day998 Day Ramírez

...Creo que escribir en un diario no es un problema, el problema es desear solo cosas que te beneficien, porque no hay deseo más hermoso que tener familia y amigos que te quieran tal y como eres...


Conto Todo o público.

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Deseo no haber pedido ningún deseo...

Desde niña he amado los diarios, cada 31 de diciembre a las 11: 50 pm comienzo a escribir mi lista de deseos en la primera página del que será mi compañero anual. Este fin de año no va a ser la excepción, sentada el balcón de mi apartamento inicié la tradición.

Querido Diario:
Hoy es el último día de un año cargado de momentos tanto felices como tristes, me he propuesto nuevas metas para el nuevo año y espero cumplirlas.


Lista de deseos:


1 - Deseo salir sobresaliente en mi examen de Historia.
2 - Deseo tener un cuerpo y un rostro perfecto.
3 - Deseo que aprueben mi libro en la editorial de la universidad.
4 - Deseo ser la chica más popular de la universidad.
5 - Deseo conocer al amor de mi vida.
6 - Deseo...


Tuve que detenerme, los maravillosos fuegos artificiales robaron mi atención. Cuando el espectáculo concluyó me quedé unos minutos más observando el cielo y la luna llena que brillaba en su punto más alto. De repente vi un pequeño rayo plateado pasar velozmente por el centro del cielo dejando una estela brillante a su paso. ¡Era una estrella fugaz! Me apresuré a pedir un deseo, tenía muchos, así que deseé que todos los deseos que había en mi diario se hicieran realidad. No había un mejor deseo que ese, o eso pensaba yo. Un sueño pesado me atrapó y decidí terminar mi lista de deseos al día siguiente.

El sonido de las notificaciones en mi teléfono me despertó, nunca había recibido tantas notificaciones juntas. La primera era de la Profesora de Historia: Querida Alice, estuve revisando tus trabajos a lo largo del semestre y me percaté que todos tenían un sobresaliente, así que me alegra informarte, que has convalidado mi asignatura con sobresaliente. Feliz año nuevo.

La segunda era de mi madre:
Alice cariño, se nos ha complicado el viaje, llegaremos a casa dentro de dos días. Pórtate bien y cuídate mucho. Un beso Mom.

El resto eran solicitudes de amistad y mensajes de Facebook. Me quede atónita, las solicitudes llovían como si fuese una estrella de cine o una cantante famosa.

Leí por encima algunas:

Pablo Romero: Eres la mujer más hermosa de la tierra me gustaría ser tu amigo.

Ángel Valiente: Diosa egipcia, un tesoro para la vista.

Christopher Martínez: Siempre te vi muy hermosa, solo ahora tuve valor de enviarte una solicitud.

Y había muchas más como esas, pero decidí no perder mi tiempo leyéndolas. Las cosas raras de mi día no terminaron ahí y la mayor sorpresa me la encontré al entrar al baño y mirarme al espejo, casi rompo un perfume que llevaba en la mano. ¡Por dios! Exclamé para mis adentros, quien es la chica del espejo. Evidentemente era yo, pero al mismo tiempo no lo era.

El reflejo del espejo era una chica de pelo lacio y rojo brillante que llegaba a la cintura, mi pelo siempre tuvo ese largo, pero para nada era así de lacio, ni el color tan brillante. Las pecas que me volvían loca desde la adolescencia habían desaparecido dejando mi pálida piel al descubierto y ni un solo grano deformaba aquella perfección de rostro. Por suerte mis ojos eran los mismos azules de siempre. Continúe explorando mi cuerpo, había bajado como 10 kilos, no había ni una gota de grasa, parecía como si hubiese ido al gimnasio toda mi vida cuando en verdad nunca estuve en uno. Mis uñas que antes no se diferenciaban de la piel ahora eran largas y bien arregladas.

¿Magía? Me pregunte a mí misma. Entonces recordé mi deseo. Busqué mi diario y me di cuenta de que hasta el momento se habían cumplido los dos primeros. Si verdaderamente era mi deseo a la estrella, el próximo deseo en cumplirse sería el de la editorial.

