973
“La venganza de La Llorona”, versión de Miguel M. Delgado, de 1974
“Las Lloronas”, versión de Lorena Villarreal, de 2004
“The Cry”, versión de Bernardine Santiestevan, de 2007
“La Llorona”, versión de Jayro Bustamante, de 2019
“La Llorona”, versión de Michael Craves, de 2019
“The Haunting of La Llorona”, version de Harris Seeley, de 2020
“La Leyenda de la Nahuala”, versión de Ricardo Arnaiz, de 2007
“La Leyenda de La Llorona”, versión de Alberto Chino Rodríguez, de 2011
Entre otros menesteres dedicados al teatro infantil, esta leyenda tiene continuidad de tanto productiva como imán de poder para solaz y espanto de nuevas generaciones.
Apoyos de referencia para esta breve narración:
1. Criollo Raúl y Jorge Caballero. El estante de lo insólito. El temible grito La Llorona. Sección: Opinión. Periódico La Jornada.
Jornada.com.mx/2021/02/26/opinión/a12o1esp
2. Fregoso, Juliana. Verdadera historia detrás de la leyenda de “La Llorona”. Infobae. [27 de octubre de 2018 México]. Últimas Noticias. Viernes 5 de Marzo de 2021 https://www.infobae.com/america/mexico/2018/10/27/la-verdadera-historia-detras-de-la-leyenda-de-la-llorona/
3. Sahagún, fray Bernardino de. Historia verdadera de la conquista de Nueva España. México. 3ra. Edición. Ed. Porrúa. Colección “Sepan Cuántos… No. 300; 1975. Cap. VI; pgs: 32-33
4. León-Portilla, Miguel. Visión de los Vencidos. Relaciones Indígenas de la Conquista. 5ta.Edición México. Biblioteca del Estudiante Universitario. No. 81. Universidad Nacional Autónoma de México; 1971; Véase. I. Presagios de la venida de los españoles. Introducción. Cuarto presagio; p: 3
CONTINUACIÓN:
2. ELLA: JOSEFA CRESENCIA Y ORTÍS (sic) (POSTERIORMENTE CONOCIDA COMO: DE DOMÍNGUEZ).
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