A punto de iniciar mi turno vibró el celular, una notificación de mensaje imposible de ignorar por la remitente.
—Mañana vienes por mi al rancho—.
—No puedo, trabajo de noche, mañana andaré bien jodido para manejar—.
—Ándale, saliendo te vienes despacito, llegas a medio día y ya en la noche nos regresamos—.
Su insistencia pudo convencerme enseguida, si no fuera por el resto de inconvenientes.
—Se anda calentando la troca, mejor te viene en el camión, no tiene caso ir hasta allá solo para regresarnos juntos—.
La lógica me daba la razón, salvo que a ella le gustaba salirse con la suya.
—Entonces te vienes en el camión, cada hora hay salidas, te bajas en Villanueva y ahí te va a esperar mi papá—.
Esto pudo bastar para doblar mi voluntad pero surgió otro impedimento.
—No tengo dinero y falta mucho para la quincena, tengo para ir pero ¿cómo vamos a regresar?
—Pues acá vemos—.
Mi costumbre de no andar a la deriva me hizo oponerme a pesar de querer darle gusto en todo, dos meses de vida juntos no eran suficientes para ignorar sus caprichos.
—Bueno pero, ¿para qué quieres que valla? —.
—Para regresarnos juntos—sentenció.
Accedí de mala gana y me vestí de guardián de la ley, justo un sábado por la noche cuando se "suelta el diablo"; borracheras, automóviles acelerados por las avenidas, disputas familiares y necios de remate, no tuve un minuto de serenidad, lo que me llevó de manera irremediable a caer como Roca al llegar de vuelta a casa, donde un ringrineo me despertó alrededor de medio día, hora en que debería estar llegando al rancho de mi ahora ex pareja.
—¿Dónde vienes?— Abrió la conversación sin miramientos.
—Me quedé dormido, estuvo horrible la noche—.
Tras una pausa inquirió en seco— ah, pues es que como ya hablamos quedado—.
—Sí, pero andaba bien cansado y me quedé dormido—.
La decepción la acompañó las siguientes semanas para luego transformarse en enojo, esto llevó a la ruptura y, tres meses después, a una segunda oportunidad donde, ya con la mente serena explicó la insistencia.
—¿Recuerdas la vez que te pedí ir por mi al rancho?; arreglé que fuera el juez a casarnos a la casa, mis padrinos de bautizo iban a ser los testigos de boda, fueron desde Jerez nomás a eso, me consiguieron una banda para hacer baile, y mi papá mató un marrano. Alguien le dijo a José que me iba a casar y fue bien borracho a rogarme que lo perdonara y volviéramos. Pero me dejaste vestida y alborotada, literal como novia de rancho.
Aunque me carcomía la consciencia, con una oración me deslindé de la culpa.
—Pues es que invitaste a todo mundo a la boda, menos al novio—.
Basada en hechos reales.
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