Mi móvil comenzó a sonar, una llamada entrante de Fabiola, la editora en jefe. Estaba tan emocionada que daba saltitos de alegría, cuando recupere la compostura aclare mi garganta y conteste el teléfono:

—¿Alice?— dijo Fabiola.

—Sí.

—Corazón ¡Feliz año nuevo!

—Muchas gracias e igualmente Fabiola.

—Te tengo buenas noticias de inicio de año, esta mañana me han avisado que tu libro es el ganador para la publicación de este año, solo hay que hacerle unos ajustes. Te espero mañana a las 10 am en la editorial para ajustar todos los detalles. Tu libro será todo un éxito.

—¡Oh! Muchísimas gracias, no sé cómo agradecerle, allí estaré sin falta.

—No tienes que agradecer nada, mañana nos vemos, adiós.

—Adiós —y colgué.

Estaba más que contenta, tan emocionada así que llame a mi mejor amiga Tania.

—Diga —respondió ella, Tania era bastante despistada pero nunca me había contestado así, estaba tan emocionada que no le di importancia.

—Tan, no te lo vas a creer, aceptaron mi libro en la editorial, la profesora de historia me ha convalidado la asignatura y ¡soy hermosa! —dije de una vez todo seguido.

—¿Quién habla?

—¿Cómo que quien habla? ¿No es Tania? —¿con tanta emoción habré marcado el número equivocado? pensé y revisé la pantalla de mi celular, pero estaba una foto de Tania y mía de la preparatoria y su nombre en el contacto así que no me había equivocado.

—Tan soy yo Alice.

—¿Alice? ¿La Pop-girl?

Pop-girl así le llamaban a la reina de la universidad Valeria Peñada, hijita de papi millonario, que se había operado hasta el tobillo para ser claros. ¿Por qué Tan me llamaba así a mí?

—Tan ¿qué está mal contigo? - dije incrédula de lo que había oído.

—¿Tú no eres Alice Montano?

—Sí.

—Ah pues toda la uni te conoce como pop-girl, ¿no lo sabias?

—¿Qué? —y recordé de nuevo el próximo deseo en la lista era ser la chica más popular de la universidad, pero no me refería a ser copia de Valeria Peñada.

—Bueno, ¿por qué llamas? A mí me quedó bien claro en la fiesta de fin de año tras tu operación quienes eran tus mejores amigas y yo no figuraba en la lista.

—¿Cómo dices? ¿Operación?

—¡¿Ahora que te dio, amnesia?! Pues a mí no se me olvida y si llamaste para restregarme tus logros en la cara perdiste tu tiempo —dijo esto y cortó la llamada.

Mi cabeza daba vuelta, atónita, ¿Ese era el precio de ser la chica más popular de toda la universidad? Agarré mi bolsa, las llaves y guardé el diario en la bolsa. Salí disparada a casa de Tan. No podía perder a mi mejor amiga, estábamos juntas desde que teníamos 3 años y me mudé a este barrio. Caminé hasta la esquina y doble, la casa de Tan estaba a dos cuadras de la mía. A mediación de cuadra choque con un chico que tiró mi bolsa al suelo y no tuvo ni la decencia de recogerla o pedir disculpas, ya le iba a decir un millón de cosas, pero cuando levante la vista y lo vi, era un joven alto, musculoso, de ojos café, pelo negro, lacio y bien peinado, a un chico como ese no podía reclamarle nada.

El chico me examinó de arriba abajo y me dijo:

—¿Estás bien? Deberías ir con más cuidado por la calle, podrías tener un accidente —dijo y dejo ver una sonrisa blanca y perfecta que me dejó sin aliento.

—Sí, tendré más cuidado la próxima vez —le devolví la sonrisa.

—Espero que no estés lastimada, pero por precaución te dejo mi número de teléfono, si necesitas algo me llamas ¿tienes donde apuntar?

—¿¡Eh!? Claro, si tengo- revise en mi bolsa, lo primero que estaba a mano era mi diario y ahí mismo copie su número.

—Lámame —gritó alejándose de mí y moviendo su mano de un lado a otro, aún exhibiendo su hermosa sonrisa.

Mire su número copiado transversal en la primera página de mi diario y justo arriba los deseos. Vi el quinto deseo, estaba segura de él sería el amor de mi vida. Todos los deseos que me dio tiempo a escribir se habían cumplido, por desgracia no me dio tiempo a terminar el sexto deseo. Pero en ese momento lo importante no era el deseo inconcluso sino recuperar a mi mejor amiga y continúe caminando.

Paso un chico vendiendo pulseras, Tan adoraba ese tipo de cositas, así que lo llame:

—Vendedor —grité y le hice señas.

—Si dígame —por la ropa parecía un chico muy común, tenis, sudadera y Jean rasgado en las rodillas. Me llamo la atención que llevaba el pelo que le cubría los ojos y no se le veía bien el rostro.

—¿Cuál es el precio de las pulseras?

—Bueno depende ¿Cuál te gusta?

—Esta azul —señalé una pulsera de perlas azules con flores de metal. Azul es el color preferido de Tan, pensé.

—Esa cuesta dos dólares.

—La compro.

El chico guardó la pulsera en una bolsita transparente muy bonita con un lazo en el cierre, muy buena atención para ser un vendedor ambulante. Continúe hacia la casa de mi amiga. Al llegar toque el timbre y ella misma fue la que me atendió.

—Tenemos que hablar —le dije seria, debía explicarle todo con detalles, estaba segura que si le explicaba ella entendería, esa era la Tan que yo conocía.

—¿Qué? —dijo fríamente sin mirarme a la cara.

—¿Puedo pasar?

—Bien, pasa y siéntate.

—Tan, la verdad no sé qué paso en la fiesta de fin de año. A mi entender no había ido ya que preparaba mi libro para la editorial, tampoco recuerdo esa operación, la verdad, aunque suene increíble, todo esto está pasando por el deseo que pedí en la madrugada a la estrella fugaz.

—Sabía que después de esa operación estética se te había trastornado el cerebro, pero no pensé que llegaras a este punto, tú no eres supersticiosa, ¿esperas que me crea eso de la estrella y los deseos?

—Pero es la verdad, tú eres mi mejor amiga, no puedo creer que desear ser la más bella y popular me cueste perder una amiga fenomenal como tú.

—Entiendo, te arrepentiste de ser una niña de cristal malvada y quieres disculparte, solo que eres tan orgullosa que inventas eso de estrellas fugases, ¿no?

—¡Qué no es orgullo! —dije casi irritada, no creía en mí, Tan siempre creía en mi incluso cuando yo misma no creía, ella me apoyó en todo momento, mis ojos se llenaron de lágrimas en ese instante.

—No vayas a montar una escena de llanto, ya no me conmueves, estoy segura que me quieres correr una broma pesada, pero ya no caeré en tus inventos. Será mejor que te vayas estoy ocupada —dijo levantándose y abriendo la puerta.

—Tan, yo... —me interrumpió y me dijo:

—Ya basta, no quiero volver a hablar contigo, vete.

Salí casi llorando, busque en mi bolsa un pañuelo y seque las lágrimas que se me habían escapado. No me lo podía creer, al levantarme pensé que mi vida había dado un vuelco positivo, pero ahora no creo lo mismo. No es para nada fantástico perder a mi mejor amiga. Solo tenía una opción llamar a mamá y pedir su consejo, no me quedaba claro eso de la operación, mis padres no tenían suficiente dinero para pagar tal millonada por mi belleza.

—Mom, necesito tu ayuda —dije sollozando.

—Alice, mi niña, ¿estás bien? ¿te sientes mal? ¿Debo llamar al doctor? Creo que fue mala idea dejarte sola en casa.

—Mom, no es eso, estoy bien físicamente, pero creo que mi vida se volvió un desastre.

—¿Por qué dices eso? Hicimos todo lo que pudimos para que te sintieras a gusto por lo menos estos últimos meses, ¿falto algo?

—¿Últimos meses? ¿De qué hablas mamá?

—Alice comenzaron los episodios de pérdida de memoria. Llamaré al doctor enseguida, y regresaremos a casa hoy mismo tu salud va primero, la deuda la resolvemos en otro viaje.

—¿Qué deuda?

—Alice no salgas de casa, ya vamos para allá.

La llamada a mi madre me dejó más atónita todavía, ¿últimos meses?, ¿deuda?, ¿qué estaba pasando? La estrella fugaz no cumplió mis deseos, transformó mi vida en una pesadilla. Regresé a casa, como estaba tan preocupada por perder a mi mejor amiga no había visto el buzón, comencé a revisar las cartas. Y para nada eran mejores noticias: la primera era de embargo de la casa, nos quedaba un mes para pagar lo que debíamos o a la calle. La segunda correo chatarra y la tercera, la más horrible noticia que podía haber recibido en mi vida: el Hospital Nacional de Atención al Cáncer.

La carta tenia varios números y una pequeña nota: Cuenta médica de Alice Montano Gavera, aquí les adjunto los exámenes realizados la semana pasada. Dr. Eugenio Cruz Águila. Y seguida a esa carta, aún en el sobre, algunos papelitos que no entendí nada de lo que decían. Increíble, yo al parecer tenía cáncer, la cirugía de belleza era algo así como mi última voluntad, y para colmo, mis padres estaban en quiebra a punto de perderlo todo.

Subí a mi cuarto y me tumbé en la cama, no quería pensar, ni hablar, mucho menos ver mi diario, lo que en la noche de fin de año creí que eran los mejores deseos del mundo me habían cobrado factura, si tenía lo que pedí, pero a cambio de todo lo que antes quise.

Me despertó el timbre de la casa, emocionada pensé que era Tan que había recapacitado. Al abrir la puerta había un oficial, recordé que aún nos quedaba un mes en la casa así que no debía venir a sacarme o arrestarme.

—¿Señorita Alice Montano?

—Sí, ¿que desea oficial?

—Lamento informarle que sus padres han tenido un accidente en la carretera central, en estos momentos se encuentran en el Hospital General. Le deseo mucha suerte —dijo esto y se marchó.

¿Qué? Pensé y rápidamente agarré mis cosas y salí rumbo al hospital, logré coger un taxi que me llevo directamente allí. Entré, y fui directo al buró de información.

—Señorita podría decirme donde encuentro a la pareja Montano, tuvieron un accidente en la carretera.

—Habitación 102, sector B1, permítame su identificación por favor.

Le entregué mi carnet y ella me llenó un papel que me entregó junto con una tarjeta de visitante que me colgué en el cuello. El sector B estaba muy cerca de allí, tenía un cartel gigante con una letra B mayúscula, busque la habitación 102 estaba en la segunda planta. Al entrar vi a mis padres en una cama cada uno con respiradores. Entro una enfermera y me preguntó:

—¿Eres la guardiana de esta pareja?

—Sí, ellos tienen seguro.

—Lo sé, lo hemos verificado, pero si no despiertan rápido su seguro no cubrirá su estancia en el hospital.

No lo soportaba más, y comencé a llorar desconsoladamente agarrando la mano de mi madre. ¿Cómo todo había llegado hasta ese punto? En la noche, cuando el doctor y las enfermeras revisaban los signos vitales de mis padres y llenaban la historia clínica, aproveche para salir a buscar algo de comer, no había comido nada en todo el día, las buenas y malas noticias me abrumaron de tal forma que lo olvidé.

En la cafetería del hospital compré una hamburguesa y un refresco, sabía que no debía comer en la habitación de mis padres así que me senté en una mesa apartada en el jardín del hospital. Mientras comía busque en mi bolso mi teléfono y vi mi diario. Observe de nuevo mis deseos y el número del chico. Agarre mi móvil y lo llamé, por la forma en que lo vi por la mañana parecía un chico rico, si estaba destinado a ser el amor de mi vida seguramente no tendría objeción en pagar la cuenta de mis padres.

—S8 ¿quién habla? - respondió, su voz era más fuerte y madura.

—Soy Alice, la chica de esta mañana con la que chocaste.

—¿Quién? Yo no he chocado con nadie hoy, marcó bien el número señorita.

—Pero, me dio este número - estaba demasiado avergonzada así que colgué, me dio un número equivocado ¿! Qué me esperaba?! Un chico así nunca me hubiese dado su número real. ¡Qué estúpida fui!

Continúe mirando el diario, decía claramente "conocer" y lo había conocido, ahora que fuese mi novio y todo eso no era parte del deseo, estaba acabada, si mis padres no se levantaban del coma, tanto ellos como yo moriríamos. Pero, ¿qué hacia mi hermana mayor que aún no llegaba? ¿Nadie le aviso? Ellos estaban en su casa pasando el fin de año, su marido tenía mucho dinero, seguro que pagaría la cuenta del hospital, ¿por qué no pensé en ella antes? Busque su número en mi teléfono, pero para sorpresa mía no estaba, juraría que si tenía el número de mi hermana.

¿Cómo no iba a tenerlo? Terminé mi hamburguesa y regresé al cuarto, en los teléfonos de mis padres tampoco estaba su contacto, algo raro estaba pasando. Busqué a la enfermera y le pregunté si nadie aviso a mi hermana mayor, pero ella me dijo que no, porque los documentos de mis padres decían que yo era hija única. En ese instante mi mundo volvió a desmoronarse por segunda vez en el día. ¿Faltaba algo para hacer mi vida más miserable?

¿De qué servía ser hermosa y popular?, si no iba a vivir lo suficiente para disfrutarlo. ¿De que servía si no tenía familia ni amigos? Salí al balcón del segundo piso para tomar aire fresco, necesitaba calmarme y pensar de qué forma solucionaba todo aquello. Sí, porque yo era la única culpable por desear cosas tan egoístas. Mi deseo debía haber sido algo así como salud o felicidad para todos los que me rodeaban, tal vez eso no me hubiese llevado a tal punto. Después de cinco minutos culpándome y recriminándome mis acciones miré a mi alrededor, había un joven parado justo a mi lado mirándome, para mi sorpresa no era cualquier joven era el vendedor de pulseras que ya no llevaba ropa común, ahora usaba una bata de médico.

—¿Eres doctor? —pregunté incrédula.

—No, soy estudiante de medicina, hoy estoy de guardia y ¿tú qué? pareces demacrada —y se río disimuladamente, pero yo note que se reía así que no disimuló suficiente.

—Mis padres tuvieron un accidente y están en coma —dije con los ojos llenos de lágrimas de nuevo.

—Lo siento mucho —dijo seriamente— ¿Te puedo ayudar en algo?

—¿Puedes hacer que ayer no pidiese ningún deseo?

Me miró asombrado y dijo:
—¿Le deseaste algo malo a tus padres?

—Claro que no —repliqué.

—¿Entonces?

—Fui egoísta y desee cosas que solo me beneficiaban a mí, sin saber que todo tiene un costo, y ahora me arrepiento —no logré bloquear las lágrimas que llenaban mis ojos y comencé a llorar de nuevo.

Él me abrazó fuertemente, pasó la mano por mi cabello delicadamente e intentó calmarme diciendo:

—Si fue tu deseo solo tú puedes revertirlo. ¿Hay algo que te ayude a sentirte mejor?

—Supongo que escribir en mi diario, siempre que estoy triste lo escribo y milagrosamente veo todo con mejor claridad luego de escribir, es como una terapia psicológica.

—Pues entonces, escribe en tu diario lo que te ocurrió y cómo te sientes, veamos si esta vez te funciona.

Asentí con la cabeza, me solté de su abrazo y regresé al cuarto con mis padres. Agarré mi diario y comencé a contar todo mi día, cuando terminé, revisé de nuevo la primera página donde estaban los deseos, sexto estaba inconcluso, así que lo completé y puse: no haber pedido ningún deseo.
...................................................

Una mano delicada y cálida me despertó, ¡era mamá! No podía contener la alegría de verla despierta.

—Mi niña, te quedaste dormida en el balcón escribiendo en tu diario —dijo mama riéndose y leyendo mi diario— pero Alice no escribiste ningún deseo y pusiste "Seis: Deseo no haber pedido ningún deseo"

Sonreí y pensé: Supongo que no fue un sueño después de todo. Creo que escribir en un diario no es un problema, el problema es desear solo cosas que te beneficien, porque no hay deseo más hermoso que tener familia y amigos que te quieran tal y como eres.

Fin.


21 de Fevereiro de 2021 às 05:01 0 Denunciar Insira Seguir história
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Fim

Conheça o autor

Day Ramírez Soy una chica que adora escribir, me encanta plantearme retos de escritura y todo lo relacionado con esta. Mis géneros favoritos son: Fantasía, Suspenso y Romance. Espero que mis historias les lleguen a gustar.

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